Por sus impactos en el entorno de las comunidades de los países en desarrollo, la construcción de grandes presas de agua ha aglutinado una amplia gama de opositores. Sus acciones ya han detenido varios proyectos concebidos principalmente con fines de lucrar con los recursos naturales. El mensaje es claro: Habrá más resistencia en el futuro si las instituciones financieras internacionales y los inversionistas en estas obras de infraestructura sigan por la vía
privatizadora y no respectan a la voluntad de los pueblos involucrados. América Latina juega un papel clave en hacer llegar el mensaje
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