EEUU: El 75% de las muestras de aire y lluvia contienen pesticidas de Monsanto

Gracias al uso masivo de herbicidas en todo el planeta, seguramente hemos inhalado una dosis del herbicida mejor vendido de Monsanto, Roundup, según el último estudio del US Geological Survey publicado en la revista Enviromental Toxicology and Chemistry.

Ecoportal.net

La sustancia química que compone el Roundup, conocida como glifosato, así como otras sustancias químicas “inertes”se encontraron en las muestras de aire y lluvia analizados en  el río Mississippi en 2007, el gran río que atraviesa  EEUU y es el que recibe el agua procedente del  drenaje de cientos de explotaciones agrícolas.

Se evaluaron numerosos pesticidas usados en ese momento a través del agua y el aire recogidos  desde 1995 hasta 2007 en la época de crecimiento de los cultivos a lo largo del Delta del Mississipi. Si el hecho de que el 75% de las muestras arrojaran Roundup, no es lo suficiente alarmante, hay más:

    – Roundup era preponderante (en aire y lluvia) así como otros 37 compuestos tóxicos.
    – Se encontró glifosato en el 86% de las muestras de aire y en el 77% de lluvia.
    – En 1995 se detectaron siete compuestos y en 2007 cinco, presentes en más de la mitad de las muestras de aire y lluvia en ambos años.
    – En otros estudios realizados que prueban la presencia del glifosato en la orina, sangre y leche humana, se asegura que se aplicaron dos millones de kilos de esta sustancia a través del Estado (Louisiana) en 2007 o que el 55% del uso de hebicida durante ese año es el culpable de la prevalencia de este compuesto .

Lo que es sorprendente es que estos resultados no se han hecho públicos hasta 2015. Si los datos son correctos esto revelaría que ha habido un aumento de concentraciones (18) de glifosato en las muestras de aire y lluvia en solo doce años, y seguramente más desde que se tomaron las muestras, esto significa que nuestros cuerpos han estado expuestos  al ataque de las toxinas biotecnológicas no solo en la comida, sino en el aire que respiramos y el agua que bebemos hace más de una década.

A más tiempo de exposición a los tóxicos, más enfermedades, estas toxinas tienen un efecto sinérgico acumulativo cuando se asocian a otros tóxicos. Si quieres suspirar de alivio, tendrás que luchar contra la biotecnología, no sólo están envenenando la comida.

México está juzgando a los transgénicos

Entramos en una nueva etapa en la defensa del maíz después de 21 meses de lucha judicial.
El Poder Judicial Federal mexicano acepta iniciar el juicio del maíz transgénico.
Hemos ganado 19 juicios de amparo entre las 91 impugnaciones intentadas por la agroindustria y las dependencias gubernamentales, en un total de 17 tribunales.

Los tribunales federales estudiarán si la siembra de maíz genéticamente modificado dañará el derecho colectivo de los mexican@s a la diversidad biológica, es decir, si la contaminación de maíz con transgenes vulnera el derecho de utilizar nuestras razas nativas, así como el derecho que tenemos para aspirar a obtener más variedades, a partir de los nativos o de su par silvestre.

 

 

En la demanda argumentamos que el derecho a la utilización de las razas nativas incluye los derechos derivados: derecho a la salud, derechos de los pueblos originarios y derecho a la alimentación, lo que comprende el derecho a la comida mexicana como patrimonio inmaterial de la humanidad.

 

Sobre los riesgos que traería la siembra o liberación de maíz transgénico, el debate judicial que se inicia confrontará las evidencias de las partes. El tema central será el derecho humano de generaciones presentes y futuras a la diversidad biológica de los maíces nativos o criollos, considerando todo el complejo de agroecosistemas. Sin embargo, otros temas, como la salud o la producción de alimentos, también entran a debate judicial.

 

La sentencia final deberá establecer que la siembra comercial, o a gran escala, de maíz transgénico, dañará el derecho humano a la diversidad biológica. También deberá impedir que se siembre en nuestro país.

 

La posibilidad de juzgar a los transgénicos y ponerlos en México, cuna del maíz, implica intensificar nuestra lucha, llamar a sumarse a esta causa a la Colectividad amplia del maíz, no sólo a quienes firmamos la demanda sino a todas y todos los que se verían afectados por la contaminación de este grano, el más importante hoy por su volumen de producción.

Los campesinos serían afectados al ser contaminados sus cultivos con transgenes y no tener la posibilidad de sembrar el maíz que ellos mismos le brindaron al mundo, también los grandes productores que verían cerrados los mercados interesados en maíz libre de transgénicos, demanda que cada día crece en el mercado mundial.

Por su parte, es fundamental que los consumidores de maíz se unan a la defensa de este grano que es la base de nuestra alimentación que además está presente en la mayor parte de los productos industrializados.

Las evidencias de daño a la salud se acumulan y por ello el rechazo de la mayor parte de los países del mundo (Europa se ha cerrado casi en su totalidad a la siembra de transgénicos, también China y Rusia han rechazado la importación) debe ser una alerta para que nuestro País rechace la siembra de transgénicos y empiece a solucionar la importación masiva de grano transgénico.

Es una falacia de los promoventes señalar que estas importaciones disminuirán con la siembra de transgénicos, se ha demostrado en los escasos países que siembran transgénicos (Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina y la India suman el 90 % de la superficie sembrada con transgénicos en el mundo) que los rendimientos no se incrementan, lo que sí aumenta es el uso de agroquímicos.

En estos 10 años que ha estado vigente la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, mejor conocida como Ley Monsanto, la investigación en bioseguridad ha avanzado: tenemos nuevos datos muy robustos en términos que deben ser contemplados por el Poder Judicial. Estos años han servido para demostrar que la bioseguridad y el principio de precaución son los temas que deben primar en un asunto que nos afectaría a todas y todos los mexicanos.

 

Para llegar a este punto, tuvimos que ganar 11 juicios de amparo (9 que presentaron las corporaciones y 2 del gobierno federal a través de Sagarpa y Semarnat). Para afirmar que ganamos un juicio de amparo, antes deben resolverse todas las impugnaciones que se hayan intentado en el juicio colectivo o dentro de los juicios de amparo.

