Nota informativa de la Convergencia de Comunicación de los Movimientos Sociales, encargada de difundir información desde el Encuentro de Montevideo por la Democracia y contra el Neoliberalismo
En la mañana del segundo día de la Jornada Continental uno de los cuatro talleres que se llevó a cabo fue el de Resistencias populares frente el poder de las Transnacionales. Este panel lo moderó Amanda Villatoro, Secretaria de Política Sindical y Educación de la CSA (Confederación Sindical de trabajadores/as de las Américas), y Gonzalo Berrón, del TNI (Transnational Institute).
Amanda Villatoro comenzó la presentación haciendo mención a la primera jornada, que tildó de «exitosa». Dicha jornada, que finalizó con las palabras de Mujica, cargó de fuerza a todos los asistentes, dijo, para dar paso a la segunda jornada con los talleres temáticos.
En esta parte primera de la mañana, dijo, el objetivo era obtener informaciones del contexto, de los debates y los desafíos que están en curso sobre las transnacionales. «Queremos aportes relevantes sobre los paneles temáticos con apuestas para el futuro», dijo, que serán compartidos en la tarde. Aseguró que este encuentro en Montevideo es una continuación de todas las movilizaciones que han tenido lugar en 2017 y que, por supuesto, no acaba aquí.
Comenzó hablando Gustavo Castro, de Otros Mundos Chiapas y ATALC (Amigos de la Tierra de América Latina y el Caribe), que en primer lugar expuso que las transnacionales están en el centro de la confrontación de los movimientos sociales por tratar de apropiarse de los bienes comunes.
Foto: Gustavo Castro, de Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México, durante el Encuentro de Montevideo el 17 de noviembre
Crédito: Mayra Castro
El sujeto económico y político de la acumulación del capital son las corporaciones, dijo, y se van apropiando de las estructuras del gobierno, del Estado y de los marcos legales. El tratado de libre comercio, recordó, se aprobó el mismo año que el levantamiento del movimiento zapatista, pero aseguró que estos tratados empezaron a profundizarse y que eso provocó una mayor confrontación entre empresas y pueblos. En México se vieron despojados de sus bienes más básicos, sobre todo de los minerales estratégicos de la región, del agua, la palma de aceite y de la tierra. «El impacto ambiental es terrible», aseguró, que supone la devastación de miles de hectáreas. Lo que sucedía, dijo, era que «los tratados de libre comercio son las carreteras para los intereses de las grandes corporaciones» y que «el centro fundamental del capitalismo y de estas empresas es la energía y el agua».
Los gobiernos, dijo, han tenido que facilitar con infraestructuras la extracción de los bienes comunes. A pesar de ello la resistencia se posiciona frente a estos ataques con firmeza. Este proceso extractivista disputa el agua, la energía y los territorios, y la lucha anticapitalista ha de ser ecologista para cobrar sentido. La resistencia pasiva existe, pero no es suficiente. Es necesaria la resistencia activa y la gran preocupación por parte de los movimientos, dijo, es cómo llevarla a cabo. Es necesario el ataque una vez se haya dado la instalación, pero es necesario, en palabra de Castro, «prevenir la llegada de los buitres». Solo así será factible criminalizar a las empresas extractivistas y evitar los daños que producen.
«Hay una fusión entre la clase política y la clase empresarial, que legisla para satisfacer sus intereses privados y no los intereses del pueblo», dijo. Si bien es consenso que el capitalismo es el problema, no hay consenso con respecto a la acción, y hay un debate con respecto a la estrategia más adecuada. Por lo pronto la estrategia de prevención en los territorios es la que está funcionando.
Esta Jornada Continental, aseguró, sirve para aglutinarnos de nuevo y recuperar las fuerzas. Mencionó a Berta Cáceres, que reclamaba un despertar colectivo, y apoyó sus palabras para manifestar que, de otra forma, será imposible derrocar al capitalismo. El reto es construir experiencias colectivas para resistir, pensando otras formas de vida al margen del capitalismo.
Para finalizar mencionó una conversación entre dos veteranas en la que una de ellas decía que era necesario dejar un mundo mejor a los más pequeños, a lo que otra respondió que el problema era, más bien, qué jóvenes se le deja al mundo. Aseguró Castro que era necesaria la juventud, su presencia y su acción, para enfrentar en un futuro el proceso que se está viviendo hoy.
Foto: Panel «Resistencias populares frente el poder de las Transnacionales» en el Encuentro de Montevideo el 17 de noviembre
(Marino Vani; Gustavo Castro; Tchenna Maso)
Entrevista a Gustavo Castro Soto en Montevideo:
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«Dentro de las estrategias de resistencia contra las empresas y las corporaciones transnacionales, nos parece que tenemos que buscar nuevas formas de lucha y no podemos continuar con las mismas estrategias de siempre en la medida en que la legislaciones y también las mismas estrategias de las empresas se van modificando.
