Festival de Maíz en San Cristóbal de las Casas domingo 1 de octubre 10 am

Les invitamos a acompañarnos en una edición más del Festival de Maíz en el marco de Día Nacional del Maíz

Les esperamos el domingo 1 de octubre a partir de las 10 de la mañana en la Plazuela de Guadalupe en San Cristóbal de Las Casas

Habrá talleres, exposición de maises de maíces, conversatorio, venta de alimentos a base de maíz y el tianguis tumin de octubre

¡¡Les esperamos!!

Desmantelar patriarcado (también) construyendo soberanía alimentaria

Compartimos este posicionamiento de Amigos de la Tierra Internacional ATI en el marco de las movilizaciones del #8M – A marzo 2022

Un documento de posición de Amigos de la Tierra Internacional

Hay 1600 millones de mujeres agricultoras en el mundo, que producen el 50% de los alimentos del mundo. Las mujeres desempeñan un papel clave en la alimentación del planeta, sin embargo sólo poseen el 2% de las tierras y son quienes corren más riesgo de padecer hambre y desnutrición.

Para Amigos de la Tierra Internacional, construir Soberanía Alimentaria implica fortalecer a las mujeres como sujeto político y desmantelar el patriarcado. Implica fomentar la agroecología, que se basa en relaciones de poder igualitarias y una producción inocua con el medioambiente,

En nuestro nuevo documento de posición reclamamos políticas y prácticas para la construcción de la Soberanía Alimentaria con esta perspectiva feminista, entre ellas:

  • remuneración justa del trabajo que realizan las mujeres en la tierra, las fábricas y hogares;
  • igualdad de derechos para las mujeres en el acceso a tierras, semillas, agua y mercados;
  • compartir el trabajo de cuidados entre hombres, mujeres y el Estado.

¡Sin feminismo popular no hay soberanía alimentaria!

>>Documento completo aquí<<

Semillas libres, pueblos libres

Compartimos esta nota escrita por María del Consuelo Sánchez Méndez sobre procesos de soberanía alimentaría y la lucha por las semillas libres y nativas – A 1 de diciembre del 2021

A principio de mes de febrero a julio del 2021, Otros Mundos AC. impulso con familias de los barrios de San Cristóbal de Las Casas el proceso de Agricultura Urbana “Un metro cuadrado de huerto”. Esta iniciativa pretendió aportar un granito de arena más para la construcción de la soberanía alimentaria y la salud de las familias que habitamos las ciudades.

Uno de los talleres que se compartieron este proceso fue para trabajar el tema del autoabasto de las semillas para los huertos urbanos. Este encuentro fue facilitado por Nereida Sánchez Rubio, fundadora y directora de Semillas Colibrí e integrante de la red de guardianes de semillas Occidente de México quien compartió el taller “Producción, recolección y conservación de semillas”, el día martes 6 de julio del 2021, en las instalaciones de Otros Mundos AC.

Las semillas libres son la base de los sistemas alimentarios y están siendo amenazadas por la agricultura industrial y su sistema de patentes, los tratados internacionales presionan a los gobiernos para legalizar los sistemas de despojo de las semillas originarias a los campesinos. En este contexto y desde los sistemas de producción urbana también es posible hacer frente a esta problemática tan urgente.

Durante el taller se compartió la importancia de la conservación de las semillas originarias y como en contextos urbanos también es posible producir semillas lo cual requiere ciertos procesos como sembrar determinado número de plantas y el debido cuidado y mantenimiento de los cultivos hasta su fructificación. También se realizaron dos métodos de obtención de semillas, el método húmedo para hortalizas de frutos carnosos como el pepino, jitomate, guayaba, berenjena, maracuyá, etc. Y el método seco para cultivos de frutos secos como frijol, rábano, lechuga, acelga, cebolla, etc.

Otro aspecto importante fue el tema de la conservación, donde se recomendó que una vez secas se guardaran en recipientes de vidrio con tapa. Para mayor protección se puede colocar ceniza o sílica en los frascos ya que esto servirá para absorber humedad. Para repeler insectos se pueden agregar algunas flores secas de caléndula, hoja santa, epazote, chile o ajo. Muy importante no olvidar etiquetar los frascos con fecha, variedad de semilla y algunas características del lugar del cultivo, almacenarlas en un lugar oscuro, seco y fresco.