 

A estos 11 juicios de amparo que ganamos para que se admitiera nuestra demanda colectiva, se suman otros 11 juicios de amparo (9 que presentaron las corporaciones y 2 del gobierno federal), que combaten la medida precautoria. Juntos, los 22 juicios comprenden y representan las 91 impugnaciones intentadas por la agroindustria y las dependencias gubernamentales, así como las 26 impugnaciones que como colectividad promovente presentamos.

 

Podemos asegurar que el Poder Judicial Mexicano, como órgano supremo de gobierno, ha decidido iniciar el proceso para juzgar al maíz transgénico sin que se siembre durante el juicio, porque se trata de una decisión de varias instancias y distintos órganos. A la fecha han intervenido un total de 17 tribunales: 1 juzgado federal, 1 tribunal de apelación, 3 tribunales de amparo, 1 comisión administrativa, 10 tribunales colegiados y la Primera Sala de la Suprema Corte.

 

Más información con:
René Sánchez – 0445554364248
Francia Gutiérrez – 0445539226898

 

JORNADA DE LUCHA CONTRA MONSANTO – SÁBADO 25 DE ABRIL

ESTE 25 TE ESPERAMOS A PARTIR DE LAS 14.00 hs. EN AV. FIGUEROA ALCORTA Y AV. SARMIENTO (FRENTE AL PLANETARIO)

Como cada 25 estaremos denunciando el modelo extractivista mediante una Jornada cargada de arte. Acercate con toda la familia para disfrutar de un día de lucha con Payasos, Títeres, Murgas, actividades para lxs mas pequeñxs, muestra de fotografía y mucho mas.
Terminaremos esta Jornada marchando hasta la Embajada de Estados Unidos, país precursor de este modelo de agricultura industrial.


«Todos los 25 hasta que se vaya Monsanto»

Exigen se prohíba maíz transgénico y glifosato en alimentos y se etiqueten todos los productos que contengan transgénicos

BOLETÍN DE PRENSA

El maíz transgénico importado e incorporado en alimentos de alto consumo para los mexicanos representa un riesgo para la salud, entre otros, por la presencia de glifosato y otros agro-tóxicos.

Los mexicanos tenemos derecho a: (A) Una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, y por lo tanto libre de tóxicos. (B) La información clara y completa sobre el contenido en nuestros alimentos; por ello exigimos etiquetado de todos los alimentos que contengan transgénicos, como ocurre en 61 países.

 

“Es muy preocupante que se estén importando 10 millones de toneladas de maíz de Estados Unidos y que no haya seguridad de que éste y sus agrotóxicos (glifosato, 2,4D, glufosinato, etc., y combinaciones) asociados nos estén llegando a nuestro alimento. Una parte importante de este maíz es transgénico y la mayor parte tiene glifosato y otras substancias nocivas. Los alimentos derivados de cultivos transgénicos de algodón, soya, canola también pueden tener estos tóxicos. A pesar de la evidencia de toxicidad, La Comisión Federal de Protección y Riesgo Sanitario (COFEPRIS) ha autorizado 135 líneas de transgénicos para consumo humano y un porcentaje alto de ellas son tolerantes al glifosato. Los más recientes resisten también al glufosinato, y el 2,4D (cancerígeno), entre otros.

Los estudios científicos muestran que el glifosato es un disrruptor endócrino, que puede causar daño hepático y renal, así como malformaciones y otros daños en animales experimentales. Los químicos de los herbicidas y surfactantes penetran a las plantas y NO se pueden lavar. Los granos (Ejemplo: maíz transgénico) y oleaginosas (Ejemplo: soya transgénica) importados de Estados Unidos tienen concentraciones altas de glifosato no permitidas en Europa” señaló la Doctora Elena Álvarez-Buylla, experta en genética molecular del Instituto de Ecología de la UNAM, Presidenta de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS; Programa Agricultura y Alimentación).

La COFEPRIS ha otorgado autorizaciones para el consumo de transgénicos, de las cuales el 50% son de maíz, exponiéndonos a las y los mexicanos a un grave riesgo, pues en México el maíz es la base de nuestra dieta: consumimos 329 gramos de maíz al día, que representa más del 50% de la ingesta calórica y 39 % de la ingesta de proteínas. Los datos científicos que hoy se exponen nos alertan sobre la necesidad de atender de inmediato la calidad de nuestros alimentos y llamar la atención a la Secretaria de Salud. El derecho a la alimentación inscrito en la Constitución en 2011 señala que los mexicanos debemos contar con una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad.
No podemos permitir que se nos exponga a un experimento al obligarnos a consumir cotidianamente maíz transgénico que, además de las secuencias genéticas incorporadas, tiene un alto contenido de herbicidas y otros tóxicos, y una muy baja calidad. El maíz que se importa de Estados Unidos tiene mayor contenido de almidones y azúcares, y menos proteína y fibra que el nativo mexicano; pues está hecho para engordar ganado. Por ello, el consumo humano aumenta el riesgo de padecer obesidad e incluso diabetes. Hoy más del 50% del maíz que se come en México es aún producido por los campesinos a partir de variedades nativas (criollas), este maíz es mucho mejor para la salud, incluso se ha demostrado que los maíces de colores contienen antioxidantes, que ayudan a prevenir enfermedades; además está libre de transgénicos y tiene hoy un sobreprecio en el mercado. Este maíz ha sido protegido por los campesinos que se han opuesto a la siembra de transgénicos, sin embargo hoy la autoridad de salud parece desconocer el tema y actúa con indiferencia e irresponsabilidad”. Declaró Adelita San Vicente, Directora de la Fundación Semillas de Vida y miembra de la Campaña Sin maíz no hay país.

Por ello, exigimos que: 1. Se prohíba el maíz transgénico y/o glifosato en alimentos. 2. Se etiqueten todos los alimentos que se hayan hecho a partir de cultivos transgénicos y/o tratados con faena (glifosato) u otros herbicidas (por ejemplo, el 2,4D). 3. Se regule el uso de estos tóxicos de manera más estricta; en beneficio de la salud pública, evitando que lleguen a nuestros alimentos.

