Mayra I. Terrones Medina, La Jornada del Campo. ESPECIAL BOSQUES.
En mayo próximo se realizarán las elecciones por usos y costumbres de Cherán para renovar a las autoridades comunales vigentes desde 2012. Para quienes resistimos el embate capitalista-neoliberal de estos tiempos, tal proceso es, creo yo, de mayor importancia que las elecciones intermedias que protagonizarán los grupos de poder este 2015. Cherán ejerció su derecho a manejarse por usos y costumbres tras rebelarse a la lógica en que se encuentran comunidades aledañas, como son Nahuatzen y Paracho.
En 2008 los pobladores de esta comunidad purépecha vieron cómo se intensificaba la entrada del narcotráfico en su territorio; los tala montes eran cuidados y recibían protección del crimen organizado para destruir el bosque. La devastación era dolorosa para toda la comunidad, pero el miedo a reaccionar era grande. Para 2011 la deforestación alcanzaban las ocho mil hectáreas, y los aserraderos particulares pagaban cuotas, así como las tiendas y locales. De 500 resineros que trabajaban en el bosque, sólo quedaban cien. El Comisariado de Bienes Comunales estaba al servicio de crimen organizado; sin embargo, antes del levantamiento habían asesinado al secretario de acuerdos, al tesorero y a un miembro del consejo de vigilancia. Los miembros del Comisariado se auto exiliaron, no se sabe si porque se negaron a colaborar o porque rompieron el acuerdo que habían hecho con los malos.
El miedo a transitar sus propias tierras era grande; las desapariciones, amenazas y extorsiones estaban a la orden del día, a tal grado que los campesinos dejaron de sembrar en las tierras más alejadas de la comunidad. Resineros, campesinos y tala montes de la comunidad eran amenazados para que no subieran al bosque. Esta situación la siguen viviendo hoy día las comunidades vecinas de Cherán, sin encontrar salida; siguen permitiendo la devastación de sus bosques y el sometimiento de su población ante el crimen organizado. En Cherán hay cuando menos 11 desaparecidos, y las viudas de los muertos siguen sin respuesta, ni justicia.
La madrugada del 15 de abril de 2011, mujeres apoyadas por los jóvenes se cansaron de tanta injusticia y se decidieron a sacar a los tala montes protegidos por el crimen organizado; éstos hacían tres viajes al día, más o menos en unas 200 camionetas y se llevaban la madera de mejor calidad; dejaban una devastación tal que los ojos de los cheranenses no alcanzaban a mirarla en toda su magnitud.
Las mujeres sabían que serían el próximo botín de los narcotraficantes. Como objetos que se toman para usarse y desecharse, las mujeres en Michoacán no han tenido tregua en la situación que vive la meseta purépecha, creo que no hay una contabilidad real de las muertas, torturadas, violadas y desaparecidas. Algunas mujeres de Cherán escucharon el rumor que los malos hacían correr por las calles: “ahora vamos por sus mujeres”, también se dolían por la situación en general: su comunidad estaba siendo destruida, los narcos se paseaban por el pueblo impunemente y no se podía salir después de las 7 de la noche.
Cuando estas mujeres y los jóvenes decidieron sacar a los tala montes de su comunidad, no se imaginaban todo lo que vendría. Sin armas de alto calibre, sólo con palos, piedras y lo que encontraron a la mano, sacaron al narcotráfico de su comunidad. Los tala montes entendieron que no iban a poder seguir devastando el bosque más, por nueve meses los pobladores se organizaron, armaron grupos de vigilancia como les dijeron los viejos de la comunidad, bloquearon todas la entradas a la comunidad, con aproximadamente 400 comuneros por barricada; luego se formaron las fogatas en cada cuadra, éstas respondían a una manera también antigua de comunicarse. Ya que la luz y el teléfono habían sido cortados, los cuetes y las vigilancias en las fogatas ayudaban a que toda la comunidad estuviera enterada de que los malos venían.
Ese mismo año Cherán decidió retomar su forma de organización social comunitaria y ponerla al servicio de la resistencia; los comuneros que se ofrecieron a vigilar la comunidad, entrenar y trabajar para la seguridad de la misma son los que luego estructurarían la Ronda Comunitaria, que estuvo al servicio de la comunidad durante todos estos meses de manera voluntaria.
También surgió una comisión que tomó las riendas de la comunidad; inició una labor para buscar la forma de organizarse sin que estuvieran los representantes oficiales. Casi toda la comunidad considera que la entrada de los partidos políticos provocó la división y descomposición de los espacios de organización comunal. Comentan que tales espacios servían para quien ostentara el cargo y no para ver las necesidades de todos. Relatan los robos que hacían y el poco interés por hacer crecer los mecanismos productivos de la comunidad, como el aserradero comunal, el vivero y la regulación de la tala, además de que abandonaron al sector resinero. En 2008 ganó el PRI en su comunidad, después de tres administraciones perredistas, mismas que se comportaron, según relatan, igual que los priistas. Pero cuando el PRI llegó de nuevo al poder dejó pasar a los malos ya sin simulaciones.
De igual manera, jóvenes profesionistas y no iniciaron la tarea de reforestar el bosque; la devastación era grande pero las ganas de reconstruir eran más. La ronda comunitaria subía al bosque y verificaba que no estuvieran los malos para que los voluntarios pudieran hacer los trabajos de reforestación, unos 400 o 500 comuneros hacían las labores. Ya en 2012 después de haber estructurado su gobierno comunitario, el Consejo de Bienes Comunales sufrió la baja de dos de sus miembros, identificados por el crimen organizado como parte de quienes impulsaban la nueva forma de organizarse.
En 2011 los cheranenses reforestaron 400 hectáreas; en 2012, 450, y para 2013 llevaban 600. Esto es un total de casi mil 500 hectáreas. Hoy día son los primeros productores de composta con corteza de pino; han hecho baños secos. En el año que se levantaron tenían que traer la planta de otras regiones, para el 2013 había producido un millón de plantas y tenían 400 mil en bolsa.
La forma en la que ejercen la justicia desde el 2012, cuando lograron efectuar la elección de sus representantes por medio de usos y costumbres, es un ejemplo para muchas otras comunidades que buscan luchar contra el crimen organizado y los partidos políticos coludidos con ellos. La organización del Gobierno Comunal tiene como máxima instancia la Asamblea General, en donde todas propuestas son escuchadas y se van consensando por barrios. Cherán tiene cuatro barrios y un número de representantes en cada uno de los seis consejos operativos, igual que en el Consejo Mayor. La toma de decisiones es a mano alzada y los consejos están obligados a dar cuenta en cada barrio de las acciones que llevan a cabo.
La comunidad de Cherán no sólo supo organizarse para sacar al crimen organizado, sino que ha logrado establecer mecanismos comunitarios para reconstruir su comunidad; los trabajos de reforestación, en el vivero y en el aserradero comunal generan empleos temporales y permanentes para la propia comunidad, que han permitido a jóvenes, mujeres, niños y ancianos reintegrarse a la producción y reproducción de su vida, aportando en los espacios de su comunidad un trabajo colectivo que les permite vivir dignamente.
Cherán tiene sus elecciones comunales este mayo y para quienes defendemos la tierra y el territorio es de suma importancia este momento. La continuación de su reconstrucción comunitaria se sostiene desde el trabajo de los consejos mandatados por su propia comunidad; que ellos decidan sobre su destino y el de sus recursos naturales es algo que parece un lujo hoy día para muchas otras comunidades. Un pedacito de utopía que puede ayudarnos a encontrar caminos para reconstruir un México sin impunidad, con verdad y justicia.