Los expertos denuncian cientos de proyectos para construir barreras en las cuencas del Amazonas, el Congo y el Mekong, hogar para unas 4.000 especies de peces fluviales
Casi medio millar de presas proyectadas en las cuencas de tres de los principales ríos del planeta ponen a “un tercio de los peces de río en riesgo”, según denuncian hoy 40 expertos en la revista científica Science. Mientras que en los países industrializados emerge un movimiento para derribar las presas más nocivas, existen proyectos para construir 450 barreras en las cuencas de los ríos Amazonas (América), Congo (África) y Mekong (Asia). Los firmantes del nuevo artículo denuncian la “falta de transparencia” durante los procesos de autorización de las presas y la “falta de protocolos” para evaluar su impacto medioambiental.
“Estos proyectos abordan importantes necesidades energéticas, pero sus defensores suelen sobrestimar los beneficios económicos y subestimar los efectos a largo plazo sobre la biodiversidad y sobre pesquerías de importancia crítica”, alertan los autores, liderados por el ecólogo Kirk Winemiller, profesor de la Universidad de Texas A&M (EE UU).
En las cuencas de los ríos Amazonas, Congo y Mekong viven 4.000 especies de peces de río, la tercera parte de las conocidas en el planeta. La mayoría no se puede encontrar en otros lugares. Los 40 expertos subrayan que “las grandes presas reducen invariablemente la diversidad de los peces”, pero también impiden la conexión entre diferentes poblaciones fluviales y bloquean el normal ciclo de vida de especies migratorias. “Esto puede ser especialmente devastador para las pesquerías tropicales, en las que muchas especies de gran valor migran cientos de kilómetros”, sostienen.
Entre los firmantes hay decenas de profesores de universidades de EE UU, Brasil, Reino Unido, Camboya y Alemania, además de expertos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
“Incluso cuando las evaluaciones de impacto ambiental son obligatorias, se pueden gastar millones de dólares en estudios que no tienen ninguna influencia real en los proyectos, a veces porque se finalizan cuando la construcción ya está en marcha”, denuncian los autores.
Winemiller recuerda el caso del río Xingú, un importante afluente del Amazonas. Su tramo inferior es un complejo de rápidos que sirve de hábitat a casi medio centenar de especies de peces que no se hallan en ningún otro punto de la Tierra. “Estas especies, que alimentan a los pescadores locales que abastecen el comercio internacional de peces ornamentales, están ahora amenazadas por el gigantesco proyecto hidroeléctrico Belo Monte”, señala Winemiller. Este complejo de presas brasileño, cuya finalización está prevista en 2016, fue diseñado con la ambición de convertirse en la tercera hidroeléctrica del mundo, por detrás de la presa de las Tres Gargantas, en China, y de la represa de Itaipú, entre Paraguay y Brasil.
“Este controvertido proyecto está casi terminado y va a cambiar radicalmente el río, su ecología y la vida de la población local, especialmente de las comunidades indígenas que han dependido de los servicios que proporciona el ecosistema del río”, añade Winemiller. La construcción forma parte del Programa de Aceleración del Crecimiento del Gobierno brasileño, para impulsar el desarrollo económico del país. La organización Survival, que defiende los derechos de los pueblos indígenas en todo el mundo, ha denunciado que “la presa destruiría los medios de vida de miles de indígenas que dependen de la selva y del río para obtener agua y alimentos”.
“Somos escépticos respecto al hecho de que las comunidades rurales en el Amazonas, el Congo y el Mekong tengan más beneficios por el suministro de energía y la creación de empleo que perjuicios por la pérdida de pesquerías, su agricultura y sus propiedades”, explican los autores en la revista Science. Los científicos piden que las autoridades utilicen los métodos analíticos de última generación para tener en cuenta todos los impactos acumulativos de las presas sobre el medio ambiente y las poblaciones locales, con el objetivo de descartar proyectos muy perjudiciales o reubicarlos en tramos fluviales menos frágiles.
Los expertos calculan que, en el 75% de los casos, la construcción de las grandes presas del mundo tuvo sobrecostes de casi el 100% de los presupuestos utilizados para justificar su creación. El equipo recuerda el caso de la presa de las Tres Gargantas, en la que el Gobierno chino tuvo que destinar 26.000 millones de dólares para moderar su impacto ecológico.
“Las agencias gubernamentales responsables de las autorizaciones para construir presas deben exigir evaluaciones de impacto ambiental rigurosas y basadas en la ciencia, a escala regional”, clama Winemiller. Además, afirma, las instituciones financieras, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, “deben exigir garantías de que este tipo de evaluaciones se llevan a cabo antes de aprobar los préstamos”.
Emmanuel Boulet, especialista principal en medio ambiente del Banco Interamericano de Desarrollo, recuerda que existen protocolos internacionales de buenas prácticas para la construcción de barreras en los ríos. “Cuando se aplican, podemos tener resultados beneficiosos para todos, como en la planta hidroeléctrica Reventazón, en Costa Rica, o la central hidroeléctrica Chaglla en Perú”, opina. El banco concedió préstamos de 200 millones y 150 millones de dólares respectivamente para estos dos proyectos.
Boulet, no obstante, acepta las críticas. “Reconocemos que los países pueden mejorar su planeamiento de la energía hidroeléctrica”, admite. “En otras palabras, tenemos que llevar a cabo los proyectos adecuados y hacerlos adecuadamente”, finaliza.