De lo internacional, pasando por el nivel estatal hasta lo local, se manifiestan rechazos al actual modelo comercial y privatizador. El hambre del capital persigue ahora hasta los delincuentes una vez que se comienza a discutir en la opinión pública y autoridades federales y estatales, las posibilidades de privatizar las cárceles del país, donde las empresas puedan llevar sus procesos de productivos al interior, pagando sueldos de hambre, sin prestaciones sociales.
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