Artículo publicado en Radio Progreso de Honduras – A marzo 2019 >>Escucha el audio aquí<<
Todo mundo lo sabía. La decisión política de los altos empresarios en asocio con los políticos era neutralizar a los defensores ambientales y de derechos humanos, desarticular a las organizaciones del Aguán, y disuadir así a todas las comunidades y sus líderes a no seguir defendiendo sus bienes naturales y derechos humanos.
Sin embargo, después de días y noches de tensiones, presiones, angustias, incertidumbres, amenazas y luchas legales, la verdad y la justicia triunfaron. Y este triunfo deja varias lecciones que aquí recogemos como cosechas porque el camino es largo.
Una primera lección: los triunfos son posibles si existen hombres y mujeres con fe profunda en lo que hacen, que no se venden y mantienen su entereza ética, humana, política, organizativa y espiritual. Este talante humano es el que existe en los Hermanos y Hermana que fueron requeridos y enjuiciados por el sistema de justicia.
Una segunda lección: la fuerza de las organizaciones sociales, comunitarias, eclesiales y de base que están detrás y de las que forman parte los Hermanos y Hermana que fueron liberados después de la amenaza de ser encarcelados. La organización es la fuerza.
Una tercera lección: apoyo y presencia de organizaciones ambientales, de derechos humanos, feministas, juveniles, eclesiales, campesinas, indígenas y negra que hicieron suya la lucha por la liberación de los imputados hasta convertir el caso de Guapinol en una lucha nacional. Horas, días y noches; hambreadas y desveladas las que soportaron con estoicismo centenares de personas de diversas zonas de todo el país, todas en pie de testimonio en defensa y apoyo a los compañeros de Guapinol.
Una cuarta lección: el profesionalismo, compromiso y entrega del cuerpo de abogados quienes, convencidos de la inocencia de sus representados, dedicaron toda su capacidad en la defensa de la justicia, sin importar el agotamiento y el costo de arriesgar sus profesiones sin esperar altos honorarios y arriesgando privilegios y empleos frente a instituciones situadas al servicio de los poderes establecidos.
Una quinta lección: la solidaridad internacional, que se expresó no solo con cartas y comunicados, sino con el respaldo presencial, tanto dentro de las audiencias como en las afueras del edificio de los juzgados. Grandes mujeres y hombres universales en su compromiso.
Una sexta lección: la realización de una presión mediática alternativa al silencio de los medios corporativos. Se tejió una red de comunicación a través de las radios populares alternativas, las redes sociales y la divulgación internacional con mensajes, informaciones y análisis permanentes que finalmente rompieron el cerco mediático. Y finalmente, una séptima lección: nadar contra la corriente, incluso contra la violencia de los fuertes, y mantener la fe en el triunfo de la verdad y la justicia frente a una institucionalidad organizada para proteger corruptos y extractivistas, ha logrado que de nuevo David haya vencido a Goliat, y experimentar que “solo cuando los pobres creen en los pobres” logran triunfar.
El muro de los fuertes no es inexpugnable. Recojamos estas lecciones para continuar la lucha hasta derribar con todo el muro.
Foto: Guapinol (Crédito: Contra Corriente)
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