Agricultura Campesina para la Soberanía Alimentaria

Alainet

Contenido:
VI Congreso CLOC-VC

Para garantizar el derecho a la alimentación
Osvaldo León

Los desafíos de la reforma agraria integral y popular
Marina dos Santos

Campesinado y proyectos para la agricultura
Valter Israel da Silva

El Año Internacional de la Agricultura Familiar y las perspectivas
Secretaria Operativa de la CLOC – Vía Campesina

Para garantizar la Soberanía Alimentaria:
Una declaración de los Derechos Campesinos
Diego Montón

Camino al socialismo:
Integración de los pueblos-Integración regional
Edgardo García
 
La agroecología: puntal de la soberanía alimentaria
Rilma Román y Marlen Sánchez
 
Migración y juventudes campesinas, indígenas y afrodescendientes
Sayra Ticay y Gonzalo Galván

Mujeres del campo afirman liderazgos
ALAI

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La agroecología es la solución al hambre y al cambio climático

En este análisis para IPS, Kirtana Chandrasekaran y Martín Drago, coordinadores de programa de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra Internacional, destacan que la agroecología campesina es la única solución a los enormes desafíos causados por el hambre y el cambio climático. Acabar con el hambre en el mundo sería alcanzable con una transformación fundamental del sistema agroalimentario mundial: un cambio radical de la agricultura industrial a la agroecología para la soberanía alimentaria, subrayan.

Análisis de Kirtana Chandrasekaran y Martín Drago
IPS Agencia de Noticias

Científicos especializados en cambio climático emitieron el 2 de noviembre su más reciente advertencia de que la crisis climática está empeorando rápidamente en varios aspectos. Prevén que el cambio climático afecte la productividad agrícola, cuya  consecuencia será la afectación de la seguridad y soberanía alimentaria de muchos países. 

¿Adoptarán nuestros gobiernos las medidas urgentes y necesarias para abordar estas crisis? Tienen una oportunidad en la próxima ronda de negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizará en Lima, del 1 al 12 de diciembre.

Los campesinos y campesinas como el salvadoreño Adolfo son los principales productores de alimentos hoy en día. Necesitamos de ellos, y no de la producción industrial, para alimentar al planeta en el contexto del cambio climático y de la degradación generalizada de los recursos naturales.

En nuestro planeta, 805 millones de personas padecen hambre crónica y el sobrepeso y la obesidad afecta a más de 2.000 millones de personas; 65 por ciento de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad matan más personas que la desnutrición.

Quienes padecen hambre son principalmente las personas pobres de las zonas rurales en los países en desarrollo, fundamentalmente productores a pequeña escala de África y Asia. Casi una de cada nueve personas se va a dormir con hambre cada noche.

No es el caso de Adolfo y su familia, a pesar de vivir en una zona que fue devastada por los efectos del cambio climático y las inundaciones, el Valle Lempa en El Salvador. Él  conoce por experiencia propia que la diversidad agrícola y la conservación en manos campesinas de las semillas tradicionales son fundamentales para el sustento de los productores a pequeña escala.

La enorme mayoría de los gobiernos de todo el mundo han ignorado a los productores a pequeña escala durante décadas, sumiendo a millones de ellos en la pobreza. Sin embargo,  ellos y ellas siguen siendo quienes producen la mayor parte de los alimentos del mundo, utilizando variedades tradicionales de semillas y sin recurrir a insumos industriales.

En África, los campesinos y campesinas cultivan prácticamente todos los alimentos que se consumen a nivel local. En América Latina, 60 por ciento de la producción, incluida la carne, proviene de pequeñas fincas familiares. En Asia, centro mundial de la producción de arroz, prácticamente todo el arroz se cultiva en granjas de menos de dos hectáreas.

Aun así, el agronegocio y algunos gobiernos promueven fuertemente la agricultura industrial (basada en monocultivos, semillas híbridas y plaguicidas y fertilizantes químicos) como la mejor forma de alimentar al planeta.

Además, la agricultura industrial es una de las mayores contribuyentes al cambio climático, debido a su alto consumo de combustibles fósiles, pesticidas y fertilizantes y a sus impactos sobre suelos, aguas y biodiversidad. Existe suficiente evidencia de que está destruyendo los recursos de los que dependemos para producir nuestros alimentos.

Pero los promotores de la agricultura industrial hacen caso omiso de sus impactos ambientales.

Sabiendo el gran reto que representa el cambio climático, ya que podría reducir considerablemente la productividad agrícola, especialmente en los países en desarrollo, otros son los caminos que se deberían fomentar.

Por otro lado, los defensores de la agricultura industrial la justifican señalando que debido a la creciente población mundial se necesitarán producir más alimentos y para ello es necesario aumentar los rendimientos. Pero sabemos que producir más alimentos y aumentar el rendimiento no son los únicos retos. De hecho, ya producimos suficientes alimentos para alimentar a nuestra población actual y futura.

El problema no es la falta de alimentos, sino su distribución desigual. El acceso a los alimentos está definido por la riqueza y el lucro, en lugar de la necesidad. Se promueve el libre comercio por encima del derecho a la alimentación.

Como consecuencia de ello, la mitad de los granos del mundo se utilizan para alimentar a animales criados en establecimientos industriales y una proporción importante de cultivos básicos en la alimentación se convierten en agrocombustibles para alimentar autos. Así, las personas hambrientas se quedan sin alimentos para dárselos a los consumidores ricos.

Para erradicar el hambre es imprescindible aumentar los ingresos de los sectores empobrecidos y contribuir a que los productores y productoras de alimentos a pequeña escala puedan mantener sus modos de vida, para alimentarse y alimentar al mundo de forma sustentable.

Pero la salida estructural al hambre y la pobreza se encontrará construyendo la soberanía alimentaria de los pueblos. Es decir, “el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo”, resume la Declaración de Nyéléni con que concluyó el Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria, realizado en Malí en 2007.

Para ello, es imprescindible: que el control de los sistemas y políticas agroalimentarias recaiga en aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos, en lugar de en los mercados y las corporaciones; priorizar las economías y los mercados locales y nacionales; fomentar la sostenibilidad ambiental, social y económica de la producción, la distribución y el consumo; y garantizar el derecho de los productores de alimentos al acceso y la gestión de la tierra, las aguas, las semillas y la biodiversidad en general.

“La Soberanía Alimentaría supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones”, destaca también la Declaración de Nyéléni.

