Un verde muy sucio

Un verde muy sucio

Silvia Ribeiro, La Jornada

economía verdeEn varios foros internacionales de Naciones Unidas y otros avanza una nueva ola de discusión –o mejor dicho de cabildeo empresarial– para promover lo que llaman una nueva «economía verde». En la reunión de enero 2011 del Foro Económico Mundial en Davos –que reúne anualmente a los intereses económicos más poderosos– el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó a una «revolución de libre mercado para la sostenibilidad global», destacando que esta «revolución» no amenaza sus intereses económicos. Al contrario, llamó a las grandes industrias a invertir en negocios «verdes» para salir de las crisis financieras y económicas, aprovechando oportunidades en «agua, energía y alimentación», así como con el cambio climático. Yvo de Boer, ex secretario de la Convención de Cambio Climático, alabó la posición de Ban Ki-moon y refirió que justamente el principal éxito de las negociaciones climáticas en Cancún había sido «crear un mapa de ruta para abrir nuevos mecanismos de mercado» (The Guardian, 27/1/2011), insertando el tema del cambio climático en el de la economía verde global.

Es claro que necesitamos cambios profundos y radicales en los patrones de producción y consumo dominantes, incorporando no sólo sostenibilidad ambiental, sino también justicia social y económica en modelos completamente diferentes de relación con la naturaleza y los recursos, cuestionando el propio concepto de «desarrollo» y de «crecimiento», entre muchos otros. Lo que se propone bajo este nuevo orden económico mundial «verde», es completamente distinto y muy preocupante. Se trata de ampliar o crear nuevos mercados para las corporaciones –algunos con recursos reales, otros financieros y especulativos– y de utilizar nuevas y peligrosas tecnologías, justificando su uso por los supuestos beneficios «verdes» que traerían.

La mención de Yvo de Boer es alusiva, entre otras, a la decisión de implementar los programas REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación evitada de bosques), que lejos de ser un programa de protección de bosques, es una forma de mercantilizar las funciones ecosistémicas de éstos y sobre todo, de crear un nuevo mercado financiero con el comercio de carbono, habilitando otra ola de atropellos a los derechos indígenas y a los habitantes tradicionales de los bosques.

Este tipo de programas se encuadra en el marco de otros más generales, como el proyecto TEEB (La Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad, por sus siglas en inglés). Es una cara particularmente dañina de esta «economía verde», porque se refiere a la introducción al mercado de aspectos de la biodiversidad y los ecosistemas que no estaban en él, que son bienes comunes, colectivos. Además, en todo el mundo quienes habitan y conocen estos ecosistemas son comunidades tradicionales, indígenas, campesinas, pescadores artesanales, comunidades negras, pastores, etcétera, por lo que este tipo de proyectos incluye a menudo incorporar una pequeña parte de éstos como «empresarios» de la biodiversidad, para justificar avasallar los derechos del resto. Típico del sistema capitalista, se vende la ilusión de que todos podrían ser esa pequeña parte que teóricamente recibirá algún ganancia. Esto genera disputas dentro y entre comunidades que se presten al juego, como ya ha sucedido con proyectos similares (para ver quienes llegan primero a vender un servicio en un mercado finito o quiénes son los «dueños» de un conocimiento o recursos que son colectivos o compartidos entre varias comunidades, etcétera). Los mercados de servicios ambientales –hidrológicos, forestales, biopiratería– son un antecedente directo de proyectos como TEEB y ya existen muchas pruebas del daño que significan a las comunidades –que son los verdaderos cuidadores de la biodiversidad–, muchas de las cuales terminan perdiendo el acceso a sus recursos y territorios.

TEEB surgió en 2007 como proyecto a partir de una reunión del G8+5. Los cinco gobiernos agregados fueron Brasil, China, India, México y Sudáfrica –todos gobiernos de países megadiversos interesados en comerciar su biodiversidad. Luego fue integrado en la Iniciativa de Economía Verde del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Con la crisis financiera, la «valoración del capital natural» que entraña TEEB aparece como un excelente mercado frente al quiebre de otros mercados especulativos. Por ello no es extraño que el coordinador sea Pavan Sukhdev, un director del Deutsche Bank que venía de trabajar el tema de la valuación económica de la biodiversidad para el Foro Económico de Davos, y según el cual, es un «mercado multibillonario».

Este contexto y el apoyo desde organismos de Naciones Unidas (PNUMA, inserción en Convenios y en el proceso de Río+20) hace que aunque la filosofía de fondo no sea nueva, estas iniciativas son más peligrosas. Hay un afán recargado por ponerle precio a «todo» lo que integra la biodiversidad y sus funciones, paradójicamente a partir del aparente reconocimiento de que la erosión de la biodiversidad es uno de los mayores problemas globales que sufrimos.

