Amigos de la Tierra por la Justicia Climática en la COP22

Durante la COP22 en Marrakech, Amigos de la Tierra Internacional resaltarán:

  1. Justicia y protección para los pueblos afectados. En especial, justicia para los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, en África y Oriente Medio. Entre ellos, se encuentran los pueblos que han sido afectados directamente por el cambio climático, como ‘los pueblos desplazados por el cambio climático’; aquellos afectados por la energía sucia, y aquellos afectados por las falsas soluciones.

 2. Una acción inminente y significativa antes del 2020, que se traduce en la eliminación de mercados de carbón. Esto significa que los países desarrollados recorten las fuentes de emisiones inmediatamente.

3. Poner fin de inmediato a la energía sucia y dañina y fomentar una transformación energética. Esta demanda está enfocada principalmente para fomentar una transformación energética justa en África y exige que los países desarrollados aporten financiamiento.

Amigos de la Tierra Internacional es la red más extensa de ambientalistas de base del mundo, que congrega a 74 grupos miembros nacionales y a unos 2 millones de miembros y colaboradores alrededor del mundo. Desafiamos el modelo económico actual y la globalización corporativa, y promovemos soluciones que ayudarán a crear sociedades con justicia social y ambientalmente sostenibles.

 

MATERIALES:

Década cero

Necesitamos medidas rapidas y audaces para enfrentar las causas estructurales del cambio climático

En este documento, Amigos de la Tierra Internacional presenta la información actualizada que nos proporciona la ciencia del clima, y plantea la necesidad de que la equidad y la justicia orienten las medidas que tomemos. Ponemos énfasis en cómo la gente está siendo afectada por el cambio climático, la energía sucia y las denominadas soluciones falsas con las que se pretende encarar la crisis climática. Identificamos los problemas clave del sistema energético sucio, el poder empresarial y las soluciones falsas -tales como los mercados de carbono, la Reducción de Emisiones de la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD), la agricultura industrial y nuevas amenazas como las ‘emisiones negativas’ que sólo causarán más estragos.

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Energía: Acceso y Suficiencia

Ya es suficiente: la «suficiencia energética» como parte integral necesaria para garantizar acceso a la energía

En algún punto intermedio entre los extremos de uso excesivo de energía y pobreza en términos energéticos se encuentra la «suficiencia energética». Nosotros diríamos que disponer de energía suficiente es «un derecho humano y debe ser asequible para las personas en situación de pobreza» (CSE et al, 2015) Sin embargo, sin un análisis más elaborado de cómo se debe entender la suficiencia energética ni una visión sobre cómo podría funcionar y hacerse realidad en la práctica, la suficiencia energética no es nada más que una postura moral (CSE et al, 2015).

En el presente informe pretendemos explicar qué puede significar en la práctica el concepto de suficiencia energética, especialmente respecto de garantizar acceso a la energía, con ejemplos de Palestina, Camerún y Escocia. Si bien estos ejemplos no pretenden ser de ninguna manera taxativos, ofrecen un punto de partida para integrar el concepto de suficiencia energética a las reflexiones en torno al suministro garantizado de energía sustentable para todos.

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Energía a sucia en África

La energía sucia no sólo exacerba el cambio climático peligroso, sino que causa enormes daños a la gente, las comunidades, los trabajadores y trabajadoras y el medioambiente en todas partes del mundo. La energía sucia y dañina es un componente central de un sistema energético fallido que es injusto e insustentable y destruye a la gente y el planeta.

Amigos de la Tierra Internacional adopta un enfoque integral en la lucha contra la energía sucia -en nuestra definición de energía sucia incluimos al carbón, petróleo, gas, energía nuclear, agrocombustibles y biomasa a escala industrial, mega represas hidroeléctricas y la incineración de residuos para la generación de energía. Estas fuentes de energía y tecnologías destructivas están conduciendo al cambio climático y tienen antecedentes deplorables, desde la contaminación del aire y el agua que provocan graves impactos a la salud, a los acaparamientos masivos de tierra para la minería, centrales eléctricas e infraestructura de energía sucia.

Se trata de un problema mundial, pero en las últimas décadas, los tentáculos de la energía sucia han atravesado todo el continente africano, destruyendo vidas y medios de sustento. Pero las comunidades están luchando contra esta destrucción, tal como lo evidencian los estudios de caso que se incluyen en este informe.

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Comienza la Cumbre del Clima COP22 en Marrakech

COMUNICADO DE PRENSA

EL ACUERDO DE PARÍS ENTRA EN VIGOR pero fija el rumbo hacia un aumento de temperatura mundial de 3,5ºC, afirma Amigos de la Tierra Internacional.

El viernes 4 de noviembre, justo días antes del comienzo de la cumbre sobre el cambio climático de la ONU en Marrakech, el Acuerdo de París entrará en vigor. Amigos de la Tierra Internacional reitera su preocupación, que el Acuerdo de París fracasará en lograr la magnitud necesaria de una acción justa y drástica para evitar cambios climáticos dañinos.

197 países acordaron reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para mantener el aumento de la temperatura mundial «bien por debajo de los 2ºC sobre los niveles preindustriales» y «realizar esfuerzos para mantener el límite del aumento de la temperatura en 1,5ºC sobre los niveles preindustriales». Sin embargo, aún si los países se atienen los compromisos alcanzados hasta ahora, cabe esperar un calentamiento de al menos 3,5ºC [2].

«Luego de 24 años de negociaciones, nos estamos precipitando a toda velocidad hacia un aumento de la temperatura mundial del 3,5ºC, que resultaría catastrófico para millones de personas alrededor del mundo», agrega Dipti Bhatnagar, coordinadora de Justicia Climática y Energía de Amigos de la Tierra Internacional. “A pesar de toda la evidencia científica, los países ricos incumplen su participación equitativa en la reducción de las emisiones, y tampoco aportan el financiamiento tan necesario para lograr una transformación energética en los países en vías de desarrollo.

El reloj sigue corriendo, nos queda poco tiempo para garantizar que los pueblos de África no queden a la merced de las temperaturas crecientes».

«Existen 1.200 millones de personas que viven sin acceso a la electricidad, y más de la mitad se encuentra en África», dice Geoffrey Kamese, oficial superior de programas, Amigos de la Tierra, Uganda/ NAPE. «Se debe brindar el apoyo a las iniciativas lideradas por África y enfocadas en los pueblos, como la Iniciativa de energía renovable de África, para que sean de utilidad para las personas. Sin embargo, somos testigos que todo continúa igual: proyectos de energía sucia, antiguos y por supuesto nuevos, como el petróleo, carbón, gas y grandes represas, fracturación hidráulica, y hasta las arenas alquitranadas, que continúan devastando las comunidades.

El objetivo del Acuerdo de París para prevenir un cambio climático catastrófico y proteger a los más desafortunados del mundo es inútil, si los gobiernos lo utilizan para abrir las puertas a la peligrosa ingeniería climática, sin haberla sometido a pruebas, y que a su vez desatará la apropiación de tierras para el abastecimiento de carburantes, y si se enfocan en soluciones sin credibilidad, como los mercados del carbón y la energía nuclear.

Amigos de la Tierra Internacional aboga por soluciones reales para la crisis climática: reducir de forma urgente y drástica las emisiones de carbón, de acuerdo con la distribución equitativa de cada país; poner fin a la desforestación; poner en marcha una nueva financiación pública y apoyar soluciones sostenibles y enfocadas en el poder del pueblo así como transformar nuestros sistemas alimentarios. Estas soluciones, que se han puesto en marcha desde hace mucho tiempo, han sido iniciadas por los pueblos y sus comunidades. Los encargados de tomar decisiones deberían prestar atención a su pueblo y a la ciencia, y dejar de perder tiempo y dinero tan valioso en soluciones falsas.

Para mayor información general, póngase en contacto con la coordinadora de medios de Amigos de la Tierra Internacional, Leonie Beunen  móvil: 0031 6 52 08 80. Correo electrónico: press@foei.org

La mujer lidera la lucha contra el calentamiento global

Las organizaciones femeninas reclaman poner a la igualdad de género en el centro de los fondos dedicados al desarrollo sostenible durante la Cumbre Mediterránea del Clima

David Fernández Guerrero, El País

Lunes por la mañana en Tánger. La ciudad despierta de una noche ventosa, y un tráfico caótico empieza a acumularse en las calles. Los hombres son mayoría en las zonas peatonales, sean estos del servicio de limpieza o simples viandantes que acuden a sus lugares de trabajo. Un grupo de mujeres trabaja en los jardines. Encorvadas, riegan la hierba, ataviadas en trajes y sombreros que las cubren completamente de la radiación solar. Les espera una ardua jornada de trabajo bajo un sol intenso.

