El TPP, un espejo que le dice a la gente que es verdad lo que viven y que tiene razón en su lucha
Jaime Quintana Guerrero, desinformemonos.org
México, Distrito Federal. “Los cuidadores, sembradores y guardianes del maíz somos un estorbo para un modelo económico que es violento y depredador contra los pueblos indígenas”, afirma Luis Macas, dirigente indígena, político e intelectual ecuatoriano de nacionalidad kichwa, uno de los jurados dictaminadores de la audiencia final “Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria la autonomía” del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP).
Por su parte, Jean Robert, historiador suizo, colaborador del obispo Sergio Méndez Arceo y otro de los miembros del jurado, advierte que aunque el TPP “no es un tribunal vinculante que pueda explicarse con una condena. Es una denuncia y reflexión general, es un observador que ve un conjunto que nunca se había visto con tanta intensidad”.
La importancia de este proceso, señala el analista y periodista Ramón Vera Herrera, “es que pueda ser un espejo para los pueblos”; mientras que el activista maya Álvaro Mena explica que en esta audiencia “se analizaron las agresiones de las que es objeto el maíz, cultivo milenario que se extienden a toda la cultura que gira a su alrededor”.
Vera, editor del suplemento Ojarasca y miembro de la Red en Defensa del Maíz, uno de los impulsores del mosaico de testimonios que se presentó en la ciudad de México los días 19, 20 y 21 de noviembre, señala que “los pueblos están ubicando y sistematizando en diferentes regiones y comunidades, lo que viven aquí y lo que pasa afuera, lo permite tejer vínculos concretos entre ellos”.
El Tribunal Permanente de los Pueblos fue creado el 23 de junio de 1979 en Bolonia, Italia, para denunciar los crímenes de lesa humanidad después de los genocidios en Vietnam. En ese entonces fue integrado por Jean Paul Sartre, Bertrand Russel, Lázaro Cárdenas, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez, entre otros.
El proceso en defensa del maíz en México, indica Vera Herrera, permitió a los pueblos tener un tejido organizativo. “Es un espejo que le dice a la gente que es verdad lo que viven y que tiene razón en su lucha; que la esperanza va caminando y que alguien los escuchó”.
Philippe Teixier, ex magistrado de la Suprema Corte de Justicia de Francia, miembro de rector del Comité de Derechos Económicos, y Sociales y Culturales de las Naciones Unidas y ahora jurado del TPP, explica que “esta tribuna no tiene fuerza coercitiva, pero sí una fuerza moral muy grande”.
Camila Montesinos, chilena que recibió el Premio Nobel Alternativo, identifica que la importancia del Tribunal consiste en “reconocer que las denuncias que han hecho los pueblos y organizaciones tienen una importancia en la legitimidad de sus luchas, que es una esperanza para el mundo y un instrumento que puede despertar solidaridad de otros pueblos y comunidades”.
Álvaro Mena, maya de Hopelchén, Campeche, indica que a partir el TPP, “a nivel de la Pensínsula de Yucatán nos dimos cuenta que podemos hacer cosas juntos, que no es opcional y que es urgente que nos encontremos como pueblos y colectivos”.
El objetivo del Tribunal, señala Gustavo Esteva, fundador de la Universidad de la Tierra en Oaxaca y también jurado de esta audiencia, es que se produzca un efecto de “afirmar lo que la gente sabe y que no decía en voz alta; que se afirme que la esperanza es de los pueblos y que se puede salir de la situación en que están caminando”.
Esto se tiene que trabajar en las comunidades”, menciona Andrés Carrasco, jefe del Laboratorio de Embriología de la Facultad de Buenos Aires, Argentina. “Nosotros venimos a escuchar y decir, pero los que sufren lo tienen que reconocer”.
El ecuatoriano Macas afirma a Desinformémonos que es “parte de los pueblos que nos dedicamos a la siembra y que nuestro principal alimento es el maíz”, para señalar que existe una agresión a este cultivo y, por tanto, a toda una cultura e historia. “Es un ataque de las empresas transnacionales, y existe una planificación intencional del Estado para desaparecer a los pueblos indígenas y campesinos que mantenemos al maíz desde antes de la llegada de los españoles. Los cuidadores, sembradores y guardianes del maíz somos un estorbo para un modelo económico, que es violento y depredador contra los pueblos indígenas”.
Jean Robert agrega que hay un proyecto de eliminación del tradicional cultivo. “Está atacado por todas partes. Una de las maneras es introducir el maíz transgénico, del que no sabemos cómo se va a comportar”. Pero en México, contrasta, existe una resistencia a la destrucción de su cultura campesina. “Se crea una desesperación, pero por otro lado una esperanza también”.
Álvaro Mena precisa que “el maíz no es un alimento, sino la vida de los pueblos. En él existe un mundo con el que convive”. La investigadora Silvia Ribeiro agrega que “cuando hablamos del maíz, hablamos del quelite y de todo lo que nace a su alrededor, del agua y del territorio de las comunidades rurales y urbanas.
Ribeiro señala que en el TPP se habló de las afectaciones del maíz transgénico, la pérdida de las semillas nativas, la invasión de territorios, la migración y las políticas de gobierno. “Cuando hablamos de esta devastación es grande, pues es uno de los principales alimentos en el mundo, y para las industrias el principal y más versátil alimento”.
Defender el maíz, explica Silvia Ribeiro, “es defender una creación milenaria y colectiva, que nace desde Alaska hasta la Tierra del Fuego”.
Philippe Teixier indica por su parte: “como extranjero me di cuenta lo que representa el maíz para los pueblos del México y América. Es materia de vida, por eso esta audiencia tiene un papel importantísimo”.