Desmantelemos el poder de las empresas transnacionales de plantaciones

21 de Setiembre de 2014:

10 años del Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles

¡Desmantelemos el poder de las empresas transnacionales de plantaciones!

No existe los “monocultivos inteligentes”: apoyamos la Movilización Climática de los Pueblos!

Hace 10 años en Brasil, el 21 de septiembre fue establecido como el Día Nacional contra los Monocultivos de Árboles, durante una reunión con 250 miembros de las comunidades afectadas por las plantaciones de monocultivo de eucalipto en gran escala en aquel país. El objetivo principal era dar más visibilidad a los muchos pueblos y comunidades que luchan contra los monocultivos de árboles, como una forma de romper el círculo de silencio en torno a las numerosas violaciones enfrentadas por muchas comunidades que viven rodeadas por estos monocultivos. El día también fue creado para dar a conocer lo más posible las evidencias que emergen de estas luchas de resistencia sobre los impactos ambientales y sociales negativos de estas plantaciones. Estos impactos tienden a ser más graves en la vida de las mujeres de las comunidades afectadas. Debido a la importancia de la decisión de las comunidades brasileñas, el WRM (Movimiento Mundial por los Bosques) decidió en 2006 convertir este día en un Día Internacional de Acción.

Este año, el 21 de septiembre también es un día de grandes movilizaciones por la Justicia Climática. Miles de personas se unirán a la Movilización Climática de los Pueblos, mientras que los representantes políticos – y cada vez más también representantes corporativos – se reúnen en la sede de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, para asistir a la Cumbre Climática convocada por el secretario general, Ban Ki Moon. Esta cumbre representa otro paso más hacia la captura corporativa de las negociaciones sobre clima de las Naciones Unidas, así como la privatización de la tierra, el agua y el aire, con la promesa de lograr un acuerdo sobre la problemática del clima.

La iniciativa llamada ‘Agricultura Climáticamente Inteligente’ será lanzada en esta cumbre por las Naciones Unidas y otras agencias internacionales. Este concepto es una frase vacía que está siendo utilizada para teñir de verde a las peores prácticas de la agricultura industrial: los fertilizantes sintéticos, la producción industrial de carne y los cultivos genéticamente modificados, tales como las plantaciones de árboles o monocultivos, camuflados como ‘climáticamente inteligentes’. Los partidarios de esta peligrosa falsa solución, como el Banco Mundial, están buscando convertir el carbono de los campos de las y los campesinos en créditos de carbono, lo que conllevaría a un incremento en el acaparamiento de territorios y socavamiento de las verdaderas soluciones a la crisis climática.

El avance de las plantaciones a gran escala de árboles de eucaliptos, pinos, acacias, caucho y la palma aceitera –que podrían ser definidas como ‘climáticamente inteligentes’ en caso de prosperar la propuesta que está siendo discutida en la Cumbre Climática en Nueva York– es en realidad un proceso de profundización de la acumulación de capital impulsada por las empresas -muchas veces transnacionales y cada vez mayores- sobre los territorios. Algunas de estas empresas son Stora Enso, UPM, Arauco, APP / Sinar Mas, APRIL, Bridgestone / Firestone, Wilmar, Olam y Sime Darby. La producción persigue fines industriales y de exportación, y la expansión se ha producido a un ritmo devastador. Desde 1980, el área de estas plantaciones en el mundo se cuadruplicó, con un crecimiento particularmente de los monocultivos de eucalipto y de palma en el Sur. Si no hubiera sido por la resistencia de las y los campesinos, los pueblos indígenas y otras comunidades en muchos lugares y países, esta expansión habría sido probablemente aún mayor.

Las empresas transnacionales son los principales responsables de los problemas que causan las plantaciones: el acaparamiento de los territorios y de los bienes comunes; la destrucción de áreas biodiversas y formas de vida asociadas; el secamiento y la contaminación por pesticidas de los ríos, arroyos y pozos; el agotamiento y la erosión del suelo; condiciones de trabajo degradantes; un creciente proceso de financierización de la naturaleza sobre las tierras y la producción. Sin embargo, estas empresas no sólo persisten en negar y encubrir sistemáticamente todos estos procesos de injusticia social y ambiental, sino también se consideran parte de las ‘soluciones’ a estos problemas. Algunas de las falsas soluciones de mercado, o mas bien, las soluciones para el propio capitalismo financiero, aumentan las injusticias asociadas a los monocultivos, con una serie de iniciativas que legitiman las operaciones empresariales sin obligarles a rendir cuentas por los crímenes y violaciones cometidos. Algunos ejemplos de este engaño son los sellos ‘verdes’ de certificación como el FSC (Forest Stewardship Council) y la RSPO (Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible), las mesas de ‘diálogo forestal’, donde la sociedad civil y las corporaciones forjan compromisos corporativos voluntarios, y otras iniciativas denominadas ‘sostenibles’ como los falsos compromisos con la ‘deforestación cero’. Si bien estas iniciativas pueden resultar en acciones que conducen a algunas mejoras a corto plazo en favor de las comunidades, éstas han llevado principalmente a la frustración y a la división de las comunidades, al prometer ‘compensaciones’ que no cubren las demandas clave para asegurar sus formas de vida, como la devolución y el respeto de sus territorios, y que permiten la perpetuación de las injusticias ambientales causadas por los monocultivos.

