La Lucha por la Tierra en Chiapas (1972-1993)

Antecedentes de la sublevación neozapatista

Por: JORGE FAVA. larevolucionseminal
“Dura y amarga ha sido la experiencia pero hemos
aprendido: lo que no hagamos por nosotros no lo
hará nadie, y estamos dispuestos a lucha por
recobrar nuestras tierras”.
Carta de la Comunidad de Monte Líbano al
presidente de México Miguel de la Madrid.
Municipio de Ocosingo, Chiapas, 1983.
1.- INTRODUCCIÓN
El estado de Chiapas, situado en el sureste mexicano, ocupa una superficie de 75.634,4 kilómetros cuadrados en la que se distribuyen 111 municipios, 16.400 localidades y una población, según el censo de 1990, de 3.200.000 habitantes, de los cuales aproximadamente un millón son indígenas. El 60% del total de estos pobladores viven en el campo. Económicamente, Chiapas es un estado rico en petróleo, gas, energía eléctrica (el 55% de la energía nacional de origen hidroeléctrico proviene de este estado), ganadería, agricultura, silvicultura, café, miel, mango, caña de azúcar, algodón, etc. No obstante ello, un tercio de las viviendas chiapanecas no tienen luz, la mitad no tiene agua potable, el 54% de los habitantes están desnutridos (en la región de los Altos y la Selva el porcentaje es aún mayor), el 90% de la población rural tiene ingresos mínimos o no tiene ninguno y el analfabetismo alcanza al 30% del total de los residentes del estado y al 50% en las comunidades indias. Se calcula que en Chiapas mueren cada año aproximadamente 14.500 personas de enfermedades curables, constituyéndose en el índice de mortalidad más alto del país.[1]
    En la estructura económica chiapaneca “los pobres –dice el investigador Alejandro Guevara- están ligados generalmente a las actividades productivas de bajo valor agregados como es el caso del sector primario”.[2] A dicho sector pertenecen mayoritariamente los 300 mil tzeltales, 120 mil choles, 90 mil zoques, 300 mil tzotziles y 70 mil tojolabales, entre otras etnias nativas del estado.[3] En este contexto la cuestión de la tenencia de la tierra se torna crucial. De acuerdo a los autores Luis Duhalde y Enrique Dratman (según datos de 1994), “en Chiapas existen por lo menos 50.000 campesinos que demandan la entrega de tierras y en el estado se concentra casi el 30% del rezago agrario nacional, lo que significa, según estimaciones de la Confederación Campesina, 112.000 expedientes. En este estado, aproximadamente 6.000 familias detentan 2.856.000 hectáreas dedicas a la ganadería, que representa casi la mitad de la superficie rural del estado, lo que denota su poderío económico y político”.[4] Esta situación de desequilibrio en la posesión de la tierra impulsó a ejidatarios y comuneros a una lucha sin cuartel con el objeto de lograr una distribución más justa de las mismas.
    Abordamos aquí brevemente la evolución del conflicto chiapaneco y el desarrollo de sus combativas organizaciones campesino-indígenas independientes. Esta sucinta historia sobre la lucha por la tierra en Chiapas está basada en el excelente libro del Profesor Thomas Benjamin: “Chiapas: Tierra Rica, Pueblo Pobre”,[5] cuya lectura recomendamos para una profunda comprensión del desarrollo histórico-social del mencionado conflicto agrario en el sureste mexicano. Del largo proceso chiapaneco (que Benjamin analiza de manera completa en su libro), nos ocupamos aquí solo de los veintidós años que van de 1972 a 1993, con el objeto de esclarecer los acontecimientos principales que llevaron a los indígenas a la lucha autogestionaria por sus tierras, la que finalmente  desembocó, luego de reiteradas frustraciones, en la sublevación de enero de 1994.
 
 2.- 1972-1981: LA LUCHA AUTOGESTIONARIA CAMPESINO-INDÍGENA
 
     Convencidos de que la solución a sus reclamos de tierra no habrían de llegar a través de las organizaciones sindicales nacionales y regionales oficiales, la Confederación Nacional Campesina (CNC) y su brazo local, la Liga de Comunidades Agrarias de Chiapas (LCACH), los campesinos comenzaron a organizarse de forma independiente. La experiencia acumulada en las décadas anteriores puso en evidencia la inoperancia interesada de estas organizaciones sindicales agraristas y su connivencia con el poder y los terratenientes. Además, la gestión de la Secretaría de la Reforma Agraria se  mostró “indiferente y apática” ante los pedidos de los ejidatarios y los campesinos indios, según lo han reconocido las propias organizaciones sindicales campesinas oficialistas. Por su parte, el estado, en esta etapa específica del conflicto, no supo (y en ocasiones no quiso) dimensionar la complejidad de la situación en Chiapas y lograr tener así un diagnóstico más acertado de lo que allí ocurría, para luego obrar en consecuencia. “La asignación de recursos a Chiapas en los setenta –dice al respecto Thomas Benjamin- fue escasa y tardía. En ese entonces se combinaban muchos factores para crear una situación explosiva: sobrepoblación, erosión y agotamiento del suelo, la perniciosa corrupción de las oficinas gubernamentales que trabajan con los campesinos, aumento de precios y estancamiento de salarios, una concentración creciente de tierras de cultivo, la expansión de pastizales para la ganadería en tierras agrícolas, demora y –lo peor de todo- fraude, demora y pasmo en el proceso de reforma agraria”.[6] Pero, como este mismo autor lo señala, la clave del activismo campesino en los comienzos de 1970 fueron las solicitudes de tierras y la casi inexistente respuesta a las mismas por parte de la Secretaría de la Reforma Agraria, así como también la manifiesta impotencia de la CNC para gestionarlas con éxito.[7]
 
    El Primer Congreso Indígena de Chiapas realizado del 13 al 15 de octubre de 1974 y organizado por la diócesis de San Cristóbal de las Casas, marca el inicio de la politización y organización indígena. Allí se reunieron tzeltales, tzotziles, tojolabales y choles en representación de más de 300 comunidades, las que posteriormente darían lugar a las organizaciones independientes de base en lucha por la tierra.
 
    De resultas de este Congreso, surgen tres movimientos populares e independientes en las regiones con mayor conflicto etno-social de Chiapas: la Selva, Simojovel (al norte) y Venustiano Carranza (en el centro). En la Selva, el gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) otorgó en marzo de 1972 una gran extensión de tierra (más de 600 mil hectáreas) a un grupo de 66 familias lacandonas y a una compañía maderera. Disimulado tras un acto de reparación histórica a los indígenas lacandones se pretendía esconder al verdadero beneficiario de la amplia concesión de tierras y sus inmensas riquezas forestales: la compañía maderera. Los 71 mil tzeltalez, tzotziles, choles y tojolabales afectados por esta resolución presidencial, decididos a no abandonar las tierras que ocupaban desde hacia mucho tiempo atrás y de las cuales obtenían su sustento, fueron declarados “invasores” por el gobierno que en 1975 envió al ejército para desalojarlos. En respuesta, los migrantes tzeltales fundan en 1976 tres Uniones de Ejidos (UE) diferentes: Quiptic Ta Lecubtesel (unidos por nuestra fuerza) en el valle de San Quintín, Ocosingo,  y las Uniones de Ejidos Tierra y Libertad y Lucha Campesina en Las Margaritas; todas controladas por delegados del Congreso Indígena. Las uniones de ejidos emprenden así una larga e infructuosa lucha en defensa de sus derechos, la que da nacimiento en 1980 en el ejido Bajucú a la organización Unión de Uniones Ejidales y Grupos Campesinos Solidarios de Chiapas (UU), que reunía a aproximadamente 150 comunidades indígenas repartidas en 11 municipios.

