Les compartimos esta nota de Desinformémonos sobre los 10 años de GeoComunes, agradacemos siempre su trabajo y caminar con los pueblos que resisten – A 10 de diciembre del 2024
Mauricio González González
No es ajeno para quienes se ven afectados por una mina, una presa, un pozo petrolero, una carretera, un programa de desarrollo urbano o cualquier proyecto de este tipo, lamentarse por el infortunio de vivir en el lugar menos adecuado, “–Ora nos tocó a nosotros” me han dicho en más de una ocasión, pero lo que no es legible en esas situaciones es que ello responde a una lógica territorial mayor, una que no sólo expresa los intereses de élites regionales o nacionales, sino que es estructural e históricamente determinada y que, al revelarse, permite dimensionar el tamaño de la afrenta y, por mucho, de nuestras respuestas, de nuestra lucha. Hace una década apareció acompañando a diferentes procesos, los primeros en el Valle de México, un colectivo que empezó a mapear algunos de esos proyectos que afectaban a localidades y regiones enteras y que, de varias maneras, hacían eco a la voz de sus habitantes que se oponían, que les resistían. Se hacían llamar GeoComunes.
Luis Fernando Pérez, integrante del colectivo desde sus inicios explica que “GeoComunes se creó por una coincidencia, un poco, había compañeras, compañeros que querían hacer algo de utilidad en términos cartográficos, en procesos organizativos, que habían comenzado a tener experiencias en algunos lados, Chiapas, Guerrero, y que nos fuimos conociendo a partir de un compañero, Stéphane [Couturier], nos dimos cuenta que queríamos hacer cosas parecidas, que teníamos un horizonte político compartido y que podríamos caminar en conjunto”. Era el 2014, numerosos proceso de despojo en todo el país estaban en curso, bajo la impronta de lo que algunos llamaron “el consenso de los commodities”, cuya expresión desde abajo era de franca disputa y confrontación caracterizada por amplios diferenciales de poder en la gran mayoría de las trincheras pero que, de a poco, fueron adquiriendo experiencia y articulándose, tal como sucedió con el propio colectivo GeoComunes: “procesos de aprendizaje -explica Yannik Deniau- han sido muchos, pero creo que el momento cuando empezamos a integrarnos a ciertas redes, es decir, al trabajo directamente de acompañamiento en el momento en que esos procesos se estaban agrupando en ciertas redes, como ha sido la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA), la Alianza Mexicana Contra el Fracking (AMCF) y otras, también fue potencializando el trabajo, se fue pensando entre muchas personas, perfilando estrategias para procesos de defensa del territorio y procesos colectivos”. A su entender eso ha sido lo fundamental, orientarse por y con los procesos a los cuales se acercan, colaborar, sumar y co-crean colectivamente, en un diálogo permanente que les hace ir y venir del gabinete y las herramientas técnicas a donde está la gente.
Así, un recurso tan sofisticado como lo es la cartografía formó parte de nuestros bastimentos, “hacer de los mapas una herramienta que potencie el proceso político-organizativo de cualquiera”, dice Isabel Velázquez, “que esté pensado desde lo local como reapropiación de sus territorios”. Cartografías colaborativas como formas de acción política. La responsabilidad de la información que se comparte, el acopio y análisis crítico de diferentes fuentes, la construcción de bases de datos y liberación de información no siempre accesible es parte del esfuerzo en conjunto, lo cual han realizado con sobrada generosidad y cuidado: “ir reconociendo corresponsabilidades políticas pero también las emotivas, sentirnos muy cercanos con la gente que acompañamos y con la que hemos podido trabajar”, subraya Isabel, lo cual es patente en el cariño que les profesan no pocos compañeros, compañeras de diversos procesos.
Pero mantenerse como colectivo no es asunto menor, trascender el momento inicial insuflado de activismo a otro con un quehacer político específico como organización, ha requerido conocerse y reconocer necesidades específicas, posibilitar condiciones de trabajo adecuadas para continuar, “servir y hacer el trabajo que creemos puede ser útil, la definición política de con quién sí trabajamos, con quien no, asumir responsabilidades frente a qué hacer y no sólo poner mapas”, reflexión fundamental de un trabajo compañero. servir y no servirse, tal como hacen los consecuentes con las enseñanzas del movimiento indígena que cimbró el final del siglo XX en la sociedad mexicana.
Ante ello en 2022 GeoComunes tomó una decisión largamente acuñada, conformarse como organización civil, “hemos ido construyendo nuestro propio camino, si bien hay alianzas, hemos logrado mantener la capacidad de definir hacia dónde, con quienes sí, con quienes no, y de qué manera, estamos pasando por un nuevo proceso”, explica Luis, del cual sin duda también van allegándose nuevas enseñanzas. Así, GeoComunes se define hoy como “un colectivo que acompaña a las organizaciones de base rurales y urbanas en la lucha por la defensa territorial y en el fortalecimiento de su autodeterminación, a paritr de la realización de investigación y cartografía colaborativa para la defensa de los bienes comunes” (https://geocomunes.org), colectivo del cual hoy celebramos 10 años de existencia, agradecidos siempre por su aporte, sencillez y claridad. Larga vida.