La soberanía alimentaria incluye el derecho a la seguridad alimentaria. Pero un país que se centra solamente en lograr la seguridad alimentaria no distingue de dónde provienen los alimentos ni las condiciones en las que se producen y distribuyen.

Los objetivos nacionales de seguridad alimentaria a menudo se logran mediante la producción de alimentos en condiciones de destrucción del medio ambiente y de explotación social que destruyen a los productores locales de alimentos, mientras benefician a las empresas del agronegocio.

En los últimos años, varios organismos de las Naciones Unidas han reconocido que la agroecología es la forma más eficaz para combatir las crisis alimentaria, ambiental y de pobreza. Un análisis de la agroecología, realizado en 2011, evidenció que tiene el potencial de duplicar la producción de alimentos en 10 años.

Hasta una fracción de dicha ganancia puede disminuir considerablemente el hambre en el mundo. Las pruebas son claras, pero cambiar el sistema agroalimentario mundial es difícil.

Para hacer frente a este desafío surgió el movimiento por la “soberanía alimentaria”; que cuenta con el respaldo de más de 300 millones de mujeres y hombres, productores de alimentos a pequeña escala, consumidores y activistas por la justicia ambiental y los derechos humanos, entre otros.

El poder de las empresas de semillas y plaguicidas como Monsanto y Syngenta, de supermercados gigantes como Wal-Mart y de empresas productoras de granos como Cargill ha crecido tanto que ejercen mucha influencia en las políticas agroalimentarias nacionales y globales. Esto asegura que el agronegocio reciba miles de millones de dólares en subvenciones y apoyo normativo.

Acabar con el hambre en el mundo está a nuestro alcance, pero se necesita una transformación fundamental del sistema agroalimentario mundial: un cambio radical de la agricultura industrial a la agroecología para la soberanía alimentaria.

Esta transformación sin duda tendría repercusiones muy positivas en la crisis climática: menos agricultura industrial y más producción agroecológica equivalen a menos emisiones de carbono, algo fundamental para protegernos del cambio climático.

Adolfo y millones de productores y productoras como él están en la primera línea de esta transformación y los líderes mundiales deben brindarles mucho más apoyo -a nivel de la ONU, así como en el plano nacional y local- si se proponen seriamente solucionar las crisis climática y alimentaria.

Kirtana Chandrasekaran y Martin Drago coordinan el programa de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra Internacional.

Fiesta de las semillas nativas en Campeche

Razones y raíces

Álvaro Mena, en OJARASCA

“Hacemos la feria de semillas nativas para que un día ya no tengamos que hacer la feria de semillas”, dijo un compañero en una de las primeras reuniones de lo que hoy es Ka Kuxtal Much Meyaj Asociación Civil, organizadora de la fiesta de semillas nativas en Hopelchén, Campeche, y que este año será celebrada en la comunidad de Dzibalchén, el 11 de mayo.

La aseveración de este compañero pareciera una contradicción, pero es el sentido profundo que motiva este evento anual, pues el objetivo es hacer llegar a los campesinos la diversidad de semillas que conforman la milpa para la siembra del presente ciclo agrícola, es decir, revitalizar las milpas de las comunidades mayas. Cuando las comunidades fortalezcan sus milpas, cuando las familias mayas sean poseedoras de sus propias semillas, ese día ya no tendrán sentido las ferias de semillas. En Hopelchén este paso ya se comienza a andar, pues aquí no se trata ya de ofertar las semillas en una feria, sino de festejar la vida de la comunidad, la milpa y las semillas en una fiesta, es por eso que aquí se le llama Fiesta de las Semillas Nativas, en donde lo que convoca son las semillas, pero lo importante es la relación comunitaria con el maíz, sustento de nuestra vida.

Las ferias y fiesta de semillas se llevarán a cabo en los tres estados de la península de Yucatán, donde el pueblo maya andamos nuestros pasos, en los meses de abril y mayo, víspera de las siembras de este ciclo agrícola. Estos encuentros son no sólo espacio de intercambio y acceso a las semillas de la milpa, sino encuentros donde se comparte la realidad de las distintas regiones y los modos de resistencia del pueblo en el modo más sutil y trascendental que tenemos como pueblo: la milpa. La resistencia desde la siembra de semillas propias, con técnicas en las que los abuelos son los mejores asesores. La resistencia desde el manejo del tiempo, el clima y el espacio. La milpa, la que nos asegura que permaneceremos como pueblo si no olvidamos que lo más importante no es el precio del maíz, sino lo que significa para nosotros los que somos mayas la resistencia de seguir siendo pueblo.

Estos eventos son la antesala de la rebeldía a un sistema agroalimentario que busca imponer sus  técnicas de producción industrial, sus semillas patentadas, sus fertilizantes y herbicidas químicos, su modo de extracción del agua, su falta de respeto por el suelo, la piel de la madre tierra. Después de estar en la fiesta de las semillas los campesinos regresan a sus comunidades y en abierta rebeldía a ese sistema, siembran sus semillas propias, con sus técnicas propias y su sabiduría heredada. En este sentido, las Fiestas de la Semillas Nativas se convierten en demostración pública de una posición política, de abajo, anticapitalista, antisistémica.

Por otra parte, estos encuentros también son para recordar la importancia de la relación de respeto con Dios Papá-Mamá, para hacer práctica y compromiso con las ceremonias que cobijan a la milpa, las ceremonias que son la relación de respeto con lo que nos rodea, un respeto recíproco, si respetamos seremos respetados, un respeto que es comunidad, en donde la naturaleza es también parte de esta comunidad. En estas ferias y fiesta de las semillas regresamos a la parte más profunda de nuestro corazón rebelde, en el que después de más 520 años seguimos realizando las ceremonias por las que los invasores nos persiguieron tanto y en algunos casos lo siguen haciendo. Aquí la ceremonia maya no es protocolo, es vivencia.

Al inicio de las fiestas de semillas se realiza la ceremonia para pedir a los cuatro puntos cardinales que éstas cumplan con su función de generar vida. Al mismo tiempo, es un compromiso de que se le darán los cuidados necesarios para que así sea y como cada ciclo que se inicia hay que cerr arlo, esta ceremonia nos lleva al cha’achak para pedir la lluvia, al sakab para pedir permisos y por ultimo al uajicool para agradecer por las cosechas: un ciclo de convivencia con la comunidad y con el creador. Se recuerda en este evento la importancia de no alejarnos de nuestra espiritualidad maya, de mantener viva la relación de respeto con el creador.