 

    En el norte del estado, en los municipios productores de café de Simojovel, El Bosque, Huitiupán y Sabanilla, el activismo campesino-indígena concentró sus esfuerzos en la recuperación de la tierra. Anteriores reformas agrarias (1934-1959) habían dado tierras a los campesinos ejidatarios pero de muy baja productividad, cuestión a la que para la década del ’70 se debió agregar la superpoblación de dichas tierras y el consecuente problema del minifundismo, lo que obligó a los campesinos a trabajar en las grandes fincas cafetaleras de la región como peones “acasillados”. En 1975 y 1976, desmoralizados por los nulos resultados obtenidos a través de las gestiones de la CNC, comenzaron las tomas de tierras y la posterior represión por parte del ejército y las guardias “contrainsurgentes” organizadas por los caciques. Esta nueva estrategia de acción directa estaba dirigida por un comité central de siete ejidos, nacido al calor del Congreso Indígena de Huitiupán. Para 1977, este comité central aglutinaba a 37 ejidos de Huitiupán, El Bosque, Simojovel y Sabanilla, los que en los siguientes tres años invadieron 19 fincas. Sobre el final de la década, el comité central solicitó ayuda a la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) con el propósito de atender los reclamos de los trabajadores asalariados de las fincas. En 1978, se creó en la zona del ingenio Pujiltic, municipio de Venustiano Carranza, la Unión de Ejidos 28 de de Septiembre, la que requirió su afiliación a esta central, expandiéndose así su área de influencia en la región. La instalación de la CIOAC en Chiapas trajo roces con la CNC, que intentó contrarrestar las acciones de ésta organizando rompehuelgas e invadiendo tierras ya invadidas por la CIOAC.  A esta confrontación se sumó la acción represiva del gobierno estatal, el que en apoyo del sindicato oficialista, persiguió, encarceló y asesinó a dirigentes de la CIOAC. Para esta organización independiente, la lucha en Chiapas reunía dos objetivos principales,  los derechos laborales y los agrarios, y era llevada a cabo a través de una doble acción: una imperativa negociación con la Secretaría de la Reforma Agraria y, simultáneamente, la toma de tierras. Los primeros logros de esta estrategia habrían de esperar hasta 1987, cuando finalmente el gobierno autorizó la titularización de 16 ejidos reclamados por la CIOAC.
 

 

    Venustiano Carranza es el tercer lugar donde surge en 1973 un movimiento independiente de lucha por la tierra en Chiapas. Llamado “Movimiento de la Casa del Pueblo”, por su lugar de reunión, canalizó las frustraciones de los campesinos de esta región que demandaban tierras al Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización (DAAC). Su estrategia de lucha incluyó la acción directa, y en 1974 tomaron las oficinas del DAAC en Tuxtla Gutiérrez con el objeto de impulsar la puesta en práctica del decreto agrario de 1965.[8] En 1975, fue asesinado el dirigente Bartolomé Martínez Villatoro, y el ejército ocupó la Casa del Pueblo donde se produjo un tiroteo que resultó en la muerte de comuneros y soldados. El liderazgo del movimiento fue arrestado y la organización se dividió entre quienes intentaron un acercamiento al gobierno y sus planes de ayuda y quienes optaron por contrarrestar esta estrategia de “dividir para reinar” creando alianzas entre campesinos aislados. Dirigentes de esta última línea participaron en 1979 en el congreso  donde se creó la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA) en Milpa Alta, Distrito Federal, quienes, con la ayuda de los catequistas católicos, se expandieron dentro de Chiapas. En 1980, se unieron con ejidos y comunidades indígenas de los municipios de Simojovel y Las Margaritas para formar la Coordinadora Provisional de Chiapas (CPCH), la que en julio de 1982, pasó a denominarse Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ). Esta habría de convertirse en la mayor de las organizaciones independientes populares de Chiapas, como así también en la más combativa.

    Durante los ’80, la OCEZ, a diferencia de la CIOAC, se mantuvo independiente de influencia política partidista alguna, y, contrariamente a la ARIC (Asociación Rural de Interés Colectivo, fundada en Ocosingo en 1988), lejos de las agencias gubernamentales, lo que a posteriori habría de significarle una mayor afluencia de afiliados. Fiel a su política de tejer alianzas mayores, en 1980 la OCEZ se unió a la Coordinadora de Luchas de Chiapas (CLCH), una instancia organizativa amplia que fue prontamente desbaratada por la represión desatada contra ella. También tejió alianza con el Frente Nacional Democrático Popular (FNDP), una organización sospechada por algunos miembros de la OCEZ de estar infiltrada por el gobierno. En 1988, la agrupación se escinde en dos grupos como producto de discrepancias internas (el cuestionamiento a la unión con el FNDP, entre otras), con acusaciones cruzadas. Se supone que esta organización desarrolló en 1992 nuevos frentes en la Selva, los Altos y el norte de Chiapas bajo el nombre de Alianza Nacional Campesina Independiente Emiliano Zapata (ANCIEZ). Para algunos especialistas OCEZ y ANCIEZ son lo mismo con diferentes nombres.

  Otras organizaciones campesinas surgieron en esta época. En 1975, por ejemplo, la Alianza Campesina 10 de Abril (fecha del asesinato de Emiliano Zapata) coordinó tomas de tierras en los municipios de Ángel Albino Corzo, Chiapa de Corzo, Villa Flores, Venustiano Carranza, Socoltenango, Comalapa y Tzimil. Para inicios de 1982, hizo su aparición la Alianza Campesino Revolucionaria (ACR) y propició tomas de tierras en la costa del Pacífico de Chiapas.

    La intensa disputa por la tierra y las consecuentes invasiones que de ella se derivaron, no fueron protagonizadas exclusivamente por los campesinos. Un estudio realizado en los setenta en Chiapas, concluyó que de 115 casos de disputas agrarias graves 87 habían sido intrusiones de ganaderos en tierras comunales o ejidales.[9]
 
    La lucha del movimiento campesino-indígena y sus organizaciones de base, independientes y democráticas, contra la situación imperante en el campo chiapaneco generó una dura respuesta desde el poder. El encarcelamiento y/o asesinato de activistas sociales fueron recursos comunes a los que echaron mano tanto el estado como los finqueros, con el objeto de desarticular la creciente organización popular. Esta macabra tarea se profundizará en la década siguiente a través de una creciente militarización del estado y el control social de las comunidades indígenas.
 
