El cercamiento de la naturaleza no es nuevo. Sin embargo, en las últimas décadas las estrategias corporativas de apropiación del territorio y de los bienes comunes naturales han aumentado y se han diversificado. Del mismo modo, las poblaciones han crecido en la resistencia y han creado nuevas formas de defensa.
Todos los proyectos responden a un solo modelo extractivo y por tanto, en muchos momentos las estrategias que las empresas usan para invadirlos son muy similiares. Podemos identificarlas y reconocernos en los padecimientos.
En la primera jornada del encuentro, diferentes grupos organizados expusieron su lucha contra proyectos extractivos de minería, fracking, gasoductos, presas hidroeléctricas, transgénicos y mercantilización de los bosques. El Encuentro mexicano de resistencias contra el modelo extractivo recibió a una amplia variedad de actores que permitió brindar un panorama amplio sobre cómo opera el modelo extractivo en su conjunto. Así, se dieron cita procesos de 18 estados de la república junto con miembros de organizaciones sociales, académicos, abogados y medios libres.
Y es que para hablar del territorio y de su defensa necesitamos vernos desde diferentes frentes. Entonces, pensarnos desde el territorio es pensarnos desde la historia de la tierra junto a las personas que viven en ella y la reproducen, los imaginarios y la espiritualidad que se crean.
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Algunos datos de la megaminería, según investigadores
- La minería en México consume el 17% de la energía nacional, mueve el 2% de la minería metalera del mundo y está concentrada en pocas manos.
- El despojo no lo hacen capitales abstractos, son personas concretas que están relacionadas con proyectos mineros. En México son 4 personas quienes poseen el 9% del total del PBI mexicano.
- El 69% de la inversión minera en México viene de Canadá
- La “diplomacia económica canadiense” usa a las propias embajadas para promover a las inversiones de las empresas canadienses.
¿Qué es el modelo extractivo y cómo opera?
El investigador de la UNAM, Gian Carlo Delgado y Jennifer Moore, de la asociación canadiense Alerta Minera Canadá compartieron algunos conceptos para apoyar en la reflexión.
El capital corporativo, tanto nacional como extranjero ve los “proyectos de inversión” y por tanto las “porciones de tierra”, como una sola “cosa” con muchos elementos para “explotar”. Es por eso que el modelo extractivo pretende mercantilizar cada una de las esferas que en él habitan, tanto naturales (agua, aire, suelo, subsuelo, montañas) como humanas y culturales. Para operar hay todo un aparato legal, comunicacional y sobre todo de ingeniería de conflictos que se pone al servicio de las empresas extractivas para que logren el despojo de las poblaciones. Las estrategias corporativas suponen grupos de choque que provocan conflictividad social, se criminaliza y judicializa a las y los defensores comunitarios, hay cooptación social, e incluso control del Estado a través de las Cámaras de la industria y la adaptación de leyes que beneficien a las empresas. Todo ello con el objetivo de neutralizar los movimientos sociales organizados e imponer su “desarrollo”.
Recordando el análisis que Gustavo Castro hacía en 2013:
«El modelo de la industria extractiva en el sistema capitalista es el conjunto de actividades a gran escala para sacar, extraer, obtener o separar elementos de la naturaleza, incorporándole precio y dueño incluso a las funciones naturales como la captura de carbono de los árboles, con el fin de obtener el mayor lucro posible, evitando restituir, reparar, mitigar, compensar, consultar e informar. En fin, sin asumir los costos de dicha extracción. Por ello el extractivismo es de muy alto impacto.
El Modelo Extractivista succiona los bienes comunes naturales a escala industrial, sin tomar en cuenta aspectos ambientales, ecológicos, culturales, políticos, sociales ni económicos locales. No considera las consecuencias a largo plazo, concentra tierras, fulmina territorios, expulsa pueblos y determina las inversiones de infraestructura pública y privada para facilitar la extracción. Sus intereses están por encima de los derechos humanos. Los actores de este Modelo tienen nombre, las cada vez más grandes corporaciones supranacionales.»
