La multiplicación de la lucha de Berta Cáceres

Por Susana Norman, Heriberto Paredes y Aldo Santiago. Agencia Subversiones

Si lo que sus detractores y asesinos deseaban con su muerte es el olvido, han fracasado. Berta Cáceres ahora no sólo es una figura reconocida nacional e internacionalmente, su ejemplo de lucha se ha convertido en un referente como pocos en la región mesoamericana. En una larga tradición de íconos masculinos, de próceseres de bigote y patillas largas, la figura sonriente y apacible de Berta da una vuelta a la página de las luchas centroamericanas, lo hizo con su día a día y ahora –a pesar del dolor que esto significa– su muerte es el sello de este nuevo pacto: la transformación radical de las condiciones de vida no sólo será anticapitalista, también será antipatriarcal y partirá de la defensa y conservación de los bienes comunes.

Los asesinos materiales e intelectuales de Berta Cáceres deben de estar molestos, inquietos, viviendo la incertidumbre del fracaso. Porque su crimen no sólo no sepultó la lucha de ella, además pusó en alto el papel que el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) ha tenido en la defensa de los ríos, las tierras y el territorio, lo que en Honduras se conoce acertadamente como «bienes comunes». La persona que apretó el gatillo del arma que mató a Berta Cáceres no hizo sino atentar contra su propio proyecto de muerte. Pensaron que los proyectos de vida pueden ser acallados o destruidos con las mismas armas con las que se cometen crímenes o se borran vidas, pero no tomaron en cuenta que –aunque no se puede olvidar el padecimiento de olvido que sufrimos–, de alguna manera, la lucha se multiplicó. «Berta no murió, se multiplicó» gritan una y otra vez, mujeres y hombres, cada cinco minutos, mientras comienzan las actividades en Nacional de Ingenieros Coliseum, sede del Encuentro Internacional de los Pueblos «Berta Cáceres Vive».

Miles de personas se arremolinan para registrarse, para alcanzar comida, para acomodarse en las gradas, poco a poco se van colocando las mantas que dibujan muchas veces a Berta, los nombres de organizaciones hondureñas y de otros países centroamericanos se asoman lentamente en esta calurosa mañana del 13 de abril. Mucho de lo que ocurre, y que no siempre se aprecia, sucede gracias a las pesonas que integran la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH): la limpieza, la comida, la separación de las secciones del encuentro, y, lo más importante, la realización de las ceremonias de inicio y de final en cada uno de los días de trabajo.

El sahumerio se adivina a distancia y poco a poco se acomodan los tambores y quienes danzaran, sea para abrir este encuentro o sea para cerrar la jornada. Grandes faldas de colores, danzas que comunican, maracas que dan los mensajes necesarios, danzas que son desconocidas para un mundo que se ha limitado a mirar al blanco. El pueblo garífuna marca el paso, marca el tono, reconoce la lucha de Berta Cáceres y el COPINH, los reconoce fraternalmente. No es casual que su coordinadora, Miriam Miranda, poco a poco sea considerada como la heredera del papel de Berta en el concierto de luchas hondureñas.

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El otro polo que sostiene este encuentro y que en adelante será fundamental para la lucha contra el modelo extractivista en Honduras es el mundo indígena. ¿Cuántos pueblos indígenas hay en Honduras? Se preguntará alguien; pues bien, en aquel país conviven y sobreviven, además de los garífunas, el pueblo lenca, el chorti, el pueblo pech, los tawhankas, los llamados isleños, los miskitos y el pueblo tolupan. Más de la mitad estaban representados, sea por enviados de cada pueblo o por que pertenecen ya a organizaciones presentes. Tal vez, uno de los aciertos más visibles de las hijas y el hijo de Berta al convocar a esta reunión internacional sea este, mostrar la diversidad de identidades que existen en un país tan prejuiciado que de inmediato se piensa en pandillas y miseria cuando se nombra. Hay mucho más que eso. Acierto porque, como dijo Miriam Miranda frente a los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH): «Fortalecer la identidad de los pueblos es fundamental, porque sólo la identidad puede ayudar a la liberación de los pueblos».

Mesas de trabajo, micrófono abierto, ceremonias de los pueblos lenca y pech para rendir homenaje a la figura de Berta Cáceres, todo esto y las conversaciones de los pasillos en donde gente de al menos 22 países (alrededor de 1,500 personas) estuvieron conviviendo, intercambiando ideas y –al menos en las declaratorias– reforzando la solidaridad con el COPINH y las hijas e hijo en su exigencia de justicia y esclarecimiento del asesinato de su madre. Temas como militarización y la defensa de la tierra, la lucha de las mujeres y el crimen organizado fueron algunos de los tópicos más discutidos, además del tema transversal referido a la imposición de mega proyectos energéticos, sean hidroeléctricas o parques eólicos, minas o carreteras.