Estas demandas se sustentan en evidencia científica que será entregada a COFEPRIS, y se resume en:

  1. Casi 9 de cada 10 de las líneas transgénicas en el mercado son tolerantes al glifosato, el principio activo del herbicida más usado en México, el llamado Faena. Los granos (Ej., maíz transgénico) y oleaginosas (Ej., soya transgénica) importados de Estados Unidos tienen concentraciones muy elevadas de este tóxico. Hasta hace poco más de 20 años en que no había transgénicos, los herbicidas se asperjaban en los campos antes de la siembra, y los cultivos raramente estaban en contacto con estos tóxicos. En las transgénicas tolerantes al Faena se asperja el tóxico directamente. Los cultivos transgénicos sobreviven con altas concentraciones de estos tóxicos, contaminando a los alimentos que se hacen con ellos.

  2. El glifosato también se asocia con mayor incidencia de malformaciones en bebés de madres que viven cerca de siembras de transgénicos en Argentina y otros países. Se ha asociado con mayores alteraciones celulares y genéticas en trabajadores de soya transgénica. En Sudamérica y Estados Unidos, en donde se han sembrado y consumido masivamente los transgénicos los últimos 20 años, se ha reportado aumento en incidencia de enfermedades renales, hepáticas y cáncer en zonas cercanas a siembras de transgénicos y en la población en general.

  3. El glifosato se acumula en el agua, suelo y en aerosoles; puede llegar al agua que tomamos.

  4. Se ha detectado glifosato en orina, sangre y leche materna; los afectados, más propensos a enfermedades.

  5. En algunos casos se usa este herbicida para facilitar la cosecha; incluso en no transgénicos (Ej., trigo).

  6. El 2,4D, al cual son tolerantes las transgénicas recién aprobadas por COFEPRIS, es un probado cancerígeno y teratógeno (causa malformaciones al nacer) y se acumulará en estos cultivos.

Por su parte, la Alianza por la Salud Alimentaria exigió que se informe en el etiquetado de todos los alimentos y bebidas si contienen organismos genéticamente modificados como ocurre ya en 61 países, entre ellos los estados miembro de la Unión Europea, Rusia, China, Brasil, Australia, Turquía y Sudáfrica. “Es un derecho de los ciudadanos el acceso a la información y este derecho está violado por el gobierno mexicano que ha permitido que los transgénicos entren en nuestros alimentos sin ninguna información al consumidor”, señaló Alejandro Calvillo miembro de la Alianza por la Salud Alimentaria.

Desde abril del 2011 el Codex Alimentarius aprobó la posibilidad, a escala internacional, para que los países que lo deseen puedan identificar en las etiquetas los alimentos que contienen transgénicos. La Organización Mundial de Comercio, OMC, hacía 20 años que se oponía a la posibilidad de etiquetar los alimentos argumentando que era una barrera al libre comercio. En 2011, los Estados Unidos que eran el principal opositor al etiquetado, apoyando a las grandes empresas como Monsanto, lo aceptó. “Con la autorización del Codex Alimentarius al etiquetado de transgénicos ya no existe ningún argumento comercial para impedir su aplicación” subrayó Alejandro Calvillo.

Contacto Prensa: Rosa Elena Luna cel. 55-2271-5686; Diana Turner cel. 55-8580-6525,Denise Rojas cel. 55-1298-9928

Gobierno y trasnacionales de transgénicos ya perdieron cinco de seis amparos

Angélica Enciso L., La Jornada

El gobierno federal y empresas trasnacionales productoras de transgénicos ya perdieron cinco de seis amparos que interpusieron en contra de la demanda para evitar la siembra de maíz transgénico en México, interpuesta por 53 ciudadanos y organizaciones, por lo que el juicio comenzaría en unas semanas.

El viernes pasado la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) perdió el amparo que presentó en contra de la demanda, según resolvió el segundo tribunal unitario en materia civil.

Esta instancia en dos semanas deberá resolver un último amparo, interpuesto por la empresa Pionner Dupont. En caso de que ésta pierda el recurso, luego de 19 meses de que se inició la demanda, podría comenzar el juicio, explicó el abogado de Colectivas AC, René Sánchez Galindo.

La demanda colectiva fue presentada el 5 de julio de 2013 por el sacerdote Miguel Concha, los investigadores Antonio Turrent, y Víctor Toledo; Bernardo Bátiz, Raúl Hernández Garciadiego, Adelita San Vicente y las actrices Jesusa Rodríguez y Regina Orozco, entre otros, con el fin de evitar el cultivo de maíz transgénico, centro de origen del grano y alimento básico de los mexicanos.

El gobierno actúa como una empresa más. «No es que haya dicho vamos a revisar qué estuvo mal, sino que ha rehuido el juicio y no quiere un debate», sostuvo en entrevista Adelita San Vicente, de Semillas de Vida.

Explicó que en los amparos el argumento de las secretarías es que los quejosos no se debieron acoger a las acciones colectivas, sino a la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, conocida como ley Monsanto, que es «deficiente y está acotada a lo que empresas y gobierno quieren».

Sánchez Galindo detalló que hay 91 impugnaciones en contra de la demanda, así como de la medida precautoria que estableció en 2013 el juzgado federal décimo segundo de distrito en materia civil en el Distrito Federal. Con esta medida se ordenó a la Semarnat y a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación Agricultura (Sagarpa) abstenerse de realizar actividades tendentes a otorgar permisos de liberación al ambiente de maíz genéticamente modificado; prescindir de efectuar procedimientos para la liberación comercial, piloto y experimental al ambiente de estas semillas, y suspender el otorgamiento de permisos de liberación experimental, piloto y comercial.

Abundó en que los procesos se llevan en 17 tribunales distintos, ya que estas secretarías así como Monsanto, Syngenta, Dow y Pionner Dupont presentaron diversos recursos legales en contra de la demanda y de la medida precautoria. Agregó Monsanto, Syngenta y Dow, la Sagarpa, y ahora Semarnat, perdieron el amparo.

Concluyó que el caso ya llegó a la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sobre la medida precautoria se espera que en los próximos días sean resueltos siete amparos, indicó.