El taller fue muy enriquecedor para todas y todos, se culminó con una reflexión de que las semillas, significan vida, herencia ancestral, inspiración, unión y buena alimentación. En estos tiempos, en los que su conservación se ha vuelto cada vez más complicada por las constantes amenazas de la industria, le dan significado a la resistencia y son punto de partida para volver a los saberes comunitarios, que mantienen la posibilidad tangible de alcanzar una autonomía alimentaria.

Imagen: Abril Dalila Sánchez y Otros Mundos A.C.

Más información:

Soberanía alimentaria en un metro cuadrado en San Cristóbal de Las Casas

Compartimos este artículo que sistematiza el proceso de huerto urbanos como alternativa a los monocultivos y a la crisis alimentaria durante los puntos más altos de la pandemia por covid 19 – A 14 de diciembre del 2021

San Cristóbal de Las Casas- 14 de diciembre del 2021

La sobreexplotación de los bienes comunes naturales, el desempleo, el cambio climático, la falta de servicios en el medio rural, la presión sobre la agricultura a pequeña escala junto con las falsas promesas de un futuro mejor en las ciudades ha hecho que la gente, en los últimos años, haya emigrado de forma masiva a las ciudades -ahora sobrepobladas-. Estas grandes urbes demandan cantidades altísimas de alimentos y agua, y a cambio ofrecen aguas contaminadas, toneladas de desechos y humos tóxicos que afectan a todos los seres del planeta, vivan o no en las ciudades que se han convertido hoy en día en una de las mayores amenazas a la vida misma del planeta. San Cristóbal no es la excepción, con un crecimiento exponencial de la población y de la mancha urbana especialmente alarmante en las últimas décadas.

Día con día se develan aún más las consecuencias de las urbes, y de los sistemas agroalimentarios industriales que acaparan el abastecimiento en las ciudades e impactan negativamente los lugares donde se producen y procesan; incluyendo la salud de las poblaciones, haciéndolas más susceptibles a todo tipo de enfermedades.

Desde Otros Mundos AC este 2021 hemos impulsado la iniciativa “Un metro cuadrado de huerto” con la cual hemos compartido con personas, familias, colectivos y centros educativos que siembran y cosechan la esperanza de que también en las ciudades podemos cultivar la vida y luchar por la soberanía alimentaria. Con la misma esperamos mejorar la salud de las familias que habitamos las ciudades y que se reconozca la enorme labor de las y los pequeños agricultores que alimentan nuestro planeta y enfrentan el embate de un modelo agroindustrial devastador.

Mediante este proceso descubrimos traspatios, huertos escolares, azoteas, huertos comunitarios e intercambiamos la riqueza de experiencias en la producción de plantas alimenticias y medicinales que existen localmente, y a través del mismo seguimos tejiendo lazos de solidaridad y esperanza de que otras ciudades son posibles.

Muchas gracias a las y los vecinos de las colonias de Cuxtitali, Once Cuartos, Ciudad Real, 31 de marzo, La Garita, Santa Lucia, Tlaxcala; y al Colectivo Plan Bioma, Colectivo Mujeres y Maíz, grupo de familias de Amatenango del Valle, Comunidad escolar 31 de marzo “Proyecto Canasto de Experiencias”, Huerto Universitario de la Facultad de Sociales, Tierra Roja AC, Centro de Formación y Capacitación para Mujeres K’inal Antsetik, A.C. (CEFOCAM) , Telesecundaria 297 Juan Bosco Occhiena y a todas las personas que hemos encontrado en este hermoso proceso. 

Imagen: Otros Mundos

Más información:

Soberanía Alimentaria, Un manifiesto por el futuro de nuestro planeta

Compartimos este comunicado de La Vía Campesina a través de Amigos de la Tierra Internacional ATI – A 10 de octubre del 2021

DECLARACIÓN OFICIAL DE LA VÍA CAMPESINA POR LOS 25 AÑOS DE LUCHA COLECTIVA
POR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA

La Soberanía Alimentaria es una filosofía de vida.

Define los principios sobre los cuales nos organizamos en nuestra vida diaria y coexistimos con la Madre Tierra. Es una celebración de la vida y de la diversidad que nos rodea. Abraza a cada elemento de nuestro cosmos; el cielo sobre nuestras cabezas, la t ierra debajo de nuestros pies, el aire que respiramos, los bosques, las montañas, los valles, campos, océanos, ríos y estanques. Reconoce y protege la interdependencia entre 8 millones de especies que comparten este hogar con nosotrxs.

