Elementos para su defensa y fortalecimiento
(Cuarta Parte, y última)
Claudia Ramos Guillén
Otros Mundos, A.C.
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México
26 de febrero 2016
LEER PDF COMPLETO: El Escaramujo 64: Gestión Comunitaria de Bosques. Elementos para su defensa y fortalecimiento (Cuarta y Última Parte) (10 págs. -PDF 416Kb)
La experiencia habla: los esquemas fallidos
Para dejar más claro de qué manera ciertos programas de conservación, lejos de fortalecer la gestión comunitaria de bosques, la debilitan, compartimos a continuación algunos ejemplos de esquemas fallidos a fin de ayudar a una mejor toma de decisiones. Mucho se ha hablado de que Chiapas por su enorme experiencia en Pagos por Servicios Ambientales (PSA) es el terreno idóneo para la puesta en marcha de REDD+.
Sin embargo, estudios realizados sobre los proyectos PSA (Mcaffe, K. 2012) indican que estos programas no ayudaron en la reducción de la pobreza; además de evidenciarse la creación de nuevas élites de terratenientes verdes (personas que tienen acceso a mayor extensión de tierra y que con buenas conexiones pueden influir en tribunales, la policía, militares, etc. y eluden al final las restricciones ambientales impuestas para la conservación).
En muchos de los casos de PSA analizados en Chiapas, y otros países como Guatemala y Nicaragua no se cubren ni siquiera las expectativas de ingresos de manera local en las comunidades en donde se desarrollan los proyectos.
También se ha demostrado que, cuando los valores no monetarios e incentivos colectivos apoyan la distribución equitativa de los derechos de uso de la tierra y suelo, se limitan las prácticas destructivas del ambiente, pero el pago por desempeño reemplaza estas prácticas colectivas de cuidado del bosque por estrategias individualistas y de corto plazo. Destruyendo así procesos de comunalidad, el servicio a la comunidad no remunerado y la toma local de decisiones.
Así mismo, los mecanismos PSA abren grandes interrogantes acerca de cómo se miden los beneficios obtenidos en ellos y existe una gran ambigüedad en las metodologías para medir sus impactos. Además ¿cómo se asegura que las zonas aledañas que no estén bajo este esquema no sean sobreexplotadas? un caso concreto lo tenemos en la región de la Reserva de la Biosfera Montes Azules, en Chiapas, en donde el polígono de la “reserva” está rodeando de grandes zonas de explotación de monocultivos de palma africana, así como de ganadería extensiva, mucha de ella realizada con incentivos económicos por parte del gobierno. Se crean así islas de conservación en las que tenemos un área conservada intocable rodeada de un área sobreexplotada y con proliferación de monocultivos con alto uso de insumos externos y que muchas veces son avaladas por las mismas certificadoras que pretenden garantizar el manejo sustentable del bosque (p. ej. Los procesos de certificación de Rainforest Alliance).
Un ejemplo concreto respecto a REDD es el del proyecto Scolel Té implementado por la Agencia de Cooperación del gobierno británico a través de la ONG AMBIO con recursos del Fondo Bioclimático, en el cual participan otras instancias y organizaciones vinculadas al mercado de carbono a nivel mundial. Scolel Té es uno de los primeros proyectos de compensación de carbono forestal (desde 1996) y cubre una superficie de 7 606 hectáreas en diferentes regiones de Chiapas, principalmente en las zonas de amortiguamiento de ANP en la Selva Lacandona y la Sierra Madre.
Según sus propios promotores es una iniciativa de sistema de gestión comunitaria de carbono, que incluye la reforestación, la agroforestería, la conservación y la restauración del bosque. Sus bonos de carbono han sido vendidos tanto a empresas paraestatales como PEMEX, organizaciones internacionales como Save the Planet, o fundaciones como la Federación Internacional del Automóvil.
Lo que realmente ha sucedido con este proyecto es que, ya que el objetivo principal es la plantación de árboles en tierras que estén en manos privadas y solamente durante los primeros 5 años en los que los árboles crecen, el principal interés económico para los beneficiarios es la futura venta de madera. Bajo este esquema, los agricultores se comprometen a mantener las plantaciones de árboles por cuatro rotaciones de 25 años, ateniéndose a las especulaciones del mercado; y en consecuencia han abandonado el ritmo de los anteriores ciclos de rotación de cultivos (de 5 a 7 años) que permitían una seguridad alimentaria. Algunas investigaciones han documentado además que la implementación de REDD+ ha incidido en el surgimiento de nuevos conflictos por la tierra y a generar temor entre la población que habita ANP debido a la creación de la “policía ambiental” que este mecanismo ha implicado.
Podemos ver que estos programas, gestados desde una visión ajena del bosque y del campo, no se adaptan a la realidad de los pueblos ni siquiera buscan el bienestar de estos. Más bien son programas que buscan el mantenimiento de un sistema extractivista, para que se pueda seguir justificando la producción de bienes a toda costa y la acumulación de capital por parte de unos pocos entramados corporativos. Al mismo tiempo, estos programas dejan al campesinado y pueblos originarios en una situación de esclavos asalariados en sus propias tierras, encadenados a través de contratos y criminalizados cuando deciden volver a tratar la tierra como antes lo hacían sus abuelos y abuelas, y retomar el control sobre los bienes comunes.
Ejemplos de gestión comunitaria de bosques en México
Ixtlán de Juárez Oaxaca
En el Estado de Oaxaca, la comunidad de Ixtlán de Juárez representa unos de los casos de éxito, en lo que se considera modelo de gestión comunitaria sustentable. Este modelo se basa en tres pilares: comunalidad, cosmovisión y la capacidad de gestionar los modelos forestales. Este modelo es principalmente forestal y fue construido hace aproximadamente 60 años. Siempre con errores y aciertos.
Sigue…
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