Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático: «Copenhague fue un fracaso absoluto»

El año 2009 lo despedimos con la resaca de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP15) celebrada en la capital de Dinamarca, Copenhague. La opinión de organizaciones sociales y ambientalistas, instituciones comprometidas y la sociedad civil respecto a lo acordado se resume en la frase «Copenhague fue un fracaso absoluto. No se hizo justicia», de Nnimmo Bassey, presidente de Amigos de la Tierra Internacional.
Hubo mucha rabia cuando se vieron las maneras en que se desarrollaba el evento, mucha preocupación por los resultados obtenidos y muchas denuncias de represión en la ciudad contra la sociedad civil que quería otro tipo de cumbre. Pese al fracaso y la injusticia, las organizaciones debemos seguir trabajando por un mundo mejor. Y parece ser que la próxima cumbre sobre el tema es el próximo diciembre en México. Debemos estar atentos y atentas.

En unos artículos de Amigos de la Tierra, Liliane Spendeler, Silvia Ribeiro y Naomi Klein hacen balance:

Copenhague: Un desastre para los más pobres del mundo

COPENHAGUE, DINAMARCA — El Presidente de Amigos de la Tierra Internacional, Nnimmo Bassey, habló del fracaso de los gobiernos de los países ricos en asegurar un acuerdo de la ONU fuerte y justo para combatir el cambio climático en Copenhague:

“Copenhague fue un fracaso absoluto. No se hizo justicia. Al dilatar la acción, los países ricos condenaron a millones de las personas más pobres del mundo al hambre, el sufrimiento y la pérdida de vidas a medida que se acelera el cambio climático. La culpa de este resultado desastroso la tienen los países desarrollados.»

“Estamos indignados por la falta de compromiso de los países ricos a realizar las reducciones de emisiones que saben que son necesarias, especialmente Estados Unidos, que es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo. En contraste, las naciones africanas, China y otros países en desarrollo merecen nuestro elogio por sus posturas progresistas y su enfoque constructivo. Los principales países en desarrollo no pueden ser culpados de la falla de los países industrializados».

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Copenhague: una cuestión de justicia

de Liliane Spendeler, directora de áreas ambientales de la organización Amigos de la Tierra.
La incapacidad de los países ricos para aceptar su responsabilidad en la crisis ambiental marca la cumbre de Copenhague.
Lo que se estaba jugando en Copenhague iba más allá del hecho de intentar preservar el planeta -y por ende a la humanidad- de un cambio climático catastrófico, tarea ya de por sí ambiciosa, compleja y sobre todo urgente. Estaba en juego la construcción de una sociedad global justa y equitativa. Y no es para menos dado que en la actualidad estamos cada vez más alejados de ella, tanto si comparamos países o individuos.
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Copenhague: el valor de decir no

de Naomi Klein
En el noveno día de la conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático, África fue sacrificada. La posición del bloque negociador del G-77, que incluye los estados africanos, había sido clara: un incremento de 2 grados centígrados en la temperatura global promedio se traduce en un incremento de 3 a 3.5 grados en África.

Esto implica, según la Alianza Pan-africana por la Justicia Climática, que «55 millones de personas adicionales podrían estar en riesgo por pasar hambruna» y «el estrés hídrico podría afectar a entre 350 y 600 millones de personas adicionales». El arzobispo Desmond Tutu plantea así lo que está en riesgo: «Nos enfrentamos a un inminente desastre a una escala monstruosa… una meta global de cerca de 2 grados centígrados va a condenar a África a la incineración y a ningún desarrollo moderno».
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Matrix climática

de Silvia Ribeiro
Durante las negociaciones de Naciones Unidas sobre cambio climático en Copenhague, Dinamarca, en diciembre pasado, la delegación de Bolivia comparó lo que allí sucedía con la película Matrix. Agregó que los únicos que tomaban «la pastilla roja» (que en la película permite ver la realidad como es) eran los que marchaban protestando por las calles de Copenhague. Es una de las imágenes más atinadas que he escuchado.

Al contrario de lo que uno creería, esa convención no trata de las causas y soluciones reales al cambio climático, sino sobre todo de cómo gestionar y aumentar las ganancias con el comercio del cielo y el aire limpio –materias cada vez más escasas (y, por tanto, más rentables) gracias al desastre climático, a su vez provocado por los que más lucran ahora con ese comercio.
SEGUIR LEYENDO:  Periódico La Jornada

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