Proteger el maíz mexicano, ¡Di NO a los transgénicos!

Iniciativa desde Fronteras Comunes

El maíz está en riesgo de perder su excepcional diversidad si los transgénicos son autorizados en México. Grandes empresas como Monsanto vienen cabildeando intensamente al gobierno mexicano para obtener permisos para sembrar maíz transgénico a nivel comercial. Hasta el momento, una amplia coalición de ciudadanos, productores y científicos ha logrado impedir que esto suceda. Sin embargo, sus recursos son limitados. Tu contribución les dará una oportunidad justa.

Las grandes multinacionales productoras de transgénicos han estado haciendo presión en muchos países para obtener acceso a sus mercados. Sus ambiciones globales han encendido uno de los movimientos de base más grandes del mundo, de ciudadanos, productores y científicos que se oponen a estos intentos. En México, en particular, esas empresas enfrentan una resistencia muy fuerte por parte de grandes sectores de la población.

Como dice el portavoz de la de coalición Dr. Raúl Hernández Garciadiego: “El maíz siempre ha sido parte de la vida cotidiana de todos los mexicanos. El maíz no sólo es un alimento básico, sino que cuenta con un inmenso valor cultural. Desde hace 8.000 años los mexicanos hemos cultivado miles de variedades de maíz que se han originado en nuestro país. Si se autoriza el maíz transgénico, esta diversidad de maíces nativos estaría en riesgo, debido de la posibilidad de contaminación. Los campesinos se verían poco a poco obligados a cultivar transgénicos o tener su maíz nativo contaminado. Es un riesgo al patrimonio cultural de los mexicanos y nuestra forma de vida”. La comida mexicana es considerada un patrimonio mundial, y casi todos los platillos mexicanos se basan en las razas nativas de maíz.

Visita esta página y DONA en el crowdfounding!!!

Encima de todo, una puñalada transgénica

por Elena Álvarez-Buylla, La Jornada

En medio del luto que nos sacude a raíz de la tragedia de Ayotzinapa, sorprende la noticia de que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha aprobado el libre consumo de 132 productos transgénicos, de los cuales 50 por ciento corresponde a maíz, el resto son de algodón, soya y canola, entre otros. Esto manifiesta entusiasta Alejandro Monteagudo Cuevas, director ejecutivo de AgroBio México, pues mantiene el negocio en lo que se aprueba la siembra de maíz transgénico, declaró recientemente.

Gracias a una acción colectiva se logró la suspensión de la liberación de maíz transgénico en México, con base en evidencias científicas sobre su impacto nocivo en el ambiente y la biodiversidad del maíz nativo. El futuro del maíz, ante retos de cambio climático y otros, depende de las variedades nativas mexicanas, producto del cuidado de los pueblos autóctonos y que hoy aún sustentan una parte importante de la producción nacional. La liberación de maíces transgénicos las amenaza de múltiples formas.

Parece que para compensar esta interrupción del negocio de productoras monopólicas de transgénicos, y a costa de la soberanía alimentaria y la salud de todos, el Estado aprueba el consumo de algunas más de sus líneas transgénicas. Este favor a las trasnacionales coincide con que en varios países de Europa, Asia y América rechazan los transgénicos. Es abundante la evidencia científica de los daños en la salud por su consumo, incluyendo los agrotóxicos que se usan en su cultivo.

A estudios hechos en animales se suman datos epidemiológicos en Paraguay, Argentina y Estados Unidos, país en el que la salud de sus habitantes se ha deteriorado aceleradamente en los últimos 20 años. El aumento de muertes a causa de varios tipos de cánceres, diabetes, daño renal o por alteraciones metabólicas, o incluso por enfermedades como Alzheimer, a partir de mediados de la década de 1990, es pavoroso. Esto ha sido publicado en las revistas de mayor reconocimiento científico. ¿Cuál es la causa de esta tendencia? Estudios recientes indican que el consumo de transgénicos y sus agrotóxicos asociados pudieran tener un papel causal. Los transgénicos se empezaron a liberar masivamente en Estados Unidos a principios de 1990. Uno de los componentes que más claramente se correlaciona con la tendencia es el glifosato, llamado «Faena» en México. Este herbicida se usaba desde aproximadamente 10 años antes de la liberación de los cultivos transgénicos en Estados Unidos, pero empezó a usarse masivamente en los transgénicos tolerantes al mismo. En Europa no se aprobó la siembra de transgénicos tolerantes a este agrotóxico y se evita su consumo. La correlación entre el aumento de la prevalencia de enfermedades y el uso de glifosato y/o el cultivo de soya y/o maíz transgénicos tolerantes al mismo es mayor a 90 por ciento en muchos de los casos a partir de mediados/finales de la década de 1990. Aunque una correlación no indica causalidad, el hecho de que la correlación sea tan alta para tantas enfermedades (22 estudiadas) indica que este herbicida es un agente causal.

Los estadunidenses están sujetos a contaminantes en agua, aire y comida, y al parecer el glifosato afecta sistemas corporales que lidian con ellos. A pesar de ello, el gobierno estadunidense sigue usando a su población de «conejillos de indias», no ha aprobado el etiquetado de transgénicos, y tampoco prohíbe el uso del faena y otros agrotóxicos. Algunos expertos aluden a corrupción. Estos expertos insisten en que las instituciones públicas que regulan el uso de estas sustancias deberían aplicar el principio precautorio, más que esperar a que aparezcan los daños. Éstos y la permanencia de los tóxicos en el ambiente son difíciles de revertir; y ahora que se va conociendo la importancia de la herencia epigenética, es probable que la exposición a tóxicos afecte a las futuras generaciones, aun si los hijos y nietos de estas ya no estuvieran expuestos. En ausencia de corrupción, el faena nunca se hubiera aprobado para uso masivo y sería retirado del mercado. Además, la presencia y diseminación de los organismos transgénicos mismos, que implican una contaminación con vida propia e impactos impredecibles, será irreversible si no se para ya. Esto es particularmente importante para centros de origen y diversidad, como es el caso de México para el maíz. Ante los datos recientes en torno a los daños en salud por el cultivo y consumo de transgénicos, lo único aceptable es impedir que estos cultivos contaminen nuestro ambiente y alimentos. Su razón de ser es sólo el lucro; a 20 años de su liberación no han alimentado a un solo hambriento del mundo y tampoco han aumentado los rendimientos o disminuido el uso de tóxicos.