Se fortalece la demanda de justicia

Uno de los temas impetuosos del encuentro fue llamar a la solidaridad en la demanda de justicia por el asesinato de Berta Cáceres. A poco más de un mes de su asesinato, casi nada se ha avanzado en las investigaciones. El proceso se mantiene en «secretividad» por el Ministerio Público (MP), lo cual quiere decir que la familia, así como sus abogados, no tienen acceso al expediente. «La familia de Berta ni sabe formalmente la hora de su muerte», explicó uno de los abogados que apoyan al COPINH, Víctor Fernández. Ni hay acceso al reporte de la autopsia.

Después de confusas intervenciones del Federal Bureau of Investigation (FBI) en la investigación y la negación del Estado de proporcionar cualquier tipo de información, se tiene poca confianza en que el MP esté trabajando para esclarecer los hechos. Se sospecha que el tiempo transcurrido hasta ahora se deba realmente a tapar las huellas y buscar un aval internacional para que Honduras quede «bien». La hipótesis del MP durante las primeras 48 horas –de que fue un crimen pasional– se desbarató por la declaración del mexicano Gustavo Castro, compañero de lucha de COPINH, quien sobrevivió el ataque y rindió las declaraciones pertinentes.

En el marco del Plan de Alianza por la Prosperidad entre Honduras, Guatemala, El Salvador y Estados Unidos, interesa que los países aparezcan estables y que el sistema de justicia aparezca funcional, pero interesa más la implementación cruda del neoliberalismo, y para esto el COPINH estorba. Así es que el encuentro se torna fundamental para convertir a la solidaridad en acción concreta y permanente para buscar la verdad. Y no sólo la verdad sobre quienes dispararon a Berta Cáceres y a Gustavo Castro, sino sobre quién dio la orden, a la vez de establecer qué estructuras económicas y políticas quisieron desaparecerla.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha pronunciado que puede apoyar al Estado hondureño en la investigación. Hasta ahora no ha habido respuesta. Ante la situación, Fernández planteó una tercera vía para los y las participantes del Encuentro: «Que se desarrolle una investigación alterna, montada por las víctimas, por la solidaridad internacional. Una comisión de expertos que nos digan la verdad sobre los hechos, y que no se reduzca esta verdad al hecho puntual del crimen, sino que se revele los antecedentes que motivaron el crimen, la estructura que fue montada, y qué plan pueda existir para acabar con otros activistas en el país».  Berta Cáceres recibía amenazas de muerte, originadas en los grupos de poder contra quienes ella luchaba, y en específico por grupos aliados a la empresa DESA, que está atrás del proyecto hidroeléctrico de Agua Zarca en el río Gualcarque, entre Intibucá y Santa Barbara en el occidente hondureño. Una de las hipótesis del movimiento social hondureño, es que sus sicarios pertenecen a los mismos grupos de choque que atacaron a la Caravana al Río Gualcarque, organizada el último día del Encuentro, el pasado 15 de abril.

Para Fernández, el Estado hondureño ha hecho tres maniobras para evitar la intervención de la CIDH. «Lo primero fue convocar a la oficina del alto comisionado de las Naciones Unidas de derechos humanos en Honduras. Luego, una aparente petición a la embajada de los EU, y en especial al FBI. Finalmente, la petición a la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH). Estas tres instancias han tenido una posición que avala sutilmente a la posición del gobierno. Una especie de causa común para no avalar que participe la CIDH».

«Para que haya justicia, urge una verdad que pueda prevenir futuros crímenes, desbaratar las estructuras criminales que llenan de muerte a los territorios. Para esto, compañeros, es necesario un equipo que de manera autónoma conduzca el proceso. ¿Cómo se construye? ¿Qué experiencia existe en estos temas? La investigación debe contribuir a desbaratar la estructura económica que está montada en distintos territorios del país. Ya lo decía Tomás del COPINH, son más de 50 proyectos hidroeléctricos y de energía eólica que afectan solo en el territorio lenca. ¿De qué nos sirve encontrar los responsables por el asesinato de Berta, si persisten en el territorio lenca y nacional todas estas estructuras de muerte, estructuras económicas que tienen controlado el territorio nacional?».

Los tambores baten en las calles

Bajo este contexto de solidaridad y reflexión en el segundo día del encuentro se llevó a cabo una movilización en las calles de Tegucigalpa.