En las presentaciones sobre TEEB, Sukhdev repite que «aquello que no se mide no se puede gestionar». Es lo opuesto del pensamiento de los pueblos tradicionales que realmente conocen y «gestionan» la biodiversidad desde hace milenios. Un comunero wixarika decía sobre su maíz y la biodiversidad que los acompaña: «si lo cuento no alcanza, así que no lo cuento y siempre alcanza». Sin duda, un elemento fundamental en la resistencia a estas nuevas trampas: no dejar que nos engañen con sus «lógicas».

Silvia Ribeiro. Investigadora del Grupo ETC

Para Ban Ki-moon, los líderes del mundo no están preparados para concretar un acuerdo amplio sobre cambio climático

Para Ban Ki-moonBan Ki-moon, los líderes del mundo no están preparados para concretar un acuerdo amplio sobre cambio climático

07/02/11
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha sido foco de noticias en los últimos días con asuntos globales vinculados al medio ambiente. Primero se supo que el jerarca no continuará con un seguimiento específico de las negociaciones internacionales de clima, ante la evidencia de que no es posible un acuerdo global que incluya a todos los países.

Luego el diplomático criticó el modelo consumista mundial imperante y reclamó una revolución económica para superar la crisis ambiental. Y para eso invitó a muchas de las empresas más controvertidas del mundo.

Autoridades de Naciones Unidas citadas por el diario británico The Guardian el 27 de enero informaron que Ban Ki-moon redirigirá sus esfuerzos de promover avances en las negociaciones internacionales de cambio climático en el marco de ONU, a una agenda más amplia de promoción de la energía limpia y el desarrollo sustentable.

Según las fuentes, algunas no reveladas, el máximo representante de ONU llegó a la conclusión de que los líderes del mundo no están preparados para concretar un acuerdo amplio sobre cambio climático, al menos en los próximos años.

Se informa que la XV Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada en diciembre de 2009 en Copenhague, Dinamarca, marcó a Ban Ki-moon. El representante de ONU le había dedicado muchas energías a esa COP. La conferencia quedó en el peor recuerdo por las negociaciones a escondidas de un grupo de países, liderados por Estados Unidos, que intentaron imponer un acuerdo a los más de 190 estados participantes.

«Es muy evidente que no habrá un único gran acuerdo en ningún punto en el futuro cercano”, dijo el asistente del secretario general de ONU para Coordinación de Políticas y Planeamiento Estratégico, Robert Orr.

Desde Naciones Unidas se aclara que no es que las negociaciones de clima dejen de ser importantes, sino que el secretario general centrará más su atención en la sustentabilidad ambiental como tema de fondo. De todas formas, este giro puede afectar a las naciones en desarrollo que desde hace años presionan para que los estados industrializados se comprometan más en el marco del Protocolo de Kioto, acuerdo global legalmente vinculante de reducción de emisiones contaminantes. Varias naciones ricas buscan desmantelar el Protocolo.

En tanto, el 28 de enero Ban Ki-moon dio un discurso ante el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, que reunió del 26 al 30 de ese mes a unos 30 jefes de Estado y 1400 presidentes de grandes empresas. Allí dijo que el modelo económico actual supone un “pacto suicida global”.

“Necesitamos una revolución”, expresó el jefe de la ONU, citado por la agencia AP. “El cambio climático también nos muestra que el modelo antiguo es más que obsoleto”, agregó. Para el diplomático es necesaria una revolución del libre mercado que permita la sustentabilidad mundial.

Con este objetivo de fondo, Ban Ki-moon lanzó en Davos el Global Compact LEAD, una plataforma que agrupa a más de 50 empresas que afirman ser líderes en la aplicación a sus prácticas de estrictos criterios de sustentabilidad social y ambiental. Las compañías participantes forman parte también del Pacto Mundial de Naciones Unidas, iniciativa voluntaria en la que las empresas se comprometen a alinear sus estrategias y operaciones con diez principios universalmente aceptados en cuatro áreas temáticas: derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y anti-corrupción.

Algunas de las corporaciones que participan del recién lanzado Global Compact LEAD son Nestlé, Coca Cola, Siemens, Shell, Total, Unilever, Endesa y BBVA. Varias de ellas enfrentan graves acusaciones, e inclusive juicios legales, por violaciones a los derechos humanos y contaminación en diversas partes del mundo.

