El peligro de las bebidas gaseosas para la sociedad y el Ambiente

por Carlos Fermín

Es imposible no caer en la tentación de las refrescantes bebidas carbonatadas y energizantes, que mediante una gran dosis de sustancias químicas tóxicas, hidratan nuestro cuerpo en épocas de calor, vitalizan la mente para cumplir con las actividades rutinarias y hasta nos regalan un par de alas, buscando que suframos el abismo de la diabetes, de la hipertensión y de la muerte.

Me pregunto ¿Quién puede resistirse a beber una Coca Cola bien fría y con bastante hielo? Ya sea estando en la casa, en la oficina o en la universidad, es un dulce pecado que todos estamos dispuestos a cometer y a compartir con los hermanos, tíos, abuelos, primos y sobrinos. No hay remordimiento de conciencia por cada uno de los grandes eructos que glorifican la ingesta del refresco. Sin embargo, jamás pensamos en los daños colaterales que trae consigo el uso y abuso de la poción mágica, la cual genera una terrible efervescencia en sus víctimas de carne y hueso.

Con un arsenal de campañas publicitarias, las marcas comerciales como Coca Cola, Red Bull y Pepsi, se encargan de generar la adicción consumista en el discernir de la gente. No importa en que lugar vives, trabajas o duermes, porque siempre mantienen un hipnotizante material propagandístico que obliga a recordar la necesidad de consumir el agitado producto, tras visualizar un cartel a full color frente al semáforo, al observar un costoso spot en la televisión, o cuando escuchamos los divertidos jingles que repiten en la radio.

Si tienes sed bebe una Coca Cola, si tienes hambre come una hamburguesa de McDonald´s, y si tienes dolor toma una aspirina Bayer. Así funciona el Mundo pseudo-globalizado al que todos pertenecemos. Si estás adentro de la botella, vas a tener muchísimos seguidores en las redes sociales, que te convertirán en la nueva tendencia global. Si estás afuera de la botella, te vas a quedar siguiendo tu propia sombra en la penumbra de la soledad. Es el gran martirio del siglo XXI, que la mayoría de las personas están dispuestas a idolatrar sin titubeos.

Ya nadie ingiere agua. El salvaje proceso de industrialización en el que vivimos, aniquiló el significado de nuestras raíces naturales, espirituales y culturales. Nos hacen creer que es una tontería beber un vaso con agua, porque no genera un caudal de marketing, contratos y ganancias, en los despiadados bolsillos de las transnacionales. Siempre hay una excusa para preferir tomar bebidas artificiales de consumo masivo, antes de disfrutar un vaso con agua purificada. Recordemos que beber agua mejora la digestión de los alimentos, previene un infarto, elimina toxinas e impurezas de la piel, regula la temperatura corporal y activa tus órganos internos.

El problema no sólo abarca a la Coca Cola, sino a otros líquidos dañinos para el cuerpo, como los polvos de fruta deshidratada, las sodas dietéticas y las maltas no fermentadas. De hecho, realmente no están engañando a nadie con la venta de las bebidas llenas de toxicidad. Si usted lee los datos impresos que aparecen en la etiqueta o al dorso de los envases, podrá observar una lista de ingredientes que incluyen el ácido fosfórico, la cafeína, la taurina, el color caramelo y la fenilalanina. Todos esos compuestos químicos alteran el organismo, y producen acidez estomacal, osteoporosis y taquicardia.

Lo más triste, es que las empresas que fabrican las mezclas de origen sintético, comúnmente atacan al mercado juvenil, para que los niños y adolescentes caigan en la trampa de las bebidas prohibidas desde edades tempranas. Toda esa repudiable situación, se establece con el consentimiento de los padres de los muchachos, quienes van a los supermercados y les compran esos productos. Nadie piensa en el prematuro deterioro de la salud que inyecta la tartrazina y el ciclamato de sodio para el desarrollo integral de los niños. Es frecuente que se utilice la imagen de los animales de la selva o personajes de comiquitas infantiles, junto a fondos musicales pegajosos y demás trucos publicitarios, para que los papás y sus hijos no se cansen de beber la alucinante desgracia.

El día que te enfermes por tanta glucosa en la sangre, te aseguro que el señor y la señora Coca Cola NO van a llevarte al hospital para que te atienda un médico. El famoso Toro Rojo tampoco va a pagarte los exámenes que determinen el grado de descalcificación que presentan tus huesos. Y ni siquiera el payaso Ronald alegrará tu descanso en la fría camilla, hasta que te trasladen derechito al quirófano. Ellos te dejarán morir sin ningún arrepentimiento, y se irán en busca de otras inocentes palomitas, para venderles más gaseosas, hamburguesas y energizantes.

