En México se usan 186 plaguicidas “altamente” peligrosos, denuncian activistas; algunos fueron prohibidos en Europa

agrotóxicosPor: Juliana Fregoso. Revista SinEmbargo.mx

En México están registrados comercialmente 186 plaguicidas altamente peligrosos que contienen sustancias cancerígenas, han sido prohibidos en Europa o bien, no se venden en otros países porque las empresas que los comercializan se negaron a seguir invirtiendo en pruebas que dejen claro cuáles son sus efectos, según un comparativo de la Red de Acción sobre Plaguicidas y sus Alternativas en México (RAPAM).

“En México hay, por ejemplo, 85 ingredientes activos de plaguicidas que se comercializan en cientos de formulaciones que no están autorizados en la Unión Europea debido a sus efectos en la salud y/ o el medio ambiente, o porque las empresas transnacionales decidieron retirarlos del mercado europeo porque no quisieron invertir en presentar las nuevas pruebas exigidas por las autoridades europeas sobre su impacto a la salud y ambiente”, alertó Fernando Bejarano, director de la Red.

Destacó que la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) tiene autorizados, según su base de datos aproximadamente 782 ingredientes activos usados como plaguicidas en un poco más de 5 mil 600 formulaciones comerciales (esto incluye no sólo los de síntesis química, sino aceites y extractos vegetales y organismos vivos, aunque estos últimos son la minoría).

Los datos precisos sobre el uso de plaguicidas, su cantidad y el lugar donde se aplican “sigue siendo una información confidencial de las empresas que lo comercializan; no hay un registro de uso de acceso público, es un derecho público no reconocido”, mencionó Bejarano.

Puede considerarse plaguicida a cualquier sustancia o mezcla de sustancias que se destine a controlar una plaga, incluyendo los vectores de enfermedades humanas y de animales, así como las especies no deseadas que causen perjuicio o que interfieran con la producción agropecuaria y forestal.

En México están autorizados 62 ingredientes activos altamente tóxicos para abejas (según la clasificación de la EPA de Estados Unidos) para uso agrícola y algunos de ellos están prohibidos en Europa como fipronil, y el imidacloprid.

“Muchos plaguicidas pueden representar un riesgo a los seres humanos. Por otro lado, en la mayoría de los casos, la cantidad de estos plaguicidas a los que se encuentra expuesta la gente es muy pequeña como para representar un riesgo”, considera por su parte el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) en su página de Internet.

Entre la sociedad civil ha surgido la preocupación por el uso de estas sustancias, ya que no hay existe la certeza de que no afecten a la salud o al medio ambiente, especialmente los plaguicidas de síntesis, de moléculas químicas diseñadas en el laboratorio. Lo que se conoce son las características de su peligrosidad en muchos de ellos y se pretende controlar su riesgo si se usa un equipo de protección adecuado y se siguen las instrucciones de las etiquetas; pero en climas tropicales es inviable el usar trajes de protección, por tanto, para los habitantes de estas zonas, tienen una mayor toxicidad aguda, y las etiquetas advierten generalmente de los efectos tóxicos a corto plazo pero no de los efectos crónicos.

“Los que más nos preocupan son los plaguicidas altamente peligrosos que se definen porque tengan uno más de los siguientes efectos: una alta toxicidad aguda, o toxicidad crónica en humanos (cáncer, mutagénesis, daño reproductivo, o ser perturbadores endocrinos); los que están incluidos en algún convenio ambiental, y los que tienen una toxicidad ambiental relevante (muy persistente o bioacumulativa en agua y/o sedimentos y altamente tóxico para abejas). En México hay 160 ingredientes activos que son plaguicidas altamente peligrosos autorizados para uso agrícola según los criterios descritos anteriormente; entre ellos 31 ingredientes activos que están clasificados como probables carcinógenos en humanos según el Sistema Global Armonizado que adopta la Unión Europea”, explicó el representante de RAPAM.

Distintos estudios, citan por su parte, el ejemplo del herbicida paraquat prohibido en 36 países, comercializado por la suiza Syngenta como Gramoxone y autorizado en México junto con otras empresas en 38 registros comerciales; el herbicida atrazina prohibido en Europa por el riesgo de contaminación de mantos acuíferos subterráneos y con 32 registros comerciales autorizados en nuestro país, incluido Syngenta.

Otros ejemplos de plaguicidas altamente peligrosos no autorizados en la Unión Europea son el insecticida carbofurán de alta toxicidad aguda, considerado un perturbador endocrino y de alta toxicidad para las abejas; los insecticidas dicofol y metamidofós (con 27 registros comerciales en México, incluido Tamarón de Bayer) que están bajo evaluación por el Comité de Examen del Convenio de Estocolmo por su toxicidad, persistencia y bioacumulación para su posible prohibición mundial.