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Las emisiones marcan el récord histórico de los últimos 10 mil años

La Organización Meteorológica Mundial advierte de que las emisiones marcan el récord histórico de los últimos 10 mil años pese al parón económico

emisionesJacob Petrus. Público

Si la tibieza de los acuerdos adoptados en la cumbre del clima celebrada el pasado diciembre en Cancún pudiera transmitirse a la atmósfera, el calentamiento global sería un problema irrisorio. Por desgracia no es así, y ni siquiera el actual escenario de crisis económica logra hacer la menor mella en el aumento imparable de los gases de efecto invernadero, como atestiguan los últimos datos publicados por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

La comunidad científica esperaba que la reducción de la actividad industrial, fruto de las dificultades económicas por las que pasan buena parte de los países desarrollados, facilitaría una disminución en las cantidades emitidas a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido de nitrógeno (N2O), los tres gases de origen antrópico más influyentes en el proceso de calentamiento global. En cambio, el último Boletín de Gases de Efecto Invernadero del organismo meteorológico de la ONU afirma que las concentraciones han llegado en 2009 último año estudiado a sus niveles más altos de los últimos 10.000 años, en un incremento sostenido que coincide con el comienzo de la época preindustrial, es decir, mediados del siglo XVIII.

«La concentración habría sido mucho mayor si no se hubiesen tomado las acciones internacionales para reducirlos», afirma Michel Jarraud, secretario general de la OMM. Para Len Barrie, director del Departamento de Investigación de este organismo, existe un problema añadido: «Los gases de efecto invernadero, como el CO2, tienen una vida muy larga, y aunque frenásemos su emisión hoy mismo, permanecerían en la atmósfera durante décadas, haciendo que prosiguiera el calentamiento».

Un vínculo indudable

La similitud entre el ritmo de crecimiento del CO2 en la atmósfera y la subida de temperaturas a escala global fue una de las razones para que, en el informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado en el año 2007, se estableciera como «muy probable» más del 90% que los gases de efecto invernadero fueran los responsables del calentamiento global. Según Barrie, sus efectos «ya se aprecian, por ejemplo, en el deshielo del Ártico, la subida del nivel del mar, los cambios en la intensidad de las sequías o las inundaciones causadas por tormentas».

La pasada semana, científicos australianos sugerían que el cambio climático puede influir en la aparición de episodios inusualmente intensos del fenómeno de La Niña, provocando lluvias torrenciales como las que han inundado parte de aquel país en fechas recientes.

Los últimos datos suministrados por la OMM establecen que el año 2010 está entre los tres más cálidos desde 1850, cuando se iniciaron las observaciones meteorológicas instrumentales, después de 1998 y 2005. Los datos más recientes de la agencia climática de EEUU sitúan 2010 en el podio del año más cálido, junto a 2005. Además, la pasada década se convertirá en el periodo de diez años con temperaturas más altas. Entre las incidencias meteorológicas más importantes de este año destacan el tercer mínimo histórico de superficie de hielo en el Ártico, las peores inundaciones de la historia en Pakistán, el verano tórrido en Rusia o la tercera temporada de huracanes más intensa en el Atlántico, con 19 tormentas tropicales, además de las tierras anegadas en Australia.

Indígenas panameños podrían dejar sus islas ante el aumento de nivel de las aguas

kunaLeslie Josephs. Noticias Aliadas

Los indígenas kuna de Panamá no necesitan televisión para enterarse sobre el calentamiento global. Ya ha llegado a su puerta y está a punto de cambiar sus vidas y para adaptarse tendrán que empacar y mudarse.

El paraíso flotante de los kuna, un cinturón de islas de arenas blancas, salpicadas de palmeras que se extienden por prístinas aguas marinas en el norte de Panamá, se encuentra amenazado. El aumento del nivel de las aguas puede obligar a los miles de kuna que habitan el archipiélago de San Blas a huir a la costa continental, un desplazamiento que cambiará su modo de vida tradicional y la esencia de su cultura.

“Todo está inundado, hasta el tobillo”, dijo Helen Pérez, directora de la escuela de Carti Mulatupu, isla kuna de unos 500 habitantes. Pérez se refiere a los fuertes vientos que afectaron la isla en enero, que empujaron las aguas dentro de la comunidad, inundando brevemente el laberinto de calles de arena que dividen las chozas de madera y palma donde viven los kuna.

Según el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, el nivel del mar está aumentando 2.5 milímetros al año, una tasa que podría poner algunas de las islas, que apenas se asoman por encima del cristalino Caribe, bajo el agua en menos de un siglo. Algunas estimaciones sobre aumentos del nivel de las aguas son mucho más altas, situación que se ve exacerbada para los kuna en las temporadas de fuertes vientos y subidas de marea.