Hoy por hoy, Coca Cola es uno de los grandes antivalores que manifiesta toda la podredumbre que viste al funesto Tío Sam. Aunque nos dicen que las gaseosas unen a las familias y promueven las buenas costumbres. La verdad, es que la gasolina con hielo lo único que hace es propiciar el egoísmo, la violencia y la mezquindad. Es un reflejo de la idiosincrasia que identifica al reino estadounidense, y que castiga con mayor fuerza a sus vasallos foráneos. Lo peor, es que acrecienta el sectarismo entre sus consumidores, quienes se transforman en seres ciegos, sordos y mudos ante las injusticias sociales que se originan en distintas latitudes del planeta.

Nuestros ancestros nos aconsejaban tomar ocho vasos de agua al día, pero me pregunto ¿Quién bebe ocho vasos de agua a diario? Si bien nuestro organismo pide a gritos gozar del vital líquido, nunca escuchamos sus constantes súplicas. Quizás todos somos culpables de la irracionalidad ecológica que se percibe en la actualidad, debido a que la problemática trasciende lo corporal y se afianza en el espacio biofísico circundante. Detrás de la compra y venta de bebidas gaseosas, se esconde una gran destrucción ambiental que golpea con intensidad al entorno que albergamos.

Es común observar latas, chapitas y botellas de vidrio en las principales calles, plazas y parques de las ciudades. Siendo un descontrol socio-ambiental que perjudica los recursos naturales, lo cual va en contra de la Cultura Conservacionista, que jamás es auspiciada por las entidades gubernamentales. Sin darnos cuenta, vamos asumiendo una actitud indiferente que contamina la vegetación de los territorios, y que se transforma en la basura doméstica acumulada en los ríos, quebradas y cañadas. Es consabido que los ecosistemas donde viven las especies marinas, quedan muy vulnerables por la cantidad de plástico y aluminio que se deposita en el interior de sus aguas.

Vemos que las marcas comerciales nunca fomentan el reciclaje, la reforestación y la limpieza de áreas verdes a sus queridos consumidores, debido a que ellos fructifican la apatía de la gente, para seguir deforestando los bosques, desertificando los suelos, enturbiando las cuencas hidrográficas y extinguiendo la biodiversidad del Mundo. Ese es el verdadero negocio que existe en el fondo de la endiablada botella. Es la oferta y la demanda que nace por el arrebato del ecocidio, y que trastoca ferozmente a nuestro continente, pues se sabe que América Latina es el principal consumidor de Coca Cola a escala global.

Lo que muchos desconocen, es que Coca Cola, Nestlé o Pepsi vienen sistemáticamente destruyendo los recursos naturales del planeta Tierra, ya que irrumpen, explotan y rentabilizan las bondades del aire, del agua y de los suelos, a cambio de recibir más dinero ensangrentado para el placer de los socios corporativos. Entre los problemas ambientales latentes, como el Cambio Climático, el Efecto Invernadero y el Calentamiento Global, se halla la demoníaca presencia de las multinacionales que despojan a los indígenas de sus tierras, y sobornan a los entes judiciales para perpetrar los delitos, sin temor a recibir sanciones legales y levantando la gran fumata del etnocidio.

Tan sólo hay que viajar hasta el hermoso río Aconcagua del país chileno, para escuchar el testimonio de los lugareños quienes se quejaban de los malos olores y del tono oscuro que ostentaba las aguas del curso fluvial, tras la contaminación ambiental producida por la gigante Coca Cola. También ha destruido los mantos acuíferos de Coatepec en territorio azteca, por la explotación y polución de los recursos hídricos existentes, que causa una emergencia sanitaria al limitarse el acceso a fuentes de agua potable. A su vez, Coca Cola es una de las principales empresas que arroja desechos insalubres a la cuenca del río Matanza-Riachuelo ubicado en la nación argentina, que se posiciona entre los diez lugares más contaminados del planeta.

Además, es frecuente que se utilice la Coca Cola para limpiar el radiador y lubricar los neumáticos de los carros, para realizar explosivas bombas caseras, y hasta como un potente pesticida en la agricultura. El peligro de beber gasolina con hielo, es una droga, una mafia y una religión que distingue a nuestra volátil Humanidad. Jugamos con el bienestar de nuestra salud, a cambio de pagar el diezmo por cada litro que consumimos. Pasan los años, y el cuerpo humano va envejeciendo, esperando que algún día volvamos a rendirle tributo a los ochos sagrados vasos de agua. Pero, las manecillas del reloj que marcan el rumbo de la Sociedad Moderna, prefieren desayunar, almorzar y cenar con una monumental botella de Coca Cola en el centro de la mesa, que santifica los alimentos a degustar por los comensales.

