Los “Escaramujos” son documentos de análisis producidos por Otros Mundos A.C. Les presentamos el último número de la colección, esperando les sirva para sus trabajos en defensa de los territorios. (Ver todos los números del Escaramujo)
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El Capitalismo suprime las diversas formas de pensamientos subalternos y que considera marginales. Por ello, las relega y las descalifica, las combate, las elimina, las silencia, las ignora y las niega. También se les persigue sistemáticamente sin dar tregua, se les excluye e incluso se les extorsiona y tortura a tal grado que su racismo y patriarcado intrínseco al capital llega a la eliminación física de toda diversidad.
Frente a la resistencia de los grupos sociales subalternos a esta dinámica depredadora, el sistema desacredita todo lo alternativo que emerge de los otros modos de vida y de los saberes de los pueblos. Sin embargo, cuando este conocimiento alterno tiene la posibilidad de especulación y ganancia, entonces se le arrebata, se le roba y se absorben aquellos conocimientos ancestrales, el conocimiento tradicional de los pueblos originarios, pero también de los pueblos campesinos y de otros sectores de la sociedad. Otra forma de extractivismo.
La palabra “Epistemología” proviene del griego “episteme” que significa conocimiento, saber, o ciencia; y de “logos” que significa estudio, palabra, tratado y discurso. Los filósofos griegos desde Platón inician la carrera por desentrañar el significado del conocimiento, de la verdad, de la experiencia y la razón, de lo objetivo y subjetivo, o de las creencias y opiniones, que fueron desarrollando distintas perspectivas y ramas a lo largo de la historia. Así, el capitalismo adopta su propio método que le de sustento y que se impone como el pensamiento único de la hegemonía occidental.
En el Siglo IX, en el auge del nacimiento del capitalismo, el filósofo escocés James Frederick Ferrier (1808-1864) introduce el concepto de “Epistemología” para hacer referencia al ‘conocimiento científico’. Desde la filosofía griega y medieval que occidente adoptó, propagó la idea de que el orden de lo racional era la ‘Totalidad’ de Kant o el ‘Absoluto’ de Hegel. Sin embargo, de acuerdo con X. Ziburi, el orden de lo racional es el ‘Mundo’, porque las cosas reales son solo un momento de la respectividad de lo real, de otras cosas reales, de la realidad que es abierta, el mundo sentido, el mundo en que los pueblos actualizan la actuidad de las cosas para producir y reproducir sus conocimiento según sus contextos geográficos, ambientales, políticos, culturales, psicológicos, económicos y sociales. Este es el “Episteme” de los pueblos, esas otras formas de ver el mundo, de
conocer, de aprender y que pretenden ser aniquiladas. Esto es el epistemicidio.
En la “AmerÁfrica Ladina” convive una gran riqueza epistémica entre los pueblos originarios de América, los Afrodescendientes y la población Ladina fruto del mestizaje. Sin embargo, especialmente los pueblos indígenas vieron quemar bajo la hoguera cerros de libros y sabiduría ancestral con el alma destrozada bajo el yugo europeo. Se les despojó de sus conocimientos, de sus métodos y formas de vida. Se les impuso un catálogo de derechos, de preceptos, de axiomas e incluso de dogmas ahí donde el conocimiento científico no les alcanzó. La Totalidad, lo Absoluto, el Universalismo engendró un racismo epistemológico así como una epistemología patriarcal.
A lo largo de la historia de la humanidad se ha expresado esta dinámica. Sin embargo, en el contexto del capitalismo recobra una fuerza descomunal por su globalidad que excluye lo que considera que no se mantiene dentro de la esfera de su ‘verdad objetiva’, lo que no se sujete al riguroso ‘método científico’ europeo que imponen las élites que pretenden dominar el conocimiento y la verdad, como la única forma de validarlas, ahorcando todo lo demás y confinándolo a la subjetividad-irracional contrapuesta a lo que es ‘objetivo’, ‘racional’ y a ‘su verdad’. Es la nueva inquisición del sujetomundo capitalista que pretende acabar con la otredad, con otras formas de conocimiento que le sean marginales o que impiden el desarrollo del ADN capitalista: la acumulación incesante de poder y de capital.
