EL ESCARAMUJO año 7 Número 36
EL MOVIMIENTO SOCIAL
Y sus conflictos… del 9 al 18
(Cuarta Parte)
Gustavo Castro Soto
Otros Mundos, A.C.
18 de abril de 2013; San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México.
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(EXTRACTO)
Ahora abordaremos los conflictos de movimiento social que tienen que ver con la transición, la violencia, la legalidad versus legitimidad; con los gobiernos y partidos de izquierda y derecha; con los grupos armados, la estrategia, la representatividad y el financiamiento.
9) El Movimiento Social y la Transición.
Tarde o temprano se impone la necesidad de reflexionar al seno del movimiento social sobre el proceso de transición necesario para caminar hacia un alter-natos. El cómo y los tiempos. No se trata que de un día a otro se termine de sistema capitalista por arte de magia. Para ello se requiere un proceso de transición en esta crisis sistémica, tema que abordaremos desde otras perspectivas del conflicto.
El reto se instala sobre el contenido de un proyecto nacional de transición y la forma de implementarlo, los tiempos necesarios, las estrategias conducentes y el diseño de ese modelo de transición. Porque despojarse del sistema capitalista que se lleva dentro y fuera implica un proceso que camine hacia el horizonte que se desea construir. Desde lo local y desde lo estructural. Por eso no sólo en términos culturales, ideológicos, políticos, económicos, patriarcales, estructurales, etc., sino de praxis propia, de visión, de consumo, entre otros elementos.
Este debate está presente en torno a los nuevos gobiernos de “izquierda”. Mientras unos desearían que Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, entre otros, sufrieran una mutación socio-política inmediata a otro sistema una vez ganadas las elecciones; otros consideran que ya mutaron mágicamente pese a la implementación de las mismas políticas extractivistas y capitalistas. Para otros son gobiernos de transición pero con un cuestionamiento clave: ¿cuánto tiempo darles para marcar nuevas realidades anti sistémicas y no meros paliativos populistas? Mientras una corriente desea que un nuevo gobierno marque una profunda transición tan acelerada de tal modo que sea radicalmente distinto al término de su administración, otros piden comprensión, otros dicen que es más de lo mismo; y el nuevo gobierno pide más tiempo, más reelecciones para consolidar el cambio.
10) El Movimiento Social y la violencia.
La clase política, las corporaciones y el gran capital siempre llegan a un punto en que responden con criminalización y violencia al movimiento social que se opone a sus intereses. No solo con violencia mediática, estructural1, psicológica, institucional o política, sino con violencia física legalizada, como el uso de la militarización o de las fuerzas policíacas. Pero también de forma ilegal por medio de la creación de escuadrones de la muerte, de grupos paramilitares, grupos de choque o mercenarios. El saldo de esta violencia conlleva presos, asesinatos, heridos, desparecidos, desplazados y despojados.
Cuando todas las vías del Estado de Derecho se han agotado y la respuesta de quienes ostentan el poder económico, político, mediático, militar y “legal” es con violencia, el movimiento social se cuestiona si debe responde a esta violencia con más violencia. Se cuestiona si ello es justificable y legítimo. De ser así, ¿hasta dónde?, ¿cuál es el límite? Hay una corriente que aboga por el paradigma de la paz, la desobediencia civil, la reconciliación, el escrache (también criminalizado como en España), la resolución positiva de conflictos o el pacifismo, haciendo uso de diversos paradigmas como Gandhi, Martin Luther King, entre otros.
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11) El Movimiento Social y su Legalidad-Legitimidad.
En la lucha del movimiento social se intenta de todo dentro de los márgenes de la ley: demandas, amparos, elecciones, diálogos, negociaciones, y demás acciones en el marco del Estado de Derecho. Pero en este escenario político llega un momento en que se hace patente que la clase política y los intereses de las corporaciones no pretenden ceder un ápice a la implementación de su proyecto e intereses que los han convertido en leyes e instituciones del Estado, convirtiendo este escenario en su propia cancha y a su medida. Y este es otra perspectiva del conflicto de la violencia.
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12) El Movimiento Social y los Gobiernos de “Izquierda”.
Aquí nos encontramos con cuatro tipos de gobiernos de “izquierda”. Por un lado está la “izquierda” política-social que ha logrado llegar al gobierno por medio de las urnas como se ha caracterizado en algún momento en Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay o Brasil, entre otros. Ciertamente hay mucho qué decir sobre estos gobiernos de “izquierda” y sus valoraciones tienen muchos matices, pero tomemos el discurso no solo de la izquierda, sino también del gran capital que así les teme por afectar aunque sea tantito a algunos de sus intereses. Hay otro gobierno de izquierda que ha llegado al poder por la vía armada del movimiento guerrillero, como en el caso de Cuba. Hay un tercer gobierno de “izquierda” caracterizado por las guerrillas que se convirtieron al fin en partido político, por medio de acuerdos de paz y negociación, al no alcanzar por la vía armada sus objetivos, como en el caso de Guatemala, El Salvador o Nicaragua. Un cuarto tipo son los gobiernos de izquierda conducidos por militares como el caso de Venezuela, Argentina o México con el General Lázaro Cárdenas décadas atrás.
