Razones y raíces
Álvaro Mena, en OJARASCA
“Hacemos la feria de semillas nativas para que un día ya no tengamos que hacer la feria de semillas”, dijo un compañero en una de las primeras reuniones de lo que hoy es Ka Kuxtal Much Meyaj Asociación Civil, organizadora de la fiesta de semillas nativas en Hopelchén, Campeche, y que este año será celebrada en la comunidad de Dzibalchén, el 11 de mayo.
La aseveración de este compañero pareciera una contradicción, pero es el sentido profundo que motiva este evento anual, pues el objetivo es hacer llegar a los campesinos la diversidad de semillas que conforman la milpa para la siembra del presente ciclo agrícola, es decir, revitalizar las milpas de las comunidades mayas. Cuando las comunidades fortalezcan sus milpas, cuando las familias mayas sean poseedoras de sus propias semillas, ese día ya no tendrán sentido las ferias de semillas. En Hopelchén este paso ya se comienza a andar, pues aquí no se trata ya de ofertar las semillas en una feria, sino de festejar la vida de la comunidad, la milpa y las semillas en una fiesta, es por eso que aquí se le llama Fiesta de las Semillas Nativas, en donde lo que convoca son las semillas, pero lo importante es la relación comunitaria con el maíz, sustento de nuestra vida.
Las ferias y fiesta de semillas se llevarán a cabo en los tres estados de la península de Yucatán, donde el pueblo maya andamos nuestros pasos, en los meses de abril y mayo, víspera de las siembras de este ciclo agrícola. Estos encuentros son no sólo espacio de intercambio y acceso a las semillas de la milpa, sino encuentros donde se comparte la realidad de las distintas regiones y los modos de resistencia del pueblo en el modo más sutil y trascendental que tenemos como pueblo: la milpa. La resistencia desde la siembra de semillas propias, con técnicas en las que los abuelos son los mejores asesores. La resistencia desde el manejo del tiempo, el clima y el espacio. La milpa, la que nos asegura que permaneceremos como pueblo si no olvidamos que lo más importante no es el precio del maíz, sino lo que significa para nosotros los que somos mayas la resistencia de seguir siendo pueblo.
Estos eventos son la antesala de la rebeldía a un sistema agroalimentario que busca imponer sus técnicas de producción industrial, sus semillas patentadas, sus fertilizantes y herbicidas químicos, su modo de extracción del agua, su falta de respeto por el suelo, la piel de la madre tierra. Después de estar en la fiesta de las semillas los campesinos regresan a sus comunidades y en abierta rebeldía a ese sistema, siembran sus semillas propias, con sus técnicas propias y su sabiduría heredada. En este sentido, las Fiestas de la Semillas Nativas se convierten en demostración pública de una posición política, de abajo, anticapitalista, antisistémica.
Por otra parte, estos encuentros también son para recordar la importancia de la relación de respeto con Dios Papá-Mamá, para hacer práctica y compromiso con las ceremonias que cobijan a la milpa, las ceremonias que son la relación de respeto con lo que nos rodea, un respeto recíproco, si respetamos seremos respetados, un respeto que es comunidad, en donde la naturaleza es también parte de esta comunidad. En estas ferias y fiesta de las semillas regresamos a la parte más profunda de nuestro corazón rebelde, en el que después de más 520 años seguimos realizando las ceremonias por las que los invasores nos persiguieron tanto y en algunos casos lo siguen haciendo. Aquí la ceremonia maya no es protocolo, es vivencia.
Al inicio de las fiestas de semillas se realiza la ceremonia para pedir a los cuatro puntos cardinales que éstas cumplan con su función de generar vida. Al mismo tiempo, es un compromiso de que se le darán los cuidados necesarios para que así sea y como cada ciclo que se inicia hay que cerr arlo, esta ceremonia nos lleva al cha’achak para pedir la lluvia, al sakab para pedir permisos y por ultimo al uajicool para agradecer por las cosechas: un ciclo de convivencia con la comunidad y con el creador. Se recuerda en este evento la importancia de no alejarnos de nuestra espiritualidad maya, de mantener viva la relación de respeto con el creador.
Cuando se intercambia una semilla, no sólo se intercambia el grano, sino que con ella va un pedacito de la vida del campesino que la cultivó, pues con ella se lleva la sabiduría sobre cuándo se siembra, en qué tipo de suelo, si requiere mucha o poca lluvia, si hay que poner la semilla en una posición particular o bien si para sembrarla tiene algún “secreto”, ésos que sólo se dicen a quien se tiene certeza de que sembrará la semilla; es también un intercambio técnico, productivo. Al final es la comida y si la hay suficiente, hay vida en abundancia.
La resistencia como posición política, la vivencia de la espiritualidad y la sabiduría de la producción, son las tres piedras que avivan el fuego en los corazones de quienes organizan la Fiesta de Semillas Nativas en Hopelchén. Estas tres piedras sostienen el comal para hacer las tortillas de vida como pueblo. Debemos, a tiempo, recordar estas raíces, para que nuestros ojos miren otra vez que no tenemos por qué ponerle precio a algo que pertenece a todos, que no podemos poner precio cuando lo importante es mantener la vida de la milpa, porque la vida del pueblo no tiene precio, mucho menos cuando los que tenemos que pagar somos nosotros mismos.
Álvaro Mena es activista maya de Hopelchén, Campeche, y uno de los 24 fundadores de 9 comunidades de la organización Ka Kuxtal Much Meyaj.