 La mujer —y los niños— sufren buena parte de las consecuencias del cambio climático. Tanto, que el riesgo de que mueran a causa de la desertificación es “14 veces mayor al de los hombres”, según Leila Rhiwi, presidenta de ONU Mujeres del Magreb. Esta es una de las ideas que las mujeres participantes en la Cumbre Mediterránea del Clima (Medcop22, en inglés), celebrada hasta hoy en Tánger, ponen sobre la mesa. Malas condiciones sanitarias, un acceso desigual a la tierra y la propiedad; o incluso, a un recurso tan esencial como el agua, convierten a la mujer en la primera víctima de cualquier catástrofe climática. Para hacer frente a este reto, las organizaciones participantes en la Cumbre proponen poner la batalla por la igualdad de género en el centro de la financiación climática. El encuentro, organizado por el Gobierno de Marruecos y organizaciones como la Unión por el Mediterráneo, deberá servir para presentar estas demandas a la Cumbre Mundial del Clima (COP22) de Marrakech, que tomará el relevo al encuentro de París en noviembre.

 “La mujer, junto a la tierra, necesita tener acceso a dos o tres cosas. Una de ellas es el agua, otras son la innovación y la tecnología [para trabajarla]. Y esto es algo que podemos hacer. En las negociaciones sobre el cambio climático no pensamos en las mujeres que viven en África, América central o una pequeña isla. Estas ausentes”. Hakima El Haite, ministra de Medio Ambiente de Marruecos, lo tiene claro. Si su género está empoderado, será capaz de hacer frente a los peligros que conlleva un clima más cálido e inestable, especialmente en aquellas regiones donde se sentirá en mayor medida, como la ribera sur del Mediterráneo.

 ¿De qué manera impacta el cambio climático a la mujer? “Las mujeres se encuentran en estratos sociales que no cuentan con recursos”, asegura Mbarka Bouadia, ministra de Asuntos Extranjeros de Marruecos. Como resultado, el 70% de las persones afectadas por el cambio climático son mujeres, sostiene. Cada vez que hay sequía, ellas son las primeras en sufrir la falta de agua. Cada vez que la tierra se seca, ellas son las primeras en lamentar la falta de comida. Y ellas son las primeras refugiadas climáticas, avisa Bouadia.

 Los ejemplos de esta deprivación abundan. Rhiwi, presidenta de ONU Mujeres del Magreb, sostiene que el “territorio cultivado por las mujeres en Tanzania y Uganda crecería en un 30% si tuvieran igual acceso a la propiedad y la tierra”. La lista de problemas, por añadidura, crece si se tiene en cuenta “las malas condiciones sanitarias” en las que suelen vivir.

¿Cómo se puede llevar el cambio a la práctica? “Deberíamos introducir la dimensión de género en todos los mecanismos de adaptación al cambio climático, y también en los de mitigación de sus efectos. El fondo verde [de lucha contra el calentamiento global, que debería ayudar al sur global a prosperar sin tener que recurrir a los combustibles fósiles], por ejemplo, debería dedicar parte de sus recursos a esta finalidad”, responde El Haite.

Pero no todo se reduce al monto de la ayuda exterior. Junto a esta, también es esencial que las mujeres estén presentes —en igualdad de condiciones, no de forma testimonial— en la toma de decisiones. “Cuando tienes una mujer en poder, esta piensa sobre familias e infancia. Los hombres piensan sobre carreteras y aeropuertos”, concluye la ministra de Medio Ambiente de Marruecos.

Naomi Klein: “¿Y si el calentamiento global no es solo una crisis?”

«Debemos dejar atrás este relato de más de 400 años de historia que nos dice que podemos controlar la naturaleza, moldearla a nuestro antojo, y que no habrá consecuencias para las sociedades basadas en estas premisas.»

El Viejo Topo

Durante el último Festival de Cine de Toronto, la escritora y activista Naomi Klein presentó su “Manifesto”, una súplica al gobierno de Canadá para que se abandonen los combustibles fósiles y se tomen medidas radicales hacia una sociedad mucho más sostenible y equitativa.

Apoyado por personalidades como Neil Young, Alanis Morissette, Ellen Page o Rachel McAdams, así como por actores, músicos, activistas y líderes aborígenes, el manifiesto implora a los líderes políticos “aprovechar la oportunidad para abrazar la necesidad urgente de transformación” y defender “nuestro deber sagrado hacia los damnificados por este país, a los que hoy sufren innecesariamente y a todos los que tienen derecho a un futuro seguro”. (Lee el texto entero).

Pero, como es de costumbre, este no es el único frente en el que lucha Klein. El festival de este año también estrenó “Esto lo cambia todo”, una adaptación (en formato documental y dirigido por su marido, Avi Lewis) del bestseller homónimo de Klein publicado en 2014. Pero así como el libro era un épico alegato anticapitalista (apodado por el New York Times como “el libro sobre medio ambiente más trascendental y polémico desde Silent Spring”), y el manifiesto es un intento muy concreto de lanzar un nuevo paquete de políticas medioambientales, el documental es una mirada mucho más íntima, conducida a través de las comunidades que están en primera línea de la guerra contra el cambio climático: desde las comunidades indígenas que luchan en las áreas donde procesan arenas de alquitrán en Alberta, a los habitantes de Andhra Pradesh, que defienden en India sus pantanos amenazados por una planta de extracción de carbón. Como el libro, la adaptación da una vuelta positiva al asunto. “¿Y si el calentamiento global no es solo una crisis?” pregunta Klein al público. “¿Y si es la mejor oportunidad que tendremos de construir un mundo mejor?”

“¿Y si el calentamiento global no es solo una crisis?” pregunta Klein al público. “¿Y si es la mejor oportunidad que tendremos de construir un mundo mejor?”

Antes de desvelar el manifiesto, el medio digital Salon se sienta con Klein y Lewis para hablar del documental, del poder del activismo de base y de su optimista (e indefinida) visión de futuro. Tal y como dice Klein: “No estamos ganando. Eso no quiere decir que podamos relajarnos. Pero quiere decir que la cosa se pone interesante”.

Naomi, nuestros lectores están familiarizados con tu trabajo, pero querría centrarme en el proceso de adaptar tu libro a documental. ¿Cómo empezó todo esto?

Naomi Klein: Los dos proyectos se pensaron a la vez. Se me ocurrió la idea para el libro mientras Avi trabajaba para Al Jazeera English como co-presentador de un espacio llamado “Fault Lines”, un programa de documentales. Yo viajaba para mi libro y Avi viajaba por todo el mundo para Al Jazeera. No nos veíamos, y era totalmente insostenible, así que decidimos empezar un proyecto juntos. Yo tenía la experiencia de haber hecho un largometraje sobre mi anterior libro (“La doctrina del shock”), con Michael Winterbottom. Pero con Michael lo hicimos todo a posteriori, y creo que hubo algunos fallos. Yo siempre tardo mucho en escribir un libro. Son unos cinco años de escritura y, una vez he terminado, lo último que quiero es hacerlo todo de nuevo. Durante la investigación, siempre hay un sentimiento muy genuino de descubrimiento, ya que aún no has acabado de definir tu tesis. Con el documental intentas simular todo eso (volver a los sitios a los que ya has estado, etc.), y quieras que no, el producto final siempre tiene algo de simulación. Así que queríamos hacer algo distinto esta vez, por un lado porque queríamos pasar más tiempo juntos a nivel personal, pero también porque pensamos que quizá el proceso mejoraría: ¿Y si Avi hace el documental mientras yo escribo el libro? De esta forma el proceso genuino de descubrimiento queda documentado. Ese es el lado positivo.

Eso no quiere decir que ganemos. No estamos ganando. Eso no quiere decir que podamos relajarnos. Pero quiere decir que la cosa se pone interesante.

Avi Lewis: El inconveniente fue intentar hacer una adaptación de un libro que aún no se había escrito, y eso fue duro. Se trataba de ir más allá de nuestras razones personales y conseguir una autenticidad en toda la investigación. Lo bueno es que creo que los dos tenemos la convicción de que, si uno quiere hacer florecer una idea, una idea radical en el seno de una cultura muy abarrotada de conceptos, vale la pena intentarlo en cuantas más plataformas mejor, de forma simultánea. Así que no solo teníamos el proyecto del libro y la película en paralelo, también trabajábamos en comprometer a la gente con nuestra web y con otras plataformas digitales.

En Toronto lanzamos el manifiesto “The Leap Manifesto”. Naomi tuvo una idea brillante (muy típico de ella). 2016 es año bisiesto [leap year, en inglés], así que pensó que lo que debemos hacer, socialmente, culturalmente y económicamente, era precisamente esto, dar un salto [leap]. Ya no hay tiempo para los pequeños pasos. Aparte del libro y el documental, nos hemos organizado muchísimo durante estos últimos meses: hemos tenido reuniones con organizaciones de todos los campos, niveles y espectros. Tuvimos un encuentro en Toronto que reunió a activistas, sindicatos, ecologistas, coordinadores de derechos y de justicia social. Este manifiesto, pidiendo en Canadá una transición hacia una economía de pocas emisiones contaminantes, para que se ejemplifiquen los principios de justicia y se aborden las injusticias, se lanza en medio del festival de cine.

