[AUDIO] “Sigue predominando en tres cuartas partes de México la siembra de maíces nativos”

Participación de Cecilio Mota Cruz, integrante de la Fundación Semillas de Vida, en el cine-debate organizado por Otros Mundos A.C. el 18 de septiembre 2018 en el Foro Cultural Kinoki de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. El agroecólogo, egresado de la universidad de Chapingo, trabaja día a día con campesinos y campesinas de México en el estudio de la diversidad del maíz, la cultura alimentaria y el mejoramiento participativo de semillas. Comentó el documental “El maíz en tiempos de guerra” (Alberto Cortés Calderón, 2013), proyectado durante el evento, y habló de la importancia de hacer milpa y sembrar semillas criollas ante las amenazas que representan hoy en el campo mexicano las semillas transgénicas y las híbridas comerciales.

ANUNCIO: El 1 de octubre a las 1 PM en la Universinad Intercultural de Chiapas (UNICH), Cecilio Mota Cruz dará una charla-taller sobre “Diversidad de maíces nativos en México y su mejoramiento por campesinos” en el marco de la celebración del X Festival del Maíz y la Tortilla

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“El maíz es el grano por excelencia que nos dio aquí en esta región del mundo la base para el desarrollo civilizatorio de las culturas en México y sigue siendo en el presente la base de la alimentación, la identidad, el aprovechamiento y la apropiación de la tierra y el territorio. Las luchas a lo largo de la historia del país han sido para defender el territorio y la forma permanente de su apropiárselo es a través de la milpa. Eso es también uno de las grandes aportaciones de Mesoamérica, de México: que el maíz se siembra en conjunto con otros cultivos en la milpa para el aprovechamiento del agroecosistema, del ambiente, del terreno, pero también para la alimentación, porque nos da una alimentación equilibrada. Más de 600 platillos tenemos en México a partir del maíz, con la milpa son muchos más.

Y esta diversidad sigue siendo y va a seguir siendo nuestra identidad, nuestra base alimentaria, y también nuestro futuro. Pareciera que es algo solamente nostálgico la visión del campo, pero en realidad, además de ser una forma de vida y de defensa del territorio, es un futuro importante.

En la Sierra Mixe, en los años 1991-1992, se registraron unos maíces que crecen en las partes nubosas de la sierra, con alta precipitación, en bosques de niebla, maíces muy altos, que secretan una especie de mucílago. Todos los maíces lo tienen, pero en especial allí lo encontraron y lo estudiaron. Ese mucílago aloja bacterias fijadoras de nitrógeno y además aloja un conglomerado de bacterias que defienden el maíz, evitando que crezcan enfermedades fúngicas. Los atributos de este maíz ahora se están estudiante por ejemplo en la universidad de California en el campus de Davis, y se ve como el maíz del futuro. Es decir que el maíz del futuro, ya lo han generado las culturas y los pueblos de México y Mesoamérica, por esta larga experiencia de más de 10,000 años de sembrar maíz. Desde que se domesticó el maíz, estamos experimentando y hemos generado todo este bagaje, esta experiencia y esta cultura y estos agroecosistemas, con base en la milpa.

Los agricultores han generado variedades adaptadas, resistentes a los problemas de plagas. Los tipos de maíz tienen bien cerrada la puntita de la mazorca. Han hecho esta selección los agricultores porque así evitan que entren plagas de grano almacenado, gorgojos. En los Altos de Chiapas, los maíces son más cristalinos, muy duros – también muy ricos y de muchos colores – y estos cristalinos evitan el ataque de plagas. En el caso de los maíces del trópico, son maíces dentados. Son una combinación de la parte cristalina y la parte almidonosa del grano. Hay miles de variantes, miles de tipos de maíz en México, porque los agricultores los siguen manejando.

Extracto de la proyección de “El maíz en tiempos de guerra” el 18 de septiembre 2018

Los agricultores son también los que llevan el gran compromiso y la responsabilidad de manejar las redes más importantes de semillas, a pesar de las amenazas, como los transgénicos. En la Fundación Semillas de Vida, se impulsó la demanda contra los transgénicos, contra el gobierno y las empresas, y hasta el momento, lo que se ha logrado es contener el proceso de liberación de transgénicos en el ambiente (es decir de siembra experimental o comercial). Legalmente, no se puede liberar maíz transgénico en Mexico. Desafortunadamente, en los estudios genéticos que se han hecho en el país, se han encontrado unas pruebas de que hay transgénico en algunas regiones, pero no se tienen datos de proporciones.

Lo que si se puede diferenciar en México, es el porcentaje de maíces nativos o criollos, con relación con a variedades mejoradas comerciales. Solamente entre el 22% y el 25% del territorio del país tiene maíces mejorados, y sigue predominando en tres cuartas partes del país la siembra de maíces nativos. ‘Mejoradas’ es un termino entre comillas: en realidad son maíces que han pasado por un proceso de selección para su venta. Son variedades híbridas, que tienen registros y entran a un mercado en el que hay que comprar las semillas y se benefician finalmente los que las generan, que son en su mayoría empresas. Las que más venden en el país son Monsanto, Pioneer y Syngenta. La mayor defensa será que la gente siga sembrando sus maíces nativos.

Los agricultores a lo largo del país han generado sus propias estrategias para conservar el maíz porque manejan todo el ciclo, año con año. Han tenido que idear estrategias para conservar su maíz y garantizar por lo menos que tengan semillas disponibles para sembrar el siguiente año, y alimentos hasta el próximo ciclo de siembra. Hay estrategias en todo el país. En la Sierra Tarahumara, hay casas grandes y grutas con graneros adentro, por ejemplo. En el centro del país, hay estructuras llamadas comates, cincales o cincolotes. La palabra viene del nahuatl: centli significa maíz y kali casa. Es la casa del maíz. En zonas tropicales, los conservan con todo y hoja, porque así no se humedecen y no le entran las plagas. Además le ponen cal que deshidrata el insecto que va a atacarlo. Es una forma orgánica, agroecológica de conservarlo.

Hay una deuda histórica hacia el campo, no solo de México, sino de la humanidad en general, porque el campo fue el que subsidió el desarrollo civilizatorio y sigue siendo nuestra fuente de calidad ambiental y de salud alimentaria. Hace falta una política que realmente voltee a ver el campo y lo fortalezca. La política neoliberal de los últimos 30 anos ha visto a los agricultores como una carga cuando son la base de este país, de la diversidad, de la defensa del territorio y de la salud de nuestros ambientes, cuando tienen un manejo cuidadoso.”

Foto: Cecilio Mota Cruz en video-llamada en el Foro Cultural Kinoki el 18 de septiembre 2018 (Otros Mundos A.C.)

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Más información:

Manual de Agroecología y Agroforestería: Prácticas para una Agricultura Ecológica

Ante la fusión Bayer-Monsanto, defendemos el derecho de los campesinos y las campesinas a producir de manera agroecológica

Informe: Treinta años de transgénicos en México

Ante la fusión Bayer-Monsanto, defendemos el derecho de los campesinos y las campesinas a producir de manera agroecológica

Nota informativa de Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México – A 28 de junio 2018

El pasado 7 de junio, se oficializó la compra de la empresa estadounidense Monsanto, primera comercializadora de semillas a nivel mundial, por la compañía alemana Bayer, segunda en la venta de agrotóxicos.

Esta transacción de cerca de 54.000 millones de euros es solo una de las tres fusiones que están ocurriendo actualmente en el sector agroindustrial. En abril del 2017, fusionaron las dos empresas estadounidenses Dow AgroSciences (cuarta vendedora de agrotóxicos) y Dupont Pioneer (número dos en el mercado de las semillas después de Monsanto). Y en junio 2017, la empresa china ChemChina especializada en agrotóxicos (propietaria de Adama, el mayor proveedor de agrotóxicos genéricos de Europa) compró por 43.000 millones de dólares a Syngenta, líder mundial en la venta de estos venenos.