Los Mitos del Mercado de Carbono

Los Mitos del Mercado de Carbono

Edición: Jorge Tadeo Vargas (Marea Creciente México) y Brisa Violeta Carrasco (Jubilee South)

Participación en forma de artículos de: Jubileo Sur Americas, Otros Mundos Chiapas, Fronteras Comunes, Alianza Global de Alternativas a la Incineración (GAIA), Grupo ETC, Carbon Trade Watch y Marea Creciente México.

DESCARGAR: http://marea-creciente.org/mitos.pdf

Introducción
Resulta evidente el fracaso que en cada reunión oficial de la convención marco para el cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas para llegar a acuerdos vinculantes en materia de medidas de mitigación y adaptación al cambio climático, es un fortalecimiento de las corporaciones transnacionales y las instituciones financieras internacionales en los acuerdos sobre los mecanismos del mercado de carbono y el precio de estos ante el negocio que representa la crisis climática, tanto para dichas corporaciones como para los gobiernos en el norte y sur global.
A poco tiempo de vida del Protocolo de Kyoto y mas de dieciséis reuniones oficiales, es claro que el lobby, el esfuerzo y el dinero invertido para seguir incrementando los mercados de carbono, el reforzamiento del Programa para la Reducción de la Deforestación y la Degradación de los bosques (REDD), la estabilidad de los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), hablan por si solo de las ganancias que deja la crisis climática sin ver las causas reales y las consecuencias de estas.
Con una intención de evidenciar los mitos del mercado de carbono y sus falsas soluciones hemos invitado a diversas organizaciones, alianzas y movimientos involucrados en la lucha por la justicia climática a compartir sus experiencias y sus conocimientos en el tema.
Estos análisis y critica a los Mercados de Carbono no solo están fundamentadas en la mejor ciencia posible, sino también en el trabajo diario, en la búsqueda de soluciones reales basadas en la cooperación, la solidaridad y su verdadero sentido comunitario.

Generaría calentamiento global caída de 5% en la agricultura de AL

Generaría calentamiento global caída de 5% en la agricultura de AL

Las regiones tropicales serán las más afectadas por el fenómeno; habrá cosechas insuficientes para el crecimiento poblacional pronosticado.

AFP
Washington. La temperatura del planeta podría aumentar en 2.4 grados centígrados de aquí a 2020 y ello podría conllevar una caída del 2.5 al 5 por ciento de la producción agrícola en América Latina, según un estudio publicado este martes.

cambio climáticoLas consecuencias de un planeta más caliente sobre la producción alimentaria mundial podrían ser «enormes», estiman los autores de este informe titulado «Déficit alimentario: los impactos del cambio climático en la producción agrícola de aquí a 2020».

Las regiones tropicales donde vive cerca del 60 por ciento de la población mundial serán las más afectadas por el fenómeno.

La combinación del impacto del cambio climático en la producción agrícola y del crecimiento de la población mundial, que llegará a los 7 mil 800 millones de individuos de aquí a 2020, conllevará cosechas insuficientes.

La producción mundial del trigo sufriría un déficit del 14 por ciento respecto a la demanda de aquí a 10 años, según el estudio. Esa cifra es del 11 por ciento en el caso del arroz y del 9 por ciento en el caso del maíz.

La soja sería el único grano que sufrirá un aumento de su producción durante el mismo periodo, lo que permitirá un excedente del 5 por ciento respecto a la demanda, según ese estudio publicado por el Fondo Ecológico Universal, una organización no gubernamental con sede en Argentina y representaciones en Estados Unidos.

«La producción global de trigo, arroz, maíz y soya caerá entre un 2.5 y un 5 por ciento» en América Latina, estima el informe.

Si la temperatura del mundo aumenta una media del 2 por ciento, el estudio llega a calcular que el Producto Interior Bruto de la región caería un 1.3 por ciento.

La producción de maíz caería en torno a un 15 por ciento en Brasil y un 5 por ciento en Argentina (tercer y quinto productores mundiales actualmente).

Solamente la producción de soja se vería beneficiada por el fenómeno del calentamiento del planeta.

Brasil y Argentina verían aumentada su producción en un 21 por ciento y un 42 por ciento respectivamente.

En torno al 50 por ciento de la soja producida en el mundo es producida en cinco países de América Latina: Brasil, Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay.

 

El cambio climático bate otro récord

2010 iguala las temperaturas de los años más calientes de todos los tiempos que han sido registrados
El planeta sigue con fiebre. El calentamiento global vuelve a hacer historia en 2010. El pasado año, la temperatura media del planeta igualó los dos años más calurosos del planeta. 2005 y 1998 ya tienen un tercer año en el podio de los más calientes. Así aumenta la posibilidad de que los desastres naturales ganen en intensidad y frecuencia.
Más: http://www.publico.es/ciencias/357258/el-cambio-climatico-bate-otro-record

 

Constatan que emigran por el impacto económico del cambio climático

Constatan que emigran por el impacto económico del cambio climático

Estudio de caso al sur de Chiapas sobre migración y género

Ariane Díaz. Periódico La Jornada

refugiados climáticosUn estudio de caso sobre migración y género a partir de los efectos del cambio climático en una región del sur de Chiapas constató que el proceso migratorio en la región obedece a los impactos económicos del cambio climático que afectan, sobre todo, a la agricultura.