LA PREOCUPACIÓN ES QUE NO PREOCUPA
De acuerdo con lo expresado por el director de Rapam, en el país se le ha dado poca importancia al tema y, hasta ahora, las autoridades no reconocen que hay un problema nacional y que es necesario un cambio de política.

Quienes comercializan estos plaguicidas son las mismas trasnacionales que dominan el mercado mundial: Bayer, Syngenta, Dow, BASF, Monsanto más algunas empresas mexicanas como Agricultura Nacional y otras.

En este sentido, José Alberto Lara Pulido, maestro de la División de Estudios Sociales de la Universidad Iberoamericana, destacó que para desincentivar el uso de plaguicidas que provoquen daño a la salud o que sean agresivos con el medio ambiente, la Reforma Fiscal aprobada el año pasado contempla impuestos adicionales a las sustancias que, se considere, afectan al medio ambiente o a la salud, mismo que deben asumir las empresas o el consumidor final.

La Ley del Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) contempla tasas que van del 9 al 6 por ciento, dependiendo del grado de toxicidad, mismo que contempla en cinco categorías.

“Lo relevante es que a la hora de comprar vas a tener un costo que no tenías, entonces eso va a obligar a los consumidores a seguir comprando el producto o a cambiarlo por otro más amigable, y en el caso de las empresas, las va a orillar a transformar sus sistemas y tecnologías de producción en algo que sean más benéfico para todos”, expresó el académico.

El representante de RAPAM dijo por su parte que si bien es cierto que la Cofepris, de la Secretaría de Salud niega los permisos de importación del endosulfán a partir del primero de enero de 2013 para agotar las existencias actuales, y estableció como fecha límite de venta el 31 de diciembre de 2014; no informa a la población de los riesgos a los que se expone si entra en contacto con este plaguicida que, por su toxicidad, persistencia y bioacumulación forma parte de la lista del Convenio de Estocolmo para su eliminación.

“Se sigue una política neoliberal productivista, creyendo que será el mercado y las empresas transnacionales los que traerán los cambios necesarios, no se reconoce el grave peligro de salud pública y ambiental que ocasiona su libre uso y esto se va agravar con la idea de promover más los cultivos genéticamente modificados tolerantes a herbicidas como soya tolerante a glifosato o maíz transgénico tolerante al herbicida glifosato y /o glufosinato de amonio”, expresó.

“No hay un riesgo aceptable si se puede evitar” declaró Fernando Bejarano, y añadió “es hora de cambiar la política neoliberal que privilegia los intereses mercantiles y fomentar alternativas agroecológicas en una política de sustitución paulatina de plaguicidas altamente peligrosos para reducir riesgos a la salud y el medio ambiente en cumplimiento del Convenio sobre el Enfoque Estratégico de Sustancias Químicas a Nivel Internacional (SAICM, por su sigla en inglés)”.

LOS MÁS AFECTADOS

Sin mencionar cifras, el INECC reconoce que la gran mayoría de los casos de intoxicación por plaguicidas afectan a agricultores y trabajadores del campo, ya que estos últimos son los que están en contacto directo con estas sustancias químicas, al aplicarlas a los cultivos y trabajar en las tierras o en los huertos donde se utilizan.

Las familias de los campesinos, en particular los niños y los lactantes, también están expuestos a los plaguicidas. En muchos países, los niños participan en las actividades agrícolas de la familia, en las que se utilizan plaguicidas, o transportan productos tratados con plaguicidas para el comercio local.

En los casos de intoxicaciones con plaguicidas la vía principal de entrada es la piel. Sin embargo, las intoxicaciones que ocurren durante el desempeño del trabajo, también pueden ocurrir por la inhalación de gases y partículas, por vía oral y a través de los ojos.

5 nuevos estudios destruyen la cosecha de mentiras de Monsanto

¿Por cuánto tiempo puede ignorar Monsanto la evidencia científica contra sus aseveraciones de que se necesitan los OGMs para alimentar al mundo? ¿Por cuánto tiempo el gigante biotecnológico puede negar el desastre que ocasiona en la salud pública y en el planeta?