3.- 1982-1993: AHOGAR AL MOVIMIENTO EN SANGRE
 
    Al conflicto por la tierra en Chiapas habrá de sumarse en esta década larga, como una marca de época, el drama de los refugiados guatemaltecos, la guerra revolucionaria en los países centroamericanos (Guatemala y El Salvador) y la erupción del volcán Chichonal (que obligó a reubicar a 14 mil indígenas zoques, muchos de ellos por la fuerza), lo que impulsó al gobierno a llevar adelante un creciente proceso de militarización del estado y nombrar como gobernador al general Absalón Castellanos Domínguez (1982-1988). “Hacia 1987 –señala Thomas Benjamin-, aproximadamente  4 mil soldados fueron destinados a Chiapas. Las dos fuerzas policiales del estado, la Policía de Seguridad Pública y la Policía Judicial, se pusieron bajo el mando de oficiales militares”.[10] La vía represiva con la que se pretendía ahogar en sangre al movimiento campesino-indígena independiente chiapaneco estaba en marcha.
 
    A partir de mediados de 1982, comenzaron a llegar a Chiapas oleadas de refugiados guatemaltecos, indígenas en su mayoría, que huían de la campaña de “tierra arrasada” que llevaba adelante el gobierno militar del general Efraín Ríos Montt en el noroeste del país vecino. En los años siguientes estos refugiados se establecerán en noventa campos a lo largo de la frontera con Guatemala, sumando para mediados de la década aproximadamente 50 mil personas. El gobierno, así como entidades empresariales mexicanas, temían que con los refugiados se infiltrasen las guerrillas centroamericanas con el objeto de diseminar en la región la ideología revolucionaria. Por tal motivo se tomaron una serie de medidas de seguridad que incluyeron, entre otras, maniobras de contrainsurgencia por parte del ejército mexicano en los municipios choles de Tila y Sabanilla, en la Selva y en la frontera con Guatemala, y el traslado de aproximadamente 18 mil refugiados al estado de Campeche.
 
    Con el objeto de bajar la tensión y desactivar posibles nuevos conflictos por la propiedad de la tierra, el gobierno nacional creó en 1984 el Programa de Rehabilitación Agraria (PRA), dándole prioridad a las zonas socialmente calientes de la Selva, Simojovel y Venustiano Carranza. No obstante su objetivo declarado de ayudar a los pequeños campesinos, los mayores beneficiarios del plan fueron los terratenientes y algunos burócratas de la Secretaría de la Reforma Agraria, quienes entre 1984 y 1987 se fagocitaron la mayor parte del presupuesto destinado a este propósito.

 

    Al tiempo que la crisis agraria se agravaba y las movilizaciones campesino-indígenas aumentaban poniendo mayor presión a la disputa por la tenencia de la tierra, el gobierno del general Absalón  Castellanos ponía todos los recursos del estado en pro de la protección de los propietarios privados contra las invasiones de tierras y las expropiaciones por la reforma agraria. No obstante, las tomas de tierras siguieron adelante. El panorama era el siguiente: en 1983 un grupo de campesinos invadieron 128 fincas; en junio de 1985, la CIOAC anunció que afiliados de su organización habían ocupado 109 grandes propiedades en diferentes municipios del estado. Y no fueron las únicas.
 
    Insertos en una dinámica de acción-reacción, a las invasiones les siguieron las expulsiones, muchas realizadas con suma violencia por tropas del ejército o la policía estatal. Esta espiral de terror fue creciendo, mientras los muertos se apilaban mayoritariamente de un solo lado. El hostigamiento a las organizaciones campesinas e indígenas independientes se efectivizaba a través de la persecución y el encarcelamiento de sus integrantes, o lisa y llanamente el asesinato de los mismos. En 1987, la Academia Mexicana de Derechos Humanos definió al gobierno del general Absalón Castellanos como el más represivo del país.[11]

 

    Durante el período 1988-94, el gobierno central instituyó un programa nacional para las poblaciones en situación de pobreza, denominado Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL). Este programa proporcionaba fondos a los denominados Comités Locales de Solidaridad para la puesta en ejecución de proyectos de desarrollo en los distintos estados de la Unión. El gobernador de Chiapas manejó esos fondos de manera arbitraria y corrupta, utilizándolos para recompensar a sus aliados políticos locales mientras ignoraba a las comunidades y organizaciones independientes. A comienzos de 1994, el propio Consejo Consultivo de Solidaridad dio a conocer un estudio en el que destacaba que, con respecto a Chiapas, en los “municipios más pobres de la entidad, que son justamente algunos de los involucrados en el conflicto armado, la presencia de Solidaridad en el combate a la pobreza extrema fue por demás exigua”.[12]
 
    Entre 1991 y 1992, el presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) reformó el Artículo 27 de la Constitución Nacional, con el objeto de cambiar el sistema ejidal de tenencia de la tierra y abrirlo a la inversión privada. Esta innovación hería de muerte a la reforma agraria, ya que negaba el derecho de los campesinos a solicitar la redistribución de la tierra y permitía rentar o vender las parcelas ejidales, las que, con toda seguridad, terminarían siendo absorbidas por los terratenientes y/o por los bancos a través de la ejecución judicial de los créditos caídos en mora, agravando aún más el problema. La respuesta fue inmediata, miles de campesinos de distintas asociaciones se movilizaron en Ocosingo en protesta por la reforma del Artículo 27 y demandaron el reparto de tierras, la cancelación de las carteras vencidas y el respeto a su forma de vida.

 

    Como vimos, en la década de 1980 Chiapas asistió a una escalada represiva sin precedentes, situación que no varió sustancialmente en los tres primeros años de la década siguiente, y que junto a las recurrentes crisis agrarias y económicas “crearon una grave crisis de justicia”.[13] Ante este panorama, las organizaciones de base del movimiento indígena chiapaneco se vieron enfrentadas a una disyuntiva de hierro: explorar nuevas formas de lucha o resignarse a una realidad de miseria y opresión. La respuesta a este dilema se la harán conocer al país y al mundo el 1° de enero de 1994.
 

 


* Este artículo fue escrito en febrero de 2015 y se publica aquí por primera vez.

[1] La mayor parte de estos datos fueron tomados del documento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), titulado “Chiapas: el Sureste en Dos Vientos, Una Tormenta y Una Profecía”. Firmado por el subcomandante Marcos y fechado en agosto de 1992, fue publicado por el diario La Jornada, México, el 27 de enero de 1994.

[2] Guevara, Alejandro: Perfil Socio-económico de Chiapas. En: De Lella, Cayetano y Ezcurra, Ana (comp.): Chiapas, entre la Tormenta y la Profecía. Lugar Editorial. Buenos Aires, 1994. Pág. 47.

[3] EZLN: mismo documento.

[4] Duhalde Luis y Dratman, Enrique: Chiapas, la Nueva Insurgencia. Ediciones del Pensamiento Nacional. Buenos Aires, 1994. Pág. 107.

[5] Benjamin, Thomas: Chiapas, Tierra Rica, Pueblo Pobre. Historia Política y Social. Editorial Grijalbo. México, 1995.

[6] Ibídem, pág. 257.