De tal manera que cinco de los llamados “seis gigantes” del sector agroindustrial (Monsanto, Bayer, Dow AgroSciences, Dupont Pioneer, Syngenta) están concentrando sus fuerzas. El sexto gigante, el alemán BASF (en tercera posición en el mercado mundial de agrotóxicos) es el único que queda fuera de las fusiones, pero sí beneficia de ellas: para que la compra de Monsanto por Bayer fuese aprobada por las autoridades comerciales, Bayer tuvo que vender una parte de sus activos en semillas y agrotóxicos (equivalentes a 1.700 millones de euros) a BASF, que termina siendo aún más “gigante” que anteriormente.

Los ahora cuatro gigantes, controlan 75% del mercado mundial de agrotóxicos; 63% del mercado mundial de semillas comerciales; y más de 75% de toda la investigación privada en el sector de semillas y pesticidas.[1] Es probable que en un futuro cercano, la pelea por el monopolio no se limite al mercado de las semillas y agrotóxicos, sino que abarque también el mercado de la maquinaria agrícola (los tractores, etc.). Este último está dominado actualmente por empresas como Deere&Co o CNH, las cuales ya están absorbiendo otro mercado muy importante del sector agroindustrial: el de las tecnologías de datos o “agricultura de precisión” (por ejemplo, las tabletas con aplicaciones que permiten definir con más precisión las zonas que deben ser fumigadas o sembradas).

Entre menos manos controlan el sector agroindustrial, más potentes se encuentran las empresas que se quedan y más influencia podrán tener sobre los campesinos y las campesinas, a quienes se busca imponer un modelo de producción dependiente de agrotóxicos, semillas mejoradas, híbridas comerciales y transgénicas, además de tecnologías de punta.

Por ello, el pasado 15 de mayo, en el marco del mes de la marcha mundial contra Monsanto, dedicamos nuestro seminario mensual a la fusión Bayer-Monsanto para recordar que en Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México, defendemos el derecho de los campesinos y las campesinas a producir de forma agroecológica y de forma sostenible económicamente, sin depender de los insumos externos vendidos por las empresas transnacionales y reivindicamos el derecho de todas y todos a la salud y la soberanía alimentaria, a sembrar semillas campesinas y comer alimentos sanos.

“Pensamos que la agroecología es una estrategia política para seguir defendiendo nuestros territorios, nuestras semillas y nuestros conocimientos”, recordó Ángel Gómez de Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México durante el evento. “Lo importante es decidir lo que nosotros comemos, lo que nosotros cultivamos y cómo lo cultivamos”, subrayó.

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En México, Monsanto y Bayer están muy presentes. Comercializan plaguicidas y son las dos empresas que más solicitudes de liberación de semillas transgénicas han enviado a la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM) entre el año 2005 y el año 2017: Monsanto 379 y Bayer 168. De manera general, el Estado Mexicano no está del lado de la defensa de las semillas nativas, ya que de un total de 853 solicitudes recibidas por CIBIOGEM en dicho periodo, 595 han sido permitidas por CIBIOGEM, especialmente de algodón (308) y de maíz (194). [2]

Como bien señalamos en nuestro manual titulado “Agroecología y Agroforestería: Prácticas para una agricultura ecológica”, el principal problema que representan las semillas transgénicas es que las resistentes a los herbicidas implican el uso excesivo de estos productos. Los “Roundup Ready” son particularmente preocupantes porque el “Roundup” contiene glifosato, un agente tóxico que provoca cáncer. Además, tanto las semillas transgénicas como las semillas híbridas comerciales son una amenaza por la diversidad genética de nuestras semillas nativas ya que se reproducen con nuestras plantaciones de semillas nativas por medio de la polinización, lo cual pone en grave riesgo a los parientes silvestres y a la propia diversidad de los cultivos lograda con el gran trabajo y conocimiento de campesinas y campesinos del mundo.

La liberación de semillas transgénicas en el ambiente pone en peligro también a los campesinos y campesinas que pueden terminar siendo criminalizados por tener en sus parcelas semillas por las cuales no han pagado y que tienen dueño. Una situación que podría volverse común en México si el gobierno se adhiere a un convenio llamado UPOV 91. México y los otros 11 países de la región pacífica que firmaron el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP 11) el 8 de marzo del 2018 están obligados a adherirse a este texto que pone el peligro el derecho de los campesinos y las campesinas a intercambiar y sembrar semillas.

Por ahora, México es adherente del convenio de la UPOV 78 en el que el “obtentor” de un objeto vegetal puede controlar su producción, puesta a la venta y comercialización. Lo que cambia con la versión 91, es que el “obtentor” controla su objeto vegetal durante mínimo 20 años y se requiere su autorización no sólo para la producción, venta y comercialización sino también para “la preparación a los fines de la reproducción o de la multiplicación” del objeto. Significa por ejemplo que un campesino que usa semillas concesionadas por un “obtentor” ya no podría recuperarlas de su cosecha para volver a sembrarlas, ni podría dárselas a un vecino o intercambiarlas con otras. Además podría ser criminalizado por practicar hibridaciones de plantas con las semillas del “obtentor” o por tener en su campo plantas nacidas de semillas del “obtentor” que el viento u otro polinizador le haya traído. [3]

Afortunadamente, en México está viva la lucha contra los planes de Monsanto, ahora Bayer-Monsanto. Desde septiembre del 2013, está suspendida la siembra de maíz transgénico en todo el país, gracias a los esfuerzos de la “Demanda Colectiva Maíz”, un grupo de abogados, científicos, campesinos y defensores de derechos humanos quienes emprendieron una batalla legal contra los permisos de siembra promovidos por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), la Secretaría del medio ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y cinco transnacionales -Syngenta Agro, Dow Agrosciences de México, PHI México (Pioneer-Dupont), Monsanto Comercial, Semillas y Agroproductos Monsanto. Obtuvieron la implementación de una Medida Precautoria, que esas corporaciones buscan cancelar.

Otra lucha importante es la de las comunidades mayas de Hopelchén (Campeche) contra Monsanto Comercial S.A. de C.V., la cual ha sido victoriosa en términos legales, pero cuyos frutos no se han podido cosechar por la falta de voluntad política de las autoridades mexicanas. Así fue como en el 2015, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió a favor de las comunidades los amparos que habían interpuesto contra el permiso otorgado a la empresa para comercializar soya transgénica en su territorio ancestral. Ordenó la suspensión de dicho permiso y la realización de una consulta en las comunidades, pero ésta se ha llevado a cabo violando derechos colectivos (representantes han sufrido agresiones físicas y verbales por ejemplo). Además, en el 2017, las comunidades lograron que el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) revoque el permiso otorgado a Monsanto para sembrar soya transgénica, pero ésta continúa en la región.

A pesar de haber sido absorbido por Bayer, Monsanto sigue bien presente en los territorios y como defensores y defensoras de los derechos colectivos, la diversidad de la semillas nativas y la soberanía alimentaria, no dejaremos de gritar: “¡Fuera Monsanto de México!”.

Notas:

[1]  Grupo ETC. 2015. Campo Jurásico: Syngenta, DuPont, Monsanto: la guerra de los dinosaurios del agronegocio (>> Descargar el informe)

[2] Daniel Sandoval Vásquez, Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, CECCAM. 2017. Treinta Años de Transgénicos en México. (>> Descargar el informe)

[3] Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México. 2016. Urgente defender la libre circulación de las semillas campesinas en México, ante la amenaza del TPP.

Foto: Practicando agroecología en el municipio de Chenalhó, Chiapas (Crédito: Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México)

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Video: Celebramos el Festival del Maíz de las Mujeres en San José Buenavista

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En el marco del Día nacional del Maíz 2017, celebramos el Festival del Maíz de las Mujeres en San José Buenavista, una comunidad del municipio de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, México, honrando el gran papel que juegan las campesinas en la protección de nuestra Soberanía Alimentaria.