Frente a este panorama, los pueblos poco a poco hemos crecido en la necesidad de defender el territorio de manera integral. Confluir en una visión holística del territorio, ubicarlo desde allí y no desde los proyectos particulares es el eje que articula la defensa y las resistencias actualmente.
En ese sentido, las experiencias compartidas por Francisco Rocael del Consejo de Pueblos de Occidente de Guatemala sobre los efectos de la minería y la articulación de las resistencias regionales fue de gran apoyo. En los últimos años hemos presenciado una fuerte transformación de luchas locales en confluencias de redes nacionales, regionales e internacionales con articulaciones en favor del territorio. Este hecho habla tanto de una madurez política de los procesos como de una unidad en contra del capital depredador al que no dejaremos avanzar. Vemos la necesidad de tejer relaciones más allá de las fronteras físicas, apelando a la prevención y a la creatividad en los procesos. Los territorios son uno solo. Nuestras luchas, también. Con todos los aprendizajes sobre la mesa y los tiempos difíciles por venir, nos juntamos a reforzar redes y celebrar las resistencias.
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En Ibagué, tras una marcha de 120.000 personas, en una ciudad de poco más de 460.000, el alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo promueve una consulta para frenar el proyecto ‘La Colosa’ de la minera AngloGold Ashanti.
Rubén Valencia, miembro del Comité dijo que el denominado “Prospecto Minero Ixtepec”, de acuerdo al expediente 062/09820, es una concesión por 50 años (del 2008 a 2058) dada por la Dirección General de Minas del Gobierno Federal a la Minera Plata Real.
Compartimos la nueva publicación del Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL) “Conflictos Mineros en América Latina: Extracción, Saqueo y Agresión. Estado de situación en 2015”, que se levanta como un nuevo esfuerzo de los socios de OCMAL, por segundo año consecutivo, para dar cuenta de la realidad latinoaméricana que se articula contra el extractivismo minero.
San Miguel Del Progreso es una comunidad indígena Me’phaa de alrededor de 3800 habitantes, situada en el municipio de Malinaltepec, en la montaña de Guerrero. Júba Wajiín, como la denominan sus habitantes, depende de la siembra de maíz, café y de árboles frutales. “Somos 100% campesinos. Trabajamos la tierra, de ella nos alimentamos. Cultivamos calabaza, durazno, chayote, caña, manzana y mucho más. La tierra es nuestra fuente de ingreso”, explica Agapito Cantú Manuel, miembro del Comisariado de Bienes Comunales de la comunidad.
Las mineras en México enriquecen a empresarios; contaminan sin freno el medio ambiente y mantos freáticos; acaparan los recursos hídricos, y omiten el pago de impuestos. Grupo México, Goldcorp, Arcelor Mittal México, Primero Mining Corporation y Pondercel son las empresas que más agua acaparan en el país
Más de 190 organizaciones basadas en América Latina, Europa y los Estados Unidos entregaron al primer ministro de Canadá una carta pública instando a que su gobierno promueva reformas legales y administrativas con el fin de regular más eficazmente la acción de empresas mineras canadienses en el mundo. El apoyo diplomático y financiero del estado canadiense a empresas mineras que cometen o toleran violaciones de derechos humanos en América Latina ha sido evidenciado por comités temáticos y relatorías especiales del Sistema Universal de Derechos Humanos (Naciones Unidas), así como en audiencias públicas llevadas a cabo por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En un encuentro en San Luis Acatlán recriminan el discurso en pro de la minería del gobernador Héctor Astudillo. Convocan a fortalecer sus estructuras para que las empresas transnacionales no destruyan los bosques y los expulsen de sus tierras. En la Montaña hay 46 concesiones entregadas, informan
Ciudad Ixtepec fue declarado como territorio libre de minería, por unos mil colonos y representantes de organizaciones campesinas, ganaderas, educativas, comisariados de bienes comunales, colectivos de jóvenes, artistas, promotores culturales y ecológicos -entre otros– del Istmo de Tehuantepec; esto debido a las afectaciones que representa la extracción de minerales a cielo abierto a gran escala (envenenamiento de las tierras, aguas y viento), que han sufrido otros pueblos.