Los rostros de cientos de estudiantes se tornaron desconcertados al ver y escuchar que los tambores garífunas entraban por la puerta principal de la UNAH, y que detrás de ellos venía Miriam Miranda, de la OFRANEH, encabezando una movilización bastante nutrida. Junto con ella venía una señora cargando un sahumerio que se alimentaba del tabaco que también fumaba, ella y las demás mujeres que componían el contingente a la cabeza. Detrás de esta franja multicolor marchó el COPINH, quien no bajó ni por un instante las mantas en las que el rostro de Berta Cáceres ocupaba un gran espacio, rostros de campesinos serios eran las marcas de este grupo. Embrujados con los mensajes de los tambores, el resto de los contingentes caminaba sin despegarse, lo hacía a paso firme a pesar de los casi 40 grados, mujeres y hombres de todas las edades y de muy diversas procedencias y profesiones dieron cuerpo a esta movilización.

A pesar de que este acto no tuvo un mensaje central en concreto sino que fue la expresión de muchas demandas y una muestra de repudio ante el asesinato de la coordinadora general del COPINH, Miriam Miranda dio unas palabras al interior de la universidad, un mensaje conciso que refleja muy bien la situación actual hondureña, tanto de desigualdad y despojo como de necesidad organizativa para luchar en contra de este modelo de muerte:

«Los que estamos participando en el Encuentro Internacional de los Pueblos estamos visitando a la universidad porque confiamos y creemos que la máxima casa de estudios debe ser liberadora de los pueblos, la máxima casa de estudios debe generar profesionales que cambien los pueblos. Estamos viviendo una dictadura en este país y la universidad no se escapa a esa dictadura, creemos que la vocación debe ser para liberarnos, no para someternos, por eso es que hemos venido con nuestros tambores el día de hoy, representantes de más de 22 países que estamos luchando por los bienes comunes, los árboles, el agua, el sol, la tierra, los recursos de los bienes comunes de todos nosotros. No son propiedad de una sola persona.

Sabemos que en esta máxima casa de estudios no se enseña ni se educa para liberar, están educándonos para someternos, para ser serviles, tenemos que luchar por una univarsidad liberadora, por una academia que acompañe las luchas de los pueblos, por eso es que nosotros creemos que en esta universidad se debe educar y entender qué hacen los tambores con el pueblo garífuna, qué significan los saumerios, qué significa la identidad de los pueblos, por que la identidad de los pueblos es la que nos libera, no hay forma de liberar un pueblo si no se estudia la cultura, si no se estudia la espiritualidad, si no se fomenta la identidad del pueblo y para eso tenemos que luchar.

Por eso les visitamos a ustedes estudiantes, no para que se asusten con los tambores, porque los tambores no son únicamente para bailar también es un medio de comunicación, es un medio que comunica lo que significan los pueblos, cuál es el sentir y el pensamiento de los pueblos. Estamos aquí para transmitir esa lucha de Berta Cáceres, ella luchó por la liberación, no sólo de los árboles y los ríos, también de la educación, por eso es que hoy les estamos invitando, estudiantes, a que nos acerquemos a conocernos a nosotros mismos como hondureños, para que los hondureños y las hondureñas sepamos quiénes somos, para que no sigan transmitiéndonos basura por los medios de comunicación que nos alejan de la identidad del pueblo hondureño. ¡Berta no murió, se multiplicó! ¡Berta no murió, se multiplicó!

Por eso les hemos visitado estudiantes, muchos de nuestros hijos quisieran pasar por esta casa máxima de estudios y no hay acceso, creemos que debe ser una educación liberadora, gratuita y que fortalezca la identidad. ¡No nos tengan miedo, compañeros y compañeras, súmense con nosotros, súmense a la lucha!»

Los compromisos asumidos por las organizaciones presentes se concretaron en algunos puntos que aparecen en la declaratoria final del encuentro pero que vale la pena resaltar ya que se asumieron como un compromiso para llevarlos a cabo: en primer lugar, verdad y justicia ante el crimen de Berta Cáceres Flores, que significa el impulso de una investigación a cargo de un equipo que tome en cuenta el contexto en que ella hacia su práctica política y que identifique la totalidad de autores materiales e intelectuales de su asesinato y de otros que son parte de su proyecto de muerte; el retiro de DESA del territorio lenca, la liberación del río Gualcarque, luchar por la convergencia de sinergias colectivas, mecanismos de comunicación, acciones territoriales, conformación de un equipo de trabajo con respaldo de la experiencia internacional que logre la anulación de los proyectos extractivistas en territorios hondureños; el retiro definitivo de la presencia militar de los territorios indígenas, populares, rurales y urbanos; y finalmente, el reconocimiento del COPINH como la organización responsable de velar por la protección de su territorio al igual que la OFRANEH y distintas organizaciones legítimas de los pueblos originarios.