Las organizaciones convocantes, Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México y Mujeres y Maíz A.C., quisimos reivindicar el trabajo de las mujeres a favor de la Agroecología a través de la muestra y venta de productos artesanales hechos a partir de maíz sembrado en la comunidad. Denunciamos que el maíz transgénico está amenazando las 64 especies nativas de este cereal que existen en México, con pláticas informativas y la representación de la obra de teatro “Ya ni pal Maíz hay Maíz” del colectivo Los Zapayasos.

“Recientemente salió un artículo donde se decía que el 90.4 de las tortillas y el 82% de las tostadas que se venden en México contienen maíz transgénico entonces ya el consumo de maíz transgénico es muy alto aquí”, informó Celia Díaz, integrante de Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra, a los y las participantes en el evento. Agregó que “uno de los problemas que conlleva son los probables cancerígenos porque dentro del grano del maíz transgénico hay presencia de glifosato, que es un probable cancerígeno”.

Hay 1.6 mil millones de campesinas en el mundo, pero sólo el 2% de las tierras les pertenecen. [Fuente: Women’s World Summit Foundation (WWSF, 2007)] Para conocer de cerca el trabajo de las mujeres en el campo, realizamos un recorrido en las parcelas de las compañeras de San José Buenavista, quienes nos compartieron sus conocimientos.

Antonia, habitante de la comunidad, llevó a visitantes de Amatenango del Valle, un municipio de Chiapas ubicado a una hora de San Cristóbal de las Casas, a conocer sus numerosos nopales y sus arboles de durazno alrededor de los cuales hace crecer chilacayotes (pequeñas calabazas).

“A veces, queremos comer verduras como éstas y no es necesario comprarlas si uno mismo las tiene sembradas y las puede venir a cortar, para no tener que gastar dinero”, observó Juana, de Amatenango, interesada por las prácticas agrícolas de Antonia que difieren de las de su pueblo de tierra caliente, donde siembra calabazas grandes en lugar de chilacayotes.

El recorrido era abierto a todos los participantes, también del area urbana de San Cristóbal de las Casas, curiosos de conocer de dónde vienen los productos agroecológicos que se consumen en la ciudad y cómo se construye día con día la Soberanía Alimentaria en los Altos de Chiapas.

Campesinas de San José Buenavista en el Festival del Maíz de las Muejres el 30 de septiembre 2017 – Foto: Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México

¡Vivan las campesinas de Chiapas y todo México!

¡Semillas para la vida! ¡No para la Muerte!

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Celebramos el Día Internacional de la Soberanía Alimentaria y contra las Corporaciones Transnacionales desde Chiapas

 

Celebramos el Día Internacional de la Soberanía Alimentaria y contra las Corporaciones Transnacionales desde Chiapas

Pronunciamiento de Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México

San Cristóbal de las Casas, Chiapas, a 16 de octubre 2017

Hoy, 16 de octubre 2017, es oficialmente el Día Mundial de la Alimentación, según lo decreto la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en el año 1979. Pero nosotras y muchas organizaciones en el mundo preferimos celebrar el Día Internacional de la Soberanía Alimentaria y contra las Corporaciones Transnacionales (TNCs). Exigimos un cambio de sistema que priorice la defensa de lo/as pequeño/as agricultore/as y la agroecología y proponga un verdadero modelo de soberanía alimentaria en lugar de promover falsas soluciones como la agricultura intensiva, los monocultivos y la agricultura climáticamente inteligente que favorecen transnacionales.

Vivimos un momento crítico en el que el 90.4% de las tortillas que consumimos en México contiene maíz transgénico. La mayoría de este maíz transgénico presente en nuestra alimentación básica proviene de Estados Unidos y contiene glifósato, un agrotóxico cancerígeno usado masivamente en el cultivo en el cultivo del maíz OGM. Estamos perdiendo a la vez nuestra soberanía alimentaria y nuestra salud.

Desde Chiapas, reconocemos la enorme e indispensable labor de las mujeres de nuestra entidad, de todo México y de todo el mundo en la incansable lucha por nuestra Soberanía Alimentaria. Somos testigo/as día con día en nuestros territorios de que su gran trabajo es el que nos permite seguir consumiendo alimentos locales y sanos en un contexto de permanente agresión por parte de las transnacionales que nos quieren envenenar y someter a la voluntad de la industria agroalimentaria. Exigimos que se reconozca, se respete y se valore su trabajo, y que se les den un mayor acceso a la tierra. No es aceptable que hoy en día, las mujeres campesinas sean mil 600 millones en todo el planeta y posean sólo el 2% de la tierra [Fuente: Women’s World Summit Foundation (WWSF, 2007)]

Fotos: Imágenes del “Festival del Maíz de las Mujeres” convocada por Mujeres y Maíz A.C. y Otros Mundos Chiapas A.C./Amigos de la Tierra México en San José Buenavista, en el municipio de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 30 de septiembre 2017. (Crédito: Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México)

En México está prohibida la siembra de maíz transgénico con fines comerciales pero existen terrenos de experimentación que ya generaron la dispersión de semillas OGM y por ende la contaminación de nuestras semillas criollas. Para que se acerquen al tema de la defensa de las semillas en América latina (Ecuador, Brasil, Costa Rica, México, Honduras, Argentina, Colombia y Guatemala.Ecuador, Brasil, Costa Rica, México, Honduras, Argentina, Colombia y Guatemala), les compartimos el documental “Semillas, ¿bien común o propiedad corporativa?”, realizado este año por varias organizaciones del continente y editado por Radio Mundo Real, la radio en linea de Amigos de la Tierra Internacional, federación de la cual formamos parte.

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“Las protagonistas son las semillas criollas, nativas, nuestras, en manos de las comunidades campesinas y los pueblos indígenas. El documental aborda la defensa de las semillas nativas como parte integral de la defensa del territorio, la vida y la autonomía como pueblos, la relación entre las mujeres indígenas y las semillas nativas, los flujos de semilla en las comunidades, la historia del origen del maíz, las ceremonias mayas sobre la importancia de las semillas, el agradecimiento y bendición de semillas, las ferias e intercambios de semillas, y las experiencias locales de recuperación y manejo de semillas criollas.”

¡Vivan las mujeres campesinas de Chiapas y todo México!

¡Vivan nuestra diversidad de semillas criollas y nuestra soberanía alimentaria!

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¡Soberanía alimentaria para enfriar el planeta!

We need Food Sovereignty to cool the planet!

Friends of the Earth Latin America and the Caribbean*’s statement on October 13th, Day of Global Action for Climate Justice [DOWNLOAD THE STATEMENT]

Climate Justice for Latin America, the Caribbean and the peoples of the world:
Food sovereignty to cool the planet

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Friends of the Earth International will mobilize on six continents on October 13th and 14th 2017 to demonstrate that we are a global environmental movement. We will highlight the climate emergency; fight against dirty energy and false solutions; and demand the transformation of our energy system into a system that is in the hands of the people. Additionally, on October 16th, we will celebrate the International Day of Food Sovereignty: on this day, the peasant and environmental movement will reaffirm that it is only possible to end the global food and climate crisis with food sovereignty and agroecological production.

How are these two themes related? It is simple, the agro-industrial system generates between 44% and 57% of all greenhouse gas (GHG) emissions – by destroying forests for plantations, through massive use of fertilizers, by transporting food all around the world, in refrigeration and generating waste, amongst others [Source: GRAIN]. Connecting these issues allows us to understand how this system is responsible for global GHG emissions. In addition, this agro-food system monopolizes food and decides what we eat, many people cannot pay the price of groceries, food has become a commodity and huge amounts are thrown away, including when people cannot afford to pay for it. The system of production, distribution and consumption of food is designed exclusively to generate profits for those agribusiness companies that monopolize the agri-food chain from start to finish. The current agro-food system contributes to the climate crisis and undermines the food sovereignty of the people.

Meanwhile, high-level forums on climate change are increasingly discussing the role of agriculture, and various initiatives are being promoted to “help farmers adapt to climate change and mitigate greenhouse gas emissions derived from agricultural practices”. However, these initiatives are strongly influenced by companies and governments that seek to protect industrial agriculture and corporate-led food systems, blocking the real solutions to the crisis.