La investigación, a cargo de Jenny Jungehülsing con el auspicio de la Fundación Heinrich Böll-Oficina México, Centroamérica y el Caribe, se llevó a cabo en una zona afectada por fenómenos asociados con el cambio climático, como deslizamientos de tierra, inundaciones, sequías y lluvias.

Asimismo, determina que existen diferencias por género, tanto en lo referente a vulnerabilidades e impactos del cambio climático como en las estrategias de migración de mujeres y varones.

Respecto de los impactos entre las primeras y los segundos, los resultados muestran que «están relacionados con los roles tradicionales de género socialmente adscritos a mujeres y hombres». Es decir, en tanto a ellos corresponde la manutención de la familia y la generación de ingresos, el cambio climático les afecta en el ámbito económico, particularmente en agricultura, base de la economía regional. Mientras las mujeres se ven afectadas por la pérdida de ingresos debido a su rol de encargadas del hogar y de la alimentación de la familia.

La investigación documentó que además de las dificultades económicas, ellas se ven afectadas por los efectos del cambio climático en el ámbito doméstico, pues la carga de trabajo aumenta por el impacto de los fenómenos climatológicos. Ejemplo de ello son las inundaciones de las casas, la falta de agua limpia y de leña a causa de las tuberías tapadas, pozos inundados, enfermedades a causa de la humedad y los zancudos, dificultad en el acceso a tiendas y clínicas –ubicadas en otras comunidades–, porque las carreteras se cierran a causa de inundaciones o derrumbes.

Las que se van, las que se quedan: reacciones frente al cambio climático concluye que hay gran diferencia en la migración de mujeres y varones en reacción al cambio climático. «Mientras la migración es una estrategia de adaptación al cambio climático para ambos, la de mujeres se relaciona menos con los impactos.»

Los varones en el estudio de caso –asegura el texto–, cuya migración se relaciona con el cambio climático, migran por los impactos directos de éste en la agricultura, dada la pérdida de parcelas o cosechas. En tanto, la mayoría de mujeres migra como reacción a la depresión económica que causa pérdidas en sus ingresos, sobre todo al comercio.

Los “refugiados ambientales”

Los “refugiados ambientales”

Debido a las deterioradas condiciones ambientales un número creciente de personas debe abandonar su tierra. Atender esta conflictiva migración forzada debe ser prioridad de la comunidad internacional.

María Cristina Rosas. Alai-amlatina
Profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
emisión de co2
El concepto de “refugiado” generalmente remite a las situaciones que se generan cuando las personas se ven obligadas a abandonar su residencia habitual debido a conflictos violentos que ponen en peligro su supervivencia, sea que emigren de un lugar a otro dentro de un mismo país (desplazados internos), o que crucen las fronteras internacionales.
(…)
se encuentran casos cotidianos de destrucción ambiental que obligan a miles de personas a desplazarse de sus lugares de origen, sin que ese sufrimiento llegue a los titulares en los medios. Son constantes los vertidos de petróleo o sustancias químicas a ríos o costas que afectan la supervivencia, dañan el hábitat y el modo de alimentación básica, y convierten a sus habitantes en refugiados. La deforestación o la desertificación obligan a muchas comunidades y familias a dejar sus hogares: en las últimas dos décadas, 10 millones de africanos se han visto obligados a emigrar debido a la pérdida de su entorno natural. También en África la desertificación crece a razón de cinco kilómetros cuadrados por año.

(…)

Un nuevo enfoque, necesario

Para este año se calcula en 50 millones el número de individuos que habrían cambiado su lugar de residencia por el impacto de fenómenos naturales o de desastres ambientales, y el panorama no da pie al optimismo: de mantenerse los patrones de producción y consumo imperantes, la recurrencia de accidentes industriales, de actividades económicas no amigables con el entorno natural y de residuos tóxicos pobremente resguardados, esa cifra aumentará.