Por todo lo anterior, sorprende que el actual y los dos anteriores gobiernos de México sacrifiquen nuestra soberanía alimentaria y sanitaria, nuestro ambiente y alimento, así como nuestra salud, a cambio de oscuros acuerdos comerciales. Las evidencias científicas de los últimos años, que muestran una fuerte asociación entre el consumo de alimentos transgénicos y la exposición a glifosato con el aumento de la prevalencia de enfermedades tales como inflamación en el intestino, incidencia de ciertos tipos de cánceres, alteraciones renales y enfermedades neurodegenerativas (por ejemplo: Interdiscip Toxicol. 2013; Vol. 6(4): 159-184; http://www.uccs.mx/agricultura_ alimentacion/agrotoxicos/prensa/3/ correlacion-altisima-entre-el-uso-de-glifosato-asociado-a-transgenicos-tolerantes-a-este-agrotoxico-y-22-de-enfermedades) tendrían que ser suficientes para impedir que este tipo de agrotóxicos contaminen nuestros alimentos.

* Coordinadora de campañas, UCCS (más información en: www.uccs.mx ), e investigadora del Instituto de Ecología, UNAM

Guatemala: Derogatoria de la “Ley Monsanto” considerada un gran triunfo de los Pueblos

La Ley de Protección de Obtenciones Vegetales, más conocida como “Ley Monsanto”, fue derogada este jueves, “de urgencia nacional”, con los votos a favor de 111 diputados al Congreso de la República, cuatro en contra y 33 ausentes.

CERIGUA

Diversos sectores sociales, mayoritariamente campesinos, habían manifestado su rechazo a la legislación; Álvaro Folgar, presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos, consideró que derogar la ley fue lo mejor que pudo hacer el Legislativo; Folgar exhortó a los diputados a actuar con responsabilidad e incluir a la sociedad civil en la discusión y aprobación de leyes de impacto nacional.

El dirigente de la Vía Campesina Guatemala, Daniel Pascual, consideró que “es un gran triunfo para la lucha aquí en Guatemala, principalmente para los pueblos Mayas, Xincas y Garífunas, de los hombres y mujeres de maíz”.

Pascual señaló que esta ha sido una de las pocas veces que se ha podido hacer retroceder una ley en Guatemala, y que ha significado una derrota no sólo para la transnacional “Monsanto”, sino para las multinacionales semilleras Dupont, Bayer, entre otras empresas que “controlar la producción de semillas y alimentos”.

La “Ley Monsanto”, denominada así por considerarse que favorecería a esa compañía internacional, contemplaba penas de uno a cuatro años a las personas que utilizaran o transportaran semillas patentadas, sin el permiso del propietario.

Las licencias serían concedidas a personas individuales o jurídicas, nacionales e internacionales, que hubieran creado o descubierto una semilla, entre las que también se incluían las ya utilizadas, como el maíz o el frijol.

Representantes de diversas organizaciones, entre ellas la Red Nacional por la Defensa de la Soberanía Alimentaria (REDSAG) habían señalado que esta legislación vulneraría la biodiversidad de semillas existentes en Guatemala, al favorecer los transgénicos, y pone en riesgo las cosechas de las milpas.

El pasado martes, varios miles de pobladores de Sololá, bloquearon la ruta Interamericana, desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde, en demanda de que ese mismo día fuera derogada la normativa, lo que fue posible hasta este jueves;  los campesinos argumentaban que los pueblos originarios, a través de las abuelas y los abuelos, han desarrollado sus propias semillas durante más de 7 mil años.

“Cuando se habla de establecer normas que privaticen nuestra biodiversidad se habla también del exterminio de las culturas, un nuevo genocidio, un nuevo etnocidio, porque el objetivo es acabar con las culturas milenarias y dominar el sistema de alimentación”, señalaron.

En tanto, Israel Macario, director de la Plataforma Agraria, manifestó su satisfacción por la derogación de la normativa, que atentaba contra la salud y la seguridad alimentaria de todas y todos los guatemaltecos.

Más notas:
La Justicia de Guatemala suspende la polémica ‘ley Monsanto’

Sobre Monsanto en América Latina

Monsanto deberá indemnizar con 93 millones de dólares a un pueblo de EE.UU

En la pequeña ciudad de Nitro en West Virgina se produjo Agente Naranja desde 1948 hasta 2004. Ahora Monsanto deberá pagar por los daños que la dioxina ha causado a la comunidad.

Paulina Lordméndez, veoverde.com

Monsanto ha perdido esta vez y por una causa justa. La Suprema Corte del Estado de West Virginia ha declarado que la empresa deberá pagar $93 millones de dólares a la ciudad de Nitro por los daños que la producción del Agente Naranja ha causado a su población. Aunque el acuerdo se aprobó desde hace un año, recién entrará en vigor al definir la forma en que se hará uso de los fondos.

El Agente Naranja es un herbicida altamente tóxico que fue utilizado para rociar los campos vietnamitas durante la guerra, principalmente para eliminar malezas donde se pudieran esconder los adversarios. Su uso dañó a millones de personas en Vietnam, pero de eso nadie se preocupa pues era una guerra. El problema fue que el Agente Naranja se fabricó en la pequeña ciudad de Nitro desde 1948 hasta 2004.

La dioxina contenida en el Agente naranja causa graves afecciones en la salud aún en las concentraciones más pequeñas. La ciudad de Nitro puso entonces una demanda colectiva para legar a un arreglo, pues no hay duda de sus efectos tóxicos. Este realmente es un acuerdo histórico en el que una corte reconoce el daño que ha causado Monsanto e impone una sanción para el beneficio de la gente.