Today, small-scale peasant and indigenous agriculture is bombarded by the aggressive promotion of a series of false solutions to address climate change, including REDD + and climate-smart agriculture. These initiatives claim to benefit small-scale farmers, but the reality is that they generally weaken peasant agriculture and food systems, stating that traditional farming practices (especially itinerant agriculture) are the main cause of climate change and deforestation, stripping peasants of access to land and forests, or restricting what they can do with their land.

Our people are living a disaster affected by the climate crisis: Hurricane Irma, Hurricane Maria and the recent tropical storm Nate – to mention a few – left destruction in their wake in several countries in our region. This is not the fault of nature, it is the fault of environmental deterioration, deforestation, inadequate construction, industrial agriculture, fossil fuel use that promotes an obsolete energy source and a centralized and outdated energy model, hydroelectric projects on a large scale, mining, the production and consumption patterns of a neoliberal capitalist system, the power relations that this system based on domination has imposed on nature and people.

Therefore:

  • We denounce the climate injustice that is compounded by the failure of multilateral fora to take into account the differentiated responsibilities of the countries of the global North and the global South for the crisis. Furthermore, the transnational corporate model is given further instruments to advance its destructive practices.
  • We reject global policies that seek to advance the privatization, commodification and financialization of nature, and false solutions to climate change that seek to secure the global North’s consumption model, perpetuating the profits of huge transnational corporations.
  • We denounce Monsanto-Bayer, Syngenta-ChemChina and DuPont-Dow agricultural megamergers, which control 67% of this industry worldwide.
  • We reject the promotion of industrial/commercial agriculture based on monocropping on large tracts of land, and completely oppose the introduction of GM seeds. Enormous areas of agricultural and livestock rearing lands are dedicated to produce wood for cellulose (eucalyptus, pine), agrofuels, or crop monocultures for export (soybean, palm oil, rubber).
  • We promote peasant and indigenous agriculture, which recovers peasant practices as a basis to establish pesticide, fungicide and herbicide-free agriculture, with integrated crops and livestock production in small-scale systems.
  • We promote food sovereignty: that farmers can decide what they grow; and that they have access to land, water, seeds and local markets.
  • We believe that the people’s solutions are the only prospect of reversing the catastrophe we face because of the capitalist system of production and consumption. Food sovereignty; agroecology; community forest management; public community-based water management; and energy sovereignty are some of the popular ways of construction and our possibility to nourish and preserve life.

Climate Justice Now!

More reading:

In solidarity with those affected by recent hurricanes and disasters caused by the neoliberal capitalist system

Why we need to stand as one globally to combat climate change

Financial Mechanisms in the CBD: Opening the Doors to More Privatization of Biodiversity

*Amigos de la Tierra América Latina y el Caribe – ATALC

LEER EL PRONUNCIAMIENTO EN ESPAÑOL

Sábado 30 de septiembre en San José Buenavista: Festival del Maíz de las Mujeres

MAÑANA sábado 30 de septiembre, les invitamos a celebrar con nostotr@s la diversidad de nuestras semillas y la soberanía alimentaria en el marco del día nacional del maíz (29 de septiembre) en SAN JOSÉ BUENAVISTA (municipio de San Cristóbal de las Casas)

CÓMO LLEGAR:

1. Llegar a Merposur
2. Tomar una combi Nissan sobre la Prolongación Insurgentes, frente a “Materias Primas La Alianza” que sale rumbo a San José Buenavista
3. Bajar a la iglesia de San José Buenavista
4. Llegar a la plaza de la Iglesia de San José, sede del evento

 

 

Experiencia de Agroecología en la Sierra Norte de Puebla

Artículo de María Luisa Albores (Unión de Cooperativas Tosepan – mary@tosepan.org) en La Jornada del Campo No. 111

Leer el numéro completo de La Jornada del Campo sobre Agroecología

Sobre la experiencia agroecológica de la Unión de Cooperativas Tosepan en la Sierra Norte de Puebla, México

Con el relato de esta experiencia, mostraremos quién es la Tosepan. Somos una organización indígena-campesina de los grupos originarios náhuat y tutunaku, con 39 años de trabajo ininterrumpidos. Vivimos en la Sierra Nororiental de Puebla y en la Sierra Totonaca de Veracruz. Algunos cientos de compañeros que vivían en cinco comunidades del municipio de Cuetzalan, Puebla, iniciaron nuestra organización. Actualmente somos más de 35 mil cooperativistas que habitamos 430 pueblos en 29 municipios.

La historia de la Tosepan está ligada completamente a su misión y razón de ser, vigente hasta la fecha: “Mejorar la calidad de vida de las familias de los socios, a través del trabajo organizado para avanzar hacia la construcción de un proyecto de Vida Buena/Yeknemilis, en náhuat“.

Nuestra Unión de Cooperativas Tosepan es altamente diversificada, al igual que el modo de producción campesino. Agrupa a ocho cooperativas y a tres asociaciones civiles. Una de las cooperativas se encarga de impulsar la producción orgánica en nuestras parcelas y de producir las plantas que necesitamos para conservar la vegetación que tenemos; otra nos ofrece los servicios financieros que requerimos; una más nos acopia, transforma y comercializa los productos que cosechamos; otra busca incubar proyectos productivos que generen empleos e ingresos a grupos de mujeres y de jóvenes; otra más ofrece servicios de ecoturismo a los visitantes de nuestra región; los servicios de salud son atendidos por otra cooperativa; una más tiene la responsabilidad de facilitarnos la construcción y el mejoramiento de nuestras viviendas. La capacitación, la formación de los actuales y de los futuros cooperativistas, así como la asistencia técnica que requerimos, también son atendidos por nuestra Unión de Cooperativas Tosepan.

La Unión de Cooperativas Tosepan es inquieta y responde a nuestro propio proceso de vida en el día a día. Quienes la formamos en su mayoría somos indígenas (78 por ciento) y mujeres (64 por ciento). Por eso se ha tenido mucha sensibilidad de respuesta para resolver los problemas que nos aquejan en la vida cotidiana. Nuestro modelo cooperativo se basa en los valores de la cosmovisión o forma de ver la vida que tenemos y que coinciden en mucho con el de la economía social y solidaria que tiene como eje central a la vida, a la persona, a la tierra, a las plantas, a los animales. Desde esta mirada hemos construido el modelo de vida de la Tosepan.

Este modelo embona con el modo de producción campesina, con la agroecología, donde el territorio es el espacio que nos sirve para reproducir la vida y lo que somos, donde prevalece una mirada de respeto. El territorio es el lugar que nos ve nacer, en él crecemos y en él moriremos. Por eso al momento de sembrar y de cuidar de nuestros animales pedimos a la madre tierra y al padre sol que provean para que tengamos buenas cosechas. No sembramos con la idea de obtener ganancias económicas, sembramos para reproducir con dignidad nuestra vida y la de los demás.

En 2001 la Tosepan inició su incursión en la producción de café orgánico. Fue un paso importante para la organización, y para los socios fue voltear el rostro al pasado para reconocer el trabajo de l@s abuel@s, valorando cómo ellos cuidaban la tierra, el agua, las plantas y los animales del cafetal. Fue como un regresar al ser y hacer campesino, que se guía por la luna para realizar sus prácticas agrícolas; que produce abonos o alimentos para la tierra de manera natural; que pide permiso cuando chapea, porque le va a quitar parte de su cobija a la madre tierra; que traza curvas de nivel para cuidar el suelo; que le hace la media luna al cafeto para colocarle su alimento; que respeta los árboles nativos que dan sombra al cafetal, porque dan cobijo y alimento a aves y abejas, mismas que contribuyen a dispersar la semilla o a polinizar las flores.

Así hemos construido los Kuojtakiloyan/Jardines de café, que son los cafetales más diversificados del país, pues en una hectárea pueden encontrarse más de 120 especies de plantas con un valor de uso ritual (para curar el susto, el mal aire, el ojo, para la ofrenda, etcétera), medicinal, para combustible, de consumo familiar, para intercambio, para venta regional o para la exportación (café y pimienta gorda).