Me sigo preguntando ¿Por qué Latinoamérica es la región con mayor consumo de Coca Cola a nivel global? Será porque somos muy fáciles de manipular gracias al continuo bombardeo publicitario, o es que olvidamos el legado cultural de nuestros aborígenes. Es muy lamentable que los senderos latinoamericanos vivan esclavizados a las bebidas extranjeras, pese a que en sus paisajes existen infinidades de brebajes naturales, que la Pachamama nos enseñó a elaborar para calmar la sed y vivir en armonía con la flora y la fauna.

No hay duda, que estamos presos en un perverso proceso de Transculturación, que no recuerda los valores éticos y morales que recibimos de los valientes pueblos originarios. Pero, a las marcas comerciales no les conviene rescatar el sentido de pertenencia de los pueblos, y que se masifique el consumo de bebidas naturales para la colectividad. Por eso, las empresas transnacionales les ofrecen grandes beneficios económicos a los gobiernos de turno, para que jamás se atrevan a desarrollar líneas de producción y comercialización de bebidas naturales, que acabarían con el lucrativo negocio de los refrescos alrededor del orbe.

Es el mismo círculo vicioso que se oculta en la industria cervecera y tabacalera. Te prometen el cielo y las estrellas para que te vuelvas co-dependiente al alcohol, a la nicotina y a la gasolina. Después que el veneno surte su efecto en el cuerpo, sientes que necesitas una dosis diaria de Coca Cola para cumplir con éxito las tareas cotidianas. Luego te obligan a seguir comprando y bebiendo el hidrocarburo, mientras asistes a eventos públicos (conciertos musicales, juegos deportivos, fiestas de cumpleaños o ferias de calle). Es una maldición que destruye el pensamiento crítico de los ciudadanos y robotiza su comportamiento.

Todos se preguntan cuál es el ingrediente secreto de la Coca Cola, que por varias generaciones lo ha convertido en el flamante superhéroe de los Seres Humanos. Representa uno de los mayores misterios sin resolver por la comunidad científica universal. Algunos afirman que se trata de raticidas diluidos en agua, y otros aseguran que es cianuro administrado en pequeñas porciones. No obstante, la verdadera sustancia escondida en el líquido de la Coca Cola, es la espumante ignorancia que se percibe en los millones de ignorantes que beben esa gaseosa, sin considerar el mortífero riesgo a corto y largo plazo.

Con el fin de evitarlo, en la geografía latinoamericana se encuentran deliciosas bebidas hechas con la magia de la Naturaleza, y que usted puede comprar o preparar para el provecho de sus familiares, vecinos y amigos. Por ejemplo, tenemos el mate, el agua de coco, la limonada o el refrescante mocochinchi, que dejó en knockout a la Coca Cola y se apoderó del buen paladar de los bolivianos. De igual manera, los jugos naturales son una gran alternativa para salir del callejón de las gaseosas. En cada esquina hay una sabrosa fruta que te ayudará a cambiar los hábitos alimenticios. Entre mangos, cambures, sandías, peras, toronjas, tamarindos y naranjas, existe un universo de posibilidades para crear recetas sanas y muy nutritivas.

La mejor forma de minimizar el impacto negativo de la Coca Cola y sus retorcidos aliados americanos, es difundiendo todas las verdades que demuestran su perjudicial daño a la salud. Es una lucha muy dispareja, pues ellos emplean campañas de desinformación en la población, aprovechando el show mediático orquestado por los medios privados internacionales, que son los principales cómplices de sus clásicas fechorías. Creemos que la gente es capaz de rechazar esos bodrios comerciales, si nos valemos de la Educación Ambiental para desenmascarar la mentira, y promover un modus vivendi mucho más ecológico en las escuelas, plazas y ciudades que habitamos.

No debemos seguir bebiendo gasolina con hielo, sabiendo las nefastas consecuencias que produce en el organismo. Ya es hora de abrir los ojos para despertar de la locura contemporánea, y decirle NO a las gaseosas que venden las marcas comerciales extranjeras. Es una decisión personal que invita a reflexionar sobre el fatal consumismo que impera en el siglo XXI, y así obtener una conciencia social que priorice la reinvención del ser. Olvidemos el pasado, y bebamos el agua de la vida.

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