Ignacio Ramonet: La hora de la economía colaborativa

La economía colaborativa es un modelo económico basado en el intercambio y la puesta en común de bienes y servicios mediante el uso de plataformas digitales. Se inspira de las utopías del compartir y de valores no mercantiles como la ayuda mutua o la convivialidad, y también del espíritu de gratuidad, mito fundador de Internet. Su idea principal es: « lo mío es tuyo »[i], o sea  compartir en vez de poseer. Y el concepto básico es el trueque. Se trata de conectar, por vía digital, a gente que busca “algo” con gente que lo ofrece. Las empresas más conocidas de ese sector son: Netflix, Uber, Airbnb, Blabacar, etc.

Por Ignacio Ramonet
Alainet

Treinta años después de la expansión masiva de la Web, los hábitos de consumo han cambiado. Se impone la idea que la opción más inteligente hoy es usar algo en común, y no forzosamente comprarlo. Eso significa ir abandonando poco a poco una economía basada en la sumisión de los consumidores y en el antagonismo o la competición entre los productores, y pasar a una economía que estimula la colaboración y el intercambio entre los usuarios de un bien o de un servicio. Todo esto plantea una verdadera revolución en el seno del capitalismo que está operando, ante nuestros ojos, una nueva mutación.

Imaginemos que, un domingo, usted decide realizar un trabajo casero de reparación. Debe perforar varios agujeros en una pared. Y resulta que no posee un taladrador. ¿Salir a comprar uno un día festivo? Complicado… ¿Qué hacer? Lo que usted ignora es que a escasos metros de su casa viven varias personas dispuestas a ayudarle. No saberlo es como si no existieran. Entonces, ¿por qué no disponer de una plataforma digital que le informe de ello… que le diga que, ahí muy cerca, vive un vecino dispuesto a asistirlo y, al vecino, que una persona necesita su ayuda y que está dispuesta a pagar algo por esa ayuda[ii]?

Tal es la base de la economía colaborativa y del consumo colaborativo. Usted se ahorra la compra de un taladrador que quizás no vuelva a usar jamás, y el vecino se gana unos euros que le ayudan a terminar el mes. Gana también el planeta porque no hará falta fabricar (con lo que eso conlleva de contaminación del medio ambiente) tantas herramientas individuales que apenas usamos, cuando podemos compartirlas. En Estados Unidos, por ejemplo, hay unos 80 millones de taladradores cuyo uso medio, en toda la vida de la herramienta, es de apenas 13 minutos… Se reduce el consumismo. Se crea un entorno más sostenible. Y se evita un despilfarro porque lo que de verdad necesitamos es el agujero, no el taladrador…

En un movimiento irresistible, miles de plataformas digitales de intercambio de productos y servicios se están expandiendo a toda velocidad[iii]. La cantidad de bienes y servicios que pueden imaginarse mediante plataformas online, ya sean de pago o gratuitas (como Wikipedia), es literalmente infinita. Solo en España, hay más de cuatrocientas plataformas que operan en diferentes categorías[iv]. Y el 53% de los españoles declaran estar dispuestos a compartir o alquilar bienes en un contexto de consumo colaborativo.

A nivel planetario, la economía colaborativa crece actualmente entre el 15% y el 17% por año. Con algunos ejemplos de crecimiento absolutamente espectaculares. Por ejemplo Uber, la aplicación digital que conecta a pasajeros con conductores, en solo cinco años de existencia ya vale 68 mil millones de dólares y opera en 132 países. Por su parte, Airbnb, la plataforma online de alojamientos para particulares surgida en 2008 y que ya ha encontrado cama a más de 40 millones de viajeros, vale hoy en Bolsa (sin ser propietaria de una sola habitación) más de 30 mil millones de dólares[v].

El éxito de estos modelos de economía colaborativa plantea un abierto desafío a las empresas tradicionales. En Europa, Uber y Airbnb han chocado de frente contra el mundo del taxi y de la hostelería respectivamente, que les acusan de competencia desleal. Pero nada podrá parar un cambio que, en gran medida, es la consecuencia de la crisis del 2008 y del empobrecimiento general de la sociedad. Es un camino sin retorno. Ahora la gente desea consumir a menor precio, y también disponer de otras fuentes de ingresos inconcebibles antes de Internet. Con el consumo colaborativo, crece asimismo el sentimiento de ser menos pasivo, más dueño del juego. Y la posibilidad de la reversibilidad, de la alternancia de funciones, poder pasar de consumidor a vendedor o alquilador, y vice versa. Lo que algunos llaman « prosumidor », una síntesis de productor y  consumidor[vi].