[7] Ibídem, pág. 258.
[8] Resolución del presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), que reconocía las demandas de tierras de los indígenas de este municipio por aproximadamente 50.000 hectáreas.

[9] Benjamin, Thomas: ob. cit., pág. 260.
[10] Benjamin, Thomas: ob. cit., págs. 270 y 271.

[11] En 1989, la CIOAC “informó que desde diciembre de 1982 a 1988 (sexenio de Absalón Castellanos) se registraron 153 asesinatos políticos, 327 desapariciones de campesinos, 692 detenciones, 503 secuestrados y torturados” (Pólito, Elizabeth y González Esponda, Juan: Cronología. Veinte Años de Conflictos en el Campo: 1974-1993. Chiapas N° 2. Ediciones Era. México, 1996. Pág. 209).

[12] Díaz-Polanco, Héctor: La Rebelión Zapatista y la Autonomía. Siglo XXI Editores. México, 1997. Págs. 158 y 159.

[13] Benjamin, Thomas: ob. cit., págs. 275 y 276.

Colombia: “Somos soñadores”

Propuestas y trabajo sobre manejo comunitario de territorios desde el caribe colombiano

RadioMundoReal.fm

En un día histórico para el pueblo colombiano y latinoamericano, el gobierno conducido por Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron un acuerdo de paz que representa seguramente un mojón en la larga búsqueda de paz en ese país. En este trabajo constante en la búsqueda de paz con justicia social y ambiental, están muchas organizaciones y movimientos sociales ambientalistas, campesinos, afrodescendientes, indígenas, que entienden que las negociaciones que acaban de culminar aún se encuentran lejos de combatir las amenazas a esa paz con justicia social y ambiental.

“Las amenazas que más nos hacen sentir temor son los megaproyectos como hidroeléctricas, como la minería, la deforestación de areas que son parte de nuestros territorios. Para nosotros son amenazas, porque no se les consulta a las comunidades sobre su implementación, ni sobre estrategias para la defensa de la madre tierra”, dijo en entrevista con Radio Mundo Real, don Patricio Pallares, integrante de la Asociación de Productores para el Desarrollo Comunitario de la Ciénaga Grande del Bajo Sinú (Asprocig).

 

Asprocig fue la organización anfitriona del reciente Taller sobre Manejo Comunitario de Bosques y Territorios del 16 al 19 de septiembre en Lorica, departamento de Córdoba. Radio Mundo Real entrevistó a don Patricio para saber de la evaluación de la actividad, así como del propio trabajo que realiza su organización.

Don Patricio nos cuenta sobre la concepción y el trabajo que realizan en su región, que es parte del caribe colombiano: “Acá en Lorica, estamos integrados en nuestra asociación, campesinos, pescadores, indígenas, afrodescendientes; compartimos el territorio y trabajamos la conservación de bosques y la agroecología, pero no sólo como producción, sino como espacio de vida, por que consideramos que la agroecología, así como la pensamos, permite que convivamos bosques, hombres, animales; y todo lo que producimos lo hacemos en forma integrada con el bosque”.

“Tenemos una propuesta rural territorial que nos hace sentir que nosotros somos también soñadores y podemos diseñar nuestro modelo de desarrollo, y así lo estamos haciendo”, afirma Don Patricio en la entrevista que se puede escuchar completa en el archivo adjunto.

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Urgente defender la libre circulación de las semillas campesinas en México, ante la amenaza del TPP

Por Pia Rioblanco / Otros Mundos A.C.

Mañana, jueves 29 de septiembre, Otros Mundos A.C. y otras organizaciones celebraremos el día nacional del maíz en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. Los talleres y las charlas estarán enfocados este año a cómo este cultivo y las semillas nativas de nuestro país en general son víctimas de los tratados de libre comercio. Sobre todo del nuevo Acuerdo Transpacífico (TPP), firmado por el presidente mexicano en febrero del 2016.

México está a punto de firmar un convenio que dejaría en manos de las empresas biotecnológicas el control de sus semillas nativas. Se vería restringida la libre circulación de éstas entre los pequeños agricultores, eje fundamental del tejido social en los pueblos rurales del país y guardianas de la biodiversidad.

Se trata del convenio de la UPOV 91. UPOV, por “Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales”, una organización intergubernamental con sede en Ginebra (Suiza), que se dio como misión “proporcionar y fomentar un sistema eficaz para la protección de las variedades vegetales, con miras al desarrollo de nuevas variedades vegetales para beneficio de la sociedad”. 91, en referencia al año de la última versión del convenio.

Adherirse al convenio de la UPOV 91 es una obligación para cada uno de los doce países que en febrero del presente año firmaron el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, o TPP (Trans-Pacific Partnership, en inglés), impulsado por Estados Unidos con el fin de frenar la expansión del mercado chino en la región pacífica. Los otros once integrantes son Estados Unidos, Canadá, Chile, Perú, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Vietnam, Malasia, Singapur y Brunéi.

Del UPOV 78 al UPOV 91

El congreso mexicano aún no ha ratificado el TPP que se encuentra actualmente en manos de los senadores. Así que vale la pena conocer los términos del acuerdo para exigir el rechazo del texto, como lo está haciendo la plataforma nacional “México mejor sin TPP”. Los ciudadanos no pudieron movilizarse antes del fin de las negociaciones ya que éstas se llevaron en el más absoluto secreto. Hubo que esperar octubre del 2015 para que Wikileaks sacara a la luz las reglas del juego. (Más información aquí o aquí.) Fue así como nos enteramos de que el TPP obliga a sus integrantes firmar el convenio de la UPOV 91, como parte de su arsenal para proteger el derecho a la “propiedad intelectual” de las empresas.

Por ahora, México es adherente del convenio de la UPOV 78. En esa versión “light”, una empresa o una persona ya puede volverse el “obtentor” de una “obtención vegetal” durante 15 a 18 años años, al comprar la concesión “de protección” o “de patente” de un objeto vegetal. Puede tratarse de una semilla, una planta, el gene de una planta, o cualquier parte de ésta, un árbol, o una vid, que el “obtentor” haya creado y que sea “nueva”, es decir que tenga características que la diferencien de otras variedades de su especie. Con dicha concesión, el “obtentor” puede controlar la producción, la puesta a la venta y la comercialización de su objeto vegetal.

Lo que cambia con el convenio 91, es que el “obtentor” tiene el control de su objeto vegetal durante mínimo 20 años y se requiere su autorización no sólo para la producción, venta y comercialización sino también para “la preparación a los fines de la reproducción o de la multiplicación” del objeto. Significa por ejemplo que un campesino que usa semillas concesionadas por un “obtentor” ya no podría recuperarlas de su cosecha para volver a sembrarlas. Ni podría dárselas a un vecino o intercambiarlas con otras, como se suele hacer en los pueblos rurales de México.