La Corte de West Virginia declaró que el acuerdo requiere que los fondos de Monsanto se utilicen de la siguiente manera:

-De los $93 millones, $21 serán destinados a pruebas para determinar si las personas han sufrido envenenamiento por la dioxina. $9 de ellos se destinarán a limpiar la dioxina de los hogares.
-Los habitantes de Nitro serán monitoreados a 30 años y no sólo unos meses.
-$63 millones serán utilizados para pruebas de contaminación por dioxina adicionales en caso de ser necesario.
-Será sujeto de prueba cualquier ciudadano en la zona de Nitro nacido entre enero de 1948 y diciembre de 2010. La persona deberá comprobar que vivía en la zona y serán candidato a prueba si ya viven ahí.
-Los empleados de Monsanto no son elegibles para estos beneficios.
-Los residentes podrán presentar demandas individuales a Monsanto en caso de que las pruebas demuestren que han sufrido daños físicos por la exposición a dioxinas.
-Las pruebas para ciudadanos de Nitro estarán validadas por el abogado Charleston Thomas Flaherty, designado por el tribunal para la oficina que se creó con este fin.

Es una pequeña batalla pero muy bien ganada, al menos el gobierno estadounidense está luchando por su gente. Este caso aún no considera el glifosato, otra toxina presente en herbicidas como el RoundUp, pero el caso de la ciudad de Nitro es el principio de una lucha por el derecho a saber qué hay en nuestros alimentos y a ser protegidos de los efectos tóxicos de los agroquímicos de Monsanto.

Mayas le ganan demanda a Monsanto; el multinacional dejará de sembrar transgénicos

Fuente: elcantor.com

El trozo de tierra en el que Leydi Pech tiene sus colmenares no es grande. Tiene, si acaso, dos hectáreas y de él proviene el sustento no solo de esta indígena maya, sino de los diez integrantes de su familia. Forma parte de un ejido en el estado de Campeche, donde los integrantes de su comunidad tienen parcelas similares. La mayoría se dedica a lo mismo: cultivar miel de la delicada abeja melipona, que no posee aguijón, por lo que no puede defenderse de sus depredadores.

Forma parte de un ejido en el estado de Campeche, donde los integrantes de su comunidad tienen parcelas similares. La mayoría se dedica a lo mismo: cultivar miel de la delicada abeja melipona, que no posee aguijón, por lo que no puede defenderse de sus depredadores.

No, no es un terreno grande el de Leydi. Sin embargo, ahora mismo está en el centro de una batalla de alcances globales: la de quienes están a favor o en contra de los cultivos transgénicos.

Apicultores como Leydi temen que los cultivos transgénicos puedan contaminar la miel que producen artesanalmente. México es el tercer exportador mundial de este producto y la mayoría de quienes la trabajan son indígenas.

Amparos

La semana pasada, un juez concedió un amparo a indígenas y campesinos de Yucatán por medio del cual se suspendía la siembra de soya transgénica en la región por parte de la empresa Monsanto.

Dos amparos similares habían sido otorgados en marzo y abril a campesinos e indígenas de Campeche, entre los que se encuentra Leydi.

Según medios de comunicación y activistas, las medidas cobijan a unos 30 mil apicultores con sus familias, en su mayoría de pueblos originarios.

En los fallos de Campeche se indica que el gobierno no consultó a las comunidades indígenas mayas sobre una decisión que las tocaría directamente.

En el dictamen de Yucatán, además de este argumento, también se contempla la posibilidad de que las semillas transgénicas puedan afectar los cultivos y en especial la producción de miel.

“Es el derecho a que no se puede implementar ningún tipo de biotecnología hasta que no se garantice plenamente los efectos secundarios” explica el abogado Jorge Fernández, quien forma parte del colectivo Ma OGM , que asesora a los apicultores.

En los tres amparos -que han sido calificados de “históricos” por defensores del medio ambiente-, además de suspender los cultivos transgénicos se ordena realizar las debidas consultas con las comunidades indígenas.

Guerra jurídica

Esta nueva batalla entre agricultores y activistas contra la siembra de semillas transgénicas se viene desarrollando con especial intensidad en México desde junio de 2012.

Ese mes, el gobierno autorizó al gigante Monsanto a sembrar soya transgénica a nivel comercial en más de 253.000 hectáreas distribuidas en siete estados.

Según dijo Ariel Álvarez Morales, secretario ejecutivo de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) a la periodista Elva Mendoza -especialista en medio ambiente de la revista Contralínea- “cuando el Estado da permisos para la liberación, en este caso de soya, es porque no hay elementos de bioseguridad que nos digan que algo malo va a pasar”.

No es lo que opinan activistas ecológicos ni los indígenas y campesinos que tienen sus sembradíos en los alrededores de las áreas donde se cultivaría la soya, quienes de inmediato interpusieron demandas en cuatro de los siete estados donde se concedieron los permisos.

No son los únicos que se oponen. En una serie de reportajes publicados en 2013, Elva Mendoza indica que, antes de que se concedieran los permisos, tres organismos gubernamentales -la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad; el Instituto Nacional de Ecología y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas- se habían pronunciado de manera negativa a la solicitud de siembra de Monsanto.

Sus argumentos iban desde “la posible filtración de agroquímicos (glifosato) a los mantos acuíferos”, hasta “la colindancia de los polígonos liberados con áreas naturales protegidas y zonas prioritarias terrestres, marinas e hídricas”.

A pesar de eso, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que estudió esos conceptos, dio luz verde a la siembra.

De hecho, según el diario El Financiero, en la decisión del juez de Yucatán influyó que no se tomaran en cuenta las opiniones técnicas de los mencionados organismos. El juez además “desechó los argumentos de las autoridades demandadas quienes exigían a los apicultores mayas pruebas científicas plenas de que los permisos otorgados influyen negativamente en la producción de miel”.

¿Qué dice Monsanto?

Desde su sede en México se indica que la gigante trasnacional, especializada en investigaciones tecnológicas agrícolas (en su sitio de internet dicen que invierte US$2 millones diarios en investigar), no está concediendo entrevistas sobre el tema.

Sin embargo, luego del dictamen en Yucatán dio a conocer un comunicado en el que fija su posición.

En él se indica que “cualquier afectación resultante de la liberación de organismos genéticamente modificados debe ser evaluada por las autoridades competentes en estricto apego a la ley y con base en evidencias y estudios científicos concluyentes”.