Cuando se intercambia una semilla, no sólo se intercambia el grano, sino que con ella va un pedacito de la vida del campesino que la cultivó, pues con ella se lleva la sabiduría sobre cuándo se siembra, en qué tipo de suelo, si requiere mucha o poca lluvia, si hay que poner la semilla en una posición particular o bien si para sembrarla tiene algún “secreto”, ésos que sólo se dicen a quien se tiene certeza de que sembrará la semilla; es también un intercambio técnico, productivo. Al final es la comida y si la hay suficiente, hay vida en abundancia.

La resistencia como posición política, la vivencia de la espiritualidad y la sabiduría de la producción, son las tres piedras que avivan el fuego en los corazones de quienes organizan la Fiesta de Semillas Nativas en Hopelchén. Estas tres piedras sostienen el comal para hacer las tortillas de vida como pueblo. Debemos, a tiempo, recordar estas raíces, para que nuestros ojos miren otra vez que no tenemos por qué ponerle precio a algo que pertenece a todos, que no podemos poner precio cuando lo importante es mantener la vida de la milpa, porque la vida del pueblo no tiene precio, mucho menos cuando los que tenemos que pagar somos nosotros mismos.

Álvaro Mena es activista maya de Hopelchén, Campeche, y uno de los 24 fundadores de 9 comunidades de la organización Ka Kuxtal Much Meyaj.

Las mujeres campesinas, guardianas de las semillas

Orlan Cazorla y Miriam Gartor. La Marea

“Guardo las semillas y las intercambio. Esta práctica proviene de los saberes ancestrales, heredados de mi mamá, de mis abuelas, de conservarlas, de guardarlas para el siguiente año y de coger las mejores. Siempre he tenido mis propias semillas”, relata Alicia Tambaco desde su huerta familiar en los Andes ecuatorianos. Lechugas, cilantro, fréjol o maíz, son algunos de los cultivos que se pueden observar en su pequeña huerta situada en la comunidad de Colimbuela, en el cantón de Cotacachi. Alicia no es partidaria ni del monocultivo ni de los productos químicos, y participa en las ferias de semillas intercambiándolas cuando tiene excendentes.

Al igual que Alicia, millones de campesinos y campesinas en todo el mundo continúan con su trabajo de conservar, seleccionar, reproducir, intercambiar y distribuir sus semillas locales. Según la Vía Campesina, el 90% de los campesinos a nivel mundial sigue produciendo la mayoría de sus semillas. Cada 17 de abril desde 1996, en memoria del asesinato de 19 campesinos sin tierra en Brasil, este movimiento celebra el Día Internacional de las Luchas Campesinas, que este año está dedicado a la defensa de las semillas.

“Decidimos hablar este año de las semillas por todas las leyes que se están creando como la Ley Monsanto, y porque cada vez más las empresas trasnacionales están privatizándolas para patentarlas. Además, criminalizan a los campesinos que realizan esta práctica ancestral de conservar, proteger y resguardar sus semillas”, asegura Viviana Rojas, desde el área de comunicación de la Vía Campesina-Región Sudamérica.

Las semillas como punto de encuentro

Seleccionadas y conservadas por el campesinado a lo largo de los siglos, las semillas campesinas tienen la virtud de adaptarse a la diversidad de suelos, climas y necesidades alimentarias. De ellas depende el alimento de los pueblos. Con el fin de rescatarlas y valorarlas, desde hace una década la histórica Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Cotacachi (UNORCAC) organiza el Muyu Raymi, una Feria de Semillas cuyo propósito es trasmitir los saberes y las prácticas culturales de las comunidades de esta región andina de la provincia de Imbabura.

El Muyu Raymi nació gracias a la iniciativa de cinco mujeres que se reunieron en torno a una mesa para compartir las semillas que cada una de ellas había traído de su propia comunidad. Por aquel entonces se desconocían las semillas que cada familia tenía porque no existían espacios donde compartirlas. Actualmente es una cita anual que se celebra durante el mes de agosto, donde cada familia o participante – mayoritariamente mujeres – lleva entre 20 y 50 variedades. “Allá se intercambian el fréjol, la arveja, la lenteja,… todos los granos andinos. Y también otras variedades como la jícama o la mashua, que se están perdiendo”, sostiene Alberto Bonilla, responsable del área de Recursos Naturales de la UNORCAC.

Guardianas de las semillas

“Las mujeres somos las que cuidamos nuestras semillas, y por eso decimos que somos las guardianas de las semillas. Así encontremos una o dos, las guardamos para llevarlas a la casa y de esta forma las vamos reproduciendo. Siempre estamos buscando la manera de conservarlas”, relata Magdalena Fueres, vicepresidenta del Comité Central de Mujeres de la UNORCAC.

Según narra Magdalena, siempre han existido grandes diferencias entre los hombres y las mujeres a la hora de identificar las necesidades de las comunidades. Mientras ellos piensan a gran escala, las mujeres tienden a conservar la biodiversidad agrícola ya que son las encargadas de la reproducción cotidiana de la vida. “No pensamos tanto en grandes cantidades, sino en un guachito de papas, otro guachito de habas, otro de arvejas. Así vamos diversificando porque conocemos la necesidad del hogar”, concluye.

Valorar el papel fundamental que históricamente han tenido las mujeres en el manejo y conservación de las semillas es uno de los ejes de trabajo del Comité Central de Mujeres. “Como mujeres debemos luchar para poder mantener nuestras propias semillas, nuestras propias plantas, que son para nuestra comida, nuestro vivir diario”, asegura Alicia Guaján, vicepresidenta de la UNORCAC.

Amenazas a la agricultura campesina

La expansión de los monocultivos para la exportación, el control de la cadena alimenticia por un grupo cada vez más reducido de empresas agroindustriales trasnacionales, la privatización de las semillas, la introducción de cultivos transgénicos y el cambio climático son algunas de las mayores amenazas que enfrenta hoy la agricultura campesina.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) calcula que durante el último siglo se perdió el 75% de la diversidad agrícola mundial. Esta realidad no es ajena en las comunidades de Cotacachi. Según un informe de la propia UNORCAC de 2013, se están perdiendo variedades de semillas como las de arvejas y lentejas debido a la modificación de los hábitos alimenticios o el cambio climático. “Como consecuencia del calentamiento del planeta tenemos que sembrar a una mayor altitud porque la tierra ya no produce”, asegura Alberto.

