Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Colombia
Bogotá D. C., abr. 01 de 2014 – Agencia de Noticias UN- El agricultor familiar ha demostrado ser más eficiente con el trabajo de la tierra que los dueños de grandes extensiones destinadas a actividades de ganadería extensiva.
Así lo afirma el experto en estudios ambientales y rurales Jaime Forero, quien estuvo de visita en la Universidad Nacional de Colombia, en la pasada sesión de la Cátedra Manuel Ancízar.
Los temas en esta ocasión fueron la estructura agraria, la tenencia de la tierra y la ley de restitución. El académico sostuvo que a partir de estudios realizados por su equipo de trabajo, se determinó que era mejor negocio para el agricultor familiar trabajar en su finca, ya que en su terreno se remunera su propia mano de obra y su trabajo, por encima de una eventual labor por un jornal.
En ocasiones puede ganarse lo de cinco jornales, mientras que laborando por fuera se obtendría un jornal y medio, añade el investigador, director del Doctorado en Estudios Ambientales y Rurales de la Universidad Javeriana.
De acuerdo con Forero, mientras una hectárea de ganadería extensiva no genera un excedente de más de 250 mil pesos, en una hectárea agrícola el campesino alcanzaría más de un millón y medio de pesos, o incluso puede oscilar entre tres y cinco millones anuales.
“El problema radica en que el pequeño productor no tiene suficiente tierra para aprovechar. Es un trabajador eficiente, pero no accede de la mejor forma a recursos, tierra, capital, crédito y tecnologías apropiadas. Además, la mayor parte de la tierra está apropiada y es improductiva”, señala.
Y agrega: “Al tener muy poco terreno, no puede aplicar completamente su experticia acumulada por años para adaptarse productiva, ecológica y económicamente a un mercado en el que juega un protagonismo fundamental para el abastecimiento de todo tipo de alimentos”.
Mientras los campesinos trabajan en pequeñas plantaciones, el negocio más grande está en acaparar la tierra en diversos frentes, como la ganadería extensiva y la especulación inmobiliaria de los terrenos.
“Si se tienen 20 mil hectáreas con 15 mil animales y se multiplica 20 mil por 250 mil pesos por año, manejando eso con 20 o menos jornaleros. El resultado es un negocio interesante”, cuenta el experto Jaime Forero.
Y señala: “En la especulación financiera e inmobiliaria, se compra una tierra en 1.550 millones de pesos y en 5 años puede costar tres o cuatro veces más”.
Otro docente que intervino en esta sesión de la cátedra fue el profesor Gonzalo Téllez, quien habló de las políticas agrarias de los últimos 20 años, específicamente la Ley 160 de 1994.
Según esta normativa, la responsabilidad de la tierra no sería del Estado, sino de lo que dicta el mercado, de manera que los dueños de los terrenos y el campesinado deberían ser los que lleguen a acuerdos sobre el precio de esta.
“Como bien se sabe, esto no ha solucionado el problema agrario, lo que se demuestra con el paro del año pasado. No se han superado los problemas de esta población, de los indígenas y la comunidad afro”, sostiene el profesor Téllez.
Y concluye: “Uno lo que ve es que la política pública no ha logrado modificar la conducta de quienes poseen la tierra, no lo ha hecho ni desde una acción del Estado que amenaza con expropiarlas si no son productivas, ni desde una política pública más incentivadora”.