Otra rasgo fundamental que está cambiando -y que fue nada menos que la base de la sociedad de consumo-, es el sentido de la propiedad, el deseo de posesión. Adquirir, comprar, tener, poseer eran los verbos que mejor traducían la ambición esencial de una época en la que el tener definía al ser. Acumular ‘cosas’[vii] (viviendas, coches, neveras, televisores, muebles, ropa, relojes, cuadros, teléfonos, etc.) constituía la principal razón de la existencia.  Parecía que, desde el alba de los tiempos, el sentido materialista de posesión era inherente al ser humano. Recordemos que George W. Bush ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos, en 2004, prometiendo una « sociedad de propietarios » y repitiendo : « Cuantos más propietarios haya en nuestro país, más vitalidad económica habrá en nuestro país. »

Se equivocó doblemente. Primero porque la crisis del 2008 destrozó esa idea que había empujado a las familias a ser propietarias, y a los bancos -embriagados por la especulación inmobiliaria-, a prestar dinero (las célebres subprimes) sin la mínima precaución. Así estalló todo. Quebraron los bancos hipotecarios y hasta el propio Lehman Brothers, uno de los establecimientos financieros aparentemente más sólidos del mundo… Y segundo, porque, discretamente, nuevos actores nacidos de Internet empezaron a dinamitar el orden económico establecido. Por ejemplo : Napster, una plataforma para compartir música que iba a provocar, en muy poco tiempo, el derrumbe de toda la industria musical y la quiebra de los megagrupos multinacionales que dominaban el sector. E igual iba a pasar con la prensa, los operadores turísticos, el sector hotelero, el mundo del libro y la edición, la venta por correspondencia, el cine, la industria del motor, el mundo financiero y hasta la enseñanza universitaria con el auge de los MOOC (Masive Open Online Courses o cursos online gratuitos)[viii].

En un momento como el actual, de fuerte desconfianza hacia el modelo neoliberal y hacia las élites políticas, mediáticas, financieras y bancarias, la economía colaborativa aporta además respuestas a los ciudadanos en busca de sentido y de ética responsable. Exalta valores de ayuda mutua y ganas de compartir. Criterios todos que, en otros momentos, fueron argamasa de utopías comunitarias y de idealismos socialistas. Pero que son hoy –que nadie se equivoque- el nuevo rostro de un capitalismo mutante deseoso de alejarse del salvajismo despiadado de su reciente periodo ultraliberal.

En este amanecer de la economía colaborativa, las perspectivas de éxito son inauditas porque, en muchos casos, ya no se necesitan las indispensables palancas del aporte de capital inicial y del llamado a inversionistas. Hemos visto como Airbnb, por ejemplo, gana una millonada a partir de alojamientos que ni siquiera son de su propiedad.

En cuanto al empleo, en una sociedad caracterizada por el precariado y el trabajo basura, cada ciudadano puede ahora, utilizando su computadora o simplemente su teléfono inteligente, proveer bienes y servicios sin depender de un empleador. Su función sería –además de compartir, intercambiar, alquilar, prestar o regalar-  la de un intermediario. Cosa nada nueva en la economía: ha existido desde el inicio del capitalismo. La diferencia reside ahora en la tremenda eficiencia con la que -mediante poderosos algoritmos que, casi instantáneamente, calculan ofertas, demandas, flujos y volúmenes-, las nuevas tecnologías analizan e definen los ciclos de oferta-demanda.

Por otra parte, en un contexto en el que el cambio climático se ha convertido en la amenaza principal para la sobrevivencia de la humanidad, los ciudadanos no desconocen los peligros ecológicos inherentes al modelo de hiperproducción y de hiperconsumo globalizado. Ahí también la economía colaborativa ofrece soluciones menos agresivas para el planeta.

¿Podrá cambiar el mundo ? ¿Puede transformar el capitalismo? Muchos indicios nos conducen a pensar, junto con el ensayista estadounidense Jeremy Rifkin [ix], que estamos asistiendo al ocaso de la 2a revolución industrial, basada en el uso masivo de energías fósiles y en unas telecomunicaciones centralizadas. Y vemos la emergencia de una economía colaborativa que obliga, como ya dijimos, al sistema capitalista a mutar. Por el momento coexisten las dos ramas: una economía de mercado depredadora dominada por un sistema financiero brutal, y una economía del compartir, basada en las interacciones entre las personas y en el intercambio de bienes y servicios casi gratuitos… Aunque la dinámica está decididamente en favor de esta última.

Quedan muchas tareas pendientes: garantizar y mejorar los derechos de los e-trabajadores ; regular el pago de tasas e impuestos de las nuevas plataformas ; evitar la expansión de la economía sumergida… Pero el avance de esta nueva economía y la explosión de un nuevo modo de consumir parecen imparables.  En todo caso, revelan el anhelo de una sociedad exasperada por los estragos  del capitalismo salvaje. Y que aspira de nuevo, como lo reclamaba el poeta Rimbaud, a cambiar la vida.

