EL MITO DE LAS MICRO HIDROELÉCTRICAS

(El caso panameño…)

Los últimos diez años han estado marcados por movilizaciones y protestas contra las grandes represas. A partir del año 2000, especialmente en América Latina y con gran auge en Mesoamérica, los movimientos han conformado redes y fuertes resistencias contra estos mega proyectos. Muchas represas se han detenido gracias a la resistencia y la movilización social desde Panamá hasta México.
La resistencia logró cuestionar el discurso de que las grandes represas son igual a desarrollo. Los gobiernos, las empresas constructoras y la banca multilateral cambiaron entonces la estrategia con el impulso de la construcción de micro hidroeléctricas bajo el argumento de que tienen menor impacto. Pero más aún, que son energía limpia. Con ello lograron acceder a mejores financiamientos justificando las micro hidroeléctricas como Mecanismos de
Desarrollo Limpio (MDL) en el marco del Protocolo de Kyoto, y que actualmente en Centroamérica rebasan los 50 proyectos mientras que en México no pasan todavía de diez.
La banca multilateral de supuesto desarrollo como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), se dieron a la tarea de otorgar recursos blandos a las empresas que, gracias a ellas, supuestamente se proporciona desarrollo sin generar calentamiento global. Por si fuera poco, los gobiernos ofrecen incentivos fiscales por generar “energía limpia” como la exoneración en el pago de tarifas de transmisión, la eliminación de los impuestos de importación de equipos y otros incentivos fiscales.

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