Una película no argumenta meticulosamente ni da evidencias. Las películas son emoción, conexión y dimensión humana. En los grandes libros de no-ficción es difícil crear personajes y darles vida de la manera en la que lo haría una película. Y ninguna de esas dos plataformas sigue siendo idónea para lanzar un paquete de medidas. Así que estamos explorando la posibilidad de verter todos esos conceptos y sus implicaciones en distintas plataformas, según los puntos fuertes de cada medio.

El documental se centra mucho en esos movimientos de base llamados “ecología de los pobres”, así como en un gran número de ese tipo de grupos que acaban teniendo mucho éxito, como ahora los manifestantes que pararon la explotación de una mina de oro en Halkidiki, Grecia.

AL: La gente está ganando, por todas partes. El movimiento por la justicia climática está empezando a andar en serio. Si miras dónde estábamos hace un año, había medio millón de personas en la calle en Nueva York. Y era por el clima. Nunca nadie había visto una manifestación similar antes. La poca inversión en combustibles y carburantes fósiles ha estallado en los últimos años, con repercusiones que van mucho más allá de los campus universitarios americanos en donde empezó todo, de las ciudades, los pueblos, de Europa, Australia… Ahora tenemos todos esos proyectos de oleoductos que se están aplazando, en algunos casos incluso interrumpiendo. Tenemos el movimiento para parar el fracking, un movimiento que ha explotado y ha conseguido que se establezcan prohibiciones, en Nueva York o en Escocia. Hay muchas cosas que celebrar y en las que inspirarse. El movimiento por el medio-ambiente está expandiendo su noción de lo que es y se está ampliando por todo el mundo. Es un momento intenso, de mucho crecimiento. Se trata de una historia en la que los puntos no acostumbran a conectarse.

Me interesa este fenómeno internacional denominado Blockadia* como una forma de conectar a todos esos movimientos medio-ambientales de base que parecen a priori muy dispares.

AL: De hecho, están todos conectados. Hemos conocido a gente en Estados Unidos que se declaran activistas en contra de las arenas de alquitrán, y no es porque estén conectados con los activistas del norte de Alberta (Canadá), sino porque los grandes equipos encargados de las infraestructuras de alquitrán (las piezas de Lego enormes que utilizan para construir refinerías y tuberías) pasan por su estado. Y eso es porque hay petroleros llenos de bitumen que han explotado cerca de sus ciudades. Así que la gente está facilitando el encuentro de unos con otros.

¿Siente que estamos en la cúspide de algo, en una especie de punto de inflexión?

NK: Cuando el otro día miraba por primera vez el documental, me impresionó darme cuenta de que esto es una guerra. Lo ves cuando te fijas en cómo se desarrollan los acontecimientos cuando la gente intenta parar una planta de carbón o una mina: aparecen las armas. Es así, y es difícil que la gente lo vea. Pero hay bandos. Y cuando intentas pararlo es cuando más ves que hay bandos muy definidos. Así que diría, para no utilizar términos militares, que se trata de una carrera.

AL: Vamos, ¡a la carrera!

NK: Diría que empezamos muy atrás. En lo que a emisiones respecta, y porque nos hemos retrasado durante tantísimo tiempo, tenemos que hacer mucho, y muy rápido. Es una tarea muy difícil, y por eso utilizamos el término “salto”, porque realmente hablamos de una transformación que debe tener lugar en muchos frentes. Aun así hay señales muy emocionantes: el precio de la energía solar ha bajado en un 75%. Es ahora más barata que los combustibles fósiles, al menos en muchas partes del mundo. Si miras el porcentaje al que el sol se está introduciendo en un país como Bangladesh, es impresionante. Creo que la industria de los combustible fósiles está empezando a asustarse por la combinación desplome del precio–desinversión y por la tendencia que hace que las renovables se estén abaratando muchísimo en muy poco tiempo. Eso no quiere decir que ganemos. No estamos ganando. Eso no quiere decir que podamos relajarnos. Pero quiere decir que la cosa se pone interesante.

¿Cómo ven el reciente esfuerzo por parte de las empresas de apropiarse del movimiento por el clima, como la campaña de BP “Beyond Petroleum” (“Mucho más que petróleo”)?

AL: Con la campaña de BP ves exactamente lo que significan las palabras escogidas, ya que la abandonaron al cabo de muy poco de empezarla.

NK: Dijeron todo lo que debía decirse, lo escogieron muy bien. Dijeron que se convertirían en una multinacional diversificada y que irían más allá del petróleo, pero entonces el precio del crudo aumentó, vendieron su parte de energías renovables y duplicaron su apuesta por los combustibles más contaminantes del planeta. Así que no creo que podamos dejar esto en manos del mercado. Es demasiado importante. Es nuestro hogar. Es la vida en la tierra. Uno no debería apostar o jugar con un bien tan preciado e irremplazable. Eso no quiere decir que el mercado no tenga ningún papel, pero la idea de esperar lo mejor y poner algunos mecanismos favorables al mercado y dejarles hacer su trabajo… Creo que estamos ante una cuestión que solo se soluciona con normativas.

En el documental te fijas en la trayectoria de activistas a título individual, lo que lleva a escenas muy emotivas: los rancheros de Montana, devastados por el vertido de petróleo en su patio trasero o las mujeres del Alberta Beaver Cree Nation, a quienes la burocracia pone trabas de forma constante. ¿Cómo fue conocer y hablar con esta gente, y cómo escogió las historias que debían formar parte del documental?

AL: Fue muy difícil escoger. Decidí que, para que estuviera a la altura del trabajo que realizaba Naomi, debía ser un proyecto global. También vi que uno no puede hacer un documental sobre el cambio climático y el capitalismo en 2012 y no ir a China o India, no estar en los sitios donde se ganará o perderá la batalla por el cambio climático. Y como es muy complicado (y caro) viajar para realizar un documental (especialmente cuando intentas hacerlo con una buena producción y llevas veinte maletas encima cada vez que subes a un avión) tuvimos que reducir el tiempo que pasábamos en cada sitio al que íbamos. Habría sido magnifico haber tenido un par de meses para cada localización, pero tuvimos solo semanas. Eso lo compensamos con más investigación previa, charlando antes con la gente y estableciendo con tiempo las relaciones críticas con los sujetos que nos interesaban más. Cuando estás sobre el terreno y ocurre algo dramático en tiempo real… Bueno, podríamos decir que eso son los dioses sonriéndote. No se ven en el documental las innumerables veces que esto no ocurrió.

Con los documentales… no dejes nunca que nadie te diga que hay una fórmula mágica. Cualquiera que actúe haciendo ver que sabe lo que está haciendo, miente. Se basa todo en conjeturas; con los años pules tu intuición, tus corazonadas. Pero una cosa está clara: si la comunidad está a bordo del proyecto, entonces tienes una apuesta segura. Cuando sabes que un colectivo está luchando contra algo, o que se han juntado para luchar, cuando tienes ese sentimiento de que hay una lucha real… Sabes que vas a encontrar esos momentos de emoción, de drama. Además sabes que conocerás a gente de la cual aprenderás muchísimo y que te inspirarán. Gente que dirá cosas que cambiarán tu mundo y la manera que tienes de pensar y ver las cosas.

Me quedé muy impresionada con un momento en el que una mujer que participa en una protesta (la que se opone a la construcción de una mina de carbón en Grecia) dice mirando a cámara: “Daría mi vida para poner fin a esto”. No me pareció ni planificado ni orquestado con antelación.

AL: Esa mujer no se andaba con gilipolleces.

NK: Vino ella a buscarnos. Y otra cosa que quería decir es que las escenas del norte de Alberta, con Crystal y su familia en la comunidad de Beaver Cree Nation, son únicas, ya que ellos nunca se habían abierto a las cámaras de ese modo. Crystal ha hecho muchísimas entrevistas, pero nunca había invitado a nadie a su ámbito más familiar. Y esto tiene que ver con que Crystal y yo estamos involucradas en este movimiento desde hace mucho, y nos conocemos. Eso es lo que nos permitió hacer todo esto. Aunque no estuviéramos allí por mucho tiempo, la gente nos bendijo con su tremenda confianza. Y es algo que no damos por sentado. Es algo impresionante, dejar que alguien entre en tu casa con su cámara, que tenga acceso a tus momentos familiares más íntimos. Crystal me dijo después de acabar la grabación: “Cuando dije que ellos me tratan como a una ‘India estúpida’, crees que se ha entendido que este no es un término que nosotros utilicemos?”. Le aseguré que absolutamente todo el mundo a quien le habíamos enseñado esa escena lo había entendido de la forma que ella pretendía. Ese fue precisamente un momento espontáneo de intimidad, y estamos tremendamente agradecidos por toda esa confianza.