El manejo integrado en el control de plagas y enfermedades ha disminuido la incidencia de la broca y de la roya del café. El daño sufrido ha sido mucho menor que en otras regiones cafetaleras del país.

El 2014 fue declarado “el Año de la Soberanía Alimentaria” en la Tosepan. Desde entonces los cooperativistas intensificamos la producción de maíz orgánico; establecimos huertos y gallineros en la mayoría de nuestros hogares; diseñamos el producto financiero denominado “creditraspatio”; impartimos talleres de capacitación sobre la manera de preparar comidas y jugos nutritivos; realizamos el video Corazones de Maíz, la Lotería de los Alimentos y un recetario de quelites; llevamos a cabo degustaciones para compartir comidas tradicionales; efectuamos eventos para hacer trueque de alimentos producidos en el traspatio y de semillas de maíz, frijol, quelites, chiles y calabazas.

Desde 2003 en la Tosepan hemos trabajado para recuperar la abeja nativa conocida en la región como pisilnekmej, de la que se obtiene miel virgen, polen, propóleo y cera. Esta abeja fue domesticada desde antes de que llegaran los españoles a México y la forma de cultivarla se conserva desde entonces: en mancuernas de ollitas de barro. La miel tiene un sabor agridulce y contiene muchas propiedades medicinales; el polen es rico en proteínas; la cera se utiliza como pegamento, pero también tiene propiedades cicatrizantes; el propóleo o takauil se utiliza para curar enfermedades de las vías respiratorias. En la Tosepan hemos aprovechado las características cosméticas que tienen la miel y la cera para producir champú, crema y gel.

La identidad de un maseual Tosepan se refleja claramente en lo que siente y piensa. Cito textualmente dos párrafo que un cooperativista compartió en un taller en 2016:

“Nosotros creemos que la tierra está viva y es como nosotros. La tierra tiene sus huesos y son las piedras, es lo que la sostiene. Imagínense que fuéramos pura carne, no podríamos sostenernos. Por eso decimos que las piedras, las rocas, son muy importantes.

“Esto es lo que nos hace ser maseual y nos hace diferentes. Porque creemos que el territorio y todo lo que existe en él tiene sus propios guardianes y los respetamos y lo que nos diferencia es que queremos lo que hacemos, le tenemos amor a nuestro trabajo“.

El sentido de pertenencia y permanencia en nuestro territorio nos da identidad, y lo decimos en pleno siglo XXI, ante el embate y despojo que quiere hacernos el sistema capitalista. Aquí estamos y seguiremos dignamente de pie, caminando en nuestro territorio, que es sagrado.”

Información relacionada:

La página de Tosepan

Leer el numéro completo de La Jornada del Campo sobre Agroecología

La soberanía alimentaria: estrategia agroecológica para promover la justicia ambiental y fortalecer al campesinado

Disputar las inversiones y la promoción del comercio como forma de consolidar la Agroecología

Bosques comunitarios, ferias agroecológicas y recuperación de saberes ancestrales son ejes de la lucha por la agroecología en Costa Rica

 

Disputar las inversiones y la promoción del comercio como forma de consolidar la Agroecología

Este artículo fue escrito por Natalia Carrau, integrante de REDES / Amigos de la Tierra Uruguay, y publicado en la página de Amigos de la Tierra Internacional

La Agroecología en América Latina necesita un cambio en las políticas de comercio e inversiones

En América Latina se vienen impulsando diferentes experiencias, iniciativas y políticas que, en mayor o menor medida, apuestan a la consolidación de la Agroecología como modo de vida. Estas experiencias presentan fuertes restricciones y resistencias de parte de una diversidad de factores. Uno de los factores que más restringe la posibilidad de consolidar la Agroecología y la Soberanía Alimentaria es el actual marco de comercio e inversiones. Poner el acento en las negociaciones comerciales y de inversiones es clave para garantizar la Agroecología.

No hay duda de que la Agroecología en el marco de la Soberanía Alimentaria requiere del comercio y las inversiones. Sin embargo, no todos los enfoques y formas de atender el comercio y las inversiones aportan a consolidarla y garantizarla. Para ello, son claves las políticas que implementan los Estados y los marcos institucionales que generan para los flujos de comercio e inversiones. Los países que son soberanos en su sistema agroalimentario, también construyeron soberanía en su régimen de comercio e inversiones.

En la actualidad, el marco de comercio e inversiones dominante plantea una relación causal entre la llegada de las inversiones y el crecimiento y desarrollo de los países. Esta premisa repetida de forma fundamentalista impide ver que esta forma de negociar las inversiones y el comercio reproduce las lógicas y racionalidades más perversas del sistema capitalista, y, operan como instrumentos de acumulación a favor de las empresas transnacionales (ETN).

La racionalidad sobre la que se sostiene el flujo de comercio de inversiones necesita sustituirse para que sea un aporte que encaje en las trayectorias de construcción y recuperación de soberanía de los países del sur global.

En América Latina estas reflexiones son urgentes porque las bases sobre las que se sostiene la enorme mayoría de trayectorias al desarrollo, están orientadas al libre mercado, libre comercio y libre inversión.

Libre mercado, libre comercio y libre inversión: la triada que encorseta a los Estados

Las vías por las que la Soberanía Alimentaria se ve restringida con la liberalización comercial tal cual está planteada desde la teoría económica dominante, es una simple ecuación: la rebaja de aranceles a la entrada de productos extranjeros, inunda el mercado doméstico con productos de menor precio (muchas veces altamente subsidiados en su país de origen y con fuerte concentración a manos del capital transnacional).

Esto desestimula y daña la producción nacional que puede estar desarrollándose con eslabones de valor agregado y manufactura versus la simple extracción de materia prima. Los productos industriales producidos en los países en desarrollo por lo general son poco competitivos, consecuencia de la división internacional del trabajo y de que los países desarrollados tienen economías altamente industrializadas y concentran los eslabones con mayor valor agregado de las cadenas de producción, con alto valor tecnológico y muy competitivas en el mercado mundial.

Al mismo tiempo, muchas de las ventajas que el mundo desarrollado presenta frente al comercio y las inversiones están basadas en la histórica desigualdad en el derecho al desarrollo. La trayectoria hacia el desarrollo seguida por los países del norte global se realizó en momentos históricos donde las actuales reglas para el comercio e inversión no existían. Estas reglas demuestran ser altamente restrictivas para desarrollar industria nacional, valor agregado y competitividad en el comercio internacional.

La forma de quebrar esta ecuación viciosa es rompiendo con el esquema y las normas que plantean los axiomas del libre comercio y sentando las bases para nuevas reglas y políticas domésticas que se dirijan al desarrollo industrial nacional en condiciones de soberanía (en todos los sentidos) y dirigidas a los intereses de la población. Algunas pistas sobre por dónde pueden darse estos cambios ponen el acento en las metodologías y contenidos de los acuerdos comerciales y de inversiones.

Una vista rápida al panorama de la liberalización comercial y de inversiones de América Latina muestra trayectorias fuertemente basadas en los preceptos del libre mercado, libre comercio y libre inversión. El denominador común es que las cláusulas, reglas y metodologías que incluyen la liberalización no permite al Estado fijar nuevas bases para la construcción de una estrategia de desarrollo soberana porque debe respetar el principio de no discriminación con el extranjero basado en las reglas de Trato Nacional, Nación Más Favorecida y la prohibición de implementar requisitos de desempeño. Además, la liberalización impone mecanismos específicos de solución de controversias de tipo Inversor-Estado que instalan una “para-justicia” por fuera de la jurisdicción nacional.

América Latina avanzó hacia el libre comercio

América Latina tiene un panorama variado en cuanto a la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC) y Tratados Bilaterales de Inversión (TBI). Las subregiones, América del Sur, Centroamérica y México presentan diferencias y al mismo tiempo, en América del Sur también hay tendencias diferenciales que permiten dividir la subregión entre cono sur y cono norte.

