EL ESCARAMUJO 3: PARADIGMAS EMANCIPATORIOS. LOS SUPUESTOS…

EL ESCARAMUJO año 5 número 03:

PARADIGMAS EMANCIPATORIOS. LOS SUPUESTOS…

Gustavo Castro Soto
Otros Mundos AC/Amigos de la Tierra México
marzo de 2011, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México
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La violencia aumenta sin control, al igual que la pobreza. Las trasnacionales arriban a nuestros territorios sedientas de su ambición por el negocio, la acumulación de capital y el control sobre los recursos naturales, la tierra y los territorios acelerando la crisis climática. Por su lado, el movimiento social sigue resistiendo los embates del capitalismo. Se habla de la necesidad urgente de plantear alternativas al capitalismo que está acabando con el planeta; de resistir, de luchar, de hacer alianzas. Para otros de levantar nuevos movimientos, unificarlos, aglutinarlos porque estamos muy dispersos; o de llegar al poder político, a las estructuras del estado para poder cambiar esta situación. De votar para unos, de convertirse en partido político para otros, entre otras disyuntivas siempre presentes y nada nuevas, pero que refieren a la necesidad de emanciparnos contra esta opresión del sistema.

Y por ello consideramos necesario abordar algunas reflexiones pero también algunas provocaciones. Al hablar de Paradigmas Emancipatorios contra el Sistema Capitalista hacemos muchos supuestos en los espacios de análisis, de activistas y entre los movimientos sociales que no están bien explicitados y por tanto consideramos la necesidad de ponerlos sobre la mesa al debate. Creemos que todos pensamos en lo mismo. Y no es cierto. Y es más, algunos ni idea tenemos. Lo hemos visto y lo hemos constatado.

EL SISTEMA.
Para entendernos y formular una posición política nos debemos preguntar primero ¿qué es un Sistema? ¿Un sistema es eterno?, ¿tiene contradicciones?, ¿son cíclicas? ¿Estas contradicciones definen el futuro del sistema? ¿Es equiparable un sistema natural a uno creado por la humanidad? ¿Funciona solo? ¿Es autónomo y no se ve afectado por acontecimientos externos? ¿Sufre de implosión o explosión? ¿Los sistemas son perfectos?, y si no lo son ¿significa que marca tarde o temprano su fin? ¿Cuándo? ¿Qué implica? ¿Cuáles son sus síntomas?

Estas preguntas parecen vulgares para unos, ociosas para otros, fáciles de responder para algunos analistas aunque su respuesta marque rumbos radicalmente distintos. Otros más ni nos hemos preguntado explícitamente por ninguna de estas interrogantes aunque no nos demos cuenta que tenemos una respuesta a estas interrogantes. Sin embargo, el concepto pulula por todos lados y se usa en toda ocasión, reunión, taller, encuentro, análisis y hasta en simples comentarios.

La educación que hemos vivido, el ambiente religioso que nos ha rodeado, la práctica política, los discursos ideológicos que por diversos medios nos han permeado la conciencia han forjado este análisis sistémico. Aunque no nos demos cuenta. Conciente o inconcientemente todas las personas tenemos un análisis sistémico que define un actuar político y un visión de la realidad que determina nuestra posición frente a la vida, frente a los acontecimientos, frente a otros. Y está detrás de nuestras afirmaciones. Esto se aplica también a los movimientos sociales. Así escuchamos afirmaciones como “esos están locos”, “idealistas”, “gobalifóbicos”, “comunistas”, “radicales”, “apocalípticos”, “están en contra del desarrollo”, entre otros adjetivos. En ellas también hay un análisis sistémico de fondo, malo o bueno, suficiente o muy corto, sin bases o con bases, con profundidad o muy superficiales, pero una idea del sistema a fin de cuentas.

Así, para algunas personas el sistema no cambia, es eterno, se acomoda; pasajeras son sus crisis. Hay para quienes el sistema siempre tiene sus contradicciones, por lo que no hay que asustarse ya que no significan rumbos definitorios; que estas contradicciones son normales y cíclicas. Peor aún, cuando se compara a un sistema creado por la humanidad con los sistemas naturales, biológicos o físicos; peor matemáticos, donde la humanidad solo es un componente que actúa sin libertad, sin decisión. También se nos dice que el Sistema va a colapsar, que no son eternos, que tienen principio y fin, y que habrá que diagnosticar bien sus enfermedades para determinar si está en etapa terminal o no. En otro momento abordaremos desde la filosofía de Xavier Zubiri por qué esto es tan falso como la eternidad del capitalismo.

En fin, pasamos por alto entonces una reflexión y análisis más claro y consensuado de qué es un Sistema creado por el hombre que no natural, cómo lo caracterizamos, y cómo lo diagnosticamos. Qué principios tiene. Esto es una reflexión crucial para los movimientos sociales de cambio que es necesario y radicalmente importante poner en debate y definición hay que determina alianzas, estrategias, escenarios de cambio. Las luchas, las resistencias, las alternativas y los movimientos sociales se debaten en el contexto de este concepto de sistema y su diagnóstico.