Yo soy de Canadá, y me conmovió muchísimo la descripción que hace el documental de las comunidades indígenas en este país. Parece que el tema de la protección del medio ambiente realmente encaja con todos estos otros problemas que aquejan a las comunidades indígenas canadienses en cuanto a la opresión del gobierno y en cuanto a su derecho de auto-determinación. Durante toda la película vemos que la lucha por el clima se entrelaza con temas relacionados con los derechos de la mujer y la pobreza.

NK: Una de las cosas que más me gusta de la película es que hay muchísimas mujeres, y muchas mujeres líderes. Y no es algo que Avi haya intensificado o magnificado.

AL: Es un reflejo claro de quién está liderando, un reflejo de quiénes son las figuras que inspiran.

NK: Es simplemente quien lidera. Crystal, Vanessa, Sunita, así como todas las mujeres de Grecia, son increíbles. Supimos de esa lucha por una carta abierta que escribieron desde Halkidiki al mundo sobre lo que estaban experimentando. Es una carta increíble sobre la opresión que estaban experimentando. En ella decían: “Queremos hablar contigo, de mujer a mujer”. Era algo muy directo, pero no hicimos una gran montaña de ello. Quizá tendríamos que haberlo destacado más, pero me alegra que hayas reparado en ello.

Poniendo la mirada en las presidenciales estadounidenses, ¿hay algún candidato que creáis que sea la opción ‘verde’ más obvia?

AL: Hay mejores y peores candidatos, pero de hecho creo que el sistema político americano no tiene las condiciones para el tipo de cambio que hace falta, y eso nos marca el camino de lo que debemos hacer como sociedad. Lo mismo pasa aquí en Canadá. Cuando tienes un Congreso bloqueado, el ejecutivo en pie de guerra con una o las dos cámaras… No hay una receta para un solo candidato, independientemente de su situación, para que este pueda realizar el cambio radical que pide el planeta y que la ciencia nos está diciendo que es necesario. Y eso está bien. Porque este es precisamente uno de los relatos que debemos quitarnos de encima.

Debemos dejar atrás este relato de más de 400 años de historia que nos dice que podemos controlar la naturaleza, moldearla a nuestro antojo, y que no habrá consecuencias para las sociedades basadas en estas premisas. Debemos madurar y abandonar esa historia, salir de la idea de que un político vendrá a salvarnos –independientemente de cómo sean o de cuánto inspiren a la población. Lo que necesitamos es similar a lo que pasó en Alemania, donde movimientos sociales presionaron a los políticos y crearon tanto apoyo público que ya era un tema de egoísmo político el hacer lo correcto. En torno a potenciar las energías renovables, a crear buenos empleos, a regular las grandes corporaciones y, sobre todo, en torno a un paquete completo de medidas para combatir la crisis climática y las desigualdades de nuestro sistema. Aquí es donde se ve que algo está cambiando. Y eso solo ocurre cuando hay un apoyo público enorme y unos políticos que llegan a donde está la gente. Y por suerte, ya podemos hacer eso, porque nosotros somos ellos.

Exacto. Somos nosotros.

NK: Siento que estamos en este momento en el que tenemos una clase política “seria” que nos está constantemente diciendo que se trata de un tema opcional, y que nos está empujando hacia esas medidas blandas totalmente insostenibles pero que hacen que nos quedemos en este camino suicida. Medidas que han demostrado, una y otra vez, ser erróneas. Es increíble que Bernie Sanders esté avanzando a Hillary Clinton en New Hampshire y Iowa. Eso demuestra que los expertos están equivocados. Así como es increíble que Jeremy Corbyn haya ganado el liderazgo del partido laborista en el Reino Unido.

AL: O que Alberta haya echado a los conservadores después de 44 años de gobierno de un único partido.

NK: Para mí es eso de lo que va este momento histórico: ¿Cómo encontramos esa realidad, donde los expertos están equivocados, donde la gente quiere más, donde todo mundo está listo para dar un paso adelante, pero donde hay un claro vacío de visión y de ideas?

* Blockadia: fenómeno internacional cuyo objetivo es detener los proyectos de extracción de combustibles fósiles o de minerales allí donde surjan.

Entrevista publicada originalmente en ‘Salon’. Anna Silman es editora de ‘Salon’.

Traducción: Anna Galdón

El cambio climático agrava la desigualdad entre ricos y pobres

Un estudio revela que el cambio climático, y el poder que ejerce sobre los recursos naturales de la Tierra, agrava la desigualdad entre comunidades ricas y pobres.

Ecodiario
Como ejemplo, los expertos señalan que el cambio climático está obligando a algunas especies migratorias de peces a cambiar su ruta hacia los polos, lo que significa un gran cambio para las personas cuyo sustento depende de los peces. «Lo que encontramos es que los recursos naturales como el pescado están siendo empujados por el cambio climático, y cambia quién tiene acceso a ellos», ha señalado uno de los autores del trabajo, Malin Pinsky.

Así ha señalado que, cuanto más fuerte sea la conservación orientada a la gestión del recurso natural en una comunidad, mayor será el valor de dichos recursos naturales y si esos recursos aumentan o disminuyen. De este modo, si las comunidades y los países más ricos son más propensas a tener una gestión fuerte de los recursos, estos grupos tienen más probabilidades de beneficiarse, lo que agrava la desigualdad.
La riqueza se está desplazando

Pinsky y sus co-autores han explicado que «la riqueza inclusiva» -en peces, plantas y árboles y otras especies importantes para los seres humanos- se está desplazando fuera de las zonas templadas y hacia los polos ya que las temperaturas globales aumentan. La riqueza inclusiva es la suma de los activos de capital de una comunidad, incluyendo los activos naturales como el pescado o los árboles, sino también la salud humana y la educación, así como los activos construidos como carreteras, edificios y fábricas. Dado que el clima cambia de manera desigual de lugar en lugar, los recursos naturales migran -o se reproducen- de forma desigual.

Su trabajo, publicado en Nature Climate Change utiliza datos que Pinsky desarrolló en sus estudios sobre la migración de peces y una fórmula matemática desarrollada por el economista Universidad de Yale por Eli Fenichel, para ilustrar la relación entre el movimiento de los recursos y el movimiento de la riqueza.

Para ilustrar su punto, los autores establecieron un modelo con dos comunidades ficticias, Northport y Southport, cada una dependiente en cierta medida de una pesquería en particular. Luego, los autores imaginaron escenarios de interacción entre las dos comunidades, la acción de sus peces, y entre sí.

«Tendemos a pensar en el cambio climático sólo como un problema de la física y la biología. Pero la gente reacciona también y, por el momento, no tenemos una buena comprensión de los impactos de la conducta humana sobre los recursos naturales afectados por el cambio climático», ha apuntado el científico.

Uno de los próximos proyectos para el equipo se inclinará hacia el lado humano de la ecuación. Los expertos pasarán parte de la primavera y el verano hablando con personas involucradas en la pesca comercial en gran parte de la costa este de Estados Unidos.

EL TOPIL XXVI.- El cambio climático desde la tierra del sol

Educa Oaxaca

El pasado 12 de diciembre concluyó en París, Francia, el 21 periodo de sesiones de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, mejor conocida como COP 21. En esta Conferencia Mundial los 195 Estados Partes adoptaron el documento titulado «Acuerdo de París». En la presente entrega de El Topil, más que hacer un análisis sobre los resultados de la cumbre, analizaremos los efectos del cambio climático in situ.

Es por ello que hemos titulado este número: “El cambio climático desde la tierra del sol”. Virginia Reyes expone: “El Cambio Climático entonces, no debería verse solamente como una serie de efectos en el clima y su relación con la tierra, sino la relación que existe entre la humanidad y el planeta, puesto que nos afecta a todos por igual”. Alejandro de Avila concluye su texto con la siguiente reflexión: “Sólo la movilización social puede vencer a los verdaderos villanos de esta historia: los tiburones insaciables de la oligocracia”. Le invitamos a leer EL TOPIL.

EL TOPIL XXVI.- El cambio climático desde la tierra del sol

El Acuerdo de París: una pantomima histórica

Tom Kucharz, Periódico Diagonal

Debemos estar alarmados con tanta autocomplacencia con el acuerdo «histórico» de París. La imagen es de una mascarada lamentable. Naciones Unidas, jefes de Estado y la mayoría de los medios de comunicación celebran con euforia el Acuerdo de París, pero en realidad es inhumano, engañoso y esquizofrénico.

El Acuerdo de París es inhumano porque consiente la destrucción de los medios de vida de millones de personas en el mundo. Los gobiernos han cruzado todas las líneas rojas marcadas por la ciencia y la sociedad civil organizada. El acuerdo acepta implícitamente un aumento de temperatura global de entre 2,5 ºC y 3,7 ºC.

Diversos organismos evaluaban el alcance de las promesas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (las llamadas INDC) hechas por los diferentes países antes de la cumbre y afirmaron que con dichos objetivos no se contiene el aumento de temperatura por debajo de 2 ºC a final de siglo respecto a la era preindustrial.