A pesar de estas amenazas, las mujeres campesinas siguen realizando este ejercicio de conservar, proteger y resguardar las semillas con la certeza de que beneficia tanto a la alimentación de sus familias como a la del resto de la sociedad. “Las semillas son la base de la soberanía alimentaria, y si nosotros queremos consumir alimentos sanos en las ciudades tenemos que apoyar esta lucha que es por un proyecto de sociedad alternativa y por una agricultura diferente a la industrial” concluye Viviana.

Campesino es más eficiente con la tierra que los grandes empresarios

Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Colombia

Bogotá D. C., abr. 01 de 2014 – Agencia de Noticias UN- El agricultor familiar ha demostrado ser más eficiente con el trabajo de la tierra que los dueños de grandes extensiones destinadas a actividades de ganadería extensiva.

Así lo afirma el experto en estudios ambientales y rurales Jaime Forero, quien estuvo de visita en la Universidad Nacional de Colombia, en la pasada sesión de la Cátedra Manuel Ancízar.

Los temas en esta ocasión fueron la estructura agraria, la tenencia de la tierra y la ley de restitución. El académico sostuvo que a partir de estudios realizados por su equipo de trabajo, se determinó que era mejor negocio para el agricultor familiar trabajar en su finca, ya que en su terreno se remunera su propia mano de obra y su trabajo, por encima de una eventual labor por un jornal.

En ocasiones puede ganarse lo de cinco jornales, mientras que laborando por fuera se obtendría un jornal y medio, añade el investigador, director del Doctorado en Estudios Ambientales y Rurales de la Universidad Javeriana.

De acuerdo con Forero, mientras una hectárea de ganadería extensiva no genera un excedente de más de 250 mil pesos, en una hectárea agrícola el campesino alcanzaría más de un millón y medio de pesos, o incluso puede oscilar entre tres y cinco millones anuales.

“El problema radica en que el pequeño productor no tiene suficiente tierra para aprovechar. Es un trabajador eficiente, pero no accede de la mejor forma a recursos, tierra, capital, crédito y tecnologías apropiadas. Además, la mayor parte de la tierra está apropiada y es improductiva”, señala.

Y agrega: “Al tener muy poco terreno, no puede aplicar completamente su experticia acumulada por años para adaptarse productiva, ecológica y económicamente a un mercado en el que juega un protagonismo fundamental para el abastecimiento de todo tipo de alimentos”.

Mientras los campesinos trabajan en pequeñas plantaciones, el negocio más grande está en acaparar la tierra en diversos frentes, como la ganadería extensiva y la especulación inmobiliaria de los terrenos.

“Si se tienen 20 mil hectáreas con 15 mil animales y se multiplica 20 mil por 250 mil pesos por año, manejando eso con 20 o menos jornaleros. El resultado es un negocio interesante”, cuenta el experto Jaime Forero.

Y señala: “En la especulación financiera e inmobiliaria, se compra una tierra en 1.550 millones de pesos y en 5 años puede costar tres o cuatro veces más”.

Otro docente que intervino en esta sesión de la cátedra fue el profesor Gonzalo Téllez, quien habló de las políticas agrarias de los últimos 20 años, específicamente la Ley 160 de 1994.

Según esta normativa, la responsabilidad de la tierra no sería del Estado, sino de lo que dicta el mercado, de manera que los dueños de los terrenos y el campesinado deberían ser los que lleguen a acuerdos sobre el precio de esta.

“Como bien se sabe, esto no ha solucionado el problema agrario, lo que se demuestra con el paro del año pasado. No se han superado los problemas de esta población, de los indígenas y la comunidad afro”, sostiene el profesor Téllez.

Y concluye: “Uno lo que ve es que la política pública no ha logrado modificar la conducta de quienes poseen la tierra, no lo ha hecho ni desde una acción del Estado que amenaza con expropiarlas si no son productivas, ni desde una política pública más incentivadora”.

La Alianza por la Soberanía Alimentaria como instrumento de unidad entre los pueblos

Confrontando al modelo del hambre

La Alianza por la Soberanía Alimentaria como instrumento de unidad entre los pueblos

RadioMundoReal.fm

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soberaníaAl llegar a su fin este martes 6 de agosto la Asamblea de la Alianza por la Soberanía Alimentaria se reivindicó como un instrumento de unidad de los pueblos que enfrentan al modelo de producción y distribución alimentaria global, el cual mantiene en situación de hambre a mil millones de personas en todo el planeta.

Aunque se señala que la creación de esta Alianza “no parte de cero” dado que se basa en casi dos décadas de confluencia de organizaciones y redes regionales en lo cual ha dado luz y profundidad al concepto de Soberanía Alimentaria, la declaración final de la Asamblea, celebrada en las afueras de Bogotá, reconoce la importancia de estructurar esta plataforma dando inicio a una nueva etapa de confluencia y movilización.

“El objetivo de la Alianza es ser el instrumento de unidad de los pueblos que luchan por la Soberanía Alimentaria como elemento sustancial en la construcción de un nuevo modelo de sociedad basada en el Buen Vivir y la Soberanía de los Pueblos”, indica la declaración. Para ello se requiere resistir al modelo de desarrollo imperante “que privatiza los sistemas alimentarios, la cultura, saberes y conocimientos a favor de las grandes corporaciones”.

De esta forma la Soberanía Alimentaria se convierte en “principio, visión y legado construido por los Pueblos Indígenas, campesinos, agricultores familiares, pescadores artesanales, mujeres, afrodescendientes, jóvenes y trabajadores rurales, que se ha convertido en una plataforma aglutinadora de nuestras luchas y en una propuesta para la sociedad en su conjunto”.

Para ello, se reivindica la necesidad de defensa de los territorios entendidos como tierras, manglares, humedales, aguas y bosques, para fortalecer la lucha contra el acaparamiento y la explotación a gran escala; el extractivismo y privatización de bienes; la agricultura industrial a gran escala, fomentada desde la lógica del sistema capitalista todavía predominante que mercantiliza la vida.

“Recorremos este camino defendiendo nuestra Biodiversidad a partir de las prácticas agrícolas tradicionales de nuestros pueblos con base agroecológica que son una respuesta concreta a los graves problemas globales que sufre nuestro planeta”, señala la declaración que será aprobada este martes 6 por los delegados y delegadas a la Asamblea.

Asimismo, la Soberanía Alimentaria con base en la Agroecología se señala como capaz de superar los grandes problemas ambientales que hoy amenazan la vida: la desertificación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Y claramente de dar respuesta al hambre en el planeta, así como al aumento inflacionario de los precios agrícolas.

