“ES PARA LOS NIÑOS QUE VIENEN DEL FUTURO, NO PARA NOSOTROS”
crónica de Hermann Bellinghausen
Laguna Suyul, Chiapas
OJARASCA, La Jornada
Esta pequeña joya escondida de la naturaleza, a sólo 15 kilómetros de la ciudad de San Cristóbal de las Casas y sorprendentemente intacta, está a punto de recibir los beneficios del progreso… de otros. Pese a los flojos desmentidos del gobierno del estado, los pobladores de la región, indígenas en su totalidad, están convencidos de que por aquí se planea que pase la autopista San Cristóbal-Palenque, viejo sueño caxlán, pesadilla recurrente para las decenas de comunidades y ejidos aquí y en el resto del posible trayecto. Más allá de las edulcoradas promesas oficiales, saben bien lo que significaría para sus vidas y las de sus descendientes. Contra lo que reza el refrán, no necesitan perderlo para saber lo que tienen.
El 17 de septiembre se reunieron aquí más dos mil indígenas procedentes de más de 70 y tantas comunidades para manifestar su oposición a que la autopista pase por los territorios ancestrales de tsotsiles y tseltales, y para dar inicio formal a su resistencia colectiva. Se congregaron bajo la hospitalidad de La Candelaria, comunidad rural del municipio de San Cristóbal de las Casas, en los márgenes de la laguna y vecindad con San Juan Chamula, uno de los municipios que comparten las bondades del peculiar cuerpo de agua. En Suyul, lugar sagrado desde hace múltiples generaciones, los pueblos mayas de los Altos y la Zona Norte rindieron tributo a la Madre Tierra y declararon que impedirán el paso de la anunciada supervía, la cual destruiría irremisiblemente tan delicado enclave de la naturaleza.
Traducidos puntualmente al castellano, nuestra lingua franca, durante horas hablaron en sus lenguas representantes de decenas de comunidades de los municipios Zinacantán, Tenejapa, San Juan Chamula, Huixtán, Oxchuc, San Juan Cancuc, Chilón, Salto de Agua y San Cristóbal mismo. En cada caso, sospechosamente, saltaba la denuncia de que su presidente municipal “ya firmó acuerdo” para que el trazo de la autopista atraviese estos territorios.
Tras la intensa ceremonia y la exposición de sus resistencias, pobladores, autoridades tradicionales, ejidales y comunitarias emitieron la Declaración de la Laguna de Suyul, “palabra verdadera de los pueblos originarios de los Altos de Chiapas”: “Sabemos que los gobiernos municipal, estatal y federal están diciendo mentiras al pueblo. Están ofreciendo megaproyectos transnacionales que traen muerte, haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. ¿Cuál es el desarrollo para el pueblo? Creemos que sólo están viendo sus propios intereses. No queremos el desarrollo que nos trae pobreza, destruye nuestra cultura y no respeta los derechos de nuestra Madre Tierra”.
Reunidos en el Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio, en independencia de sus iglesias o grupos políticos, los indígenas advirtieron: “Defenderemos el medio ambiente, el tejido y las venas de la Madre Tierra: ríos, lagos, ojos de agua, montañas, árboles, cuevas, cerros. Defenderemos la vida de los animales”.
Llamaron a los líderes religiosos, tanto al obispo de San Cristóbal de las Casas como a los pastores de todas las iglesias (son bastantes) con seguidores en estos territorios, a que respalden la exigencia de los pueblos contra la autopista. Los asistentes anunciaron que impedirán divisiones por razones partidarias o de profesión religiosa. A los que apoyan a los pueblos afectados “y se han unido a la defensa de nuestras tierras y territorio, les pedimos que estén en alerta máxima de lo que pueda suceder”.
La reunión transcurrió en una monumental isla de bosques y helechos rodeada por la laguna de honda belleza, densa colonia de carrizos, aves acuáticas y anfibios alimentados por el agua cristalina que nace aquí mismo. Imagine por un momento el lector un Oxxo, un estacionamiento, una caseta de cobro, centenares de tráilers de doble remolque día y noche. El sitio sagrado, ofertan las autoridades, lo podrían aprovechar los pobladores con fines turísticos y “para vender sus productos”. Como si la brutalidad de la obra no fuera a aniquilar este notable ecosistema.
No todos han reaccionado. Por ejemplo Las Ollas, comunidad chamula muy cercana, que resultaría afectada, no acudió como tal pues su mayoría oficialista, siguiendo las indicaciones de sus caciques, ya se doblegó, chitón callando. También es sede de conocidos grupos criminales, aliados conspicuos de las avanzadas del progreso, en Chiapas como en Atenco, el Valle del Yaqui o donde quiera que al poder le urjan esos recursos desaprovechados en posesión de la indiada. Los planes son ambiciosos. Ya se apersonaron enviados de Coca-Cola a explorar el lugar con vivo interés. ¡Tanta agua buena!
Pero la laguna es también camino de los pueblos. La distancia les pertenece y a nadie más, y sólo así es de todos, y no al revés como trampea el gobierno. “No es para nosotros, sino para los niños que vienen del futuro”, dice un tseltal de San Jerónimo Bachajón. Allá, con sus 4 mil 600 ejidatarios y una extensión territorial considerable, por ahora no hay fisuras: nadie quiera la autopista. También hablan campesinos procedentes de San Martín Cruztón, donde el gobierno les negó los programas oficiales por oponerse a la vía; de Viniktón, en Tenejapa. Los de La Candelaria señalan: “Hay amenazas. Ven que los compañeros están unidos. Pero no nos vamos a dividir”.
Los ricos de Jovel, tan lejos de corazón pero con los colmillos tan cerca, visualizan aquí colonias residenciales, restoranes, gasolineras. El líder coleto, Mariano Díaz Ochoa, empresario de la construcción y la destrucción (decenas de cerros desaparecidos en San Cristóbal bajo su maquinaria lo demuestran), ex alcalde, actual subsecretario de Gobierno, es sólo uno de los muchos inversionistas seriamente interesados. Suyo será el search and destroy de avanzada; atrás vendrían nacionales y transacionales a repartirse las joyas. Suyul es sólo la primera. Más adentro estas montañas sólo guardan riquezas para sorprendernos. La alerta va en serio.
Dice la declaración: “La Madre Tierra es nuestro regalo milenario que de generación en generación nuestros abuelos y abuelas han cuidado y defendido. Ellos la protegieron. Ahora nos toca cuidarla y defenderla, si es necesario con nuestra propia vida. El medio ambiente, el tejido y las venas de la madre tierra, ríos, lagos, ojos de agua, montañas, árboles, cuevas, cerros. Defenderemos la vida de los animales, lugares sagrados, el ecosistema de la madre naturaleza y la vida del ser humano. La madre no se vende y no tiene precio”.
Los defensores de sus territorios, ahora resulta que tan codiciados por intereses ajenos y sumamente comerciales, advierten: “No permitiremos que sigan violando nuestros derechos. Exigimos que nos respeten conforme al Convenio 169 de la OIT y de la declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas”, que “defiende los derechos colectivos e individuales de los pueblos, especialmente a sus tierras, bienes, recursos vitales, territorios y recursos”.
Concientes de las acechanzas por la codicia de los ricos, denuncian que cuando el pueblo se organiza para defender sus derechos “el gobierno reprime, compra líderes, amenaza, asesina y desaparece a la gente”. En consecuencia, “desde este momento hacemos responsable a los gobiernos municipal, estatal y federal de lo que nos pueda pasar por defender nuestra vida, por cuidarla y por conservar la fuente de nuestros alimentos y de nuestra vida”