Jim Goodman, activista, agricultor e integrante de la Asociación de Consumidores Orgánicos, describió recientemente que el concepto furtivo ‘ciencia sonora’ no tiene una definición científica. No significa que fue revisada por homónimos o en investigación documentada. ‘Ciencia Sonora’ es sólo un término ideológico, usado para apoyar un punto de vista particular, una aseveración de políticas o una tecnología. Simplemente, la ‘ciencia sonora’ apoya la posición de la industria sobre la gente, la ganancia corporativa sobre la seguridad alimentaria, el ambiente y la salud pública.” Cinco nuevos reportes publicados recientemente destruyen las aseveraciones de la ciencia sonora de Monsanto:

1) En el Diario de Investigación Ambiental y Salud Pública (febrero de 2014), se descubrió una conexión entre el Roundup de Monsanto y una enfermedad del riñón epidémica, global, crónica y fatal. Los investigadores creen que al mezclar fertilizante químico con el herbicida, extremadamente poderoso, puede ser la razón de miles de muertes en áreas agrícolas en todo Sudamérica.

2) El Roundup de Monsanto está en el aire y suelo, de acuerdo a estudios publicados en el número de Toxicología y Química Ambiental (febrero de 2014). De acuerdo a un análisis, “si estuvieras respirando en el aire de muestra, estarías inhalando 2.5 nanogramas de glifosato por metro cúbico de aire. Se ha estimado que una persona adulta promedio inhala aproximadamente 388 pies cúbicos u 11 metros cúbicos de aire por día, lo que equivaldría a 27.5 nanogramas de glifosato al día.”

3) De acuerdo con un reporte del mes pasado, la USDA ha determinado que el uso de OGMs ha incrementado el uso de pesticidas y herbicidas. Aunque la USDA es conocida por favorecer los OGM, el reporte confirma lo que los científicos independientes han estado diciendo todo el tiempo: La modificación genética no lleva a un incremento de ganancias. Dado que existe una relación incestuosa entre la agencia y Monsanto, ahora se están formulando preguntas relativas a las aseveraciones no científicas y no probadas de la industria biotecnológica, en el sentido de que la biotecnología no es el camino hacia el futuro.

4) Investigación BioMédica Internacional confirmó lo que muchos han pensado por un largo tiempo: los pesticidas son mucho más peligrosos de lo que se pensaba originalmente. Los científicos en la Universidad de Caen examinaron ocho productos comerciales, incluyendo al Roundup, y descubrieron que nueve de ellos fueron cientos de veces más tóxicos que su ingrediente activo por sí solo. Así que no sólo nos debemos preocupar por los químicos tóxicos en los pesticidas, sino también de su interacción con otros químicos tóxicos. El Roundup de Monsanto fue el más tóxico.

5) Un estudio de diciembre de la Comisión de las Naciones Unidas en Desarrollo e Intercambio titulado: Despierta antes de que sea demasiado tarde, advirtió que la agricultura orgánica y a pequeña escala es la única forma de alimentar al mundo. El reporte contiene – secciones sobre la necesidad de cambio a una agricultura más sustentable y resistente: la producción de ganado y el cambio climático; la importancia de la investigación y expansión; el rol del uso de la tierra y de reformar las reglas de intercambio global. Más de 60 expertos del mundo contribuyeron al reporte.

En diciembre, más de 200 científicos acusaron a la industria biotecnológica de mentir sobre la seguridad de los OGM. Eso junto con los cinco estudios recientes citados anteriormente, lo que constituye una pila de evidencia que señala los peligros del uso de pesticidas, así como el daño que causan los OGMs.

¿Cuándo la FDA, USDA y la EPA dejaran de apoyar a una industria señalada por científicos de todas partes y van a empezar a hacer su trabajo? La salud pública debe estar antes que la ganancia corporativa.

Por Natural Cures Not Medicine, 5 de marzo de 2014, Traducción por Mariana Escalante, Vía Orgánica A.C.

Fuente: millonescontramonsanto.org

Una incompleta y envenenada Historia

Una incompleta y envenenada Historia

MonsantoGustavo Duch Guillot
Fuente: http://gustavoduch.wordpress.com/2010/08/25/una-incompleta-y-envenenada-historia/

Una parte de la historia no se cuenta en los libros de escuela. Las bibliotecas se olvidaron de ella y sólo llena las páginas de los registros de defunciones. Las corporaciones responsables de ellas –fábricas de agrotóxicos- están cómodas en la distracción. Sus pócimas para el cultivo de alimentos son irrespirables y… sin respirar no se vive.

Guerra Civil en los EEUU. La mayor suministradora de pólvora al ejército de la Unión fue DuPont. Dupont, coinventora de los CFC (sustancias dañinas para la capa de ozono) hoy sigue en negocios químicos: es dueña de Pionner una de las impulsoras de semillas transgénicas resistentes a agroquímicos, especialmente el glifosato.