Sin embargo, es necesario hacer énfasis en algo más. Hablar del “capitalismo global” es una tautología, un pleonasmo y un eufemismo. Porque el capitalismo no lo es si no fuera global. La esencia del capitalismo es precisamente ser una hegemonía cultural, política, económica, social y militar, racista y patriarcal. En estos ejes basa también su connatural movimiento hacia la acumulación incesante de capital y de poder como lo seguimos constatando por las consecuencias de la crisis desatada con pretexto del COVID-19. Porque lo único global en el planeta es el capitalismo, fuera de ello lo que hay es diversidad que éste pretende acabar y que incluyen las formas propias de generar realidades locales, formas propias de alteridad, de “Alter Natos”, de otros mundos posibles. Y en el planeta se despliega una variedad inimaginable de diversidad en todas sus formas: biológica, cultural, social, económica e incluso política, de saberes y modos de estar en la realidad. Una enorme riqueza epistémica.
Se dice que el “epistemicidio” es la destrucción, por parte del colonialismo, de los saberes propios de los pueblos; la subordinación, la dominación y el control hasta llegar a la aniquilación de otras formas de conocer, de crear y transmitir conocimientos, así como los saberes ancestrales y comunitarios de los pueblos. Por ello, se hace referencia a la necesidad de la descolonización epistemológica. De una emancipación del paradigma.
Ahora, consideramos que esta concepción no es correcta. No es un problema baladí. Y es que no se trata de una “descolonización” o “decolonización”, ya que asumir el concepto de “colonia” es tan eurocentrista, y cuya sustancia conceptual no refleja la realidad de lo sucedido, ya que “colonia” se refiere etimológicamente al “territorio establecido por gente que no es de ahí”. Y la realidad rebasó con creces esta idea.
En América, Asia y África se establecieron las “colonias” de prácticamente todos los países de Europa (Reino Unido, Alemania, España, Portugal, Bélgica, Francia, Italia, Holanda..), pero el concepto no enfatiza en que dichos territorios no sólo los ‘colonos’ europeos no eran originarios de ahí y que se instalaron en lugares desolados, sino que invadieron militarmente a los pueblos que habitaban esos territorios desde centurias y hasta milenios pasados.
Con la Invasión militar, económica y política, expoliaron y sustrajeron las riquezas de los habitantes locales; los asesinaron, robaron, desplazaron, esclavizaron e impusieron su lengua, su cultura, su religión, su visión, su verdad, su mundo, su economía, sus estructuras políticas, su epistemología. Que no fue un “choque de culturas”, un “encuentro de civilizaciones”, mucho menos un “diálogo multicultural”.
Por tanto, más que ‘colonias’ como las llaman los europeos para distraer de la realidad sucedida -y como lo tenemos ya conceptualmente muy asimilado-, fue una sangrienta Conquista e Invasión de una forma occidental de comprender el mundo y dominarlo para garantizar sus propios intereses, y que después reforzó la etnia europea desde América del Norte, a donde se desplazaron en los actuales territorios de Canadá y Estados Unidos.
Además, el “Sur Geográfico” no fue el único invadido por unas élites que pretendieron competir, imponerse y dominar, sino que también lo hizo en el “Norte Geográfico” con invasiones y guerras descomunales, genocidios y etnocidios, con la desaparición física de conocimientos subalternos llamados ‘bárbaros’, ‘brujas’, ‘judíos’, ‘tribus’, ‘herejes’, ‘esclavos’, ‘gitanos’ o ‘nómadas’, entre otros, y donde hoy por hoy siguen existiendo sociedades excluidas en estos países llamados “desarrollados” sobre la base del epistemicidio. Este es el Sur Global.