Para atender esa situación hay muchos problemas. Las principales dificultades invocadas por los Estados se centran en que el reconocimiento jurídico del estatuto de “refugiado ambiental” supondría una devaluación de la actual protección de los refugiados, porque la migración por factores ambientales es excepcional —o al menos así se le considera—, puesto que siempre se ha dado primacía a la opresión política como argumento central en las políticas de asilo y refugio. Se teme que el asunto ambiental compita con los migrantes que buscan asilo o refugio por razones políticas. El Derecho internacional actual no obliga a los Estados a proporcionar asilo o refugio a aquellas personas desplazadas por razones ambientales.

Parte del problema estriba en que, a la fecha, el mundo no cuenta con un organismo internacional especializado en temas ambientales. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) posee un mandato y una estructura institucional muy frágiles para ventilar un dilema tan complejo.

Las consecuencias del ecocidio y los graves perjuicios humanos, económicos y materiales derivados de los desastres naturales suelen aquejar generalmente a aquellos países menos desarrollados, que carecen de los medios suficientes para anticipar los posibles desastres naturales —algo evidente en el terremoto que enfrentó Haití a principios del presente año. La globalización del desafío ambiental, su dimensión mundial y transfronteriza, así como la relación existente entre la desertificación, el cambio climático y otros problemas ambientales, requiere un nuevo enfoque en torno a la problemática de los refugiados, si no por otra razón sólo porque el desplazamiento de estas personas también potencia conflictos, algunos de ellos violentos.

LEER COMPLETO: http://alainet.org/active/43135

Cambio climático: lo que está en juego en Cancún

Cambio climático: lo que está en juego en Cancún

Silvia Ribeiro. La Jornada. 20 de noviembre de 2010
cop16Del 29 de noviembre al 10 de diciembre sesionará en Cancún la decimosexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 16). La crisis climática es grave y lo que hay en juego en el mundo real es mucho.

Pese a esto, los gobiernos más poderosos –que son los más contaminantes y cargan con la mayor deuda climática–, con la colaboración de los anfitriones, decidieron de antemano que Cancún será sólo una parada, donde «no habrá fracasos», porque no intentan un nuevo acuerdo global. Esta declaración de unos pocos, funciona como profecía auto-cumplida, ya que las decisiones se toman por consenso. Otra vez, como hicieron en Copenhague, se proponen secuestrar todo esta Convención de Naciones Unidas, para lograr lo que quieren sus trasnacionales, aunque la crisis climática empeore.

Que no haya acuerdo global, vinculante, de reducciones reales de emisiones –no a través de soluciones falsas como mercados de carbono o nuevas tecnologías– facilita que sigan cabalgando en el espurio «Entendimiento de Copenhague», que no es parte de Naciones Unidas y cuyos «compromisos» voluntarios llevarían a un aumento de la temperatura de 3-4 grados en promedio, un escenario de catástrofe premeditada para muchos países del Sur.

Pero sí hay algunos temas –de enorme relevancia por sus nefastas consecuencias– sobre los que la mafia climática quiere lograr acuerdos en Cancún. Los principales son: la privatización del aire, a través de la privatización de facto de los bosques en todo el planeta con los programas REDD+; la creación de un mecanismo financiero que podría significar instaurar una nueva era de Programas de Ajuste Climático (parafraseando los Programas de Ajuste Estructural del FMI y Banco Mundial); y la creación de un Comité de Tecnologías para el cambio climático, tema opaco que puede cobijar la promoción de tecnologías muy dañinas, como cultivos transgénicos, geoingeniería y otras aventuras tecnológicas con fuertes impactos ambientales y sociales, además de funcionar como agencia de protección de patentes de las trasnacionales.

Tambien hay propuestas para incluir suelos y agricultura en «mercados de carbono», un nuevo ataque contra la agricultura campesina, esencial para alimentar el mundo y para enfriar el planeta.

Lo más grave en la COP 16 es el intento de mundializar los programas REDD+ (Reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques), que es uno de los mayores asaltos globales a los bienes comunes de comunidades y pueblos indígenas y campesinos. REDD+, como explico en artículos anteriores, es una moneda que con una cara premia a los grandes deforestadores (si dejan en pie un rídiculo 10 por ciento de lo que talan) y con la otra, compra comunidades forestales, como pago por «servicios ambientales» de absorción de carbono en sus bosques. Aunque conserven su título de propiedad, REDD significa una expropiación de los territorios, porque los pueblos ya no pueden decidir sobre ellos. (Ver Ana de Ita, REDD y pueblos indígenas, La Jornada)

Programas de servicios ambientales forestales ya existían en varios países. Hay historia de comunidades despojadas de sus territorios a partir de éstos. Pero los bosques no son aceptados dentro de la Convención de Cambio Climático como válidos para generar certificados de reducción o bonos de carbono, porque es imposible medir con exactitud cuánto CO2 realmente disminuyen.

co2Lo que se pretende en la COP 16 es que a través de los programas REDD+, se validen globalmente los bosques como generadores de bonos de carbono. Si esto se aprueba, se colocan todos los bosques del mundo como cotos de caza para los especuladores.

