Compartimos el siguiente reportaje especial sobre el monocultivo de palma africada publicado en Mongabay – A 9 de octubre de 2019
por Rodrigo Soberanes en 9 octubre 2019 Series de Mongabay: Los pecados de la palma en Latinoamérica
Gobierno busca sembrar 100 000 hectáreas en Campeche que tiene la mitad de su territorio sujeto a conservación ambiental.
Incidentes causados por empresas ponen en alerta a organizaciones ambientales y expertos que advierten sobre los riesgos de este polémico plan.
En Campeche, México, aún quedan comunidades mayas que siembran y cosechan sus alimentos por un tiempo razonable y después dejan que la tierra se recupere durante 25 años. Es por eso que quedan parajes escondidos de humedales que tienen una belleza que ya es muy difícil encontrar.
En la península de Yucatán, al sur de México, la presencia maya es emblemática por sus vestigios arqueológicos construidos en medio de inmensos territorios selváticos, que atraen a millones de turistas. Pocos saben que está en marcha un proceso de destrucción de los ecosistemas que las comunidades denuncian por los efectos negativos que causa.
En este territorio, que cuenta con el mayor porcentaje de espacios destinados a la conservación ambiental, el gobierno de México quiere poner en marcha uno de sus planes económicos más ambiciosos: sembrar miles de hectáreas de palma africana para satisfacer la demanda interna y colocar los derivados de este monocultivo en el mercado internacional.
Lo que preocupa a pobladores, autoridades locales y expertos es que si estos planes llegan a concretarse, el estado de Campeche, ubicado en la región maya de la Península de Yucatán, se convertiría en el primer productor de aceite, por encima de Chiapas, un estado que ha sido testigo de cómo la palma ha penetrado en la selva Lacandona.
¿Qué es lo que le espera a uno de los estados mexicanos con más territorio bajo protección ambiental?
Un plan ambicioso
El Gobierno de México tiene planeado sembrar 100 000 hectáreas de palma africana en los próximos años. Así lo anunció en marzo de 2016.
“Campeche está sentando las bases para transformarse, despetrolizar su economía y ser ejemplo a nivel nacional e internacional, detonando el enorme potencial productivo del campo”, se lee en el comunicado oficial emitido por el Gobierno el 11 de marzo de ese año.
Este anuncio fue respaldado en ese momento por el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, quien dijo que el proyecto además “propiciará inversiones sin precedentes, generará empleos, despetrolizará la economía e impulsará la transformación del Estado».
Según las estimaciones oficiales, con el establecimiento de esas 100 000 hectáreas, Campeche aumentaría sus espacios cultivados a 120 000, “por lo que […] se convertiría en el principal Estado palmicultor del país”.
El investigador de la Universidad Intercultural de Chiapas, León Enrique Ávila, le llama “corredor palmífero mesoamericano” a la extensión de tierra sembrada con el monocultivo en los estados de Tabasco, Chiapas y Campeche. Ávila destaca que sobre todo, este último, alberga humedales con alto valor para la conservación de especies que están amenazados hoy por la presencia de la inversión privada que ha ganado territorio “con agresividad” y con la ayuda de los gobiernos en sus tres instancias: la municipal, la estatal y la federal.
“Campeche tiene más selva tropical, más selva protegida que Chiapas porque allá a la Selva Lacandona ya se la están acabando”, precisa el académico.
El temor de investigadores como Ávila, que ven de cerca este problema, es que las consecuencias de esta medida han empezado a evidenciarse: hay cultivos que se acercan peligrosamente a ecosistemas sensibles, tala de bosques, plantaciones que se instalan en áreas cercanas a los ríos y un impacto que empiezan a generar cambios en el comportamiento de algunas especies.
Jaguares: las primeras víctimas
Campeche es un estado capital amurallado con arquitectura colonial que, junto con los cenotes y playas, es la atracción de más de un millón de turistas que cada año viajan a ese lugar situado en las inmediaciones de Mérida, Yucatán, y el resto de la Riviera Maya, en el Caribe Mexicano.
Para Ávila lo que está en juego con el avance de la palma son, principalmente, los atractivos naturales de este Estado.
“El riesgo, sobre todo, va sobre la parte sur del área de protección de flora y fauna de Laguna de Términos. Es una zona de manglar, es una reserva donde se reproducen todas las especies del golfo de Campeche. Es una zona de resguardo de alta productividad primaria, de muchos nutrientes para los animales”, señala Ávila, ingeniero en agroecología, con un doctorado en Ciencias Agrarias, y que ha realizado trabajos de investigación de campo en la región.
Ricardo Isaac, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), añade que Campeche es “un ejemplo de conservación biológica en el país».
Pero no solo los expertos son conscientes de lo que se puede perder y de lo que la palma está causando. Raymundo Barrios, habitante de Palizada, uno de los 11 municipios de Campeche, ha visto cómo este cultivo ha ido rodeando las comunidades en las que él creció y también ha sido testigo de cómo allá, en los impenetrables paisajes de selva, el plan de siempre ha ido expulsando especies, incluyendo las que nunca solían ser vistas: los jaguares.
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Imágenes:Foto 1: lantación de Palma Africana en el ejido boca Chajul, ubicado en la frontera con Guatemala, Selva Lacandona, Chiapas. Foto: Moysés Zúñiga Santiago. Foto 2: Un jaguar desorientado fue visto recientemente por un lugareño en las inmediaciones de sembradíos de palma de aceite. Foto: archivo particular.
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