Es una decisión que nos llevará a niveles catastróficos de cambios globales. Los gobiernos no han querido acordar obligaciones de reducción de emisiones más ambiciosos para limitar el calentamiento a 1,5 ºC, lo que equivale a permitir conscientemente la muerte, el desplazamiento y el sufrimiento de millones de personas. Una vez más se han favorecido los intereses y beneficios económicos por encima del cumplimiento de los derechos humanos.

El acuerdo también es inhumano porque festeja las limosnas que se dan al Sur global en función de la financiación de medidas de adaptación al cambio climático con el Fondo Verde para el Clima, mientras impide anclar el derecho a compensación por daños y pérdidas, por ejemplo en el caso del aumento de enfermedades tropicales, los suelos degradados, la pérdida de fuentes de agua o la desaparición de pueblos enteros en zonas costeras afectadas por la mayor incidencia de huracanes e islas inundadas por el aumento del nivel de mar.

El Gobierno de Estados Unidos, con la complicidad de la Unión Europea, ha insertado una demanda sin precedentes: que los países más vulnerables al cambio climático renuncien a su derecho legal a demandar a otros países por pérdidas climáticas.

El Acuerdo de París es injusto porque recoge menores obligaciones para los países más enriquecidos e históricamente más responsables del cambio climático, y aumenta la carga para los países más vulnerables y empobrecidos, mientras reduce la seguridad para ellos y da más espacio al sector privado.

El acuerdo es engañoso, ya que pretende ser capaz de detener el cambio climático, mientras que el texto hará todo lo posible para proteger los intereses de las grandes empresas. Es un acuerdo que ha nacido vacío y en el que las promesas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero no son de obligatorio cumplimiento.

¿De qué «mecanismos vinculantes» estamos hablando? Los tratados de comercio e inversión como el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP), que los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea negocian con mucha voluntad política sí serían vinculantes y marcarían un modelo de producción y consumo destructivo. Las políticas de comercio e inversión han contribuido significativamente al aumento la extracción de combustibles fósiles y han anulado la legislación ambiental, lo que impide poner en práctica políticas coherentes para frenar el cambio climático.

La COP21: permite seguir quemando energías fósiles

Lo más grave: al Acuerdo de París no menciona ni una sola vez el término combustibles fósiles. Los gobiernos no sólo no han tenido la voluntad política para oponerse a las poderosas industrias de los combustibles fósiles, si no que van de la mano, como señalan diversas investigaciones sobre las puertas giratorias y el lobby empresarial que han hecho caer la balanza en la COP21. Por eso el Acuerdo de París no impulsa una transición energética ni pone fin a los combustibles fósiles, como expresan desafortunadamente algunas valoraciones de ONG como Greenpeace o Avaaz. Por eso es un acuerdo contra la ciencia que dice claramente que hay que dejar dos terceras partes de las reservas probadas de los combustibles fósiles en el subsuelo.

El texto de París nos condena a décadas de inacción y más cambio climático, no tiene el sentimiento de urgencia porque no hay objetivos de reducción de emisiones a corto y medio plazo de aquí hasta 2020 y las primeras revisiones del acuerdo sólo serán en 2023.

Es esquizofrénico que los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea, y las grandes empresas de combustibles fósiles y agroindustriales, que son los principales culpables históricos del cambio climático, ahora se presenten defendiendo un objetivo máximo de 1,5 ºC de aumento de la temperatura global. Se necesita ese objetivo –que, por cierto, no es un objetivo obligatorio–, pero sin falsas soluciones, como los mercados de carbono, la energía nuclear y la geoingeniería que han estado tan presentes en las salas de negociación de París.

El Acuerdo de París habla de “equilibrio’ entre las emisiones antropogénicas y la capacidad de absorber esos gases, no reducciones de emisiones reales y a nivel doméstico, y justifica las tecnologías peligrosas de la industria petrolera, como la captura y almacenamiento de carbono (CCS) y la bioenergía.

Al incluir los suelos agrícolas en el acuerdo se puede provocar nuevos acaparamientos de tierras que se dedicarán a la especulación con los mercados de carbono en vez de producir alimentos sostenibles, lo que agravará la crisis alimentaria.

Frente a la indiferencia, la movilización ciudadana

Con la indiferencia con la que han reaccionado los gobiernos al estado de emergencia climática, se ha demostrado una vez más que la sociedad civil organizada debe hacer cumplir los cambios necesarios desde abajo y no debe esperar nada de sus gobiernos ni del espacio de negociaciones de Naciones Unidas.

Por ello lo más importante acontecido en París han sido los encuentros, actividades y movilizaciones convocadas por la Coalición Clima 21, una coalición compuesta por más de 150 organizaciones de Francia y que ha contado con el apoyo de numerosas redes, plataformas y organizaciones de base de otros países. En paralelo han tenido lugar manifestaciones y protestas en el mundo entero.

El sábado, último día de la cumbre, miles de personas se manifestaron en las calles de París contra el acuerdo criminal de la COP21 a pesar del estado de excepción, las restricciones al derecho de manifestarse y a las libertades (como los arrestos domiciliarios) y la campaña de miedo del Gobierno para desalentar a la gente a protestar.

La esperanza de París es el empoderamiento de los cambios impulsados por la ciudadanía frente al calentamiento global, con miles de luchas, como las articuladas contra las industrias de los combustibles fósiles y el fracking, acuerdos comerciales como el TTIP, o la energía nuclear.

Parece que las grandes industrias de los combustibles fósiles han ganado las negociaciones de la cumbre de París, pero, lejos de resignarse, los propósitos de la gente que han venido a París a manifestarse y rechazar el Acuerdo de París son: resistencia, alternativas al capitalismo, desinversión de los combustibles fósiles y desobediencia.

Las protestas de París también han puesto una señal muy clara contra la nueva escalada militarista del Gobierno francés y la OTAN. Desde la última asamblea en la Zona de Acción Climática, uno de los espacios de la sociedad civil organizada en París ,donde se congregaron miles de activistas para denunciar las negociaciones oficiales, se ha hecho un llamamiento a la movilización global contra la guerra en Siria y la islamofobia el 13 de febrero 2016.

Se profundizan las resistencias y alternativas desde los Pueblos durante la Cumbre de los Pueblos en París

Se profundizan las resistencias y alternativas desde los Pueblos durante la Cumbre de los Pueblos en París, mientras los gobiernos, cediendo a la presión de las transnacionales dan la espalda una vez más a compromisos verdaderamente vinculantes durante la COP 21

Campaña Global para Desmantelar el Poder de las Transnacionales y
Poner fin a la Impunidad

París, 14 de diciembre de 2015

En el marco de la 21a Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en “Paris 2015” – COP21, la responsabilidad de los acuerdos de libre comercio, los regímenes de inversión y las empresas transnacionales (ETN) en la crisis climática ha sido expuesta a través de varios talleres y protestas “prohibidas” ‘en toda la ciudad de París durante la Cumbre de los Pueblos sobre el Clima (ver en Storify).

El último día de acción en las calles de París el 12 de diciembre, resonó como una declaración de estado de emergencia climática mientras que los gobiernos, sometidos al poder de las transnacionales se preparaban a cerrar la COP 21, habiendo una vez más rechazado todo compromiso realmente vinculante que constituya una respuesta ante la crisis generada por el cambio climático. A pesar de ello, los movimientos sociales y las campañas que reivindican la justicia climática, han demostrado una creciente determinación en la asunción de responsabilidades y el esfuerzo por conseguir un cambio en el sistema económico y político en aras de enfriar el planeta.

Entre las 25 transnacionales con mayores ventas, 15 se vinculan con la industria de los combustibles fósiles (ver El Estado del Poder 2014) y son responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero que afectan a todo el planeta – entre ellas podemos citar a Shell, Exon-Mobil, Sinopec-China Petroleum, BP, Petro China, Total, Chevron, ENI, Petrobras, Gazprom, Statoil. Las empresas transnacionales (ETN) venden también falsas soluciones frente al cambio climático, basadas en mecanismos de mercado, después de haber capturado agresivamente la agenda y la formulación de políticas en las negociaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el clima.

De acuerdo con Diana Aguiar, de FASE (Brasil), organización miembro de la Campaña Global para desmantelar Poder Corporativo participar en la Cumbre del Clima Pueblos en París “entre los principales impulsores del colapso ambiental que afecta a todo el planeta, hay que destacar al régimen de Libre Comercio e inversiones, así como el papel de las empresas transnacionales”.

Las ETN acaparan de forma creciente a los bienes comunes a través de una apropiación global de los recursos, y actúan con una amplia impunidad, a pesar de los impactos sociales, económicos y ambientales devastadores generados por sus operaciones. Según Ben Lilliston Institute for Agriculture and Trade Policy (IATP, Estados Unidos), “la concesión de derechos especiales para empresas que está acelerando el cambio climático se basa en régimen de comercio e inversión, el cual los acuerdos como TTIP, CETA, TPP y TISA y otra acuerdos de libre comercio impuestos por EE.UU. y la Unión Europea (UE) proporcionan una protección exclusiva a los inversionistas, a la vez que niegan toda protección del interés público y respeto los derechos de los Pueblos“.