La criminalización aumenta. Tenemos que cuidarnos entre todos y entre todas y para ello lo más importante es evitar que las transnacionales bajen y lleguen a los territorios. Por ello, uno de los elementos fundamentales nuevos en esa estrategia nos parece que es la prevención: cómo trabajar la prevención en los territorios para liberarlos de minería, de represas y de otros megaproyectos. No se puede construir autonomía, no se puede construir un nuevo modelo de vida si no se controla y si no se tienen territorios de vida donde construir otros mundos donde quepamos todos.»
Tchenna Maso fue la segunda panelista en intervenir, del MAB (Movimiento de Afectados por represas de Brasil), y de CLOC – Vía Campesina (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo). Comenzó asegurando que América Latina conoce bien la destrucción de la vida por los procesos de la colonización. Ante esto, aseguró, es necesario pensar desde las vivencias comunitarias y las experiencias colectivas, y no intentar inventar nuevas teorías para afrontar lo que existe y lo que viene. «América Latina es un pueblo que camina sin tener piernas» dijo, definiendo la fuerte resistencia que protagoniza este pueblo. «Aquí todos somos sujetos históricos que vienen a cambiar el mundo», dijo refiriéndose a los y las asistentes del encuentro.
Las empresas transnacionales tienen una concentración de capital y un poder político en los últimos treinta años que saquea los intereses de los pueblos, y es importante en este sentido, aseguró, romper el velo corporativo y conocer a las empresas que financian a las transnacionales. Dijo que estas empresas tienen más que nunca el objetivo de criminalizar los movimientos sociales.
La idea principal es que «vale más la vida que los tratados de comercio», aseguró, y mencionó el documento que elaboró la Campaña Global para Reivindicar la Soberanía de los Pueblos, Desmantelar el Poder Corporativo y Poner Fin a la Impunidad: «Tratado sobre empresas transnacionales y sus cadenas de suministro con respecto a los derechos humanos». Este texto se presentó en octubre en Ginebra en el marco de la tercera ronda de negociaciones de las Naciones Unidas hacia un Tratado Vinculante sobre Empresas y Derechos Humanos.
Ante el único interés de las transnacionales de aumentar sus ganancias se da este encuentro que sirve para construir un proyecto revolucionario popular para América Latina que incluya a campesinas y campesinos, a mujeres, a trabajadoras y trabajadores en un proyecto común para romper con una cultura de explotación. «Hay que reafirmar y construir la soberanía de los pueblos», dijo, para construir soberanía alimentaria y energética, distribuir las riquezas y acabar con la concentración de poder. La estrategia pasa por estudiar los procesos revolucionarios de América Latina y que los y las más jóvenes los conozcan, se organicen y creen una metodología que permita una buena coordinación para seguir adelante con la lucha y concretar las luchas para conquistar los objetivos en el corto, medio y largo plazo.
Terminó asegurando que el pueblo ha de ser abierto y que «más que resistir es necesario insurgirnos para lograr la sociedad que queremos». Hay que avanzar de verdad en la agenda unitaria de lucha y encontrar puntos en común a partir de conocer las divergencias de cada colectivo, hay que pensar la configuración de una lucha anticapitalista, hay que luchar contra el poder coporativo creando una corte internacional donde poder denunciar los casos de abusos de poder. Es necesario defender los procesos avanzados de revolución y disputar el poder del Estado. Hizo una invitación a gritar la consigna que tanto une al pueblo de América Latina: «¡Patria libre venceremos!».
La tercera persona que tomó la palabra fue Marino Vani, de la Federación Sindical Internacional – IndustriAll. Comenzó dando las gracias y manifestando su felicidad de estar en este espacio acompañado de luchadoras, luchadores e indígenas tomando mate, producto muy abundante en su región. La organización a la que pertenece se crea en 2012 compuesta por tres organizaciones. A partir de esa creación y esa alianza entendieron, asegura, que no hay salida ni alternativa a la clase trabajadora. «Yo represento solamente un 7% de los trabajadores de las grandes corporaciones, pues el 93% de ellos no están organizados en sindicatos», aseguró, y añadió la necesidad de organizarse para imponer la agenda y sumar fuerzas.
La clase trabajadora sufre la precariedad fuerte, el paro y la explotación. Detrás del interés de las grandes empresas transnacionales está en juego la vida de los trabajadores, pues entre ellas pelean por saber qué precio y qué valor tiene el producto y el trabajo de la mano de obra. El poder de las multinacionales pone a su vez el poder político a su servicio y a los trabajadores para sustentar sus ganancias. Aseguró que otro enemigo de los trabajadores es la tecnología que avanza rápidamente, evitando a la empresas la contratación de los mismos: el capital le interesa más producir con máquinas que con personas.