En fin, aunque tienen fuertes matices y diferencias todas estas caracterizaciones, el conflicto estriba en muchos niveles. ¿Hasta dónde el movimiento social da un cheque en blanco al nuevo gobierno de izquierda? Para una corriente es necesario que los movimientos sociales sean más críticos a su gobierno. Para otros esta criticidad conlleva hacerle el caldo gordo a la derecha y en el peor de los casos traición al proceso revolucionario o de cambio. En esta última argumentación se aprovechan los funcionarios y gobiernos de izquierda para violar principios éticos, morales y políticos.
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13) El Movimiento Social y los Gobiernos de Derecha.
En muchas ocasiones los gobiernos de derecha pretenden entablar una relación o contacto con el movimiento social, o al menos aparentan tener la intención, para poder controlarlo, cooptarlo y contenerlo. Nombran a un personaje, montan una secretaría o despacho de vinculación o generan escenarios donde la sociedad civil se sienta representada y escuchada. La situación se pone peor cuando se junta el hambre con la necesidad. Esto es, cuando el movimiento social, o una parte o corriente de ella desea y busca intencionadamente esta interlocución, ya sea por estrategia, por necesidad, por hipnosis del poder, por intereses, por fascinación o por una especia de Síndrome de Estocolmo sistémico.1
Pero inmediatamente surgen las dudas, las sospechas de las intenciones, las valoraciones sobre la pertinencia política, y peor aún: ¿quién va?, ¿quiénes son los que representan al movimiento social? Se teme que algún sector aproveche el protagonismo para visibilizarse políticamente, capitalizar relaciones, y que esta “representatividad” le genere réditos, créditos, recursos, o mayor capacidad política para exigir otras demandas sectoriales. También se teme que la representatividad no hable por todos.
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14) El Movimiento Social y los grupos armados.
Algunos movimientos sociales han marcado su frontera con las guerrillas o diversas expresiones de grupos armados y rechazan por principio la vía armada para la transformación. Otros, aunque puedan simpatizar, mantienen su distancia. Otros buscan lazos y puentes. Otros esperan que los grupos armados sigan y apoyen la agenda del movimiento social. Aunque también hay grupos guerrilleros que pretenden guiar, orientar, conducir y definir las estrategias del movimiento social.
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15) El Movimiento Social y los Partidos Políticos.
Este conflicto llega cuando se acerca algún proceso electoral porque pasando éste, el partido político olvida sus promesas de campaña y sus vinculaciones con los movimientos sociales y voltea para arriba, para el poder, para el sistema. Lamentablemente los procesos electorales siguen siendo en gran medida el escenario privilegiado de disputa de los proyectos políticos. Antes, durante y después de los procesos electorales las tensiones suben, las diferencias de evidencian más y se agudizan, y las divisiones se profundizan. Muchas actividades y agendas del movimiento social se paralizan o se suspenden para no “partidizarlas”. Todo se detiene por un rato mientras pasa el tsunami electoral.
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16) El Movimiento Social y la Estrategia.
Se habla todo el tiempo de “estrategias” en las redes, en los movimientos y en cualquier espacio político, pero se cree que se entiende lo que significa, o se supone que todos entienden los mismo por este concepto. Y no es así. Y tampoco es cosa menor ya que es origen de muchos desencuentros y falta de consensos.
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17) El Movimiento Social y su Representatividad.
Es otra perspectiva y complemento del conflicto de la relación con los gobiernos. Tarde o temprano el movimiento social se plantea la interlocución con diversos escenarios y actores políticos según la coyuntura y su estrategia política. Y si deciden la interlocución con la iglesia, el gobierno, los medios de comunicación, los empresarios, en escenarios multilaterales, en algún foro o encuentro, la pregunta es: ¿vamos? Y luego, ¿quién representará al movimiento? Este es un punto nodal cuya conflictividad logra romper la unidad del movimiento social.
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18) El Movimiento Social y su Financiamiento.
Siempre surge la necesidad de conseguir recursos económicos para financiar las acciones de resistencia del movimiento social. Y es el momento en que el gobierno y las empresas buscan incidir para comprar voluntades, líderes, procesos y movimientos sociales. Despliegan presupuestos, apoyos a proyectos o fundaciones para generar relaciones clientelares. Otros gobiernos han enviado a sus delegados camuflados en el movimiento social para incidir en la representación de éste en diversos escenarios nacionales o internacionales, o en los foros del movimiento social. También se corre el riesgo de seguir la agenda social, política o ambiental de las financiadoras que pretenden no sólo ser financiadoras, sino actores políticos que, al tener en sus manos los recursos, pretenden imponer sus estrategias. ¿Cómo mantener la autonomía del movimiento social?
Continuará…
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