La captura corporativa o control ejercido por las transnacionales se hizo muy evidente durante la COP 21, en las diversas varias versiones del texto negociado. Las falsas soluciones, basadas en el mercado y en la tecnología propuestas por los criminales corporativos que acaparan la COP fueron expuestas en el Grand Palais y denunciadas durante un “Tour Tóxico”, así como durante el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza, y durante las distintas protestas lideradas por los Pueblos Indígenas y las comunidades principalmente afectadas por el cambio climático.

Entre los momentos clave de la movilización en la Cumbre de los Pueblos, se intentó propiciar la convergencia de luchas y estrategias – entre lo/as defensore/as de la tierra y el agua, así como aquello/as que denuncian a los tratados de libre comercio y a las transnacionales. En este contexto, se abrieron debates sobre el proceso de construcción de resistencias y alternativas, plasmado en el Tratado Internacional por la Soberanía de los Pueblos e iniciativas como el Instrumento vinculante sobre las ETNs y los Derechos Humanos que se discute actualmente en las Naciones Unidas. Ambos temas fueron objeto de sendos talleres durante el 6 de diciembre de 2015.

Entre los casos expuestos, que ilustraron el carácter sistémico de la impunidad de las transnacionales en todas las regiones del globo, se destararon: Chevron Texaco en Ecuador, ProSAVANA en Mozambique, Veolia en Marruecos, EDF – Engie en Polonia y UK, empresas mineras en los países africados y en Filipinas, así como la Vale en Brasil y Mozambique.

De forma simultánea, la narrativa compartida por diversas campañas y comunidades en resistencia consistió también en estrategias y alternativas puestas en práctica que contribuyen a enfriar el planeta. Entre estos elementos podemos destacar la agroecología propuesta por La Via Campesina, el Movimento dos Atingidos por Barragens (MAB- Brasil), y otras redes que reclaman la soberanía de los Pueblos sobre el agua, la alimentación y la energía. Así mismo, se encuentra el debate colectivo que emerge de propuestas desde los movimientos sociales tales como la auditoría ciudadana de la deuda (presentada por el CADTM), y la necesidad de reivindicar a la democracia frente al poder de las transnacionales, defender la paz frente a la guerra, respaldar los derechos de lo/as migrantes y refugiado/as, así como las prácticas en aras de fomentar la justicia económica, política, de género, social, climática y ambiental. La Plataforma de Desarrollo de las Américas (PLADA) fue presentada con alternativas concretas elaboradas desde los sindicatos, y la Marcha Mundial de Mujeres organizó diferentes actividades en defensa de la Tierra, los territorios y los cuerpos de las mujeres.

A pesar del estado de emergencia oficial y la prohibición de manifestar, la Cumbre de los Pueblos representó un volcán de protestas y acciones en París, desde la Cadena Humana del 29 de noviembre, a las protestas ante la sede de Danone y de Total, acciones en la pirámide del Louvre, delante de la Catedral de Notre Dame, el Tour Tóxico ante el Grand Palais, las acciones en torno a BNP Paribas y las acciones del 12 de diciembre para “tener la última palabra” en la COP 21.

Las Asambleas de Convergencia y el momentum de la Cumbre de los Pueblos de Paris, resultaron en un calendario de los movimientos sociales y día de acción para la Campaña durante 2016. Esto incluyó la propuesta de los sindicatos y movimientos sociales latinoamericanos reunidos para el festejo de los 10 años de la victoria sobre el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), de convocar a nivel hemisférico a un Día de Acción contra los Tratados de Libre comercio y las Transnacionales el 4 – 5 de noviembre de 2016. Esta propuesta, así como el conjunto de convergencias que tuvieron lugar en París, acercando a movimientos y organizaciones sociales en aras de “tener la última palabra” frente a la justicia climática, permitieron profundizar las sinergias y acercar estrategias entre distintas luchas. Estas, de acuerdo con Lyda Fernanda (Transnational Institute) necesitan “confrontar el poder transnacional y unir las luchas en defensa de la vida y del planeta”.

Vía Movimiento M4

Las mujeres sienten el cambio climático en carne propia

Por Sohara Mehroze Shachi, Domoina Ratovozanany, y Dizzanne Billy
IPS Noticias

El vínculo entre mujeres y cambio climático es un asunto transversal que merece mayor reconocimiento, pues es omnipresente y afecta a distintos ámbitos, desde la salud y la agricultura hasta el saneamiento y la educación.

En los países en desarrollo, las mujeres son testigos del nexo entre el recalentamiento planetario y las cuestiones de género en carne propia. A menudo, su supervivencia depende mucho de la tierra y de los recursos hídricos, lo que las deja en situación vulnerable.

El cambio climático no es solo un asunto ambiental, sino de justicia social, igualdad y derechos humanos, todos asuntos vinculados con cuestiones de género.

La perspectiva femenina debió integrarse totalmente al Acuerdo de París, surgido de la COP21, en especial el empoderamiento de las mujeres, además de prever una respuesta y otras cuestiones de género como la vulnerabilidad de las mujeres rurales.

La COP21 (21 Conferencia de las Partes) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, tuvo lugar del 30 de noviembre al 12 de este mes en la capital francesa.

En las etapas de preparación del borrador, las cuestiones de género se trataron como un elemento accesorio que podía retirarse y casi todas las partes las ignoraron y se equivocaron.

Asia, el Caribe y África son tres de las regiones más vulnerables a la variabilidad climática y, si bien son responsables de una pequeña parte del recalentamiento planetario, las mujeres soportan la peor parte de sus severas consecuencias.

Millones de personas en Asia son extremadamente vulnerables al fenómeno, en especial las mujeres, debido a los roles tradicionales de género. En muchas áreas rurales, su movilidad es muy limitada, pues no se ve con buenos ojos que trabajen fuera del hogar.

Mientras los hombres de las regiones afectadas por la variabilidad climática suelen emigrar a las ciudades o a otras regiones menos vulnerables en busca de trabajo, las mujeres se quedan a cuidar del hogar y de los hijos comunes. Esa reclusión se traduce en dependencia económica y falta de acceso a la información, como alertas tempranas, lo que contribuye a su enorme vulnerabilidad.

En ese continente, las mujeres suelen encargarse de actividades más sensibles al clima, como recolectar agua y preparar la comida, lo que eleva su vulnerabilidad.

Investigaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) han concluido que las mujeres y las niñas son las encargadas de ir a buscar agua, para lo que tienen que recorrer largas distancias.

Con la creciente frecuencia e intensidad de las inundaciones, es común que las mujeres tengan que atravesar habitualmente terrenos anegados para buscar el agua y preparar los alimentos, lo que las expone a riesgos, desde ahogarse, pasando por mordeduras de serpientes, hasta enfermedades cutáneas.

En la otra mitad del mundo, las mujeres soportan situaciones similares. En el Caribe, muchos hogares son principalmente matriarcales, y ellas son las que más necesidades tienen de medidas de adaptación y mitigación del recalentamiento planetario.

También son responsables de las tareas del cuidado de las personas del hogar y sufren el impacto de la inseguridad alimentaria y la escasez de agua. Las mujeres rurales son particularmente vulnerables, en especial las pequeñas productoras, las agricultoras marginadas y las trabajadoras rurales.

Ya sea que la escasez de agua y de alimentos se deba al aumento del número y de la intensidad de los huracanes o de la sequía, las posibilidades de llevar adelante una vida decente no son altas ni mejoran. Comprender esa situación es importante para el buen diseño y la ejecución de estrategias de adaptación.

“La agricultura necesitaba mayor visibilidad en las negociaciones”, observó la presidenta de la Red de Productoras Rurales de Jamaica, Mildred Crawford.

“Las mujeres juegan un papel en la cadena alimentaria y necesitan fondos para asistir a los pequeños agricultores a fin de mitigar y adaptarse al cambio climático. Los grupos de mujeres ya están organizados, así que los incentivos les pueden servir para controlar el desperdicio de carbón en sus comunidades”, añadió.

El Caribe atraviesa su peor sequía de los últimos cinco años.

Según Mary Robinson, ex primera ministra de Irlanda, quien también se desempeñó como alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el borrador del Acuerdo de París debía concentrarse en cuestiones de género para garantizar a las mujeres el acceso a fondos para el clima, tecnologías renovables y capacidad de adaptación.

De hecho, las campañas climáticas no deben concentrarse solo en la reducción de emisiones, comercio de carbono y transferencia de tecnología, sino que deben tratar de ir más allá.

Además, deben tener en cuenta que la mayor parte de los agricultores en los países en desarrollo son mujeres y, la adaptación las involucra especialmente. Los asuntos de género son transversales, no se usan por conveniencia.