La cercanía y conexión con los países del norte, especialmente Estados Unidos, constituye una “variable de ajuste”. Centroamérica y México tienen una trayectoria histórica de cercanía e influencia de Estados Unidos y este hecho también se ve reflejado en los procesos seguidos en la liberalización comercial. Por ejemplo, para México un mojón indiscutible en su historia de liberalización comercial lo constituye la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) [1] en 1994. La apertura de México a la liberalización comercial fue significativa después de la firma del TLCAN. Esta trayectoria también se puede identificar en otros países que al firmar TLC clásicos con algún país desarrollado (preferentemente Unión Europea, Canadá o Estados Unidos), inician un camino ascendente hacia la negociación y firma de múltiples TLC y TBI [2].

Lo mismo se puede observar con algunos países de América del Sur que habiendo sido parte de un proceso de integración regional como la Comunidad Andina de Naciones, la firma de TLC con la Unión Europea y Estados Unidos, rompió la posibilidad de consolidación de una inserción internacional diferente para volcarse a una liberalización comercial y de inversiones clásica y agresiva. Este es el caso de Colombia y Perú específicamente [3].

Es diferente el camino transitado por los países que fundaron el Mercado Común del Sur (MERCOSUR): tanto Brasil y Argentina como Uruguay y Paraguay sufrieron, al igual que el resto de los países de América Latina, procesos de profunda liberalización económica, comercial y de inversiones a través de la aplicación de las políticas del Consenso de Washington. La década del noventa dio lugar a países liberalizados, flexibilizados, abiertos a las ETN y con una reducción drástica del papel del Estado, además de los efectos en la cohesión social y en la democracia que tuvieron los procesos de dictadura militar y cívico-militar sufridos.

Pero estos países se volcaron a una inserción internacional vía el proceso de integración regional MERCOSUR. Este proceso nace desde una racionalidad neoliberal, pero se vio transformado en su estructura y caracterización a partir de la asunción de los gobiernos progresistas y de izquierda a inicios del S. XXI. Esta transformación, impidió por mucho tiempo la tentación de insertarse en el mundo vía la firma de TLC. Aún así, los países del MERCOSUR sí avanzaron en la liberalización del régimen de inversiones [4].

El caso de Centroamérica no refleja una multiplicidad de TBI firmados, el promedio es bastante bajo por país. Sin embargo, el proceso de integración regional de la región, el Mercado Común Centroamericano (MCCA), no llegó a ser una integración que superara los aspectos comercialistas y la cercanía con América del Norte, en particular Estados Unidos (vía el CAFTA primero y luego vía el Acuerdo de Asociación firmado con la UE), impactó en la liberalización comercial y de inversiones y en el desembarco de ETN provenientes de esa región.

La Agroecología necesita de soberanía y de políticas públicas

El marco de comercio e inversiones tiene impactos mayúsculos en uno de los sectores más importantes de la soberanía de los países: los alimentos y el derecho a la alimentación. Los efectos que la liberalización comercial y de inversiones han tenido en los sistemas de producción locales de los países de América Latina son devastadores. La entrada de productos alimenticios a los países en desarrollo vía la liberalización comercial, propició no solo la invasión de los mercados de pautas de consumo de alimentos muy diferentes a las locales, sino que implicó, entre otras cosas, pérdida de biodiversidad y de saberes locales y regionales, erosión de suelos y deforestación, el empobrecimiento y desplazamiento de comunidades campesinas, de pequeños productores familiares y el acaparamiento de millones de hectáreas de tierra rica y cultivable por parte de ETN.

Los impactos que tiene la liberalización comercial y de inversiones en términos de Soberanía Alimentaria no son registrados por la teoría económica dominante.

El Estado [5] sigue siendo al mismo tiempo una pieza que no encaja, y una pieza que falta en el rompecabezas. Como poder público soberano, el Estado debe ser una pieza central como regulador, articulador y, sobre todo, como diseñador de políticas que promuevan un desarrollo sustentable y soberano. Las políticas liberalizadoras coartan la posibilidad de implementar políticas activas de promoción de sistemas locales de producción de alimentos, de experiencias vivas de Agroecología sostenidas local o regionalmente por comunidades, de ofrecer apoyos técnicos y económicos a la construcción de sistemas de comercialización locales o implementar políticas de control de precios y etiquetado de alimentos, entre otros. No permiten este tipo de políticas porque son vistas como amenazas y discriminación hacia inversores reales o potenciales o hacia los productos de estas inversiones extranjeras.

La resistencia al régimen neoliberal de comercio e inversiones: pistas para un cambio de sistema

La Agroecología necesita de políticas públicas y apoyos concretos. Las políticas públicas solo se pueden concretar si los Estados son soberanos para poder definir las políticas y estrategias de desarrollo que crean más convenientes. Sin políticas no podemos consolidar Agroecología. El régimen de comercio e inversiones restringe la posibilidad de implementar políticas y está basado en premisas injustas y en racionalidades contrapuestas a la justicia económica, ambiental y social. La disputa a las lógicas impuestas por el libre mercado, el libre comercio y la libre inversión son imprescindibles. Algunas pistas:

  • Planes nacionales para la Agroecología: Si consideramos que la Agroecología constituye una base material, cultural, simbólica, política, económica y ambiental imprescindible para la soberanía alimentaria, entonces se necesitan planes nacionales que aborden las necesidades de los productores de alimentos a pequeña escala y sus territorios.
  • Reglas para las ETN, derechos para los pueblos: La supremacía de los derechos humanos y la soberanía de los pueblos es indiscutible. Las ETN deben respetar las leyes y políticas nacionales y los derechos humanos y deben estar sujetas a tratados internacionales vinculantes que las controlen y juzguen cuando incurren en violaciones. La aprobación de un tratado vinculante de Derechos Humanos y Empresas Transnacionales en el marco de Naciones Unidas es urgente.
  • Evaluación de las políticas de promoción de inversión: el régimen de comercio e inversiones generan impactos. Es hora de comenzar a evaluar estos impactos con indicadores que reflejen la realidad que tiene lugar en los territorios y consideren la enorme asimetría de poder que existe entre las ETN y los Estados en los territorios al momento de seguir adelante con la firma de estos instrumentos.
  • Servicios y empresas públicos protegidos: los servicios y las empresas públicas constituyen bases fundamentales para garantizar el acceso a una infinidad de derechos humanos. Tanto los servicios como las empresas públicas no pueden ser negociados ni directa ni indirectamente en ningún contenido de los actuales tratados comerciales o de inversiones en negociación. Todos los acuerdos megarregionales en curso incluyen la incorporación de los servicios y empresas públicas en la negociación desconociendo su importante contribución al desarrollo.

Referencias

1. El TLCAN fue celebrado por Estados Unidos, Canadá y México. Son amplísimos los textos de análisis que discuten los beneficios de este TLC y que sostienen la relación causal entre la firma de este tratado y la multiplicación de unidades económicas conocidas como “maquilas” que se dedican a la elaboración de productos de exportación en condiciones laborales de seudo esclavitud.

2. México posee aproximadamente 13 TLC con diferentes países y regiones y 29 TBI firmados.

3. En 2010 la Unión Europea cerró negociaciones para la firma de un TLC (promovido por la región europea como Acuerdo de Asociación) con Perú y Colombia. Al inicio, el acuerdo con estos países estaba comprendido en un acuerdo birregional que incluía al proceso de integración regional Comunidad Andina de Naciones (CAN) junto a Bolivia y Ecuador. Sin embargo, las presiones de la Unión Europea para incluir todos los capítulos de liberalización de los TLC –los comerciales y los que no son estrictamente comerciales como la Propiedad Intelectual- provocaron la salida de Bolivia y Ecuador y, posteriormente el rompimiento de la CAN como bloque de integración regional.