Se agrega que durante la rueda de prensa en la que se dio a conocer el fallo “terceros distintos a quienes interpusieron el amparo” divulgaron información “que genera confusión ante la opinión pública”.

Esa información, añaden, también “ignora la afectación que incide sobre los productores de soya de la región, quienes han subsistido su cultivo durante años y tienen derecho a acceder de forma voluntaria a mejores tecnologías agrícolas en beneficio propio de sus familias”.

En el comunicado también se anuncia que Monsanto está analizando el amparo “a efecto de interponer los recursos que por ley le asisten para defender sus derechos”.

Además de en México, Monsanto sostiene -o ha sostenido- batallas jurídicas en diferentes partes del mundo, como Estados Unidos, Brasil (donde los cultivos transgénicos ya superarían a los naturales), Chile o Francia.

La miel de la melipona

México es el tercer exportador de miel a nivel mundial (detrás de Argentina y China) y el sexto productor global. Según reportes, anualmente se producen en este país unas 57.000 toneladas de miel.

Más del 40% de la miel mexicana proviene de la llamada península de Yucatán, que se adentra como una espuela en el Mar Caribe y que incluye al estado del mismo nombre, así como a Campeche y Quintana Roo.

Casi la totalidad de la miel que produce la península -donde unas 30.000 familias dependen de su cultivo- se exporta a la Unión Europea. Uno de los temores que existen entre los apicultores es que la UE rechace su miel si encuentra que supera los limites aceptados de polen transgénico.

Y la miel más preciada de Yucatán es la que proviene de la abeja melipona, que puede venderse hasta por diez veces el precio de la miel común.

La voz de Leydi Pech se endulza cuando habla de ella.

“Es una abeja ancestral que los mayas hemos utilizado por mucho tiempo. Para nuestro consumo y para curarnos. Lo que tiene de especial esta abejita es que selecciona la floración que recolecta. También produce menos cantidad de miel”, dice con el español golpeado que caracteriza a los maya-hablantes.

Luego, un toque de hiel: “es una abeja que está en peligro de extinción en la península de Yucatán”.

El cultivo de la miel entre los mayas es prehispánico. En un estudio, la doctora Alejandra García Quintanilla, de la Universidad Autónoma de Yucatán, indica que tanto en la cerámica del período maya clásico (200 a 1.000 DC), como en los libros del Chilam Balam, se encuentran testimonios sobre la importancia de este néctar en la vida de las comunidades indígenas.

Es un conocimiento que sigue vivo: Leydi aprendió todo lo que sabe de la apicultura a los doce años, de su abuelo. Él, a su vez, recibió el saber de sus padres.

“Lo que más recuerdo de lo que me enseñó mi abuelo es que no hay que dejar que las abejas se mueran, siempre hay que defenderlas. Porque las abejas no sólo sirven para hacer la miel, sino para polinizar nuestros alimentos, lo que consumimos. Eso las comunidades mayas lo tenemos muy claro: es un servicio que nuestras abejas nos están dando. Y gratis”.

Lo que se viene

Lo más seguro es que, como lo insinúa en su comunicado, Monsanto impugne las decisiones de los jueces de Campeche y Yucatán. Y un tribunal superior bien puede ordenar la reanudación de los cultivos de soya. Quienes apoyan los cultivos transgénicos insisten en que no hay pruebas de que hayan contaminado la miel.

A nivel global, quienes respaldan los cultivos genéticamente modificados aseguran que son indispensables para alimentar a una población mundial en aumento.

De vuelta en México, los amparos plantean enormes retos logísticos. Los jueces ordenaron que se consulte a las comunidades. El de Yucatán incluso dio plazo: seis meses. El abogado Jorge Fernández cree esto en inviable en tan corto período: hay que traducir al maya -y en un lenguaje comprensible- el proyecto. Luego viene la consulta interna no sólo entre los apicultores, sino entre sus comunidades. Además, es algo que nunca antes se ha hecho.

Leydi no tiene dudas en que, como sea, hay que consultarlos: “nosotros tenemos asambleas. Cada comunidad, cada ejido hace su asamblea por usos y costumbres y tomamos nuestras decisiones… Estamos peleando esa parte: que nos pregunten. Porque tenemos derecho a opinar. Conocemos nuestro medio ambiente, nuestra biodiversidad, porque la hemos cuidado por miles de años”.

Según recuerda la periodista Elva Mendoza, los permisos para cultivar maíz transgénico -contra el que también se han presentado fuertes protestas- se encuentran asimismo suspendidos desde el año pasado por la interdicción de un juez que recibió una demanda colectiva. Según Mendoza, las transnacionales afectadas, entre ellas Monsanto, ya interpusieron los recursos jurídicos necesarios.

Leydi Pech tiene la esperanza de que la Suprema Corte de Justica de México “atraiga” los casos y de un dictamen definitivo.

Mientras tanto, lo que ha ocurrido con Leydi y sus compañeros apicultores es visto por sus simpatizantes como otra victoria local en medio de una enorme batalla global.

El maíz transgénico en México (en 15 píldoras)

Biodiversidad en América Latina y El Caribe

«Los científicos independientes comprometidos con los valores del conocimiento -y no del lucro o de los intereses económicos particulares- también comprometidos con la justicia social, y la sustentabilidad ambiental, deseamos y debemos entablar un diálogo profundo de saberes con los indígenas y campesinos del mundo. Ellos son poseedores de valiosos conocimientos y técnicas tradicionales milenarias, y con ellos podremos encontrar verdaderas soluciones a la producción agrícola y el abasto de alimentos diversos y sanos, garantizando la soberanía alimentaria.»

La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) es una Asociación Civil fundada en 2006 por científicos mexicanos de pensamiento independiente, a los que une la convicción de que el conocimiento científico debe generarse, usarse y aplicarse para mejorar la calidad de vida de la sociedad de manera sustentable y no para beneficio de alguna minoría. Nuestra tarea central es observar, aprender, analizar las oportunidades, peligros y riesgos inherentes del uso del conocimiento científico y divulgar nuestras conclusiones a la sociedad.