Las mujeres de los países en desarrollo deben estar empoderadas para desempeñar papeles más significativos en la lucha contra el cambio climático, pues tienen mucho que perder.

Kalyani Raj, integrante responsable de la Conferencia de Mujeres Todo India, arguyó que es crucial dar voz a la población femenina más vulnerables e incluirla en la planificación de políticas.

“Muchas mujeres desarrollaron enfoques de adaptación a muy pequeña escala, conocimientos tradicionales y soluciones de las comunidades indígenas que no se amplifican”, explicó. “Las políticas deben concentrarse en ampliar eso, en vez de proponer medidas uniformes para adaptarse al cambio climático”, añadió.

En África, el impacto del cambio climático sobre las cuestiones de género se relaciona principalmente con la agricultura, la seguridad alimentaria y los desastres naturales.

Según el Informe Económico de 2011 del Banco de Desarrollo Africano (BDA), las mujeres representan 40 por ciento o más de los trabajadores del sector agrícola en 46 de los 53 países del continente. Ese sector de la economía se considera vulnerable porque generalmente no incluye empleos formales con contratos e ingresos seguros.

“Los pobres son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático, y la mayoría de las 1.500 millones de personas que viven con un dólar al día o menos son mujeres”, señala el Estado de la Población Mundial de 2009, elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

Además, en una muestra de 141 países se concluyó que, entre 1981 y 2002, el sesgo de género en las personas fallecidas por desastres naturales están directamente vinculadas a los derechos económicos y sociales de las mujeres. En esos casos, en las sociedades menos equitativas, mueren más mujeres que hombres.

El reclamo de las mujeres rurales es una realidad que debemos afrontar. Sin embargo, debemos reconocer que no son solo víctimas, son poderosos agentes de cambio.

La población femenina debe estar incluida en los procesos de decisión para que pueda contribuir con su experiencia y conocimientos únicos, pues toda intervención vinculada al cambio climático que excluya su perspectiva, así como cualquier política que omita las cuestiones de género, está destinada al fracaso.

Traducido por Verónica Firme

El poder de los pueblos cobra fuerza mientras los políticos fracasan en París

Declaración final de Amigos de la Tierra Internacional en la COP21

En las últimas dos semanas, las manifestaciones y protestas masivas ganaron fuerza en todas partes del mundo, quitándole protagonismo a las negociaciones en París sobre el clima y demostrando la fortaleza del movimiento respecto de los planes para 2016 y más allá.

Miembros de las comunidades más expuestas que ya están sintiendo las consecuencias más graves del cambio climático y las energías sucias alzaron sus voces. Los movimientos de la gente que trabaja para implementar soluciones de energía renovable controladas por las sociedades, a menudo en medio de contextos muy difíciles, se reunieron para compartir ideas e inspirarse. Indígenas, jóvenes y cientos de miles de activistas inundaron las calles de distintas ciudades y pueblos de todo el mundo para enviar un claro mensaje: exigimos justicia climática y seremos escuchados.

En París, donde las protestas públicas siguen estando restringidas debido al estado de emergencia declarado, los activistas encontraron formas creativas de torcer las reglas o fueron incluso más allá y decidieron forzar los límites del Estado policial y enfrentar las consecuencias. Durante la segunda semana de las negociaciones sobre el clima, las acciones se intensificaron y pusieron en la mira a los verdaderos delincuentes climáticos. Se denunció a las empresas contaminantes que pagan para ejercer influencia en las negociaciones sobre el clima. Se desenmascararon las falsas soluciones, que son sólo excusas y una distracción peligrosa para permitir que el PBI aumente mientras que se destruye el planeta, y se puso en evidencia a sus defensores.

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Se denunció que los sistemas injustos de producción y distribución de alimentos intensifican la crisis y empeoran los impactos del clima. Se defendió la soberanía alimentaria y más específicamente la agroecología campesina como la única solución climática segura y adecuada para nuestros sistemas alimentarios fracasados. Y nuevamente, es la gente, con métodos ya probados, que está solucionando estos problemas.

La influencia del cabildeo empresarial en las negociaciones sobre el clima de este año fue tan insidiosa como siempre. Las empresas contaminantes y otras responsables del gran daño ambiental y las graves violaciones a los derechos humanos intentaron hacerse pasar como parte de la solución a la crisis climática, pero no lo lograron. Los activistas en París y otras partes del mundo organizaron manifestaciones para develar el maquillaje verde de las empresas y la influencia que ejercen en las negociaciones. A las empresas no les compete estar en estas negociaciones y menos que menos a las contaminantes y violadoras de derechos humanos.

Climate justice peace

Desafortunadamente, las iniciativas para combatir la deforestación planteadas en las negociaciones sobre el clima a lo largo de los años han sido sumamente cínicas, como si el único propósito de los bosques fuera ser esponjas para absorber las emisiones excesivas del Norte global. Los bosques son ecosistemas complejos y dinámicos a los que no se les puede asignar otro propósito como por arte de magia. Debemos encarar la deforestación de manera urgente y razonable. Lamentablemente, demasiadas ideas en los pasillos de la ONU implican otorgar licencias para continuar deforestando con el argumento de que se puede “compensar” plantando árboles en otro lugar. Todo esto hace caso omiso del hecho que hay millones de personas que viven en los bosques, que entienden cómo funcionan los ecosistemas, saben cómo manejarlos de manera sustentable y son los mejor posicionados para proteger la inviolabilidad de sus hogares y recuerdos ancestrales. Y a medida que avanzaban las negociaciones, gente de todo el mundo se reunía para fortalecer sus conocimientos sobre manejo comunitario de bosques y manifestarse para rechazar las falsas soluciones frente a la deforestación y la crisis climática.

Una nueva ronda de negociaciones sobre el clima acaba de terminar, develando el fracaso de los llamados líderes mundiales y una falta inexcusable de justicia y ambición. El acuerdo abandonó a la gente y el planeta. Sin embargo, el movimiento por la justicia climática, por las soluciones populares, la equidad, la solidaridad, por el planeta, por la esperanza y la paz, desencadenó un torrente de ambición invencible.

Este es un movimiento arraigado en los reclamos de la gente que ya enfrenta los efectos del cambio climático y las comunidades cuyas vidas y bienestar se ven amenazados. Es un movimiento mundial en términos de su alcance y perspectivas. No tolerará la injusticia, la cobardía política ni la corrupción.

Y París demostró una vez más que nadie nos puede detener.

¡Adelante!

Imagen: Luka Tomac/Amigos de la Tierra Internacional

Cumbre sobre Cambio Climático en París: se necesita transparencia en forma urgente

Amigos de la Tierra Internacional

París, Francia. 7 de diciembre de 2015. A menos de una semana de que finalicen las negociaciones de las Naciones Unidas sobre cambio climático en París, Amigos de la Tierra Internacional advirtió que no se ha permitido la asistencia de observadores de la sociedad civil a partes fundamentales de las negociaciones, y exigió absoluta transparencia en la Cumbre.

Durante la primera caótica semana de la conferencia, muchas negociaciones tuvieron lugar en múltiples reuniones “oficiosas” y de subgrupos en perjuicio de muchos países en desarrollo, cuyas delegaciones son demasiado pequeñas para poder asistir a todas las reuniones importantes al mismo tiempo. Muchos países en desarrollo afirmaron que las organizaciones de la sociedad civil son una fuente vital de experiencia para las delegaciones más pequeñas.
Sin embargo, los observadores de la sociedad civil, entre ellos Amigos de la Tierra Internacional, fueron excluidos de todos los foros, excepto el principal, donde las partes informaron que no hubo progreso en las negociaciones.

“Las negociaciones deberían desarrollarse de manera transparente, sin discriminar a las delegaciones de los países pequeños y en plena presencia de la sociedad civil. Apoyamos a los 135 países en desarrollo que criticaron a muchos países desarrollados por obstruir el avance de las negociaciones y por negarse a discutir varias de sus propuestas”, afirmó Jagoda Munic, presidenta de Amigos de la Tierra Internacional. Munic añadió: “Los países ricos no deberían intimidar al resto del mundo a puertas cerradas para que logren un acuerdo que les convenga a ellos y no a los países en desarrollo”.

“En lugar de liderar mediante la reducción urgente de sus emisiones, los países desarrollados, que son los más responsables de la crisis climática, están intentando pasar la responsabilidad a los países en desarrollo. Los países que produjeron la mayor cantidad de carbono en la atmósfera, encabezados por Estados Unidos, ahora están renunciando a su responsabilidad de adoptar medidas. Los políticos están permitiendo que los países más ricos se salgan con la suya. Se trata de una gran injusticia para los países más pobres y los menos responsables de la crisis climática”, afirmó Dipti Bhatnagar, coordinadora del programa Justicia Climática y Energía de Amigos de la Tierra Internacional.

Millones de personas ya están pagando con sus vidas la persistente falta de acción de los Gobiernos. La crisis climática afecta en forma desproporcionada a los países y a las personas más pobres, que no son responsables de esta crisis. Los países más ricos han utilizado más de la parte del espacio atmosférico que les corresponde y deben reducir drásticamente sus emisiones y transformar completamente sus economías y sociedades, según Amigos de la Tierra Internacional.