EL CAPITALISMO.
Luego nos topamos con otro concepto: el Capitalismo. Y el Capitalismo como Sistema. Por todos lados hablamos del término pero, ¿qué es el capitalismo? Entre los movimientos sociales de cambio y otros actores puede haber consenso sobre los efectos del capitalismo, sobre las características o los síntomas que genera como son pobreza, miseria, exclusión, endeudamiento, inseguridad, acumulación de capital, migración, patriarcal, militarista, depredador del medio ambiente, entre otros de los que fácilmente puede haber consenso social. Pero no del diagnóstico del mismo, de su interpretación, del momento o del nivel de gravedad en el que se encuentra.

Se nos dice que no se puede cuestionar el capitalismo, y pese a la realidad miserable que provoca, hay quienes mantienen el espejismo del desarrollo sustentable, de que es cosa sólo de perfeccionarlo, de humanizarlo. Peor aún, que pese a las evidencias, “estamos bien”, “vamos por el camino correcto”.

Es como ver los efectos de una enfermedad física, del cuerpo, sin saber qué lo provoca, qué tan grave es, qué tan avanzada está la enfermedad, hacia dónde tiende esa enfermedad. Si el doctor diagnostica bien, encontrará la solución, la alternativa, el tratamiento adecuado. Si diagnostica mal, la enfermedad podría avanzar terminalmente. Pues es algo parecido, salvando las diferencias.

Bajo una combinación de la manera de entender la historia, hay para quienes el capitalismo es eterno, que persistirá en el tiempo, que sólo encontrará la forma de adaptarse, y por lo tanto el fin de la historia ha llegado y ya no habrá cambios de sistema, no hay nada que hacer. Esta concepción implica una posición ante la realidad en la que al capitalismo solo hay que humanizarlo, no hay que confrontarlo ni cuestionarlo sino hay que adaptarse a él. Para otros la historia y por lo tanto el capitalismo es cíclico y todo se repite igual en determinados momentos de la vida; o es como una espiral, se repite en condiciones diferentes; o que es ascendente, que vamos de peor en mejor; o descendente, que vamos del paraíso a las peores condiciones de la humanidad pero siempre en dentro del mismo sistema inamovible. Otros nos dicen que es necesario agudizar las contradicciones del sistema para lograr dar el salto a otro. Hay quienes creen que el sistema mutará repentinamente, por lo que no es necesario hacer nada, sólo cambiará.

Se nos dice que el Sistema siempre ha existido como si el capitalismo no hubiera nacido en el siglo XVIII sino desde milenios atrás. Otros confundimos el hecho de que, como el mercado ha existido desde épocas remotas, el capitalismo ha sido y será eterno, sin tomar en cuenta otras características propias de la dominación hegemónica múltiple del capitalismo en sus inicios.

Muchos insisten en que el sistema capitalista solo se adapta, busca nuevas formas históricas de acomodarse, que siempre buscará formas de salirse con la suya, donde no hay otro paradigma u opción de vida o sistema que lo confronte. No hay que buscarle más. El capitalismo se implantó para siempre. Si sólo son crisis pasajeras, no habrá que preocuparse.

Todas estas posturas llevan a posicionarse frente a la realidad de diversa manera. Porque actualmente observamos posiciones y propuestas tan distintas, salidas tan divergentes, pese al manejo común del discurso de “la crisis del capitalismo”. Este es otro diagnóstico que tenemos que poner sobre la mesa, o no avanzaremos a ningún lado.

LA EMANCIPACIÓN.

En los movimientos sociales de cambio, al concepto de Sistema Capitalista se le agrega la necesidad de emanciparse de él. Pero, ¿qué significa emancipar? ¿Rebelarse del yugo?, ¿de la opresión?, ¿de la esclavitud?; ¿liberarse del control o imposición del estado?, ¿del sistema?

¿Lograr la autonomía?, ¿la independencia? ¿Es una concesión del estado o del sistema? Hay para quienes no por voluntad propia de quienes mantienen la hegemonía del sistema se han logrado los cambios, sino por medio de la resistencia, de la lucha social. Hay para quienes habrá que esperar para que el estado reconozca la voluntad social. Pero aquí es donde resbalamos otra vez. Para algunos emancipar es resistir los efectos que conlleva el sistema. ¿Sólo aguantas? ¿Combates la instalación de una presa, de una mina, de una plantación, de una carretera, de una gasificadota, de algún otro megaproyecto? ¿Resistes, aguantas o luchas contra políticas neoliberales? Contra la deuda externa, los transgénicos, los tratados de libre comercio, entre otras políticas.

Algunos afirman que resistir, aguantar, luchar contra el sistema evita su reproducción, pero no cambia el sistema, no necesariamente lo transforma, no necesariamente apunta a construir otro distinto.