Estas iniciativas son ‘voluntarias’, es decir, no son jurídicamente vinculantes y, por lo tanto, no se rigen por un marco institucional democrático que tenga como objetivo proteger los derechos de las personas afectadas. Así, sin buscar cambiar las destructiva lógica del capital, estas iniciativas terminan legitimando la expansión de un modelo de producción que podemos llamar de neocolonial, ya que destruye las formas de vida, se estructura en base al racismo ambiental y no cuestiona algunas de sus características básicas, tales como la concentración de la tierra y la producción en forma de monocultivo a gran escala con el uso de venenos y condiciones de trabajo degradantes. Además, las iniciativas y los compromisos ‘verdes’ y ‘sostenibles’ no impiden que las grandes empresas sigan ampliando aún más las plantaciones sobre los territorios.

Una dimensión de creciente gravedad son los monocultivos de árboles ‘flexibles’ (flex trees), es decir, árboles que generan usos y/o commodities distintos (producción de energía, madera, alimentos, captura de carbono, etc.), percibidos como intercambiables. Este carácter ‘flexible’ interesa principalmente al capital financiero que promueve cada vez más, junto con las transnacionales de monocultivo de árboles, la especulación sobre el control de la producción y de los usos de la tierra. Estas empresas siguen insistiendo en el uso comercial de árboles transgénicos, en otros usos de la madera para fines energéticos y para vender ‘servicios ambientales’, como el carbono. Todos estos son falsas soluciones a la crisis ambiental y climática que enfrentan las sociedades humanas hoy en día y terminan profundizando las injusticias y propagando aún más el hambre y la miseria. Los monocultivos y cultivos transgénicos no son inteligentes, sino una estrategia más del capitalismo ‘verde’ para acaparar los territorios de los pueblos, socavando a quienes construyen las verdaderas soluciones a las crisis climática, social y ambiental.

Para hacer frente a los impactos que las grandes empresas y la expansión de plantaciones causan, debemos seguir empujando la transformación de este modelo de producción y luchando contra las políticas neoliberales impuestas a favor del capital. Un paso importante es que unamos fuerzas en el marco de la «Campaña para Desmantelar el Poder de las Transnacionales» para construir y fortalecer los instrumentos que acaben con la arquitectura de la impunidad y legitimación que las empresas gozan hoy. La Campaña parte de las luchas de las comunidades que resisten a la invasión de sus territorios por las transnacionales o que luchan por expulsar de su territorio a las transnacionales, afirmando el derecho de los pueblos a la libre autodeterminación de sus formas de vida. La reforma agraria y el reconocimiento y la demarcación de los territorios indígenas y de otras poblaciones tradicionales y campesinas de todo el mundo son las acciones que se necesitan con urgencia para avanzar en la lucha por la soberanía alimentaria, la justicia social y ambiental, y para construir el poder popular.

No podemos terminar esta declaración sin hacer un homenaje a las mujeres y los hombres de todo el mundo que luchan diariamente y de diferentes maneras contra los monocultivos de árboles, y que ya han logrado importantes victorias en la defensa y la retoma de sus territorios con toda la biodiversidad que necesitan para su supervivencia física y cultural. Estas mujeres y hombres que hacen arduas y sufridas luchas para generar vida y construir un futuro, contrastan con la codicia de las grandes empresas y los inversionistas que buscan estas mismas tierras para generar beneficios para sus accionistas.

«¡Las plantaciones no son bosques!»

“¡Los monocultivos no son inteligentes!”
 
21 de setiembre de 2014

Campaña para Desmantelar el Poder de las Transnacionales
La Via Campesina
Marcha Mundial de las Mujeres
Amigos de la Tierra Internacional
Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM)
http://www.wrm.org.uy

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