Es importante, dijo, dejar de ser cómplices del capital cuando elegimos unas empresas para comprar servicios, cuyas ganancias van directamente a grandes corporativas que esclavizan, que precarizan y que impiden una clase trabajadora digna. Es necesario afrontar la tarea y el desafío de organizar a los más explotados y explotadas y ponerse delante del capital en lugar de formar parte de su juego. Aseguró que somos menos inteligentes que antes debido al avance de la tecnología y que independizarse de esa necesidad que hemos desarrollado es imprescindible para tejer redes y luchar contra las empresas que destruyen los bienes que son de todas y de todos. Primero hay que organizarse para construir una agenda mínima que debe tener en el centro de sus prioridades la cuestión de la riqueza acumulada y generada por la humanidad, que tiene que ser para todos y todas y no para una minoría.
Foto: Rosalina Tuyuc en el Encuentro de Montevideo el 17 de noviembre
Crédito: Mayra Castro
En último lugar intervino la compañera Rosalina Tuyuc, de CLOC – Vía Campesina de Guatemala, que saludó y agradeció en su idioma. Ella es sobreviviente, junto con otras mujeres, del genocidio de los años 80 que tuvo lugar en su país, similar al de Nicaragua y El Salvador. Desde los años 90 se integraron en la lucha continental de la CLOC y de la vida campesina. Artesana, campesina y defensora de la vida, tiene junto a sus compañeras el principio del agroecologismo y el tema a hablar es cómo se resiste de forma popular frente a las empresas transnacionales. «Una de las razones del genocidio en Guatemala es, precisamente, la llegada de las transnacionales. Comenzó el robo de las tierras y la invisibilización de los aportes que damos como pueblo a la humanidad». Tuvo lugar la persecución de la gente con más de 250.000 personas asesinadas.
Aseguró que las transnacionales y los gobiernos no tienen nada, pero controlan todo. «Ellos hicieron sus leyes sin nosotros, sin consultarnos». Lo que está en juego son los bienes comunes que algunos quieren hacer suyos y robarlo a la gente que habita y trabaja la tierra. No es suficiente reaccionar coyunturalmente si no hay un plan a medio y largo plazo, pues será imposible así resistir al ejército y a los gobiernos que sí elaboran planes a largo plazo, que están unidos y que son siempre fuerte. «Las coyunturas a veces nos rebasan y no da tiempo a pensar a largo plazo», dijo. Hay que aprender a planificar a largo plazo y mantener la resistencia desde los pueblos indígenas, única forma de sobrevivir y, a pesar de perder mucho, siempre retomar el tema de la vida: la del agua, la del fuego, la de la tierra, la de los animales y la de los seres humanos.
Muchos de los pueblos, dijo, comparten la misma cosmovisión. «A partir del año 2000 entramos en el milenio de la vida», dijeron sus antepasados. Después de tanto golpe tocaba, decían los abuelos, resurgir y recuperar la vida. Se vive un momento de crisis dentro de los sectores populares, y eso se resuelve devolviendo la mirada al ser natural y a la libertad. Asimismo, dijo que es necesario escuchar el mensaje que envía la naturaleza y los desastres naturales que están teniendo lugar. «Muchas cosas tenemos que entender para devolverle a la naturaleza lo que le hemos quitado», afirmó.
La resistencia de los pueblos tiene que ver con la vida de todos los seres existentes. Hoy, dijo, las aguas están contaminadas por las transnacionales y los cerros están destruidos y no es tarea solo de los pueblos indígenas volver a la vida, sino de toda la humanidad consciente y consecuente con la vida. Tras decir que «nadie es más ni menos, todos somos más y solo podemos sumar» tuvo lugar un fuerte aplauso y podían incluso verse lágrimas entre algunas personas del público.
Para terminar, dijo que, aunque las leyes fueran diseñadas al margen de los pueblos, es necesario usarlas para denunciar los abusos de poder y reconquistar lo que ha sido arrebatado. Es un orgullo, aseguró, que la juventud entendiera que es necesario salir a defender la tierra, el territorio y los bienes naturales y que eso solo es posible si se acaba con la corrupción. El aprendizaje del pasado permite abrir camino y animó a todos y todas a abrir caminos de unidad, de inteligencia, de planes de vida y para la unidad. «Solo unidos seremos capaces de frenar y de resguardar los derechos de la tierra, del agua, de los bosques y de los cerros. Estamos aquí para continuar por el camino de la dignidad.»
Un grito unánime cerró este emotivo panel y pudieron oírse más de cincuenta voces coreando «¡GLOBALICEMOS LA LUCHA, GLOBALICEMOS LA ESPERANZA!», «¡QUE VIVA LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER Y DE LA JUVENTUD!».
Tuyuc cerró su intervención con un deseo: «que los pueblos tengan paz y sean felices».
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