El Programa de Agricultura y Alimentación de la UCCS está enfocado en la seguridad alimentaria sustentable (suficiente, accesible a toda la población e inocua), en la soberanía tecnológica y en la protección de la ecología y de la biodiversidad, particularmente la de las especies cultivadas en México y que como en el caso del maíz, fueron domesticadas y/o se diversificaron en México y Mesoamérica. El maíz es central para la seguridad alimentaria y la cultura de la Nación por ser su alimento básico: 53% de la ingesta calórica y 39% de la proteínica de la dieta nacional provienen del consumo directo del maíz. Sin embargo, durante los últimos 10 años debido a políticas deficientes y a una mala planeación por parte del gobierno, la producción de maíz se ha estancado con respecto al requerimiento para consumo nacional, haciéndonos cada vez más dependientes del mercado internacional, principalmente de Estados Unidos y a la vez, exponiéndonos a la creciente volatilidad mundial de su precio.

Las corporaciones multinacionales de semillas transgénicas (CMST) han identificado al creciente déficit nacional de grano de maíz como su oportunidad para llegar a controlar el mercado nacional de semilla de maíz, que es del orden de 200,000 toneladas anuales, con valor potencial para las CMST (incluyendo los herbicidas acompañantes) de más de mil millones de dólares anuales. Su estrategia ha consistido en un intenso cabildeo en los Poderes Ejecutivo y Legislativo, en introducir la práctica de “puertas giratorias’’ en las instituciones de gobierno encargadas de la toma de decisiones a su favor, y, además, en crear adeptos dentro de la comunidad científica y lanzar campañas de propaganda dirigidas a la sociedad a través de la prensa, radio y televisión. La campaña de las CMST anuncia que la introducción de maíz transgénico a México es la modernización necesaria y urgente para alcanzar la seguridad alimentaria de maíz de México, aun considerando al cambio climático inminente. Aseguran que su conocimiento “científico” -que antes de nada está guiado por el lucro- aplicado al campo mexicano consumará la hazaña de resolver los problemas del campo y el hambre. Estas promesas se hacen sin garantía, sin fiador y con propaganda demostradamente falsa.

A cuarenta años de las primeras liberaciones de cultivos transgénicos, ha quedado demostrado que éstos no aportan beneficios sociales o ambientales, y en lugar de ello implican riesgos y peligros públicos que se anticiparon pero no se consideraron con seriedad, y con los años se han ido demostrando científicamente.

La comercialización y liberación de cultivos transgénicos ha implicado, eso sí, grandes ganancias privadas, y por ello las CMST siguen presionando para expandir su dominación sobre las semillas y la producción, distribución y comercialización de alimentos de todo el mundo, y la consiguiente contaminación de los centros de origen y diversificación de plantas como el maíz.

Los científicos independientes comprometidos con los valores del conocimiento -y no del lucro o de los intereses económicos particulares- también comprometidos con la justicia social, y la sustentabilidad ambiental, deseamos y debemos entablar un diálogo profundo de saberes con los indígenas y campesinos del mundo. Ellos son poseedores de valiosos conocimientos y técnicas tradicionales milenarias, y con ellos podremos encontrar verdaderas soluciones a la producción agrícola y el abasto de alimentos diversos y sanos, garantizando la soberanía alimentaria.

Los consorcios multinacionales de semillas transgénicas plantean una alternativa que cancelaría la soberanía y amenazaría profundamente la seguridad alimentaria de México. Su camino no tiene retorno. Con el tiempo, desaparecería todo maíz normal (no transgénico) del país y hasta las razas nativas serían transgenizadas y potencialmente serían objeto de propiedad intelectual de esos consorcios multinacionales.

Por medio de este cuadernillo de difusión y divulgación, presentado a manera de una introducción general y síntesis, escrita en un lenguaje sencillo accesible para todos, y de ‘’15 píldoras’’ con datos técnicos y científicos, queremos comunicarnos con todos los ciudadanos de México. En particular, nos dirigimos a las y los estudiantes, así como a las maestras y maestros, de nivel básico, medio y superior, de todo el país, y esperamos que con su ayuda, esta información llegue a la mayor parte de los mexicanos.

Nuestro mensaje es: “se debe prohibir toda siembra de maíz transgénico en México: la Nación no lo necesita para lograr su autosuficiencia y seguridad alimentarias; y su liberación implica riesgos y peligros inadmisibles e irreversibles”. El país dispone de alternativas basadas en tecnología pública y conocimiento tradicional, que no requieren del uso de transgénicos.

Además el maíz está en el corazón de nuestras culturas mesoamericanas.

Para acceder al documento, haga clic en el enlace a continuación:
El maiz transgénico en México (en 15 píldoras) (14,62 MB)

Crónica del 24 de Mayo Jornada Mundial de Lucha contra Monsanto.

San Cristóbal de Las Casas, se sumó al grito mundial «no transgénicos» en la “Jornada Mundial de Lucha contra Monsanto”, jornada mundial que se llevo en la Plaza de la Resistencia o plaza de la Paz de esta ciudad; en punto de las 10 mañana comenzó con la puesta de una mesa de información y petición de firmas a ciudadanos para que la empresa transnacional «Monsanto» y filiales no entren a nuestro país, los activistas trabajaron pacíficamente bajo la consigna «Sin Maíz no hay país».

El llamado fue Este 24 de Mayo para a decirle a “Monsanto y a todas las corporaciones que no podrán lucrar con nuestra vida. No queremos transgénicos ni en México ni en ningún lugar del mundo. México es centro mundial de origen y de diversidad del maíz. En las mesas recordaron que “La defensa del maíz es de todxs”. los temas informativos de esta campaña mundial fue «semilla transgénica» «soberanía alimentaría» «efectos de la semilla geneticamente modificada» «salud».

También hubieron movilizaciones en: Distrito Federal, Aguascalientes, Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Querétaro, Yucatán, Jalisco.

Para mayor información www.carnavaldelmaiz.org Facebook: /CarnavaldelMaiz Twitter: /Carnavaldelmaiz o escríbe a carnavaldemaiz@gmail.com

Escrito por: JRC