Es un banquete para un mercado deprimido por la crisis financiera: lo que se paga a las comunidades es una mínima fracción del valor de reventa de esos «derechos de absorción de carbono» a otras empresas y especuladores. Las empresas más sucias, las que generan más gases de efecto invernadero, con REDD+ pueden seguir contaminando, justificarse alegando que hay bosques que están «absorbiendo» sus emisiones, y aumentar sus ganancias con la reventa de bonos.

El «problema» para este negocio es que los bosques están habitados, en todo el mundo, por comunidades indígenas. Por eso, las empresas, junto a ONG conservacionistas y gobiernos, se han ensañado en vender REDD como beneficio y reconocimiento a las comunidades forestales, cuando en realidad es un despojo a gran escala.

Sin duda, las comunidades indígenas y campesinas tienen un rol fundamental para equilibrar el clima. Justamente por eso no pueden quedar a merced del mercado especulativo de las trasnacionales o de la «beneficencia» de ONG. Deben ser apoyadas y reconocidas en la integralidad de sus derechos, no en transacciones comerciales ni como cartas en el juego de políticos y ONG. Hablar de REDD «sin intervención del mercado» o con «derechos indígenas», como tratan de maniobrar algunos para justificar su involucramiento, es también una trampa. Si se trata de derechos, no pueden ser programas, ni condicionados a certificación externa ni en mecanismos diseñados para el mercado, como es REDD.

Finalmente, la cereza envenenada del pastel: En REDD+ la medición de carbono se hará con una combinación de tecnología satelital y de infrarrojos, y levantamientos minuciosos en terreno (geopiratería de avanzada). Además de alienarles el territorio, permite vigilar como nunca antes a los indígenas. No sorprende que el gobierno de Chiapas firmara con Schwarzenegger, gobernador de California, para avanzar programas REDD+ en la Selva Lacandona, donde siguen resistiendo las comunidades zapatistas.

*Investigadora del grupo ETC

Agrocalentamiento global. Informe científico indica que los agrocombustibles no mitigan el cambio climático: lo aumentan

Agrocalentamiento global. Informe científico indica que los agrocombustibles no mitigan el cambio climático: lo aumentan

17/11/10. www.ecoportal.net
ecoportalUn estudio divulgado la semana pasada en Bruselas advierte que la Unión Europea (UE) podría agravar el cambio climático si continúa con su política de incremento de producción de agrocombustibles, provocando asimismo graves problemas en el plano social y ambiental en los países en donde se producen los cultivos destinados a su elaboración, particularmente aquellos de África.

El estudio, titulado «Cambio indirecto anticipado en el uso de la tierra asociado al mayor uso de biocombustibles en la UE: un análisis del desempeño de sus Estados miembro», fue elaborado por la investigadora Catherine Bowyer, y se efectuó en el marco del trabajo del Instituto para Políticas Ambientales Europeas (IEEP, por su sigla en inglés).

La UE planea que en el año 2020, el 10% del combustible consumido dentro del bloque sea de origen vegetal, justificando esta decisión en la reducción de gases contaminantes que causan el cambio climático.

Sin embargo, el estudio señala que la UE debe revisar esta decisión, ya que ampliar el consumo en este porcentaje equivaldría a destinar unos 69.000 kilómetros cuadrados a la producción de agrocombustibles, arrasando ecosistemas naturales y destinando tierras que hoy le dan una forma de sustento a personas de muy bajos recursos a la alimentación de los automóviles europeos.

Además, el informe indica que este cambio en el uso de la tierra no reducirá las emisiones, sino que, por el contrario, las incrementará en un alto porcentaje. Por ello, se afirma que el uso de agrocombustibles no puede ser considerado parte de una política de reducción o contención del problema del cambio climático.

Cinco países europeos serán responsables de más de dos tercios del aumento en las emisiones por su incremento en el uso de agrocombustibles: España, Alemania, Italia, Francia y el Reino Unido.

“La escala del daño que los países europeos causarán con sus planes respecto a los agrocombustibles es clara: los bosques y la naturaleza serán destruidos en una escala alarmante para alimentar a nuestros automóviles”, señaló Adrian Bebb, de Amigos de la Tierra Europa, en un comunicado difundido por el grupo escocés de la federación ambientalista.

“La resultante liberación de gases de efecto invernadero que dañan el clima hará a los agrocombustibles un peor contaminante que los combustibles fósiles. La UE debe revisar urgentemente la sustentabilidad de utilizar agrocombustibles, y asegurarse de que su uso no conduzca hacía más cambio climático o destrucción ambiental”, sentenció el ambientalista.