Hacia un control policial de las semillas campesinas

“Podríamos pensar que las semillas campesinas no corren peligro porque son semillas que han estado circulando durante mucho tiempo, entonces que no son nuevas y no pueden ser concesionadas», comenta la antropóloga mexicana Elizabeth Sotelo. Efectivamente, la mayoría de las semillas poseídas por los campesinos son semillas nativas, que provienen de sus propias cosechas y han sido heredadas por sus ancestros. Pero también les toca comprar semillas a otros productores, semillas mejoradas promovidas por el gobierno, o semillas híbridas vendidas por grandes empresas biotecnológicas presentes en México, como Monsanto, Dupont Pioneer o Syngenta Crop. Con el convenio 91, ya no podrán guardarlas ni intercambiarlas, ya que tienen dueños.

Además, el convenio 91 prevé que el control del “obtentor” se extienda a “las variedades que no se distingan claramente de la variedad protegida”: una disposición terrible para los campesinos detentores de semillas nativas a partir de las cuales las empresas crean sus propios modelos. “Una empresa puede agarrar una semilla campesina, hacerle algún pequeño cambio para que sea nueva, luego registrarla y entonces apropiársela, advierte Elizabeth. Dado que los campesinos no suelen registrar sus propias semillas [el UPOV no se los impide, pero el proceso es muy complejo y costoso, además de no ser un hábito ancestral], no podrán comprobar que la suya les pertenece y es realmente distinta a la de la empresa. Podrán enfrentar sanciones por el simple hecho de regalar su semilla a un vecino.”

“Habría muchos campesinos criminalizados, pagando multas, y en situación de carcel”, alerta la antropóloga. “Se implementaría un sistema de control policial, porque los campesinos tendrán que aceptar que cualquier inspector pueda checar sus cultivos para asegurarse de que no están pirateando una semilla registrada”.

La diversidad de las semillas, fundamental para resistir al cambio climático

Este sistema impuesto en nombre de la seguridad alimentaria, con el argumento de que las semillas concesionadas son mejores, más resistentes y más rentables, genera dependencia de los campesinos hacia las empresas. “El riesgo es que con el tiempo, los campesinos empiecen a descuidar sus semillas nativas y pierdan el conocimiento que tenían al conservar sus semillas y transmitirlas a las nuevas generaciones.”

Además, se pueden perder “los lazos comunitarios, la reciprocidad, que existen entre los campesinos, quienes hoy tienen asegurado que si carecen de una semilla, la pueden pedir a un vecino”, dice Elizabeth Sotelo. Tal vez no valga la pena tomar tal riesgo ya que en muchas comunidades de México, empezando por aquí, en los Altos de Chiapas, la semillas nativas han demostrado más resistencia a los cambios climáticos que cualquier otra semilla híbrida comercializada.

En medio de la actual crisis climática, preservar la diversidad biológica de los cultivos es fundamental. “En caso de sequía o de mucha lluvia, el poder tener muchas variedades de maíz es importante porque si una no aguanta, siempre habrá otra que sí” , dice la antropóloga. Será necesario también conservar los conocimientos ancestrales de los campesinos. “Saber seleccionar las semillas para que se vayan transformando y adaptando a las nuevas condiciones ambientales es lo que siempre se ha hecho, durante miles de años. Ahora los cambios climáticos son tan rápidos que hay que generar esa adaptación en un tiempo más breve. Y yo creo que hay conocimiento para hacerlo.”

>> La Feria Popular Alternativa convoca a celebrar el día nacional del maíz este jueves 29 de septiembre

 

Programa de la Feria por el Día Nacional del Maíz

Día Nacional del Maíz

Feria Popular Alternativa
en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas

29 de septiembre de 2016

Con la Jornada:
EL MAÍZ, UNA VÍCTIMA DE LOS TRATADOS DE LIBRE COMERCIO

de 9am a 6pm
En Casa Pastoral, ubicada en calle 5 de febrero, esquina con General Utrilla,
atrás de la Curia.

Convocatoria para la contratación de Responsable del área de Movilización de Recursos

Convocatoria para la contratación de:
Responsable del área de Movilización de Recursos
2016
Presentación de la organización:
Melel Xojobal A.C. es una organización social fundada en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, en febrero de 1997. Trabajamos con las niñas, niños y jóvenes indígenas del Estado de Chiapas en la promoción, defensa y ejercicio de sus derechos, a través de procesos participativos para el mejoramiento de su calidad de vida desde la diversidad cultural.

Área de Movilización de Recursos
El área reporta sus actividades a la Dirección. Tiene bajo su responsabilidad el diseño y seguimiento de las estrategias de Procuración de Fondos, seguimiento a los proyectos y convenios de financiamiento y a la implementación del sistema de Monitoreo y Evaluación del proyecto institucional. Su objetivo es contribuir a la sostenibilidad institucional a través de la movilización de recursos financieros, materiales y humanos, a nivel local, nacional e internacional que garanticen la ejecución del programa global de Melel Xojobal.

Metas
• Fortalecer los vínculos de cooperación con agencias financiadoras y otras fuentes de financiamiento, promoviendo la solidaridad con el proyecto de Melel Xojobal más allá de la donación de recursos económicos
• Garantizar el seguimiento oportuno de los requerimientos de información de los financiadores, que nos permita seguir manteniendo el apoyo al proyecto.
• Fortalecer a la institución en el seguimiento y aplicación del sistema de Monitoreo y Evaluación
• Fortalecer el patrimonio de Melel Xojobal y darle seguridad financiera de largo plazo Principales Funciones
• Responsable del diseño y mantenimiento de las estrategias de procuración de fondos de Melel Xojobal a mediano y largo plazo en coordinación con la dirección y el equipo
• Atender las solicitudes, comunicaciones, formatos y criterios, para la presentación de proyectos de financiamiento a las organizaciones y agencias de cooperación, bajo la supervisión de la Dirección
• Diseño, redacción y coordinación de la elaboración de proyectos e informes periódicos y finales, tanto narrativos como financieros, justificando las distintas actividades programadas en los proyectos presentados
• Coordinar la relación con las agencias, requerimientos de información, participación en actividades, agenda de reuniones, etc.
• Coordinar la aplicación y seguimiento del método de Monitoreo y Evaluación del proyecto institucional con todo el equipo.
• Buscar y proponer a la Dirección nuevas fuentes de financiamiento.
• Atención a grupos y personas interesadas en el quehacer institucional