Consideramos también que la dicotomía Norte-Sur refleja un análisis estructural desactualizado toda vez que la crisis del capitalismo, si bien inició en la periferia, ya está instalada irremediablemente en el corazón del sistema, donde los países llamados del Norte arrastran pobreza, exclusión, deuda, migración, racismo, odio, patriarcado galopante, violencia y desempleo, persecución y hasta cárcel de artistas que pintan y cantan la vida de otras formas; se manifiestan también movilizaciones sociales de protesta cada vez más en aumento frente al resurgimiento de la derecha otrora vez controlada legal, social y políticamente, y que hoy sale de las venas y de las entrañas del capital, del Norte Global. En todo el mundo observamos cómo la derecha irrumpe con violencia en el andamiaje institucional para controlar la insurrección de las epistemes subalternas que ya no les producen consenso sobre los supuestos beneficios del sistema, por lo que buscan imponerse nuevamente por la fuerza.
Y es que la miseria causada por el capitalismo no tiene patria, y los sectores marginales, pueblos, etnias, culturas diversas y sus múltiples formas de conocer su mundo están en todas partes, o sea, en el Sur Global. De ahí que es adecuado hablar del Sur Global y del Norte Global, así como de la “Epistemología del Sur Global”.
El epistemicidio aparece y reaparece de muchas formas en cada rincón del planeta de este Sur Global. El más grave es y sigue siendo la aniquilación física de la vida, los etnocidios de pueblos originarios, de grupos étnicos en Medio Oriente, en África, entre otros rincones del mundo. El asesinato de defensoras y defensores de los derechos humanos, de quienes defienden la tierra y el territorio frente a los megaproyectos trasnacionales con otra concepción del mundo, de la vida digna, de los derechos humanos, colectivos y de la naturaleza, para aniquilar esas otras formas de entenderse en el mundo y de gestionar los bienes comunes naturales, culturales, los tangibles o intangibles en beneficio de la humanidad priorizada sobre el capital. Las manifestaciones de epistemicidios también se reflejan en las políticas para eliminar lenguas que conectan a los pueblos con su realidad, sus formas de conocer y de entender el mundo.
Otros epistemicidios se expresan en la eliminación de las manifestaciones culturales ya que ofrecen formas de acercarse a la realidad, de generar su propia epistemología, para al fin imponer una asimilación cultural de hegemonía y control. También se expresan en las supuestas “consultas libres, previas e informadas” controladas desde el poder político y económico. En el desplazamiento forzado que desarraiga a los pueblos de sus territorios, de la cultura y de sus usos y costumbres, de la lengua y los mecanismos de conocimiento con la realidad inmediata.
La coerción, el miedo, la violencia estructural, la pobreza, el condicionamiento del poder con el fin de que los pueblos abandonen sus tradiciones, su cultura, o entreguen sus saberes colectivos y ancestrales a manos privadas a cambio de dádivas o pequeños proyectos productivos para paliar la pobreza; o para que absorban los parámetros de la educación que les impone el sistema y que los invisibiliza en las historias oficiales, también son formas de epistemicidio.
Pese a lo anterior, existe un radical exterminio por parte del capitalismo: el feminicidio. El patriarcado que pretende aniquilar una forma de pensamiento radicalmente distinto, una epistemología feminista que acabaría con el capitalismo y su conocimiento científico, ya que ofrece una perspectiva distinta de mundo. Porque el capitalismo es originariamente y fundamentalmente patriarcal, el feminismo es su principal amenaza y fatal antídoto. Y no sólo es el exterminio físico de las mujeres, sino el exterminio y el asesinato en vida, otro tipo de feminicidio: la intimidación, las amenazas, la descalificación pública y moral, entre otras estrategias para confinarlas nuevamente a lo privado y dejen de cuestionar, reclamar, organizar e inyectarle a este mundo otra perspectiva de la vida.
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