Para la Alianza la lucha por la Biodiversidad incluye la protección de las semillas y el conocimiento tradicional, libre de patentes y de propiedad intelectual. “Contra las ‘Monotecnologías’ tales como los transgénicos, la geoingeniería, etc., que amenazan, socavan, destruyen los ecosistemas terrestres y acuáticos y se apropian o contaminan los saberes ancestrales. Así mismo, significa recuperar y defender la diversidad silvestre y cultivada, especialmente de las semillas y animales como patrimonio de los pueblos”.

Para ello, la Alianza reivindica el camino de la Agroecología, entendida como “modo de vida que recupera todo lo que hemos perdido, una conexión con los saberes ancestrales. Es una fuerza que enfrenta al modelo capitalista; rescata los mercados locales como parte fundamental de preservar los valores, saberes de las comunidades; pone en discusión los precios, fomenta el intercambio y el trueque como modelo económico de una economía social y solidaria”.

Finalmente, los participantes de esta Asamblea fundacional manifiestan su convicción de que “el paso que estamos dando resulta trascendental en la lucha por lograr las transformaciones profundas que nuestro Continente requiere frente al agotamiento de un modelo de desarrollo que sobre la base del extractivismo en sus diferentes formas marca la continuidad de siglos de despojo y exterminio”.

Concluida la Asamblea, los participantes continuarán reunidos para participar de la Consulta Regional de organizaciones de la sociedad civil sobre el Marco Estratégico Global del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial y las definiciones sobre “inversión agrícola responsable”, todo lo cual transcurrirá el miércoles 7 y jueves 8 de agosto.

NÚMERO ESPECIAL DEDICADO A LA SOBERANÍA ALIMENTARIA

NÚMERO ESPECIAL DEDICADO A LA SOBERANÍA ALIMENTARIA

disponible el núm 10 de la revista SOBERANÍA ALIMENTARIA, BIODIVERSIDAD Y CULTURAS. Esperamos que os resulte interesante.

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soberaníaEn el podréis encontrar:

-Un artículo central para viajar hacia la Soberanía Alimentaria

– Un conversatorio entre personas campesinas del Estado español que se cuestionan sobre este paradigma en nuestro propio medio rural, complementado con una visión del consejo editorial muy definida sobre los pasos que se requieren para avanzar en la construcción de la Soberanía Alimentaria.

-Contamos con un artículo de Jeromo Aguado que, desde su trayectoria en la Plataforma Rural, plantea una mirada crítica y reflexiva sobre el qué hacer desde estos espacios colectivos , abriendo un debate que esperamos encuentre continuidad.

-En la sección ‘de un vistazo y muchas aristas’ tenemos un collage conformado por opiniones de muchas personas sobre lo que la Soberanía Alimentaria representa para ellas. Encontraréis la voz de Rosa Regàs, Alberto Acosta o Peru Sasia entre otras muchas

-En la sección EN PIE DE ESPIGA dos lecturas muy interesantes:

    Un análisis sobre el modelo de turismo rural que se promociona y que hace difícil el futuro de la agricultura y sus gentes
    Las acciones en favor de otra agricultura como respuesta a la crisis en Grecia y sus paralelismos con el estado español.

-¡Y además algunos artículos de urgente lectura!: sobre el proyecto Eurovegas y sus repercusiones sobre la agricultura local; la lucha por la defensa de las escuelas rurales, y la denuncia de los proyectos de ordenación territorial que ningunean a las pequeñas poblaciones rurales.

Comer o no comer: ¿quién decide?

Comer o no comer: ¿quién decide?

Silvia Ribeiro. La Jornada

Como serpiente que se muerde la cola, el sistema alimentario industrial –que es el principal causante del cambio climático global– se sacude por las pérdidas de cosechas debido a intensas sequías en Estados Unidos. En algunas partes, aunque hay cosecha, no se puede usar porque por falta de lluvia las plantas no procesan los fertilizantes sintéticos y se vuelven tóxicas para el consumo. Todo está relacionado al mismo sistema industrial: semillas uniformes, sin biodiversidad, con agrotóxicos y fertilizantes sintéticos, con alto uso de transportes, energía y petróleo –por tanto gran emisor de gases de efecto invernadero– y controlado por trasnacionales.

En el caso del maíz, la escasez se exacerba porque 40 por ciento de la producción en Estados Unidos se destina a etanol, es decir, a alimentar autos en lugar de gente.

Al ser Estados Unidos uno de los principales exportadores mundiales de maíz, soya y trigo, junto al hecho de que 80 por ciento de la distribución global de cereales está en manos de cuatro multinacionales que gestionan el abasto para obtener más lucros, la baja de producción en ese país tiene efecto dominó sobre el mercado global, donde los precios de los alimentos están disparados. Además de los granos, suben los precios de aves, puercos y res, ya que más de 40 por ciento de la producción de cereales del mundo se usa como forraje para cría industrial confinada de animales. Otro absurdo del mismo sistema agroindustrial, ya que sería mucho más eficiente usar los cereales para alimentación humana y consumir menos carne, o que la cría fuera en pequeña escala con forrajes diversificados. La cría industrial confinada y masiva de animales es el origen, además, de epidemias como la gripe porcina y aviar, que a su vez generan escasez y aumento de precios, como hemos visto recientemente en México con el aumento de precio de los huevos por un brote de gripe aviar.

Los que más sufren por los aumentos de precios son los más pobres, principalmente los urbanos, que usan 60 por ciento de sus ingresos en alimentos.

Por el contrario, la veintena de transnacionales que controlan el sistema alimentario agroindustrial (de Monsanto a Wal Mart, pasando por Cargill, ADM, Nestlé y algunas más), las que controlan las semillas y pies de cría, los agrotóxicos, la compra, distribución y almacenamiento de granos (también para biocombustibles), los procesadores de carnes, alimentos y bebidas, así como los supermercados, son los responsables de las crisis, pero se han blindado contra sus efectos –trasladando las pérdidas a los productores chicos, a los consumidores y al gasto público. Para ellas, el caos climático y la escasez no significan pérdidas, sino aumento de ganancias, como sucede con las semillas, agrotóxicos y fertilizantes que se vuelven a vender, o las empresas que almacenan cereales, los acaparan y especulan vendiéndolos más caros, o los productos en supermercados, cuyo precio aumenta mucho más que la proporción al inicio de la cadena.

