Oilwatch Latinoamérica
El fracking es una agresiva técnica para extraer petróleo y gas de formaciones compactas, como la roca madre, fracturándolas con la inyección de un coctel de cientos de químicos y millones de litros de agua. Es la expresión de un patrón energético capitalista que, ante el agotamiento de las fuentes de hidrocarburos convencionales, amplía las fronteras geográfica y tecnológica. Su aplicación provoca iguales -y aún peores- impactos en la salud y el ambiente que las tradicionales operaciones petroleras, e incrementa el despojo y el empobrecimiento de nuestros pueblos.
Investigaciones como las realizadas por científicos de las universidades de Duke y Politécnica de Pomona (California, EE.UU.) o el Tyndall Centre for Climate Research de la Universidad de Manchester (UK), por citar algunas, han demostrado la multiplicidad de impactos del fracking sobre las aguas, el aire y los territorios. Es decir, sobre todas las formas de vida.
Pueblos indígenas y comunidades campesinas hoy ven amenazada la permanencia en sus territorios por proyectos de explotación de yacimientos no convencionales. El Pueblo Mapuche, en la Patagonia argentina, y las comunidades campesinas del departamento Boyacá, en Colombia, son testimonios de la resistencia continental a la ampliación de la frontera extractiva.
El fracking ha sido presentado por gobiernos y empresas como una tecnología limpia, un aliado en la lucha contra el cambio climático, que permitirá la gasificación de la matriz energética, reduciendo el consumo de otros combustibles fósiles -sucios- como el carbón y el crudo. Sin embargo, se ha verificado que la aplicación de esta técnica produce mayores emisiones de metano que los yacimientos de gas convencionales. Además la hidrofractura también es utilizada para la extracción de crudo, por lo que en lugar de servir como puente hacia la Soberanía Energética, con energías limpias y renovables, constituye una herramienta para extender el consumo de fósiles.
El incremento de las reservas de gas y crudo de América Latina, para ser explotadas con aplicación del fracking, no estarán destinadas a satisfacer las necesidades de los pueblos, por el contrario, continuarán dirigiéndose a los grandes consumidores mundiales. Alejarán aún más a los países del Sur de la anhelada y urgente transición. La promoción de esta técnica, por parte de los gobiernos de nuestros países, nos ata a la condición de exportadores de commodities, agudizando la dependencia económica, geopolítica y tecnológica en el sistema mundial.
En este tipo de explotaciones el sector más beneficiado es el de las empresas de servicios como las estadounidenses Baker Hughes, Halliburton, Weatherford, Schlumberger, que desarrollaron esta tecnología. Estas compañías permanentemente organizan o auspician foros internacionales para promover el desarrollo de no convencionales. Su poder de lobby le ha permitido a este sector, por ejemplo, que en 2005 el Congreso de EE.UU. apruebe la reforma de la Ley de Aguas, conocida como Enmienda Halliburton, que reduce la capacidad de regulación sobre los fluidos empleados en la fractura hidráulica. Esa capacidad de lobby está activa en cada uno de nuestros países, donde presionan, seducen y logran, en muchos casos, allanar el camino al fracking.
En este Día Internacional contra el Fracking / Global Frackdown, Oilwatch Latinoamérica celebra la lucha de los movimientos anti-fracking alrededor del mundo, que han generado una alta sensibilización de la ciudadanía acerca de los daños socioambientales que esta técnica provoca. Esto se ha traducido en triunfos como la prohibición en Francia o los límites puestos a este tipo de proyectos en más de 400 pueblos y ciudades de EE.UU. También en Argentina más de 40 municipios sancionaron ordenanzas prohibiendo la técnica y normas similares fueron aprobadas en Uruguay y Brasil. El rechazo global al fracking se manifestó de manera contundente en septiembre último, en la Marcha Climática de los Pueblos, donde más de 300 mil personas se movilizaron por las calles de Nueva York.
Oilwatch Latinoamérica propone abrir un debate serio y franco sobre los patrones energéticos, el modelo hegemónico de sociedad, nuestra relación con la Naturaleza y la necesidad de dejar los hidrocarburos en el subsuelo. Nos comprometemos a continuar acompañando las luchas en defensa de nuestros territorios e invitamos a seguir promoviendo formas de producción y consumo locales, autónomas, descentralizadas y armónicas con la Naturaleza, en pro de trascender esta civilización petrolera.
Latinoamérica, octubre de 2014.
coord-owla@oilwatch.org
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