Heredamos esta sabiduría colectiva de nuestrxs ancestrxs, quienes labraron la tierra y vadearon las aguas durante 10000 años, período en el que evolucionamos hacia una sociedad agraria. La Soberanía Alimentaria promueve la justicia, la igualdad, la dignida d, la fraternidad y la solidaridad. Es, también, la ciencia de la vida; construida a través de realidades vividas a lo largo de innumerables generaciones, cada una enseñando a su progenie algo nuevo, inventando nuevos métodos y técnicas que se integren en armonía con la naturaleza.

Como poseedorxs de este rica herencia, es nuestra responsabilidad colectiva defenderla y preservarla. Reconociendo esto como nuestra responsabilidad (especialmente, a finales de los años 90 cuando los conflictos, el hambre agud a, el calentamiento global y la pobreza extrema eran demasiado visibles para ignorarlos), La Vía Campesina (LVC) llevó el paradigma de la Soberanía Alimentaria a los espacios de formulación de políticas internacionales. LVC le recordó al mundo que esta fil osofía de vida debe guiar los principios de nuestra vida compartida.

Los años 80 y 90 fueron una era de expansión capitalista desenfrenada, a un ritmo nunca antes visto en la historia de la humanidad. Las ciudades se expandían y crecían a costa de la man o de obra barata, no remunerada y mal remunerada. El campo estaba siendo empujado al olvido. Las comunidades rurales y las formas de vida rurales fueron barridas bajo la alfombra por una nueva ideología que quería convertir a todxs en merxs consumidorxs de cosas y en objetos de explotación con fines de lucro. La cultura y la conciencia popular estaban bajo el hechizo de anuncios brillantes que incitaban a la gente a «comprar más». En todo esto, sin embargo, lxs que producían (la clase trabajadora en las zonas rurales, costas y ciudades, lo que incluía a lxs campesinxs campesinxs1 y otrxs pequeñxs productorxs alimentarixs) eran invisibles, mientras que lxs que podían permitirse el consumo ocupaban un lugar central. Llevadxs al límite, lxs trabajadorxs campesinxs y las comunidades indígenas de todo el mundo reconocieron la urgente necesidad de una respuesta organizada e internacionalista a esta ideología globalizadora y de libre mercado propagada por lxs
defensorxs del orden mundial capitalista. La Soberanía Alimentaria se convirtió en una de las expresiones de esta respuesta colectiva.

En la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, en un debate sobre cómo organizamos nuestros sistemas alimentarios globales, La Vía Campesina acuñó este término; para insistir en la centralidad de lxs pequeñxs productorxs de alimentos, la sabiduría acumulada por generaciones, la autonomía y diversidad de las comunidades rurales y urbanas y la solidaridad entre los pueblos como componentes esenciales para la elaboración de políticas en torno a la alimentación y la agricultura.

En la década siguiente, los movimientos sociales y lxs actorxs de la sociedad civil trabajaron juntxs para definirlo más «como el derecho de los pueblos a alimentos saludables y culturalmente apropiados producidos mediante métodos ecológicamente racionales y sostenibles, y su derecho a definir sus propios sistemas alimentarios y agrícolas. Coloca las aspiraciones y necesidades de quienes producen, distribuyen y consumen alimentos en el centro de los sistemas y políticas alimentarias en lugar de las demandas de los mercados y las corporaciones

La introducción de la Soberanía Alimentaria como un derecho colectivo cambió la forma en la que el mundo entendía la pobreza y el hambre. Hasta entonces, especialmente en los primeros años del siglo XXI, una idea limitada de «Seguridad Alimentaria» dominaba los círculos de gobernanza y formulación de políticas. Noble en su intención, la seguridad alimentaria trataba a lxs afectadxs por el hambre como objetos de compasión y corrí a el riesgo de reducirlxs a consumidorxs pasivxs de alimentos producidos en otros lugares. Si bien reconoció la alimentación como un derecho humano fundamental, no defendió las condiciones objetivas para producir alimentos. ¿Quién produce? ¿Para quién? ¿Cómo? ¿Dónde? Y, ¿Por qué? Todas estas preguntas estaban ausentes y el foco estaba decididamente puesto en, simplemente, «alimentar a la gente». Un énfasis manifiesto en la seguridad alimentaria de las personas ignoró las peligrosas consecuencias de la producción industrial de alimentos y la agricultura industrial, construida sobre el sudor y el trabajo de lxs trabajadorxs migrantes.