El caso del maíz en México es ilustrativo. Pese a que los agricultores del norte del país afirman tener 2 millones de toneladas para vender, recientemente se importaron 1.5 millones de toneladas de Estados Unidos (transgénico), y por otra parte venderá 150 mil toneladas a El Salvador y otra partida a Venezuela. Anteriormente había comprado medio millón de toneladas a Sudáfrica. Absurdo para el clima, por los transportes innecesarios, y brutal contra la producción nacional. Cuestionado, el secretario de Economía, Bruno Ferrari (anteriormente funcionario de Monsanto), se lavó las manos, alegando que es una decisión de empresas privadas.

El trasfondo, como explica Ana de Ita, del Centro de Estudios para el Campo Mexicano (Ceccam), es que en el contexto de las políticas para liberalizar la producción agrícola nacional que precedieron a la firma del TLCAN, se desmanteló la Conasupo, que equilibraba el comercio interno de maíz, entregando el mercado interno a las trasnacionales: empresas como Cargill, ADM, Corn Products International, junto a grandes porcícolas, avícolas y de procesamiento industrial de tortillas. Éstas compran a quien les convenga, sea porque es más barato o por otras razones, como comprar a agricultores con los que tienen contratos de producción en Estados Unidos.

Ese tipo de empresas –y sus ex funcionarios en el gobierno, como Ferrari– son las que afirman que hay que importar maíz, porque la producción nacional no es suficiente. Sin embargo, México ha producido en los últimos años alrededor de 22 millones de toneladas anuales, y el consumo humano es de unos 11 millones. Se usan en derivados industriales otros 4 millones de toneladas, restando aún 7 millones. Pero las empresas importan 8-9 millones de toneladas anuales adicionales, porque se usan 16 millones de toneladas de maíz en la cría industrial masiva de aves y cerdos –tambien de grandes empresas.

Si la cría fuera descentralizada y con forrajes diversos se tendría suficiente producción, sin epidemias y sin maíz transgénico de trasnacionales, con muchas más fuentes de trabajo rural. La importación de maíz a México no es necesaria, es sencillamente un negocio entre trasnacionales, condonado y subsidiado por el gobierno.

Si las políticas públicas protegieran la producción agrícola y pecuaria diversa y de pequeña escala, con semillas propias y públicas nacionales, se diversificarían los riesgos –incluso climáticos– y tendríamos producción alimentaria suficiente, accesible y de mucho mejor calidad.

NUEVO INFORME DEMUESTRA CRECIENTE OPOSICION AL GIGANTE DE BIOTECNOLOGIA MONSANTO

COMUNICADO DE PRENSA

La Via Campesina – Amigos de la Tierra Internacional – Combat Monsanto

NUEVO INFORME DEMUESTRA CRECIENTE OPOSICION AL GIGANTE DE BIOTECNOLOGIA MONSANTO

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4 de abril de 2012, Montevideo (Uruguay), Washington (Estados Unidos) / París (Francia) – Hoy, en el día en que el gigante de la biotecnología Monsanto (NYSE: MON) publica sus ganancias del segundo trimestre, un nuevo informe de organizaciones de la sociedad civil señala que los pequeños productores y los agricultores orgánicos, al igual que las comunidades locales y los movimientos sociales de todo el mundo resisten y rechazan cada vez más a Monsanto y al modelo de agricultura industrial que representa.

El nuevo informe, realizado conjuntamente por La Vía Campesina, Amigos de la Tierra Internacional y Combat Monsanto (y disponible en inglés, francés y español [1]) brinda una mirada de las principales luchas contra Monsanto y otras empresas de agroquímicos que presionan para imponer los cultivos genéticamente modificados (OGM) a los agricultores y el medio ambiente.

“El informe muestra que la objeción cada vez más fuerte de los movimientos sociales y de las organizaciones de la sociedad civil están teniendo un impacto en la introducción de los cultivos GM”, sostuvo Josie Riffaud de La Vía Campesina.

Los testimonios y el análisis contenidos en el informe pretenden inspirar y unir a los consumidores, activistas y comunidades en contra de los abusos cometidos por Monsanto y otras empresas de biotecnología del mundo.

“¿Quién responsabilizará a Monsanto de la devastación mundial de la biodiversidad, de la erosión del suelo y de las violaciones a los derechos campesinos provocados por la utilización de productos en base al petróleo que son necesarios para la agricultura industrial?”, se preguntó Dena Hoff de la Coalición Nacional de Agricultures Familiares/ La Vía Campesina América del Norte. “Los agricultores de todo el mundo estamos resistiendo por la soberanía alimentaria, pero el resto del mundo debe sumarse”, agregó.

“Este nuevo informe documenta la fuerte oposición a esta poderosa empresa trasnacional, que promociona sus productos genéticamente modificados aparentemente sin tener en cuenta los costos sociales, económicos y ambientales”, afirmó Martín Drago, coordinador del Programa de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra Internacional.

“La mayoría de la población en Europa se opone a la producción de alimentos genéticamente modificados, y varios países europeos ahora tienen moratorias nacionales que prohíben el maíz MON810 de Monsanto y las papas Amflora de BASF, a pesar de la fuerte presión de la industria de biotecnología y de la Comisión Europea de levantar las moratorias”, sostuvo Héloise Claudon de la organización Combat Monsanto.

La utilización de cultivos GM destruye la diversidad de los cultivos, homogeneiza los alimentos y elimina el conocimiento y la cultura local. De esta y de otras formas la desigualdad, la pobreza y la explotación de los recursos naturales logran prosperar en el sistema mundial de alimentos, que se centra en la generación de ganancias y no en la producción de alimentos sustentables ni en la soberanía alimentaria.

El área total plantada con cultivos GM abarca tan solo un 3% de la tierra agrícola mundial. Un 97% de la tierra agrícola del mundo continúa estando libre de transgénicos. La plantación de cultivos GM se restringe a pocos países: 90% de los cultivos GM son plantados en Estados Unidos, Brasil, Argentina, India y Canadá. Casi un 60% de los experimentos en campos de cultivos GM son realizados en Estados Unidos.

La gran mayoría de los cultivos GM son destinados a alimento para animales en países ricos, en lugar de alimentos para los pobres o quienes padecen hambre.