4. Brasil es el único país miembro del MERCOSUR que no tiene vigentes ninguno de los TBI negociados. El resto de los países: Argentina tiene casi 60 TBI firmados, Paraguay tiene aproximadamente 22 tratados firmados y Uruguay casi una treintena. Si bien no todos están vigentes en estos países, la suma refleja la política de apertura a las inversiones siguiendo las recetas económicas implementadas en toda la región. A diferencia de otras regiones de América Latina como Centroamérica o la región andina, en el MERCOSUR la ausencia de TLC, dio vía rápida al camino bilateral con la firma de sendos TBI.

5. En algunos países como los de la región del cono sur de América del Sur, el Estado como entidad de poder público ha sido parte conformador de la sociedad moderna. En el caso de Uruguay, el rol del Estado y las empresas públicas es central en términos de estrategia de desarrollo. Algo similar ocurre en Argentina y Brasil aunque en estos países también se deben considerar otras formas de construcción colectivas relacionadas con comunidades campesinas e indígenas. El rol del Estado debe entonces relativizarse teniendo en cuenta la trayectoria de cada país en torno a la construcción de su sociedad moderna y las circunstancias de las coyunturas actuales.

Mas información:

– La sociedad civil le dice NO a la “Agricultura Climáticamente Inteligente”

– Publicaciones del Programa de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra Internacional

Foto: Otros Mundos A.C. / Amigos de la Tierra México

Bosques comunitarios, ferias agroecológicas y recuperación de saberes ancestrales son ejes de la lucha por la agroecología en Costa Rica

Agroecología tica

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En los últimos años en este país centroamericano, se ha expandido la agricultura de exportación, desarrollándose principalmente los monocultivos de piña, palma africana, banano y café. En el mismo período, el área de siembra de alimentos que son base de la alimentación en el país, como arroz, frijoles y maíz ha “disminuido radicalmente”, según cuenta Mariana Porras, integrante de Coecoceiba- Amigos de la Tierra Costa Rica en entrevista con Radio Mundo Real.

Como consecuencia directa de este proceso, Costa Rica comienza a tener que importar los cultivos de su alimentación básica y tradicional. Las cifras indican que el área de los cultivos mencionados ha disminuido en hasta un 70%.

 

Esto implica que “una gran base campesina que vivía de estos cultivos esté desapareciendo”. Según Mariana Porras, la población campesina se ha reducido en más de un 50%. “Cada vez son menos los y las agricultoras en el país, y se están convirtiendo en mano de obra de la agricultura industrial, como de la piña por ejemplo, que viene causando grandes impactos por el uso de agrotóxicos, por el acaparamiento de tierras, la contaminación del agua, y las propias condiciones laborales que impone”.

Los espacios de resistencia

En este contexto, la resistencia y la puja por un modelo de agricultura diversa y sin agrotóxicos se da desde distintos ámbitos. Desde hace varios años el Instituto Nacional de Aprendizaje, trabaja junto a campesinos y campesinas en la recuperación de la agricultura orgánica. “Lamentablemente, mucho del conocimiento campesino se ha perdido, por el hecho de que han vivido una gran etapa de la revolución verde, según la cual no es posible producir sin herbicidas y fertilizantes químicos”.

Otro espacio de resistencia señalado por Porras, son las articulaciones para la recuperación e intercambio de semillas: “Tenemos las Ferias Verdes aquí, en donde sólo se comercializan productos orgánicos”. También en Costa Rica se están implementando los sistemas de certificación participativa, “que se opone a esa certificación de productos orgánicos que es muy costosa para los y las productoras, y al final también para los y las consumidoras”.

Junto al Frente Ecologista Costarricense y la Red de Coordinación en Biodiversidad, Coecoceiba ha participado en talleres de agroecología y recuperación de suelos, con indígenas bribri del territorio de Salitre, que están pasando por un proceso de recuperación de sus tierras ancestrales. “Son talleres bastante amplios, y que han logrado que esas comunidades, además de defender el territorio, defiendan ese conocimiento y la Soberanía Alimentaria, fundamental también en estos procesos de recuperación de tierra”.

Video: Taller agroecológico comunidad indígena Salitre

La organización trabaja también en lo que denominan restauración ecologista de los bosques. En la zona norte del país, se ha restaurado junto en una finca modelo un área de pastizal y monocultivo de piña, con suelos bastante degradados. Se ha logrado reforestarla con una gran diversidad de especies nativas forestales, medicinales, palmas, bejucos, entre otras.

Ver publicación Restauración Ecologista de Bosques

A través del manejo comunitario de bosques, también en la zona norte, se han realizado inventarios de flora, protocolos de uso y manejo del bosque, de vigilancia, entre otros. Esto ha favorecido el fortalecimiento de la defensa y apropiación de estas áreas por parte de las comunidades, y por lo tanto la Soberanía Alimentaria según explica Porras.

Ver Programa de Vigilancia y Control de Bosques y Protocolo de Uso y Conservación

Como un eje de trabajo fuerte por la agroecología, en el país centroamericano organizaciones y movimientos llevan a cabo desde hace varios años una lucha sostenida en contra de las semillas y alimentos trangénicos. Como resultado de esto se ha logrado que “85 de los 81 cantones (un 92%) cuentan con declaratorias libres de transgénicos”. Actualmente se está desarrollando además una campaña para el etiquetado de los productos que contengan ingredientes de organismos genéticamente modificados.

Escuche la entrevista completa con Mariana Porras en el archivo adjunto.

Mas información en www.coecoceiba.org

VIDEO: Defendamos el maíz mexicano ante los tratados de libre comercio

Pronunciamiento de la Feria Popular Alternativa en el marco del día nacional del maíz – San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México

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El 29 de septiembre del 2016, día nacional del maíz, las organizaciones reunidas en la Feria Popular Alternativa celebramos la diversidad de las semillas que tenemos la suerte de poder sembrar en nuestro país. México es la cuna del maíz, con alrededor de 60 razas y miles de variedades de este cereal, fundamental en nuestra alimentación y nuestra cultura.

Agradecemos el trabajo de l@s miles de pequeñ@s agricultore/as que cuidan las semillas criollas heredadas de sus abuel@s gracias a sus saberes ancestrales. Hoy, más que nunca, necesitamos sus conocimientos y sus semillas diversas para que los cultivos resistan a los cambios climáticos en medio de la crisis ambiental que estamos enfrentando. Por ello, rechazamos todas las leyes que pretendan restringir la libertad de l@s campesin@s de usar, preservar y multiplicar sus semillas. Esta libertad se ve amenazada hoy por el Acuerdo Transpacífico (TPP), firmado en febrero de este año por México y otros once países de la región pacífica.

Nos oponemos a este acuerdo impulsado por Estados Unidos y empresas trasnacionales, negociado a espaldas de la ciudadanía. Exigimos al Senado mexicano que está actualmente examinando el acuerdo, no ratificarlo. Al ratificarse el TPP, México debería adherirse al convenio de la Unión internacional para la protección de las obtenciones vegetales (UPOV 91), que permitiría a las empresas biotecnológicas, como Monsanto, Bayer, Dupont Pioneer o Syngenta Crop, controlar la circulación de las semillas campesinas.

No queremos que l@s campesin@s sean multad@s o encarcelad@s por sembrar o intercambiar una semilla porque una empresa ha decidido hacerse dueña de ella. Nosotr@s Mexican@s no necesitamos que ninguna empresa trasnacional pretenda encargarse de nuestra alimentacion, ya que nuestr@s campesin@s saben hacerlo mejor. En realidad, no creemos que dichas empresas se preocupen por nuestro bienestar. Sólo quieren generar poder y dinero despojando a l@s campesin@s de México y del mundo de sus semillas y de sus conocimientos para volverlos dependientes de sus productos. Creemos que las semillas son un bien común y nunca aceptaremos que se privaticen.

En esta celebración, tuvimos la suerte de ser acompañad@s por los representantes de las Naciones Indígenas de América que corren a través del continente en el marco de las Jornadas de Paz y Dignidad y hicieron ese día una parada en San Cristóbal de Las Casas, para celebrar con nosotr@s la diversidad de las semillas.