Perfil
• Formación en Relaciones Internacionales, Economía, Mercadotecnia o áreas afines
• Experiencia de un mínimo de dos años en gestión y procuración de fondos para organizaciones civiles
• Experiencia en la formulación de campañas de procuración de fondos
• Excelente conocimiento del Marco Lógico y el Ciclo de Proyectos
• Conocimiento y experiencia en el desarrollo de sistemas del Monitoreo y Evaluación de proyectos
• Conocimiento y experiencia en el manejo de distintos formatos para la elaboración de informes y proyectos
• Conocimientos en gestión económica y contabilidad básica
• Se valorará formación en cooperación internacional
Habilidades
• Capacidad para la toma de decisiones
• Capacidad de comunicación
• Capacidad de análisis y síntesis
• Visión estratégica
• Capacidad de planeación y organización
• Capacidad de diálogo, negociación y generación de acuerdos
• Excelente ortografía y redacción
• Nociones de derechos humanos de la infancia o experiencia en ámbitos relacionados
Habilidades técnicas
• Manejo de equipo de cómputo y software (Microsoft Office)
• Manejo del idioma inglés (hablado y escrito)
• Manejo de herramientas en internet y búsqueda de información en medios electrónicos
Actitudes
• Responsabilidad
• Compromiso
• Orden
• Iniciativa
• Diplomacia
• Actitud de servicio
• Honestidad
• Constancia
• Perseverancia
• Sociabilidad
Requisitos
• Presentar currículum vitae, carta de motivos que incluya expectativa salarial y dos referencias laborales.
• Compromiso mínimo de 2 años de trabajo
• Tiempo completo: 40 horas de trabajo a la semana
Procedimiento:
• La fecha límite para recibir documentos será el 23 octubre de 2016
• Selección pre-candidatas(os) y periodo de entrevistas: 24 de oct al 05 de nov 2016
• Inicio de actividades: lunes 14 de noviembre de 2016
Recepción de documentos:
Melel Xojobal, A.C
Dirigir los documentos a Jennifer Haza Gutiérrez y Magaly Domínguez López
direccion@melelxojobal.org.mx y coordinacion@melelxojobal.org.mx

 

AIDA busca consultor/a para el programa de biodiversidad marina y protección costera

La Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) abre una convocatoria para Consultor/a de tiempo completo para nuestro programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera.  La vacante está abierta para personas ubicadas en México, con experiencia en derecho o política ambiental, y/o derechos humanos en el contexto latinoamericano, enfocado a México.  Las y los postulantes deben tener mínimo tres años de experiencia en el área, especialmente en temas de protección marino costera; claro compromiso para trabajar en temas de interés público, y excelente desempeño profesional y académico.

Trabajamos en casos y proyectos que buscan proteger los ecosistemas marinos y las costas del continente.  Nos enfocamos especialmente en: corales, manglares y pesquerías.

Responsabilidades Principales:

     Apoyar con la formulación de la estrategia y la ejecución del trabajo de AIDA en México, desde el enfoque ambiental internacional.  Esto incluye: la identificación de objetivos, metas, nuevos proyectos y el diseño e implementación del plan de trabajo existente.

    Desarrollar, coordinar e implementar trabajo estratégico a nivel nacional e internacional, en México, respecto a corales, pesquerías y humedales.

    Representar a AIDA en espacios organizativos y garantizar excelente interlocución con personas e instituciones relevantes.

Responsabilidades Secundarias:

    Apoyar en trabajo de comunicaciones para difundir casos y precedentes, incluyendo la redacción de comunicados de prensa, páginas web, blogs o artículos, y la representación de AIDA ante medios de comunicación cuando sea necesario.

    Participar en el desarrollo interno y la construcción de capacidades de AIDA.

    Supervisar el trabajo de pasantes y voluntarios.

Requisitos:

    Grado académico en carreras afines a política, derecho y/o investigación ambiental internacional.

    Conocimiento de tratados internacionales, política y/o legislación ambiental internacional.

    Mínimo tres años de experiencia laboral relevante.

    Familiaridad con aspectos nacionales y regionales ambientales, en especial relacionados con corales, manglares y pesca.

    Excelente redacción en castellano, y fluidez en inglés hablado y escrito.

    Demostrada capacidad de liderazgo, iniciativa y proactividad.

    Habilidad para pensar estratégicamente y desarrollar soluciones creativas e innovadoras.

    Alta capacidad para hablar en público.

    Disponibilidad para viajar.

    Capacidad para trabajar tanto independientemente como en equipo.

    Disposición para recibir retroalimentación y ser supervisado/a.

Otros criterios de selección:

    Título de posgrado en áreas afines.

    Experiencia en litigio o asesoría ambiental.

    Excelente habilidad para el manejo del tiempo y organización.

Términos y condiciones:

    Ubicación: México.

    Honorarios: A negociar con base en experiencia y lugar de trabajo.

    Contrato: Contratista independiente.

Materiales de aplicación:

    Carta de interés en la posición de la convocatoria, indicando experiencia relevante y por qué la persona sería un/a candidato/a ideal para el cargo.

    Currículo vitae u Hoja de Vida actualizada.

    Muestra corta de un escrito en español (no más de dos páginas).

    Muestra corta de un escrito en inglés (no más de dos páginas).

    Información de contacto de tres referencias (por lo menos una referencia debe ser de un empleador reciente).

Postulantes deben enviar todos los materiales de la aplicación a: aida@aida-americas.org (favor de mencionar «CONSULTOR/A BIODIVERSIDAD MARINA Y PROTECCION COSTERA» en la línea del asunto del mensaje).

Solo se procesarán las solicitudes que tengan la documentación completa.  Favor enviar únicamente los materiales solicitados y comunicarse solamente vía correo electrónico.

FAVOR APLICAR DE INMEDIATO. HAREMOS UNA OFERTA DE TRABAJO EN CUANTO ENCONTREMOS UN/A CANDIDATO/A CUALIFICADO/A, POR ESO ES IMPORTANTE QUE ENVIEN SUS DOCUMENTOS LO MAS PRONTO POSIBLE.

Es política de AIDA el proveer oportunidades calificadas y se reafirma que no habrá discriminación de solicitantes, empleados, o voluntarios calificados, basada en edad, ascendencia, credo, capacidades diferentes, estado civil, condición médica, origen nacional, maternidad, raza, sexo, orientación sexual o estado veterano de guerras, o cualquier otro facto no relevante para el desempeño del contrato.

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AIDA es una organización internacional sin fines de lucro que usa la ley para proteger el ambiente en el continente americano.

Protegiendo a su Comunidad Contra la Minería y Otras Operaciones Extractivas: Una Guía para la Resistencia

Vía Movimiento M4

Ésta es una guía para la resistencia contra la explotación minera y otras operaciones extractivas. Proporciona a estrategias y a tácticas para prevenir la extracción, y para reducir daño si la extracción está ya en curso. Orienta a dirigentes de la comunidad en la ordenación y toma de medidas local, regional, nacional e internacionalmente, para resistir al asalto devastador de operaciones extractivas. Esto es una versión ampliada, en dos volúmenes, de la primera edición publicada en 2009.

Bajar Ahora!

También pueden descargar aquí el Suplemento Protegiendo a su Comunidad”

Compartido desde MiningWatch Canada

La Feria Popular Alternativa alerta sobre el peligro de Monsanto

El 25 de mayo del 2016, la Feria Popular Alternativa, integrada por varias organizaciones y Otros Mundos A.C., convocó a varias asociaciones y colectivos a participar en una Jornada contra Monsanto en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. Informaron al público sobre las actividades de la transnacional, fabricante del herbicida Roundup y primer productor de semillas transgénicas a nivel mundial.

Video en : https://www.youtube.com/watch?v=67QhST0acRI

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Gracias a Constanza de CODEFF por mostrarnos su linda canción y darnos chance de incluírla en el video.