PARA MÁS INFORMACIÓN:
En Uruguay (en español):
Martín Drago, coordinador del programa Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra Internacional: martin.drago@redes.org.uy o Tel: +598 (99) 13 85 59

En Estados Unidos (en inglés):
Dena Hoff , Coalición Nacional de Agricultores Familiares / La Vía Campesina América del Norte – Tel: + 1 (406) 939 -1839

En Francia (en francés):
Josie Riffaud de La Vía Campesina: josieriffaud@yahoo.fr
Tel: + 33(0) 6 13 10 52 91
Héloise Claudon de Combat Monsanto: Tel: + 33 (0) 6 01 85 30 80
heloise.claudon@combat-monsanto.org

NOTAS:

[1] El informe está disponible
EN ESPANOL
http://www.foei.org/es/recursos/publicaciones/pdfs-por-ano/2012/combatting-monsanto/
IN ENGLISH
http://www.foei.org/en/resources/publications/pdfs/2012/combatting-monsanto/
EN FRANCAIS
http://www.foei.org/fr/publications/combatting-monsanto

— La Via Campesina es un movimiento internacional que reúne a millones de campesinos, pequeños y medianos productores, gente sin tierra, mujeres campesinas, pueblos indígenas, migrantes y trabajadores agrícolas de todo el mundo.
— Amigos de la Tierra Internacional es la federación ambientalista de base más grande del mundo. Cuenta con 76 grupos nacionales en 76 países y más de dos millones de miembros y seguidores individuales.
— Combat Monsanto coordina campañas y acciones en contra de los métodos perjudiciales de la industria de la biotecnología y vincula la resistencia a nivel mundial por la soberanía alimentaria.

Nace la alianza latinoamericana por Soberanía Alimentaria

Nace la alianza latinoamericana por Soberanía Alimentaria: Conclusiones de la 3ra Conferencia Especial de los movimientos por Soberanía Alimentaria.

franciscaFrancisca Rodríguez de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-VC) evalúa los resultados de la Conferencia Especial de los movimientos sociales por Soberanía Alimentaria.

Este domingo concluyó la Conferencia que fuera evaluada como un nuevo hito en la conceptualización de Soberanía Alimentaria como plataforma común en que confluyen tanto movimientos campesinos como de pescadores artesanales, pastores y pueblos indígenas de todo el planeta.

La región latinoamericana y caribeña cuenta con un número creciente de movimientos que se acercan a esta concepción que incluye no solamente los modos de producción de alimentos (agricultura, ganadería, pesca, recolección) sino que abarca aspectos como la tenencia de los medios y bienes naturales para dicha producción, verificándose como un concepto eminentemente político.

“Somos muchos más”

En ese sentido, la chilena Francisca Rodríguez evalúa que esta conferencia significó una maduración de los procesos y resaltó la decisión de convertir el Comité Internacional de Planificación (CIP) con presencia de “puntos focales” por sectores en una Alianza Continental por Soberanía Alimentaria.

La nueva denominación, además, implicará la ampliación de organizaciones miembro en cada país, resolvió la Conferencia.

La dirigente de Anamuri (Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indigenas), de Chile, también resaltó el trabajo de las organizaciones al seno del Comité de Seguridad Alimentaria de FAO en el denominado Mecanismo de la Sociedad Civil.

“El piso de todas estas conquistas ha sido de apoyo, construcción, movilización, resistencia y presión” dijo Francisca. “aquí nace una alianza muy importante que va a ser una contribución muy importante para todos los movimientos sociales.

Porque la bandera de la Soberanía Alimentaria es de todo el pueblo, no solamente de los campesinos y campesinas”.

Pero además, los movimientos se preparan para la Cumbre de los Pueblos que tendrá lugar previamente al cónclave de Río+20: “queremos que los gobiernos tengan claro que no vamos a participar en el carnaval de Río”, dijo Pancha.

“Para ello también contribuimos tejiendo alianzas, más decisivas que las de ayer.

En su momento las tejíamos para saber a qué nos enfrentábamos.

Hoy sabemos a qué nos enfrentamos: a un sistema que busca pintarlo todo de verde pero manteniendo su base intacta.

Intentan disfrazar al capital y hacernos sentir a nosotros la resposabilidad”, dijo en la entrevista con Radio Mundo Real en Buenos Aires que puede verse en video adjunto.

Nace la alianza latinoamericana por Soberanía Alimentaria from Radio Mundo Real on Vimeo.

 

Sistemas productivos campesinos

 

Con Valter Da Silva (MPA Brasil): multiplicando semillas y produciendo autonomía campesina

23 de marzo | Entrevistas

RadioMundoReal.fm

radiomundorealCuidar la semilla multiplicándola y con familias campesinas en el campo es la consigna con la que el Movimiento de Pequeños Agricultores de Brasil, (MPA) organiza su Fiesta Nacional de la Semilla Criolla que se realizará en Santa Catarina en el próximo mes de abril.

Según su coordinador, Valter Da Silva, quien participa de la III Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria, la identidad de este movimiento es la reivindicación de la economía campesina, como economía de sistema productivo y no como “cadena” de dependencia hacia el capital y el comercio transnacional.

Valter dialogó en extenso con Radio Mundo Real puntualizando que como parte de La Vía Campesina de Brasil y de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo las implicancias que adquiere el concepto de Soberanía Alimentaria en la actual coyuntura de crisis económica y alimentaria a nivel mundial.

Asimismo analizó de qué manera el campesinado puede cumplir con la tarea de alimentar a la población mundial y atemperar el cambio climático, indicando que su organización, que agrupa a unas 100 mil familias instaladas en varias regiones de Brasil, produce unas dos mil toneladas de semillas anualmente, algunas de las cuales han tenido como destino las huertas escolares de Brasil y también programas de fomento a la agricultura en Venezuela.

El líder agricultor campesino también señaló que su organización se nutre de cientos de cuadros técnicos e incluso religiosos que comparten la filosofía del movimiento que camina a la par del Movimiento Sin Tierra. Y aclaró: “ellos luchan por la tierra, nosotros desde la tierra”.

En otro orden Valter criticó la idea de “productor familiar” en el sentido de que limita y torna dependiente al agricultor de determinadas “cadenas productivas”: “nosotros como campesinos hablamos de la creación de sistemas productivos que son muy diferentes al agronegocio y donde incluso puede tener lugar la producción de energía renovable que si lo visualizamos así es bien distinto por ejemplo al monocultivo de la caña”.

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Maiz transgénico en México: Soberanía alimenaria, patentes y contaminación. La polémica continúa

Maiz transgénico Maiz transgénico en México: Soberanía alimenaria, patentes y contaminación. La polémica continúa

Por Blanche Petrich y Angélica Enciso. La Jornada.

El uso de semillas patentadas, negocio que causa suspicacias. Se vulnerarán los derechos de campesinos, opina investigadora. Para el director de Agro Bio, el tema es sólo otro mito. Los pequeños agricultores que tengan construcciones genéticas en maíces nativos no serán demandados, afirman industriales.