“Necesitamos la presión de la sociedad civil en París y después. No podemos contar con la buena voluntad de nuestros gobiernos para combatir la crisis climática. La transformación a la energía renovable socialmente controlada está ocurriendo y la están realizando los verdaderos líderes: la gente. Si se adoptan universalmente las soluciones propuestas por la gente, en lugar de que los tomadores de decisiones las sigan postergando, podremos lograr grandes avances hacia sociedades con un clima seguro”, afirmó Lucy Cadena, coordinadora del programa Justicia Climática y Energía de Amigos de la Tierra Internacional.

Activistas de los Jóvenes de Amigos de la Tierra Europa realizaron hoy una protesta en las negociaciones de las Naciones Unidas sobre cambio climático para exigir transparencia y preguntar “¿qué están ocultando?”.

La Cumbre del Clima, entre la represión y la amenaza de “colapso”

Enric Llopis, Rebelión

En torno a 120.000 policías, gendarmes y militares se encargarán durante los próximos quince días de la seguridad en la Cumbre del Clima que se celebra en París, a la que asistirán delegaciones de 195 países. Con carácter previo a las reuniones, 24 activistas fueron sometidos a arresto domiciliario y más de 300 personas resultaron detenidas durante las concentraciones del 29 de noviembre. Mientras, en 2.500 ciudades de todo el mundo han tenido lugar actos reivindicativos en relación con el cambio climático y en el estado español, la Alianza por el Clima, de la que forman parte 40 organizaciones ecologistas, sindicales y ONG, han pedido la reducción de los gases de efecto invernadero de acuerdo con las recomendaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático de Naciones Unidas (IPCC), para que no se sobrepasen los 2ºC de temperatura media global, o preferentemente los 1,5ºC. Alianza por el Clima ha recomendado asimismo las contribuciones comprometidas en el Fondo Verde para el Clima, de 100.000 millones de dólares anuales para 2020, que deberían contribuir a un cambio hacia un modelo bajo en carbono que impulse las energías renovables y la eficiencia energética.

En las últimas fechas han proliferado los estudios, investigaciones y estadísticas sobre los efectos del cambio en el clima. Un tercio de las reservas mundiales de petróleo, el 50% de las gasísticas y más del 80% de las de carbón se tendrían que mantener intactas entre 2000 y 2050 para evitar que la temperatura terrestre aumente en 2ºC, según un estudio publicado en la revista “Nature” por los investigadores Cristophe McGlade y Paul Ekins. Pero “el instinto de los políticos es aprovechar las reservas territoriales por completo y con rapidez”, afirman los autores. Recientemente Naciones Unidas ha recordado que anualmente se producen 30.000 muertes por inundaciones, tormentas, olas de calor u otros desastres relacionados con el cambio climático. Las catástrofes atribuidas en la última década a estos fenómenos asciende a una media de 355 anuales, un 14% más que en los diez años anteriores. Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado del incremento de enfermedades infecciosas, como la malaria, el dengue o el cólera, asociadas al aumento de las temperaturas.

La concentración de CO2 en la atmósfera ya ha superado el punto neurálgico de las 400 partes por millón, advierte el biólogo, experto en sostenibilidad ambiental y militante ecologista Ricardo Almenar, quien se manifiesta poco optimista respecto a los resultados de la Cumbre de París. Explica que el precio del barril de petróleo se sitúa en torno a los 45 dólares (ha caído desde los 105 dólares desde el verano de 2014), lo que implica un precio muy barato de la energía. “Con los precios de una materia prima como el crudo a esos niveles, es muy difícil pensar en políticas de ahorro; son precios que incentivan al consumo”.

Además, los delegados de los países que asisten a la Cumbre de París lo hacen con “propuestas de carácter voluntario”, que en caso de incumplirse no llevan aparejada una sanción. En resumen, “no se considera la atmósfera un bien común, sino un bien libre donde estados, ciudadanos y empresas pueden emitir lo que les parezca”, explica el autor de los libros “El fin de la expansión” (Icaria) y “El bosc protector” (Bromera) en un acto organizado por la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente y Cambio Climático en colaboración con la Universitat de València. Considera asimismo Almenar que las limitaciones al aumento de la temperatura del planeta en 2ºC hasta finales de siglo deberían haberse establecido ya en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (1992). “La de París es la que hace 21, llevamos unos 25 años de retraso”.

Otra cuestión es la de las prioridades políticas. El informe Stern sobre la economía del cambio climático, encargado por el gobierno británico y publicado en 2006, pedía el 1% del PIB mundial para atenuar los efectos de las modificaciones en el clima. “El gasto público dedicado a rescatar a los sistemas financieros ha tenido un volumen mucho mayor”. El biólogo y activista considera capital que en las próximas décadas “nuestros descendientes puedan encontrar Islas de naturaleza no antropizada, para que tengan las posibilidad de palpar algo de lo que todavía hoy consideramos medio natural”, Sin embargo, a juicio de Ricardo Almenar más grave que el cambio climático es una humanidad que llegue a pensar que puede vivir sin el resto de la naturaleza. “Sería la derrota definitiva, porque somos medio natural”. De hecho, “éste es el gran reto en un mundo donde lo virtual va comiéndose cada vez más a lo real”.

Según los informes del IPCC, desde 1950 se han observado cambios en el clima que no tienen precedente. Además, la temperatura media global ha aumentado en torno a 1ºC desde la revolución industrial (hace 150 años). En el hemisferio norte, 1983-2012 es el periodo de tres décadas más cálido de los últimos 800 años. En 2014 la concentración media anual de CO2 alcanzó el 143% de la media en la era industrial. La retahíla de cifras y efectos devastadores resultaría interminable. “Es el momento de una guerra abierta contra el cambio climático”, sostiene Amparo Vilches, profesora de Didáctica de las Ciencias Experimentales de la Universitat de València. La docente advierte de algunas confusiones en torno al concepto de “efecto invernadero”, ya que éste “no se trata de un fenómeno negativo, de hecho permite que la temperatura media en el planeta se mantenga en torno a 15ºC”. El problema, asegura, reside en el exponencial incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero por actividades humanas como la quema de combustibles fósiles o la deforestación.

Hace quince años el presidente de la Asociación Europea por la Conservación del Suelo y primer director del Centro de Investigación sobre la Desertificación (CIDE), José Luis Rubio, ya alertaba de que aproximadamente el 40% de la superficie terrestre se halla amenazada por la desertificación, en un territorio donde vive el 35% de la población mundial. No se establece habitualmente este vínculo entre suelo y cambio climático. Rubio recuerda que en las últimas dos décadas un tercio de las emisiones antrópicas de CO2 son consecuencia de los cambios en el uso del suelo y la deforestación. En consecuencia, afirma el científico, “la protección y conservación del suelo permitiría que éste puediera capturar y almacenar dióxido de carbono”. Los dignatarios reunidos en la Cumbre de París seguramente no relacionen el cambio climático con las guerras, pero el conflicto que estalló en Dahrfur (oeste de Sudán) en 2003 tuvo en su origen una grave sequía, procesos de degradación del suelo y un incremento demográfico. La consecuencia fue una guerra que se saldó con una cifra de muertos que oscila entre 200.000 y 500.000, además de 2,4 millones de desplazados. En Ruanda y Somalia se vivieron procesos similares, recuerda José Luis Rubio, quien para frenar el cambio climático parafrasea a Gandhi: “Sé el cambio que quieras ver en el mundo”.

La batalla contra la modificación del clima pasa por un nuevo modelo energético y, en el estado español, también por poner coto al imperio de las compañías eléctricas. El ingeniero industrial y miembro de la Plataforma per un Nou Model Energètic, Pau Lillo, recuerda en la Universitat de València que un oligopolio formado por cinco empresas –Iberdrola, Endesa, E.ON, Gas Natural-Fenosa y Energías de Portugal- controlan en España el 95% de la generación eléctrica y un porcentaje similar de la distribución. En París no se señalará a este oligopolio, multado en 2011 por la Comisión Nacional de la Competencia a 60 millones de euros, aunque la multa fue anulada en abril de 2015 por la Audiencia Nacional. Entre 2008 y 2014 el precio de la energía eléctrica que pagan las familias españolas aumentó en un 52%, cifra que duplica el incremento registrado en la Unión Europea. Pau Lillo relaciona estos desmanes con un titular del diario El Mundo del 23 de febrero de 2014: “43 políticos enchufados en eléctricas”. El cuerpo de la información incluye en la nomina de las empresas del sector a José María Aznar (Endesa), Miguel Boyer (Red Eléctrica) o Felipe González (Gas Natural-Fenosa). Sobre la Cumbre del Clima en París, “la energía más barata es la que no se consume, y esta idea nos conduce al decrecimiento”, remata el activista.