La violencia que no cesa

Pese a la denuncia sobre la militarización de Honduras que arreció en las calles de Tegucigalpa, el día 15 de abril, durante un ejercicio de control territorial que unió esfuerzos de organizaciones internacionales y al COPINH en una caravana hacia el río Gualcarque, miembros de la resistencia lenca y observadores extranjeros fueron agredidos por empleados de Desarrollos Energéticos (DESA).

Los atacantes, armados con machetes y piedras, argumentaron, como aliciente a sus acciones, el supuesto beneficio en proyectos de educación, servicios públicos básicos y trabajos porporcionados por DESA. Durante horas permanecieron al borde del camino hacia el río Gualcarque, hostigando y amenazando a los integrantes de la caravana, ante la mirada y actuar cómplice de la policía nacional que se negó a desarmarlos y a sólo un par de kilómetros del ejército que se despliega en la zona para fungir como guardias de seguridad para las instalaciones de DESA.

Terminada la ceremonia al margen del río, cuando los asistentes regresaban a los autobuses ocurrió el ataque en el mismo lugar donde el 20 de febrero fuera agredida Berta Cáceres. Testimonios describieron a un grupo de 20 hombres armados, algunos en estado de ebriedad que sugerían haber participado en el asesinato de Berta al tiempo que buscaban a Tomás Membreño, actual coordinador del COPINH y agredían a otros tres de sus miembros. Un reportero extranjero fue golpeado y amenazado además de que un líder del Bajo Aguan, Vitalino Álvarez y un acompañante español fueron fuertemente golpeados.

Entre los agresores, se identificó a un sicario con un asesinato en sus antecedentes criminales, quien además presume haber amenazado de muerte a miembros del COPINH, incluída Berta. Sólo dos semanas antes de su asesinato, Cáceres denunció el trabajo que realiza el sicario para DESA y evidenció su vinculación por el hecho de ser liberado de custodia policial a través de una negociación entre Jorge Ávila, jefe de seguridad de DESA y el corrupto cuerpo policiaco.

Este ataque reciente es parte de una larga persecución judicial, política y paramilitar contra el COPINH, la cual Berta denunció cuando la militarización invadió las tierras lencas y que ha arrebatado la vida de cinco de los integrantes del COPINH, que mantiene su lucha pacífica, pero enérgica, frente a un régimen local brutal y violento auxiliado por el capital global y las estrategias, armas y aparatos de represión norteamericanos.

El territorio del pueblo lenca es uno de los mas golpeados desde la aprobación de la Ley General de Aguas a un mes del golpe de Estado, el pasado 28 de junio de 2009, punto de inicio para imponer la construcción de más de 50 proyectos entre hidroeléctricas, eólicas y mineras en sus tierras. Aunado al ajuste normativo hondureño, los falsos discursos legitimados por instituciones globales como la ONU sobre cuidado ambiental y la promoción de la mercantilización de los bienes, la vida y la naturaleza a través de los fondos de Mecanismo de Desarrollo Limpio ha servido para justificar el despojo territorial que se respalda a través de transacciones entre bancos para el «desarrollo» europeos y corporaciones centroamericanas junto a capital chino con intereses en otros proyectos de infraestructura estratégicos –y devastadores– como el canal de Nicaragua.

Por ello, el próximo 28 de abril, miembros del COPINH, realizarán un plantón frente a las instalaciones de los bancos FMO y Finn Fund, financiadores de DESA, la cual ha violentado los derechos de la población indígena Lenca y es culpable del asesinato de Berta Cáceres.

A pesar del duro golpe que significó su asesinato, justo como no se lo esperaban sus asesinos, su ejemplo ha mantenido la unidad dentro de muchas organizaciones; aún queda mucho por ver y analizar en el terreno de la lucha por la vida y los «bienes comunes».

«Rio Blanco es un mal ejemplo para los intereses de los capitales porque ha demostrado que sí es posible echar atrás proyectos de dominación, privatización; demuestra que si es posible sacar una trasnacional invasora como hace 500 años, eso es parte de la lucha legítima del pueblo lenca que la maquinaria represiva ha pretendido criminalizar y no vamos aceptar que sea criminalizado».

La palabra de Berta vive.

 

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