Una de las preocupaciones más discutidas y menos explicadas frente a la inminente comercialización de maíz transgénico es que esa biotecnología “tiene dueño” y que los propietarios no son los agricultores, sino trasnacionales estadunidenses o europeas que tendrían derechos de “propiedad intelectual” sobre los transgenes que han desarrollado en sus laboratorios. Esto es, que la modificación genética que hace que determinado cultivo resista los herbicidas o que ciertas semillas puedan soportar el “estrés hídrico” (falta de agua, tema especialmente sensible frente a los periodos de sequía) está sujeta a convenios comerciales que protegen a quienes venden semillas patentadas.

La doctora Francisca Acevedo Gassman, coordinadora de análisis de riesgo y bioseguridad de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), brazo científico de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, considera que es precisamente ahí donde radica “el principal riesgo”, particularmente en las muchas zonas grises, indefinidas, que prevalecen en ese ámbito.

“No estoy contra las biotecnologías modernas, sino contra la entrada de una nueva tecnología que invalide los derechos de los pequeños productores, quienes están acostumbrados a sembrar y resembrar el año siguiente a partir de las semillas que seleccionan y guardan. Ese derecho sí se va a ver vulnerado, aunque se diga que no”.

Añade: “Hay una gran incógnita en la relación uso de la tecnología-propiedad intelectual que está involucrada en esa tecnología. ¿Qué va a pasar si eso llega a los recursos genéticos de México? En la Conabio hemos pedido a las industrias que expliquen en un documento cómo le van a hacer. Ellos (los empresarios) dicen que no se van a ir contra los pequeños agricultores si se encuentran construcciones genéticas en maíces nativos. Pero fijan dos condicionantes: siempre y cuando no se comercialice su semilla y no la vuelvan a cultivar. Conociendo las tradiciones del campesino mexicano, para quien comercializar significa todo, hasta el trueque, eso es terrible. El agricultor hereda las semillas seleccionadas como bien patrimonial y éstas pasan de una generación a otra. Es precisamente ese proceso el que mantiene la diversidad genética del maíz en México”.

La simplicidad básica de hacer negocios con Monsanto

Se pidió al representante de las corporaciones, el director de Agro Bio, Alejandro Monteagudo, que respondiera, y sostiene que ese es “otro mito”.

–¿Cómo es la relación con los productores del grano?

–Excelente, marcada por la relación comercial.

–¿Aceptarán las condiciones de las patentes?

–Lejos de lo que se dice de la dependencia, que genera los convenios comerciales que se firman con las empresas, ellos son libres de comprar lo que les convenga.

–Pero si las empresas encuentran el gen en cultivos que no compraron sus patentes, ya sea porque hubo contaminación de semillas u otra razón, ¿qué va a pasar? ¿Los van a demandar, como lo han hecho en otros países? (Sólo en Estados Unidos un centenar de agricultores han sido denunciados penalmente por Monsanto).

–Todo está en los contratos.

De manera más precisa, en el portal oficial de Internet de Monsanto se explica el principio de las patentes bajo lo que la trasnacional llama “la simplicidad básica” de un “negocio al que se le debe remunerar”.

El texto explica lo que Monteagudo elude: “Cuando los agricultores compran una variedad de semilla patentada firman un convenio, en el cual se suscribe que cultivarán únicamente el grano que nos están comprando y que no guardarán ni volverán a sembrarlos”. Cuando se sospecha que hay campesinos que violan el convenio “nos vemos forzados a recurrir a los juzgados”. Cuando ello ha ocurrido, “en cada uno de esos casos el jurado o el tribunal han decidido en nuestro favor”.

En caso de una controversia legal en México sobre patentes con productos generados por Monsanto, la ley de propiedad intelectual que se aplica es la de Estados Unidos, país de origen del producto protegido.

De patentes, daños, dolo y piratería

–¿Qué pasa con el riesgo de que las industrias emprendan acciones legales contra productores que siembren semillas que lleven el gen patentado?

Responde Ariel Álvarez, secretario de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), dependencia responsable de establecer la política de seguridad en la materia: “El Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual dice que debe protegerse a las empresas para no causarles perjuicio económico. En este caso, si el transgen pasa de una parcela a otra mediante el flujo del polen, esto no le va a dar una característica nueva a la semilla, no se está usando la tecnología. Si el agricultor selecciona granos que llevan ese gen y lo siembra pero no lo promueve como venta de semilla tolerante o resistente, sino que es de autoconsumo, no se considera que hubo dolo o daño. Es decir, si encontramos 10 o 15 por ciento del material con el gen pero el señor no sabe que es transgénico y no lo vende como semilla, no puede haber demanda de la compañía.

“Pero si ese señor se da cuenta y pone su negocio de venta de semilla mejorada, incurre en un problema legal. Ya fuimos a Estados Unidos y a Canadá a que nos aclararan. Allá la ley de propiedad intelectual es diferente a la de México.

“Otro asunto es que en tres años empiezan a vencer patentes de los primeros transgénicos que llevan 20 años. Puede ocurrir que la empresa deje de producir esa semilla, pero algún agricultor la guardó y la empieza a cultivar donde no debe. Va a haber una especie de piratería. El punto de vista legal es más problemático que el biológico”.

Patentes mexicanas, gratuitas y de uso público

A su vez, Sol Ortiz, directora de información y fomento a la investigación de la Cibiogem, se refiere a otro aspecto de las patentes: el de los convenios que buscan negociar investigadores nacionales que desarrollaron un maíz transgénico resistente a la sequía. “Esos materiales no han llamado la atención de las empresas extranjeras. Por ejemplo, tenemos el caso de la bióloga Beatriz Xoconostle, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados, que ha desarrollado una variedad capaz de sobrevivir en zonas semiáridas y áridas. Ella va a patentar ese material para negociar con las industrias, con el fin de ver si les conviene. Ella no viene de la iniciativa privada, sino de centros de investigación pública. La patente no va a tener costo; la idea es que las semillas se usen y reúsen”.

Concluye: “La patente de uso social es una posibilidad grande para fomentar que la gente mantenga sus criollos. En 40 años vamos a tener una población de casi el doble. En la misma extensión de tierra vamos a tener que seguir produciendo alimentos, fibras, bioenergéticos, productos industriales, plásticos biodegradables y materias primas. ¿Cómo le vamos a hacer? Ese es el verdadero reto”.