Notas

[i] Léase Rachel Botsman y Roo Rogers: «What’s Mine is Yours: The Rise of Collaborative Consumption», Harper Collins, 2010.

[ii] En España, existen varias plataformas dedicadas a eso, por ejemplo : Etruekko (http://etruekko.com/) y Alkiloo (http://www.alkiloo.com/).

[iii] Consúltese : http://www.consumocolaborativo.com/

[iv] El diario online El Referente, en su edición del 25 de octubre de 2015, ha recogido las principales startups dedicadas a los viajes, la cultura y el ocio, la alimentación, el transporte y el parking, la mensajería, las redes profesionales, el intercambio y alquiler de productos y servicios, los gastos compartidos, los bancos de tiempo, la tecnología e internet, la financiación alternativa y fintech, la moda, los deportes, la educación, la infancia, el alquiler de espacios, los pisos compartidos y otras plataformas de interés. http://www.elreferente.es/tecnologicos/directorio-plataformas-economia-colaborativa-espana-28955

[v] Airbnb ya vale más que Hilton, el primer grupo de hostelería del mundo. Y más que la suma de los dos otros grandes grupos mundiales Hyatt y Marriot. Con 2 millones de alojamientos en 191 países, Airbnb se coloca por delante de todos sus competidores en capacidad de alojamiento a escala planetaria. Airbnb cobra 3% del precio de la transacción al proprietario y entre el 6% y el 12% al inquilino.

[vi] El concepto de prosumidor aparece por vez primera en el ensayo de Alvin Toffler, La Tercera Ola (Plaza&Janés, Barcelona, 1980), que define como tal a las personas que son, al mismo tiempo, productores y consumidores.

[vii] « Las Cosas » (1965) es una novela del autor francés Georges Perec. La primera edición en español (trad. de Jesús López Pacheco), fue publicada en 1967 por Seix Barral. En 1992, Anagrama la reeditó con traducción de Josep Escué. Es una crítica de la sociedad de consumo y de la trivialidad de los deseos fomentados por la publicidad.

[viii] Desde hace dos años, unos 6 millones de estudiantes se han puesto a seguir gratuitamente cursos online, difundidos por las mejores universidades del mundo.
http://aretio.hypotheses.org/1694

[ix] Jeremy Rifkin, « La sociedad de coste marginal cero: El Internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo », Paidós, Madrid, 2014.

Ignacio Ramonet
Director de «Le Monde diplomatique en español»

VIDEO: Defendamos el maíz mexicano ante los tratados de libre comercio

Pronunciamiento de la Feria Popular Alternativa en el marco del día nacional del maíz – San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México

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El 29 de septiembre del 2016, día nacional del maíz, las organizaciones reunidas en la Feria Popular Alternativa celebramos la diversidad de las semillas que tenemos la suerte de poder sembrar en nuestro país. México es la cuna del maíz, con alrededor de 60 razas y miles de variedades de este cereal, fundamental en nuestra alimentación y nuestra cultura.

Agradecemos el trabajo de l@s miles de pequeñ@s agricultore/as que cuidan las semillas criollas heredadas de sus abuel@s gracias a sus saberes ancestrales. Hoy, más que nunca, necesitamos sus conocimientos y sus semillas diversas para que los cultivos resistan a los cambios climáticos en medio de la crisis ambiental que estamos enfrentando. Por ello, rechazamos todas las leyes que pretendan restringir la libertad de l@s campesin@s de usar, preservar y multiplicar sus semillas. Esta libertad se ve amenazada hoy por el Acuerdo Transpacífico (TPP), firmado en febrero de este año por México y otros once países de la región pacífica.

Nos oponemos a este acuerdo impulsado por Estados Unidos y empresas trasnacionales, negociado a espaldas de la ciudadanía. Exigimos al Senado mexicano que está actualmente examinando el acuerdo, no ratificarlo. Al ratificarse el TPP, México debería adherirse al convenio de la Unión internacional para la protección de las obtenciones vegetales (UPOV 91), que permitiría a las empresas biotecnológicas, como Monsanto, Bayer, Dupont Pioneer o Syngenta Crop, controlar la circulación de las semillas campesinas.

No queremos que l@s campesin@s sean multad@s o encarcelad@s por sembrar o intercambiar una semilla porque una empresa ha decidido hacerse dueña de ella. Nosotr@s Mexican@s no necesitamos que ninguna empresa trasnacional pretenda encargarse de nuestra alimentacion, ya que nuestr@s campesin@s saben hacerlo mejor. En realidad, no creemos que dichas empresas se preocupen por nuestro bienestar. Sólo quieren generar poder y dinero despojando a l@s campesin@s de México y del mundo de sus semillas y de sus conocimientos para volverlos dependientes de sus productos. Creemos que las semillas son un bien común y nunca aceptaremos que se privaticen.