La Soberanía Alimentaria, por otro lado, presenta una reforma radical. Reconoce a la gente y las comunidades locales como age ntes centrales en la lucha contra la pobreza y el hambre. Requiere comunidades locales fuertes y defiende su derecho a producir y consumir antes de comercializar el excedente. Demanda autonomía y condiciones objetivas para el uso de los recursos locales, exige la reforma agraria y la propiedad colectiva de los territorios. Defiende los derechos de las comunidades campesinas a usar, guardar e intercambiar semillas. Defiende los derechos de las personas a comer alimentos saludables y nutritivos. Fomenta los ciclos productivos agroecológicos, respetando las diversidades climáticas y culturales de cada comunidad. La paz social, la justicia social, la justicia de género y las economías solidarias son condiciones previas esenciales para hacer realidad la soberanía alimentaria. Exige un orden comercial internacional basado en la cooperación y la compasión frente a la competencia y la coacción. Exige una sociedad que rechace la discriminación en todas sus formas (de casta, clase, raza y género) e insta a las personas a luchar contra el patriarcado y la estrechez mental. Un árbol es tan fuerte como sus raíces. La Soberanía Alimentaria, definida por los movimientos sociales de los años 90 y, posteriormente, en el Foro de Nyeleni en Mali en 2007, intenta precisamente eso.

Este año celebramos 25 años de esta construcción colectiva.

El mundo no es para nada perfecto. Incluso frente a una desigualdad sin precedentes, el aumento del hambre y la pobreza extrema, el capitalismo y la ideología del libre mercado continúan dominando los círculos políticos. Peor aún, también se están haciendo nuevos intentos para visualizar un futuro digital: de agricultura sin agricultorxs, pesca sin pescadorxs todo bajo el disfraz de la digitalización de la agricultura y para crear nuevos mercados para los alimentos sintéticos.

A pesar de todos estos desafíos, el Movimiento por la Soberanía Alimentaria, que ahora es mucho
más extenso que La Vía Campesina y está compuesto por varixs agentes, ha logrado avances significativos.

Gracias a nuestras luchas conjuntas, las instituciones de gobernanza mundial, como la FAO FAO2 han llegado a reconocer la centralidad de la soberanía alimentaria de los pueblos en la formulación de políticas internacionales. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de lxs campesinxs y otras personas que trabajan en las zonas rurales vuelve a enfatizar esto en el artículo 15.4, cu ando establece que: Lxs campesinxs y otras personas que trabajan en las zonas rurales tienen derecho a determinar sus propios sistemas alimentarios y agrícolas, reconocido por muchos Estados y regiones como el derecho a la soberanía alimentaria. Esto incluye el derecho a participar en los procesos de toma de decisiones sobre políticas alimentarias y agrícolas, y el derecho a una alimentación sana y adecuada producida mediante métodos ecológicamente racionales y sostenibles que respeten sus culturas.

Algunas naciones también han otorgado reconocimiento constitucional a la Soberanía Alimentaria. Las interrupciones causadas por la pandemia de COVID 19 en las cadenas alimentarias industriales han recordado aún más a los gobiernos nacionales la importancia de crear economías locales sólidas.

La Agroecología Campesina, fundamental para asegurar la soberanía alimentaria en nuestros territorios, ahora es reconocida en la FAO como fundamental para nuestra lucha contra el calentamiento global. Los relatores especiales actuales y anteriores de las Naciones Unidas han respaldado la soberanía alimentaria como una idea simple, pero poderosa que puede transformar el sistema alimentario mundial favoreciendo a lxs pequeñxs productorxs de alimentos. La campaña sostenida de los movimientos sociales también ha resultado en varias victorias legales contra las corporaciones que producen agrotóxicos y semillas químicas y transgénicas.

Sin embargo, lo que tenemos por delante esun camino con muchas barreras.

