Dos mil doce: un año clave en la lucha contra AVINA y Ashoka

Dos mil doce: un año clave en la lucha contra AVINA y Ashoka

(Dos fundaciones del gran capital, del amianto y de los transgénicos, máximas promotoras del capitalismo disfrazado de verde)

Paco Puche. Diciembre, 2012

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Extracto:

La capilaridad es ese fenómeno por el que un fluido asciende en contra de la gravedad a través de un tubo delgado. Esa propiedad hace, por ejemplo, que la savia de un árbol suba y transporte el agua y los nutrientes que la planta necesita. Metafóricamente sería la cualidad de una entidad de penetrar en los más recónditos rincones, aprovechando los resquicios que se procura.

Así lo han planteado AVINA y Ashoka (AA) para hacer su trabajo de infiltración en los movimientos sociales alternativos. Afirma sin vacilaciones María Zapata, directora de operaciones internacionales de Ashoka:
“Los emprendedores sociales trabajan con esas poblaciones [los pobres] y su labor es acercar a las multinacionales hasta ellas mientras salvaguardan los intereses de éstas”.

Como se ve, se toma a los emprendedores como “llaves de paso” de las multinacionales hacia los negocios con los pobres, añadiendo en la propuesta un disfraz ecosocial, que es esencial para que todos se puedan justificar.

Cómo lo harán que, una vez seleccionados sus emprendedores, aquellos que van a recibir un sueldo durante tres años, y/o les van a facilitar viajes, contactos, conferencias, etc., después de una rigurosa, humillante e imperial selección, firman un contrato vitalicio. Los dirigentes de estas fundaciones del gran capital se jactan de ello. Oigamos a María Calvo, directora de Ashoka en España: “una vez que el emprendedor social es seleccionado pertenece a la red social Ashoka de por vida”.

AVINA tiene otros modales, aunque vayan de consuno con Ashoka a casi todas partes, pues no en vano tienen un acuerdo estratégico de colaboración y financiación. En su Informe anual del año 2000 se manifiesta con toda claridad: “uno de nuestros principales objetivos es ser reconocidos como la institución que los líderes del ámbito empresarial y de la sociedad civil eligen para asociarse y trabajar en forma conjunta en sus proyectos” (…) y una vez que un proyecto ha sido aprobado, se procede a la firma del contrato que sella el emprendimiento conjunto al que se comprometen ambas partes” (pp.13 y 18).

La naturaleza de las dos fundaciones
AVINA fue fundada en 1994 y financiada por Stephan Scmidheiny, magnate suizo que ha sido directivo y accionista de Nestlé durante 15 años, de la Unión de Bancos Suizos (UBS) y de Eternit entre otras grandes compañías. Eternit ha sido una de las mayores industrias del amianto en el mundo durante el siglo XX. Por su participación accionarial en una sola empresa de amianto en Italia, Schmidheiny acaba de ser condenado a 16 años de cárcel, por los delitos de “desastre ambiental doloso permanente” y “omisión de medidas de seguridad” en el trabajo, a cuyas resultas ya han muerto más de dos mil personas de Casale Monferrato, en Turín. Después de cerrada la fábrica de Casale, en 1986, aún cada semana muere una persona debida a las exposiciones de hace más de 30 años y a la contaminación que ha dejado.

La presidencia de AVINA la ostenta Brizio Biondo-Morra, procedente de la multinacional Du Pont y entre los directivos está Ana María Schindler que es, a su vez, co-presidenta de Ashoka. Como socio destacado hay que mencionar a Gustavo Grobocopatel, el llamado en Argentina “rey de la soja transgénica”. En España y Latinoamérica, la penetración de AVINA se ha facilitado mucho por la amistad del magnate fundador con los jesuitas, con los que formó el grupo que llamaron Palmera por la residencia que tenía Schmidheiny en Palma de Mallorca. Posteriormente, en 2001, la Universidad Católica de los jesuitas en Venezuela le concede al magnate el doctorado “honoris causa”. Dice el rector al entregarle la distinción:”Stephan Schmidheiny es una persona cuya enseñanza y modelo son particularmente importante y significativos” (sic)

La fundación de Ashoka data de 1980. A nivel internacional tiene toda clase de alianzas con grandes multinacionales y con la administración estadounidense. En España se legaliza en 2003 y la preside Carlos F. Muñana, un ex alto directivo de la gran banca J.P. Morgan. Cuenta entre sus filas a Hernando de Soto, que ha sido asesor del ex presidente peruano Fujimori, que ha representado al Perú en las negociaciones del
Tratado Libre Comercio (TCL) con EEUU, y que ha intervenido en los acontecimientos Bagua (Perú), en la línea del presidente Alan García, recomendando la privatización de los bienes comunes de los indígenas.

En 2009 Ashoka se alía con la fundación Fundación Bill & Melinda Gates para el “desarrollo sostenible agrícola y rural de África”. Según la Vía Campesina, desde 2006 la Fundación Bill y Melinda Gates ha colaborado con la Fundación Rockefeller, entusiasta promotora de cultivos transgénicos para los pobres del mundo, para implementar la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA). En 2010, la Vía Campesina denunció la compra de 500.000 acciones de Monsanto, por más de 23 millones de dólares por la Fundación Bill y Melinda Gates. El JP Morgan es el banco de los Rockefeller.

La penetración en España de Ashoka está facilitada por un sector del PSOE. En efecto, es muy llamativo constatar que el ex presidente Zapatero, en 2005 a poco de establecerse la fundación en nuestro país, con motivo del día del libro regaló a todos sus ministros el libro de Ashoka Cómo cambiar el mundo, y El País y otros medios se encargaron de propagarlo.

Con estas ayudas de los jesuitas y de Zapatero no es extraño que las dos fundaciones (AA) hayan progresado tanto en tan poco tiempo, y tan fácilmente. Así, se han extendido en los movimientos alternativos que operan en la agroecología, las finanzas éticas, las empresas sociales, el agua, el medioambiente, la ecología, la ornitología, la violencia de género, la enseñanza no reglada, las universidades privadas alternativas, etc. Es la metáfora del queso de Gruyère.

Con estos orígenes, vínculos e interrelaciones lo más apropiado es llamarles a AVINA y a Ashoka como lo hacemos en el título: “fundaciones del gran capital, del amianto y de los transgénicos”.

La percepción desde los movimientos sociales
Una lectura desde una posición alternativa y anticapitalista diría que todo este entramado se trata del plan B del capital, que se puede resumir diciendo que es “la suma de maniobras destinadas a ganar consenso, legalizar estas formas de enriquecerse, lograr obediencia y/o complicidad, publicitar sus objetivos como si fueran idénticos a los de la sociedad”.

De momento, esta estrategia llevada a cabo en los últimos diez años ha dado buenos resultados a esta fundaciones. Han penetrado por arriba principalmente en unos veinte movimientos sociales en España, y están omnipresentes en Latinoamérica, especialmente con un sector de los jesuitas y sus empresas educativas. El año que acaba ha sido muy eficaz en el rechazo a estas estrategias de penetración y consentimiento correspondiente, que ha permitido poder decir que “afortunadamente, tras un esfuerzo importante, las cosas parece que van cambiando en la buena dirección, y se comienza a lograr que aquellos que han mantenido relaciones estables con fundaciones como AVINA y Ashoka reconsideren su actuación. En esa buena dirección van, por ejemplo, algunas dimisiones de sus cargos en los movimientos sociales de líderes que, a la vez, eran socios de AVINA o Ashoka, así como las declaraciones de denuncia contra dichas fundaciones manifestadas por las organizaciones ecologistas a las que dichos líderes pertenecían”…

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