Somos orgullos@s de ser de un país en el que la siembra de maíz transgénico fue prohibida, gracias a la lucha jurídica del colectivo “ Demanda colectiva Maíz”. Sin embargo, la lucha no está terminada, pues la prohibición es temporal. Exigimos que nunca se vuelva a permitir la siembra de maíz OGM en México, ya que las empresas que los comercializan pretenden también instaurar una dependencia de los campesinos hacia sus productos.

Preferimos mil veces comer tortillas hechas con maíz criollo que con maíz que contiene genes de bacterias. Queremos estar en buena salud, y por ello seguir comiendo el maíz de nuestr@s campesin@s.

¡No a la privatización de las semillas campesinas de México!
¡No al TPP en México!
¡No al maíz transgenico!
¡Si al maíz criollo y a las semillas campesinas!

¡Vivan l@s campesin@s mexican@s que defienden sus semillas y sus saberes ancestrales!

Urgente defender la libre circulación de las semillas campesinas en México, ante la amenaza del TPP

Por Pia Rioblanco / Otros Mundos A.C.

Mañana, jueves 29 de septiembre, Otros Mundos A.C. y otras organizaciones celebraremos el día nacional del maíz en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. Los talleres y las charlas estarán enfocados este año a cómo este cultivo y las semillas nativas de nuestro país en general son víctimas de los tratados de libre comercio. Sobre todo del nuevo Acuerdo Transpacífico (TPP), firmado por el presidente mexicano en febrero del 2016.

México está a punto de firmar un convenio que dejaría en manos de las empresas biotecnológicas el control de sus semillas nativas. Se vería restringida la libre circulación de éstas entre los pequeños agricultores, eje fundamental del tejido social en los pueblos rurales del país y guardianas de la biodiversidad.

Se trata del convenio de la UPOV 91. UPOV, por “Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales”, una organización intergubernamental con sede en Ginebra (Suiza), que se dio como misión “proporcionar y fomentar un sistema eficaz para la protección de las variedades vegetales, con miras al desarrollo de nuevas variedades vegetales para beneficio de la sociedad”. 91, en referencia al año de la última versión del convenio.

Adherirse al convenio de la UPOV 91 es una obligación para cada uno de los doce países que en febrero del presente año firmaron el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, o TPP (Trans-Pacific Partnership, en inglés), impulsado por Estados Unidos con el fin de frenar la expansión del mercado chino en la región pacífica. Los otros once integrantes son Estados Unidos, Canadá, Chile, Perú, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Vietnam, Malasia, Singapur y Brunéi.

Del UPOV 78 al UPOV 91

El congreso mexicano aún no ha ratificado el TPP que se encuentra actualmente en manos de los senadores. Así que vale la pena conocer los términos del acuerdo para exigir el rechazo del texto, como lo está haciendo la plataforma nacional “México mejor sin TPP”. Los ciudadanos no pudieron movilizarse antes del fin de las negociaciones ya que éstas se llevaron en el más absoluto secreto. Hubo que esperar octubre del 2015 para que Wikileaks sacara a la luz las reglas del juego. (Más información aquí o aquí.) Fue así como nos enteramos de que el TPP obliga a sus integrantes firmar el convenio de la UPOV 91, como parte de su arsenal para proteger el derecho a la “propiedad intelectual” de las empresas.

Por ahora, México es adherente del convenio de la UPOV 78. En esa versión “light”, una empresa o una persona ya puede volverse el “obtentor” de una “obtención vegetal” durante 15 a 18 años años, al comprar la concesión “de protección” o “de patente” de un objeto vegetal. Puede tratarse de una semilla, una planta, el gene de una planta, o cualquier parte de ésta, un árbol, o una vid, que el “obtentor” haya creado y que sea “nueva”, es decir que tenga características que la diferencien de otras variedades de su especie. Con dicha concesión, el “obtentor” puede controlar la producción, la puesta a la venta y la comercialización de su objeto vegetal.

Lo que cambia con el convenio 91, es que el “obtentor” tiene el control de su objeto vegetal durante mínimo 20 años y se requiere su autorización no sólo para la producción, venta y comercialización sino también para “la preparación a los fines de la reproducción o de la multiplicación” del objeto. Significa por ejemplo que un campesino que usa semillas concesionadas por un “obtentor” ya no podría recuperarlas de su cosecha para volver a sembrarlas. Ni podría dárselas a un vecino o intercambiarlas con otras, como se suele hacer en los pueblos rurales de México.

Hacia un control policial de las semillas campesinas

“Podríamos pensar que las semillas campesinas no corren peligro porque son semillas que han estado circulando durante mucho tiempo, entonces que no son nuevas y no pueden ser concesionadas”, comenta la antropóloga mexicana Elizabeth Sotelo. Efectivamente, la mayoría de las semillas poseídas por los campesinos son semillas nativas, que provienen de sus propias cosechas y han sido heredadas por sus ancestros. Pero también les toca comprar semillas a otros productores, semillas mejoradas promovidas por el gobierno, o semillas híbridas vendidas por grandes empresas biotecnológicas presentes en México, como Monsanto, Dupont Pioneer o Syngenta Crop. Con el convenio 91, ya no podrán guardarlas ni intercambiarlas, ya que tienen dueños.

Además, el convenio 91 prevé que el control del “obtentor” se extienda a “las variedades que no se distingan claramente de la variedad protegida”: una disposición terrible para los campesinos detentores de semillas nativas a partir de las cuales las empresas crean sus propios modelos. “Una empresa puede agarrar una semilla campesina, hacerle algún pequeño cambio para que sea nueva, luego registrarla y entonces apropiársela, advierte Elizabeth. Dado que los campesinos no suelen registrar sus propias semillas [el UPOV no se los impide, pero el proceso es muy complejo y costoso, además de no ser un hábito ancestral], no podrán comprobar que la suya les pertenece y es realmente distinta a la de la empresa. Podrán enfrentar sanciones por el simple hecho de regalar su semilla a un vecino.”

“Habría muchos campesinos criminalizados, pagando multas, y en situación de carcel”, alerta la antropóloga. “Se implementaría un sistema de control policial, porque los campesinos tendrán que aceptar que cualquier inspector pueda checar sus cultivos para asegurarse de que no están pirateando una semilla registrada”.

La diversidad de las semillas, fundamental para resistir al cambio climático

Este sistema impuesto en nombre de la seguridad alimentaria, con el argumento de que las semillas concesionadas son mejores, más resistentes y más rentables, genera dependencia de los campesinos hacia las empresas. “El riesgo es que con el tiempo, los campesinos empiecen a descuidar sus semillas nativas y pierdan el conocimiento que tenían al conservar sus semillas y transmitirlas a las nuevas generaciones.”

Además, se pueden perder “los lazos comunitarios, la reciprocidad, que existen entre los campesinos, quienes hoy tienen asegurado que si carecen de una semilla, la pueden pedir a un vecino”, dice Elizabeth Sotelo. Tal vez no valga la pena tomar tal riesgo ya que en muchas comunidades de México, empezando por aquí, en los Altos de Chiapas, la semillas nativas han demostrado más resistencia a los cambios climáticos que cualquier otra semilla híbrida comercializada.

En medio de la actual crisis climática, preservar la diversidad biológica de los cultivos es fundamental. “En caso de sequía o de mucha lluvia, el poder tener muchas variedades de maíz es importante porque si una no aguanta, siempre habrá otra que sí” , dice la antropóloga. Será necesario también conservar los conocimientos ancestrales de los campesinos. “Saber seleccionar las semillas para que se vayan transformando y adaptando a las nuevas condiciones ambientales es lo que siempre se ha hecho, durante miles de años. Ahora los cambios climáticos son tan rápidos que hay que generar esa adaptación en un tiempo más breve. Y yo creo que hay conocimiento para hacerlo.”

>> La Feria Popular Alternativa convoca a celebrar el día nacional del maíz este jueves 29 de septiembre