Defender la vida comunitaria es defender nuestra autonomía

Griselda Sánchez. desinformemonos

Una avalancha de planes, programas y reformas se ciernen sobre el campo, pareciera que todas estas políticas del agro quieren desanimar al campesino y llevarlo a abandonarlo; que no le quede más opción que la de migrar y vender sus tierras. Por otra parte, el Estado, las empresas y corporaciones trasnacionales no cumplen con su deber de informar a las y los pobladores de la envergadura de los proyectos, y mucho menos con la obligación de consultarles.

Sabemos que los medios de paga nos muestran información fragmentada, que no vincula los hechos e impide por lo mismo ver la realidad como una totalidad donde se integran las cosas. En su libro Control de los medios, control del hombre, Enrique Guinsberg nos menciona que lo peligroso —para el sistema de dominación— es precisamente el hallazgo de la vinculación, es decir la ruptura de la independencia.

Si seguimos estas ideas, podríamos intentar analizar la realidad como un todo y preguntarnos, por ejemplo: ¿Cuál es la relación entre la reforma educativa, el conflicto magisterial en Oaxaca y las Zonas Económicas Especiales? ¿Cuál es la relación entre la reforma energética, el que OXXO venda gasolina y el que se dispare el precio del combustible?.

Esta vivencia nos ha llevado a destacar la importancia de la comunicación en los procesos de resistencia contra el despojo territorial. Para que esto funcione, es necesario tener un grupo de trabajo o comisión de comunicación permanente y fortalecido que consulte a la organización, asamblea o colectivo y se pregunte de forma continua: ¿Qué queremos comunicar?, ¿qué queremos visibilizar, posicionar?, ¿en quién queremos incidir? Para contestar esta última pregunta, creamos un mapa de actores que nos ayude a vincularnos y armamos un plan que mire a largo plazo para que todas las acciones se articulen en una misma lógica. Para que la comunicación resulte atractiva, trabajamos en lo simbólico cuando abordamos el “cómo lo digo”. Además decidimos en qué soporte difundir nuestra labor: periódico mural, radio, documentales, internet, etcétera. En este caso hablamos del medio radiofónico por FM, pero contamos con otras múltiples plataformas y herramientas desde donde expandir el mensaje radiofónico como los podcasts y el streaming.

Para que la comunicación fluya, se puede trabajar en dos planos que funcionan de manera interrelacionada. A mi parecer, uno de estos planos es fundamental pero en varias ocasiones se desdibuja y no recibe la atención que se merece: es la comunicación local, que no hay que descuidar para nada, porque las comunidades afectadas por los megaproyectos son las que necesitan estar informadas para poder tomar decisiones acertadas basadas en una información verídica y sustentada.

Al visibilizar la fuerza de la asamblea comunitaria y sus modos de tomas de decisiones, nuestras radios pueden ayudar a reconformar la organización comunitaria —muy diluida en algunos casos—, a recuperar la habilidad de agencia en colectivo, la disposición a estar organizados y la capacidad de decisión. Se necesita entonces, fortalecer las capacidades colectivas, partiendo de este principio, nosotros tenemos la tierra y la decisión para la negociación o la negación es nuestra.

El otro plano que tenemos que contemplar es el de la comunicación nacional e internacional, dirigida a sectores que nos ayuden a reforzar los procesos de resistencia. A nivel internacional, el objetivo es sensibilizar a los intelectuales y demás actores que pueden ser aliados, y cuya opinión pesa en la imagen de la política exterior. En estos casos, se recurre mucho a medios como Facebook, Twitter. El reto es: ¿Cómo lograr que las personas sientan el problema como suyo? ¿Qué tipo de información podemos dar para recuperar la capacidad de indignación de la gente y provocar su movilización?

En una conversación que mantuve con el Dr. Noé Valladares Padilla de la Asociación de Capacitación e Investigación para la Salud Mental (ACISAM) del Salvador en el marco del Seminario de Comunicación Indígena (Capulálpam de Méndez, Oaxaca, 2013) me contó que ellos trabajan reconociendo el poder de cambio que existe en las personas. Me dijo que de no ser así, nos convertiríamos en víctimas y no seríamos capaces de salir de esa condición; para ACISAM, la comunicación pertenece al ámbito de la cultura, y no al de la información. Y esto se debe a que consideran que la cultura es el marco referencial de los cambios que se buscan. En las memorias del seminario estos argumentos quedaron registrados de la siguiente manera:

Nuestro enfoque es hacer posible que las personas reconozcan el poder que tenemos, que lo reconozcamos, como dice Freire, si no usamos nuestro poder, otros lo van a usar, nos convertimos en víctimas. Pero no somos capaces de poder articular poderes, nuestros poderes desde abajo (Memorias Seminario, 2013:13).

Siguiendo con la experiencia de la ACISAM, vemos que gracias a la realización de vídeos documentales, se construyen héroes comunitarios: la señora que hace las tortillas, el señor que corta la leña y todos los que tienen oficios o hacen algo en la comunidad. Cuando estas imágenes regresan a la comunidad, la gente se mira y se escucha, se eleva la autoestima comunitaria porque la persona se mira a sí misma y su referente para la reflexión ya no le es ajeno. En el caso de la radio, no trabajamos con imágenes propiamente dicho. Trabajamos con “imágenes sonoras”. Cuando nos escuchamos nos podemos reconocer: nos han desdibujado tanto que es necesario volver a reconocernos. No desde lo que piensan o dicen de nosotros; en muchos casos somos estigmatizados como flojos o vándalos opuestos al desarrollo y un largo etcétera.

La organización oaxaqueña EDUCA también trabaja por construir una narrativa a partir de la propia experiencia de los pueblos y de la lucha por la defensa de la tierra y el territorio. En una presentación en el marco del Segundo Encuentro Estatal de Comunicación Indígena (Oaxaca, 2 de diciembre de 2012), Miguel Ángel Vázquez nos compartió que la organización ha tratado de comunicar las demandas de las comunidades que resisten a los megaproyectos y de visibilizar los métodos empleados en la organización comunitaria, exaltando la forma creativa, pacífica y no violenta y sobre todo las alternativas que proponen los pueblos, sus aportaciones, que tienen que ver con los esfuerzos colectivos de vida comunitaria.

La propuesta es entonces, buscar historias que nos den un respiro y esperanza…a pesar de los pesares, y hagamos caso de lo que Erich Fromm, en su libro La revolución de la esperanza, nos dice: la esperanza es un elemento decisivo para cualquier intento de efectuar cambios sociales que lleven a una vivacidad, conciencia y razón mayores (Fromm, 1968:18).

El gobierno de Honduras paga a militares para recabar información de activistas

La organización de Berta Cáceres hace esta denuncia a raíz de la confesión de un militar infiltrado en el COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares Indígenas de Honduras)

Marta del Vado, Cadena Ser

Llevaba unos diez años trabajando para el ejército hondureño hasta que lo descubrieron, dos meses después del asesinato de Berta Cáceres, pasando información de activistas al gobierno de Juan Orlando Hernández. En ese momento, formaba parte de la Guardia de Honor presidencial de las Fuerzas Armadas de Honduras aunque llevaba un año haciéndose pasar por campesino, defensor de los derechos del pueblo lenca y activista contra el proyecto hidroeléctrico que la empresa DESA pretende llevar a cabo en el municipio de La Esperanza, al oeste del país centroamericano. «El orejas», como le llaman los miembros del COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), participaba en las actividades de la organización que impulsó Berta hace 23 años y que enfrenta medio centenar de proyectos de multinacionales extractoras en territorio indígena lenca. Pero en realidad se dedicaba a redactar informes sobre las acciones que planean las organizaciones civiles y fotos de los defensores.