Segunda Guerra Mundial. El gas Zyklon B que se utilizaba en las cámaras de exterminio nazi, era un insecticida fabricado por IG Farben. Lo supieron millones de seres humanos. La herencia de IG Farben se repartió entre Bayer, BASF y Hoechst. Todo, excepto las responsabilidades penales.

1945. Mientras la bomba atómica mutilaba Hiroshima un barco americano viajaba también hacia Japón. En sus bodegas transportaba agrotóxicos. La guerra para estrenarlos tuvo que esperar. El ‘agente naranja’ destruyó millones de hectáreas de bosques y cultivos en la guerra del Vietnam (1956). Sólo los soldados americanos afectados por los efectos cancerígenos del veneno de Dow Chemical o Monsanto recibieron indemnización.

1979. Estados Unidos prohibió el uso del agrotóxico Nemagón. Dow Chemical, su productora, sabia de sus efectos sobre la salud de las personas que lo utilizaran. Pero alargaron la venta en las plantaciones de Centroamérica. Sólo en Nicaragua han muerto más de 1.400 trabajadores y trabajadoras expuestos al veneno.

1984. La fábrica de pesticidas de Unión Carbide en Bhopal, India, escupió veneno y más de 10.000 personas murieron en pocos días. Otras 15.000 personas han fallecido en los años siguientes y más de 100.000 continúan con problemas de salud. Dow Chemical, que compró la Unión Carbide, tenía aprendido el negocio: la transacción no incluye responsabilidad sobre lo sucedido.

2010. Se cierra el círculo. Una revista científica publica un estudio que demuestra que malformaciones observadas en humanos son compatibles con la exposición al glifosato durante el embarazo. Pero sigue en expansión la soja transgénica devota del glifosato de compañías como Monsanto, DuPont o Bayer.

Los banquillos de la justicia [des]esperan.

SYNGENTA, LA TRASNACIONAL DE LA CONTAMINACIÓN AGROQUÍMICA

La contaminación de la tierra y el agua en Chiapas por el uso de tanto agroquímico es alarmante. Los índices de cáncer y enfermedades en las comunidades indígenas y campesinas van en aumento. Algunos ríos presentan ya índices graves de contaminación causados por las plantaciones de monocultivos (hule, palma africana, eucalipto, etc.) o por los ingenios azucareros. Esta contaminación se agrava más con la que se acumula en las presas de la entidad. Ante esta situación, muchas comunidades de Chiapas de la región Selva, Norte, Altos y Fronteriza se han sumado a las campañas contra el consumo de agroquímicos e iniciado la búsqueda de alternativas orgánicas.

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AGROQUÍMICOS Y FUMIGACIONES EN CHIAPAS, LA MUERTE LENTA DEL INDIGENA Y CAMPESINO

El Instituto Nacional de Estadísticas Geografía e Informática (INEGI) informó que la población rural de Chiapas ha disminuido del 76.9% al 54.3%. Y es que la situación en el campo chiapaneco no es para menos. El maíz natural ha disminuido y a su vez ha aumentado la importación de maíz patentado proveniente de los Estados Unidos. Las empresas no compran a los indígenas y campesinos a menos que siembren las marcas de las grandes trasnacionales. El gobierno federal y el estatal les insisten que ya no siembren maíz. También los monocultivos han aumentado y con ello el desplazamiento de la población rural. La crisis del campo se va agudizando aceleradamente y con ello la migración. Los militares y paramilitares siguen a la par que los desplazados.

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EL LINDANO EN CHIAPAS EL CANCER ENTRE LA POBLACIÓN INDIGENA

Afecta al sistema nervioso central y provoca vómitos y diarrea seguido de convulsiones si tan sólo nos exponemos a él unas cuantas horas. Se acumula en la grasa, en los riñones y el hígado causándoles severos daños, al igual que al sistema reproductor. Los niños y las niñas son más susceptibles a los efectos tóxicos del lindano, sobre todo cuando es usado para eliminar los piojos del cabello en las comunidades rurales, como se hace también aplicando el insecticida “Baygon” de la empresa Bayer en la zona norte de Chiapas. En la Zona Altos el lindano también es frecuentemente usado por los promotores de la Secretaría de Salud para la aplicación en niños y niñas hasta de cuatro meses de nacidos para combatir los piojos del cabello. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) señala que ha habido informes sobre inflamación del tracto digestivo, hemorragia, coma y muerte por el envenenamiento con lindano. La IARC como la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (US EPA) han clasificado al lindano como un posible carcinógeno humano.

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