A casi un mes de la explosión de la plataforma petrolera de la transnacional BP cerca de las costas de Lousiana, en el Golfo de México, tanto las autoridades del gobierno estadounidense, como la empresa dueña de la plataforma, aun no consiguen detener la fuga, que arroja al Océano Atlántico cinco mil barriles de petroleo crudo diariamente, haciendo de ésta la mayor catástrofe en la historia de la industria petrolera.
El impacto ambiental de este desastre es incuantificable y lamentablemente no alcanza una remediaciòn inmediata como lo han manejado en su momento la British Petroleum, quien opera en gran porcentaje las plataformas petroleras que se encuentran en la región del Golfo de México, plataformas pertenecientes a los Estados Unidos, donde la extracción de hidrocarburos es privada y manejada por corporaciones internacionales, así como del gobierno estadounidense que también ha intentado lavarse las manos responsabilizando sólo a la transnacional, intentando zafarse de la parte de responsabilidad que le toca. Con la mancha de crudo extendiéndose a las costas de Florida y entrando a la corriente del Golfo, el peligro ambiental toma dimensiones mucho más grandes que las actuales, llevando el problema a terrenos internacionales, complicando más la detención de la fuga y la remediaciòn del daño causado.
El riesgo que representa el crecimiento de la mancha de crudo al acercarse a las costas, así como su continuación en las zonas pelágicas, alcanza a más de cuatrocientas especies de peces, invertebrados y mamíferos marinos, sin embargo mientras más avanza a la costa, las aves entran en la zona de riesgo. Cabe mencionar que estudios recientes hablan de que la mancha en la superficie del mar sólo representa el diez por ciento del petroleo liberado ya que las condiciones de salinidad de los océanos, así como las corrientes marinas y sus cambios de temperatura ayudan a que éste se combine con otros elementos químicos formando nuevos compuestos, principalmente dioxinas o depositándose en el fondo del mar y/o evaporándose y llegando a la atmósfera como gas de efecto invernadero contribuyendo al calentamiento global que mantiene al planeta en el jaque climático actual.
Este desastre nos debe de llevar a reflexionar, no sólo de los peligros de la privatización de los recursos energéticos u otros recursos estratégicos para los países, ya que en contadas ocasiones ha quedado claro que la privatización es ineficaz y trae consigo mayores costos ambientales y sociales a nivel global y local. También nos debe de llevar a la reflexión sobre el uso de los combustibles fósiles como el principal motor de las actividades humanas, no sólo por los graves riesgos que representa, sino porque es una industria sucia y de alto impacto a los seres humanos y la naturaleza.
El riesgo del uso de los hidrocarburos como el principal motor de la matriz energética en el planeta, no solo se presenta como gas efecto invernadero razón por la cual en los últimos años se cuestionado su uso, sino por los altos costos ambientales y sociales que arroja, este modelo de producción-consumo. Dejar el crudo en el subsuelo no solo es una idea coherente y en congruencia con las problemáticas ambientales y sociales actuales, sino que nos permite recuperar la soberanía energética, rompiendo con el sistema de producción, los modelos de transporte y consumo impuestos por el modelo económico actual.
Llevar este problema a terrenos nacionales, donde la discusión por la privatización del petroleo, así como la inversión y exploración de aguas profundas, no solo ya no tiene cabida al mostrarse los riesgos que esto implica con hechos irrefutables, sino que implica cuestionar la dependencia nacional hacia los hidrocarburos y la poca investigación e implementación de proyectos energéticos limpios y descentralizados. La participación de la iniciativa privada tampoco es punto de discusión y se debe de encaminar hacia un modelo comunitario con soluciones reales, fuera de los alcances del mercado y de la valorización económica de los bienes comunes.
La búsqueda de alternativas limpias, sostenibles y sustentables debe de ser prioridad para la prevención de desastres como el ocurrido en la plataforma petrolera y para llevar una convivencia entre las actividades humanas y la naturaleza.
Marea Creciente México
Dialogo-Convención Climática de los Pueblos