Según los documentos incautados en su teléfono móvil, los informes eran remitidos directamente a Casa Presidencial. Cuando los líderes del COPINH se dan cuenta de que tienen un espía entre sus filas, le interrogan. «El orejas» admite que trabaja para el gobierno, niega saber quién está detrás del asesinato de Berta y reconoce que la información que ha facilitado les ha podido costar la vida a varios activistas. Desde el día en el que reconoció ser un infiltrado, a principios de mayo, se desconoce su paradero.

 

Los defensores hondureños del medioambiente y derechos humanos aseguran que las amenazas se han incrementado desde el asesinato de Berta. Nelson García y Lesbia Janeth, ambos miembros del COPINH, han sido asesinados en marzo y julio de este año respectivamente. El actual coordinador de la organización, Tomás Gómez, ha sufrido tres ataques en estos seis meses, uno de ellos fue a balazos contra su coche. Los activistas creen que el hostigamiento constante y las amenazas directas de policías y militares (además de las de sicarios y trabajadores de multinacionales) forman parte de una política de Estado contra la lucha civil, con el objetivo de eliminar las protestas contra los proyectos de las empresas extractoras.

Gustavo Castro, el único testigo del asesinato de Berta, cuenta en declaraciones a la SER que un desertor, del que no ha trascendido su nombre por seguridad, reconoció a defensores hondureños que pertenecía a un escuadrón de élite del ejército que manejaba una lista de objetivos. “Este escuadrón está apoyado y financiado por Estados Unidos”, según el testimonio de esta persona, dice Castro, “estos militares tenían que entrenar y que reportarse en el cuartel y cada vez eran menos y menos los que regresaban, iban poco a poco desertando, desapareciendo, entonces éste decide huir. Y, efectivamente, cuando ve los nombres que están en la lista de posibles asesinatos, confiesa que estaba el de Berta”.

En los informes que “el orejas” envía a Casa Presidencial no solo aparecen datos del COPINH. También figuran otras organizaciones sociales como la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH), el Movimiento Amplio Dignidad y Justicia (MADJ) o el Movimiento 5 de Julio, entre ellas. OFRANEH, por ejemplo, se moviliza en la costa Caribe de Honduras, territorio de la etnia garífuna, contra proyectos hidroeléctricos, mineros o de producción de palma africana. Su coordinadora, Miriam Miranda, asegura que el asesinato de Berta no es un caso aislado. “En todo el país existe una gran represión contra las comunidades que inicien cualquier protesta contra los intereses del gobierno; inmediatamente son catalogadas como enemigas del Estado y es el mismo ejecutivo el que nos criminaliza a través de sus aparatos institucionales”. Miranda cree que tras el golpe de Estado en 2009, Honduras se ha convertido en “un laboratorio político que ha sido replicado en países como Paraguay o Brasil, donde se persigue a los defensores de los territorios y los bienes comunes de la naturaleza”. Miranda, al igual que los integrantes del COPINH, tiene medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tras un intento de secuestro y asesinato en 2012. Pero asegura que “no sirven un carajo porque el Estado no tiene una política de protección y seguridad para los defensores de derechos humanos más allá de ponerles un policía”. Y se pregunta, “¿cómo vamos a querer ir acompañados de policías cuando en este país altos mandos de las fuerzas armadas están involucrados en el crimen organizado y en los hostigamientos?”.

Honduras es uno de los países más peligrosos del mundo para los activistas medioambientales y de derechos humanos. Desde 2009, más de 110 defensores han sido asesinados en este país según la organización Global Witness.

 

Minera Yanacocha invade terreno y ataca físicamente a Máxima Acuña

RadioMundoReal.fm

Máxima Acuña, activista peruana ganadora del premio Goldman a la defensa del medioambiente, denunció haber sido agredida el pasado domingo por trabajadores de la minera Yanacocha, desde una clínica en la que permanece internada en la región de Cajamarca.

La activista denunció este lunes que trabajadores de Yanacocha, propiedad de la estadounidense Newmont, ingresaron a su predio para levantar los cultivos que había realizado en un terreno adyacente al de la minera en las inmediaciones de la Laguna Azul, en la localidad de Sorochuco.

«Entonces, han llegado aquí y me han jaloneado, el brazo me duele, tengo un moretón en mi mano, me han jalado por las puras y me han cogido del cuello y de mi ropa», declaró Acuña.

Acuña pidió al Gobierno y a la Defensoría del Pueblo que se interesen por su caso, al considerar haber sido agredida injustamente. El representante de la Defensoría del Pueblo en Cajamarca, Agustín Moreno, pidió que el Estado mejore la protección a favor de Máxima Acuña, en el marco de las medidas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La organización no gubernamental Grufides informó en su sitio web que «cuando la señora Máxima y su esposo Jaime se acercaron a reclamar por la invasión y pidieron que se detenga esta irrupción en su terreno, el personal de seguridad de la minera impidió que la familia avanzara para dialogar».

«Fue en este momento que atacaron violentamente a Máxima y a Jaime. Con un arma han golpeado a Máxima en su cabeza y cuerpo y la han dejado gravemente herida», denunció Grufides.

La fundación del Premio Goldman denunció, a través de las redes sociales, el ataque contra Acuña y su familia por «hacer valer su derecho a vivir en paz en su tierra». La entidad planteó pedir a la empresa, que es la segunda mayor aurífera en el mundo, a «acabar con el acoso» en contra de ella.

En abril pasado, Acuña declaró que las amenazas que recibe por resistirse a entregar su predio a Yanacocha, para el desarrollo del proyecto minero Conga, pueden recrudecerse tras recibir el premio Goldman.

La campesina afirmó recibir anteriormente amenazas de muerte por parte de personas vinculadas a la minera, cuyo proyecto, ubicado en la región de Cajamarca, de los Andes del norte de Perú, se encuentra paralizado desde 2012, después de que las protestas contra la mina causaran cinco muertos en la región.

Acuña reiteró que es propietaria del predio desde antes de que la minera la acusara en 2011 de usurpación indebida, una denuncia de la que fue declarada inocente en 2014, tras haber sido condenada en primera instancia a dos años y ocho meses de prisión suspendida.

En las últimas horas Amnistía Internacional pidió al Estado peruano realizar una investigación imparcial y eficaz sobre el incidente que sufrió Máxima Acuña y su esposo el pasado domingo. Marina Navarro, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Perú, indicó que el Estado debe brindar protección a Máxima y su familia para que terminen los supuestos actos de intimidación en su contra. Consideró que “es necesaria una investigación imparcial y eficaz sobre lo ocurrido el último domingo a Máxima Acuña y su esposo en Tragadero Grande”.

En el siguiente video Isidora Chaupe Acuña hija de Máxima narra cómo fue agredida su madre:

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