Por ello, cuando hablamos de emancipación no necesariamente estamos pensando en lo mismo. Ni en la misma forma, ni en las mismas estrategias, ni en el mismo concepto. Pese a las diferentes formas de resistencia, ante la resistencia pasiva y activa, como el esclavo que se libera y se emancipa de su yugo opresor, la siguiente pregunta que se hace es, ¿y ahora para dónde corro? Sin un plan, sin una estrategia, sin una idea, el cimarrón correrá para cualquier lado, sin rumbo, sin control, desbocado, sin proyecto de vida. Y tarde o temprano es nuevamente presa del yugo opresor. Así, en los movimientos sociales una pregunta surge inevitable llamada por muchos ‘alternativa’, y por nosotros Alter-Natos. Y es que al no querer lo que vivimos, al negar y resistirnos al sistema actual de hegemonía múltiple, nos encontramos inexorablemente con que la puerta de la realidad está abierta, y nos lanza a algo nuevo, nos pone en movimiento, en marcha, en búsqueda de algo allende lo queremos como nueva forma de vida. Esto es el Paradigma.

EL PARADIGMA.
Aquí volvemos a resbalar. Y no siempre reparamos sobre lo que pude significar el paradigma y lo damos por supuesto por temor a pasar por ignorantes. Aunque en realidad por lo general no sabemos bien a bien de qué estamos hablando. No sabemos si nos referimos a un nuevo modelo, patrón, método o forma de lucha; a un nuevo camino, manera ejemplar, o mecanismo diferente, novedoso y exitoso contra el sistema capitalista, contra su reproducción. O quizás, y menos común, nos referimos a un nuevo modelo de vida, a un sistema nuevo de vida que nos lanza a construir otros mundos posibles diferentes al capitalismo, a buscarlo allende este sistema y generar Alter-Natos. Que no es lo mismo. Y no necesariamente en la resistencia está la propuesta. En el “no queremos esto” puede ir implícito lo que sí queremos, pero no siempre. Porque podemos resistir para evitar algo que no queremos, que es ya un paso, necesario y muy difícil, pero como el cimarrón … ¿y ahora? Sin embargo, no pasamos de ahí. Y se nos dice que algún iluminado tiene que decir con palabras muy complicadas qué es ese Buen Vivir, o para otros el Socialismo del Siglo XI, o a saber qué teoría que, mientras más difícil suene, pareciera más acertada.

Pero hay quien nos dice que lo nuevo nace desde abajo, este natos distinto y que es propio de cada región en búsqueda de la felicidad, en armonía con la naturaleza, con otros valores y prácticas, desde lo concreto y pequeño, desde donde se va permeando de cambios la realidad inmediata para construir desde abajo hacia arriba. Y como no es nada fácil imaginar y menos construir una propuesta de vida distinta, con valores y prácticas diferentes al capitalismo, sobre todo cuando queremos pensar en lo estructural, muchas veces se nos dice que eso es un sueño de locos, que no es posible. Y de repente da miedo decir que uno quiere otra cosa que no sea el capitalismo.

Pero ese desde abajo es como lo manifiestan los tseltales en Chiapas. Para ellos el “Lekil kuxlejal es la vida buena por antonomasia. No es una utopía porque no se refiere a un sueño inexistente. No, el lekil kuxlejal existió, se ha degradado pero no se ha extinguido y es posible recuperarlo. No sólo pertenece a este mundo, también al más allá. Veamos al lekil kuxlejal desde uno de sus aspectos fundamentales: la paz. La concepción de paz entre los tseltales supone la dimensión sagrada y perfecta del silencio.”[1]

Entonces hay quienes dicen que estos son otros paradigmas, otros caminos, otros mundos, otra forma de entender el mundo, la naturaleza, la humanidad, la felicidad. Se convierten en paradigmas cuando el movimiento social lo legitima, lo conduce, lo fortalece, lo hace creíble, le da cauce y, sobre todo, lo lleva a la práctica y transforma la vida inmediata en vida nueva, en nuevas relaciones, en el marco de un análisis estructural y de un proyecto emancipatorio político-social antisistémico.

CONCLUSIÓN

Los movimientos sociales se juegan la dinámica entre estas cuatro pistas, entre estas realidades, entre el capitalismo, el sistema; la lucha o resistencia (emancipación); y la búsqueda de algo distinto (paradigmas, alternativas, etc.). Pero a veces entendemos de muy diversas maneras cada uno de estos conceptos. Los damos por supuestos. Por ello en las reflexiones salimos con análisis, tendencias, salidas o conclusiones quizás hasta contrapuestas. Así es  difícil ponernos de acuerdo. Hay movimientos sociales que le apuestan a la lucha político electoral, a la toma del poder de las estructuras del estado. Para otros no es la toma del poder sino el “mandar obedeciendo”. Para otros movimientos es otro mundo posible, para otros, otros mundos posibles; para algunos más habrá que incidir de una forma, para otros de otra; habrá para quienes el cambio viene ya, pero dentro del sistema; para algunos hay prisa, para otros no. Y así…

Mucho ayudaría ponernos de acuerdo en el análisis de estos cuatro conceptos. Avanzaríamos más en construir un mundo donde quepamos todos los mundos posibles y diversos.

Nota:
[1] Antonio Paoli, “Aproximaciones al ideal de vida entre los tseltales”, http://membres.multimania.fr/revistachiapas/No12/ch12paoli.html

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