Estamos con ustedes: Ambientalistas respaldan trabajo de campesinos rumbo a conferencia de ONU de clima

Estamos con ustedes

Ambientalistas respaldan trabajo de campesinos rumbo a conferencia de ONU de clima

ATI10 de noviembre

http://www.radiomundoreal.fm/Estamos-con-ustedes

Descargar audio:  http://www.radiomundoreal.fm/IMG/mp3/1011-n-jc-ustedes-esp.mp3
Audio: MP3 – 2.1 MB

La federación Amigos de la Tierra Internacional hizo saber a La Vía Campesina mediante una carta enviada el martes que apoya todas las actividades que está organizando de cara a la Conferencia de Naciones Unidas (ONU) sobre Cambio Climático, que empieza este mes en Cancún, México.

Los ambientalistas destacaron a los campesinos la confluencia política que los une y se comprometieron a apoyar y sumarse a sus movilizaciones rumbo a la conferencia de clima y durante su realización.

Días atrás La Vía Campesina, red de organizaciones campesinas de los cinco continentes, había exigido mediante un comunicado a las naciones del mundo que implementen “las miles” de “soluciones reales” al cambio climático en la conferencia de la ONU, que va del 29 de noviembre al 10 de diciembre. Los campesinos exhortaron a movimientos y organizaciones sociales a nivel internacional a manifestarse por “soluciones verdaderas”.

Amigos de la Tierra, con presencia en cerca de 80 países, resalta las convocatorias de La Vía Campesina tanto para actividades en Cancún como en el resto del mundo, antes y durante la reunión de la ONU.

En el programa de actividades tentativo de La Vía Campesina se destacan las caravanas internacionales que parten el 25 de noviembre de varias partes de México rumbo a la conferencia de Cancún. El 30 de noviembre esas caravanas se unirán en la capital del país, Ciudad de México, a la protesta “por la vida, la justicia ambiental y social”. Todas arribarán a Cancún el 3 de diciembre. Asimismo, del 4 al 10 de diciembre La Vía Campesina realizará un Foro Alternativo Global, con diversas organizaciones, redes y movimientos sociales, y acciones paralelas a la cumbre de la ONU. El 7 de diciembre será el día de acciones y movilizaciones más importante en Cancún y en diversas partes del mundo, bajo los esloganes “¡Miles de soluciones construye el pueblo ante el cambio climático!, ¡Miles de Cancún por la justicia climática!”.

“La Via Campesina y Amigos de la Tierra compartimos que es necesario cambiar el sistema de producción y consumo depredador, injusto y excluyente, y transitar hacia nuevos modos de vida basados en la justicia social y climática”, expresa la carta enviada por ambientalistas a campesinos, y a la cual tuvo acceso Radio Mundo Real. “También compartimos que el Acuerdo de los Pueblos, emanado de la Conferencia de los Pueblos de Cochabamba (abril de 2010), es una herramienta política para la movilización y la educación hacia la justicia climática”, agrega.

Según la misiva de la federación ambientalista, las dos redes trabajan juntas y tienen una alianza estratégica desde hace varios años, al tiempo que promueven “soluciones verdaderas” que se basan en los derechos y soberanía de los pueblos y en los derechos de la naturaleza.

En tanto, el comunicado circulado hace varios días por La Vía Campesina expresó que “si la agricultura industrial es uno de los grandes culpables de la crisis climática, la agricultura sostenible a pequeña escala y los mercados locales pueden contribuir a largo plazo a estabilizar las temperaturas del mundo”. Tanto la agricultura industrial como la deforestación son consideradas de las principales actividades emisoras de gases de efecto invernadero, que provocan el cambio climático.

Los campesinos organizados demandaron también en su texto que se implementen las soluciones del Acuerdo de los Pueblos, que tiene el respaldo de unas 35 000 personas de 140 países. Ese documento, que está en las mesas de negociaciones oficiales presentado por Bolivia, exige que los estados desarrollados se comprometan con metas obligatorias de reducción de emisiones para el segundo Período del Protocolo de Kyoto, de 2013 a 2017. Señala que las reducciones deben ser de al menos 50 por ciento, con respecto a las emisiones contaminantes de 1990.

El Acuerdo de los Pueblos señala además que los países desarrollados deben reconocer y honrar su deuda climática en todas sus dimensiones. Por eso el documento exige que esos estados asuman los costos y las necesidades de transferencia de tecnología de los países en desarrollo, se hagan cargo de los fondos de adaptación y mitigación del cambio climático en el Sur global y se responsabilicen por los cientos de millones de personas que tendrán que migrar por la crisis del clima.