Lxs defensorxs del orden mundial capitalista se dan cuenta de que la soberanía alimentaria es una idea que atenta contra sus intereses financieros. Prefieren un mundo de monocultivos y gustos homogéneos, donde los alimentos se puedan producir en masa, utilizando mano de obra barata en fábricas lejanas, sin tener en cuenta sus impactos ecológicos, humanos y sociales. Prefieren economías de escala a economías locales sólidas. Eligen un libre mercado global (basado en la especu lación y la competencia feroz) por sobre las economías solidarias que requieren mercados territoriales más sólidos (mercados campesinos locales) y la participación activa de lxs productorxs de alimentos locales. Prefieren tener bancos de tierra donde la ag ricultura por contrato a escala industrial reemplace a lxs pequeñxs productorxs. Inyectan nuestro suelo con agrotóxicos para obtener mejores rendimientos a corto plazo, ignorando el daño irreversible a la salud del suelo. Sus arrastrerxs volverán a rastrea r los océanos y ríos, capturando peces para un mercado global mientras las comunidades costeras mueren de hambre. Continuarán intentando secuestrar semillas de campesinxs indígenas a través de patentes y tratados de semillas. Los acuerdos comerciales que e laboran volverán a tener como objetivo reducir los aranceles que protegen nuestras economías locales.

Un éxodo de jóvenes desempleadxs, que abandonan las granjas de las aldeas y eligen el trabajo asalariado en las ciudades, encaja perfectamente con su impulso de encontrar un suministro regular de mano de obra barata. Su enfoque implacable en los «márgenes» significa que encontrarían todos los medios para deprimir los precios en las explotaciones agrícolas mientras los negocian a precios más altos en los supermercados minoristas. Al final, lxs que pierden son las personas, tanto lxs productorxs como lxs consumidorxs. Lxs que se resistan serán criminalizadxs. Una feliz coexistencia de la élite financiera mundial con gobiernos autoritarios significaría que incluso las más altas instituciones, a nivel nacional y mundial, destinadas a supervisar y detener las violaciones de derechos humanos, mirarían hacia otro lado. Lxs multimillonarixs utilizarían sus fundaciones filantrópicas para financiar agencias que producen «informes de investigación» y «revistas científicas» para justificar esta visión corporativa de nuestros sistemas alimentarios. Cada espacio de gobernanza global, donde los movimientos sociales y los miembros de la sociedad civil hicieron campaña para ganar un asiento en la mesa, dará paso a los conglomerados corporativos que entrarán en escena como «par tes interesadas». Se hará todo lo posible para ridiculizar a aquellxs de nosotrxs que defendemos la Soberanía Alimentaria como no científicxs, primitivxs, poco prácticxs e idealistas. Todo esto sucederá, como sucedió en las últimas dos décadas.

Nada de esto es nuevo para nosotrxs. Lxs condenadxs a las periferias de nuestras sociedades por un sistema capitalista cruel y devorador no tenemos más remedio que luchar. Debemos resistir y demostrar que existimos. No se trata solo de nuestra supervivencia, sino también de las generaciones futuras y de una forma de vida transmitida de generación en generación. Es por el futuro de nuestra humanidad que defendemos nuestra soberanía alimentaria.

Esto solo es posible si insistimos en que cualquier propuesta de política local, nacional o global en materia de alimentación y agricultura debe basarse en los principios de soberanía alimentaria, como la definen los movimientos sociales. Lxs jóvenes campesinxs y trabajadorxs del movimiento mundial deben liderar esta lucha. Debemos recordarnos a nosotrxs mismxs que la única manera de hacer oír nuestra voz es uniéndonos y construyendo nuevas alianzas dentro y fuera de cada frontera. Los movimientos sociales rurales y urbanos, los sindicatos y lxs agentes de la sociedad civil, los gobiernos progresistas, lxs académicxs, lxs científicxs y lxs entusiastas de la tecnología deben unirse para defender esta visión de nuestro futuro. Las mujeres campesinas y diversidades deben encontrar un espacio equitativo en la dirección de nuestro movimiento en todos los niveles. Debemos sembrar las semillas de la solidaridad en nuestras comunidades y abordar todas las formas de discriminación que mantienen divididas a las sociedades rurales.

La Soberanía Alimentaria ofrece un manifiesto para el futuro, una visión feminista que abraza la diversidad. Es una idea que une a la humanidad y nos pone al servicio de la Madre Tierra que nos alimenta y nutre.

¡En su defensa, estamos unidxs!
¡Globalicemos la lucha, glogalicemos la esperanza!

#NoHayFuturoSinSoberaníaAlimentaria

La Vía Campesina
10 de Octubre de 2021