En esta celebración, tuvimos la suerte de ser acompañad@s por los representantes de las Naciones Indígenas de América que corren a través del continente en el marco de las Jornadas de Paz y Dignidad y hicieron ese día una parada en San Cristóbal de Las Casas, para celebrar con nosotr@s la diversidad de las semillas.

Somos orgullos@s de ser de un país en el que la siembra de maíz transgénico fue prohibida, gracias a la lucha jurídica del colectivo “ Demanda colectiva Maíz”. Sin embargo, la lucha no está terminada, pues la prohibición es temporal. Exigimos que nunca se vuelva a permitir la siembra de maíz OGM en México, ya que las empresas que los comercializan pretenden también instaurar una dependencia de los campesinos hacia sus productos.

Preferimos mil veces comer tortillas hechas con maíz criollo que con maíz que contiene genes de bacterias. Queremos estar en buena salud, y por ello seguir comiendo el maíz de nuestr@s campesin@s.

¡No a la privatización de las semillas campesinas de México!
¡No al TPP en México!
¡No al maíz transgenico!
¡Si al maíz criollo y a las semillas campesinas!

¡Vivan l@s campesin@s mexican@s que defienden sus semillas y sus saberes ancestrales!

15 de octubre, SCLC: Feria de Economía Solidaria y Celebración del Día Internacional de las Mujeres Campesinas

Este sábado 15 de octubre del 2016, la asociación civil Otros Mundos A.C./Amigos de la Tierra México, integrante de la Feria Popular Alternativa, participará en dos eventos en San Cristóbal de las Casas, Chiapas:

– La Feria Artesanal de Economía Solidaria (entrada libre)

Horario: 9.30 AM – 3.00 PM

Lugar: Casa Pastoral, Calle 5 de febrero, esquina General Utrilla, atrás de la Catedral

Programa: Venta de productos artesanales locales- Posibilidad de pagar con Túmin, la moneda alternativa y solidaria local + Proyección de videos sobre mujeres campesinas

– La celebración del Día Internacional de las Mujeres Campesinas (entrada libre)

Horario: 9.00 AM – 6.00 PM

Lugar: Plaza de la Paz, frente a la Catedral

 

Programa: Mercado de trueque (12 PM-1 PM) + Rifa + Proyección de videos sobre mujeres campesinas en la Casa Pastoral (ver dirección arriba) + Mesas de difusión

Urgente defender la libre circulación de las semillas campesinas en México, ante la amenaza del TPP

Por Pia Rioblanco / Otros Mundos A.C.

Mañana, jueves 29 de septiembre, Otros Mundos A.C. y otras organizaciones celebraremos el día nacional del maíz en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. Los talleres y las charlas estarán enfocados este año a cómo este cultivo y las semillas nativas de nuestro país en general son víctimas de los tratados de libre comercio. Sobre todo del nuevo Acuerdo Transpacífico (TPP), firmado por el presidente mexicano en febrero del 2016.

México está a punto de firmar un convenio que dejaría en manos de las empresas biotecnológicas el control de sus semillas nativas. Se vería restringida la libre circulación de éstas entre los pequeños agricultores, eje fundamental del tejido social en los pueblos rurales del país y guardianas de la biodiversidad.

Se trata del convenio de la UPOV 91. UPOV, por “Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales”, una organización intergubernamental con sede en Ginebra (Suiza), que se dio como misión “proporcionar y fomentar un sistema eficaz para la protección de las variedades vegetales, con miras al desarrollo de nuevas variedades vegetales para beneficio de la sociedad”. 91, en referencia al año de la última versión del convenio.

Adherirse al convenio de la UPOV 91 es una obligación para cada uno de los doce países que en febrero del presente año firmaron el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, o TPP (Trans-Pacific Partnership, en inglés), impulsado por Estados Unidos con el fin de frenar la expansión del mercado chino en la región pacífica. Los otros once integrantes son Estados Unidos, Canadá, Chile, Perú, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Vietnam, Malasia, Singapur y Brunéi.

Del UPOV 78 al UPOV 91

El congreso mexicano aún no ha ratificado el TPP que se encuentra actualmente en manos de los senadores. Así que vale la pena conocer los términos del acuerdo para exigir el rechazo del texto, como lo está haciendo la plataforma nacional “México mejor sin TPP”. Los ciudadanos no pudieron movilizarse antes del fin de las negociaciones ya que éstas se llevaron en el más absoluto secreto. Hubo que esperar octubre del 2015 para que Wikileaks sacara a la luz las reglas del juego. (Más información aquí o aquí.) Fue así como nos enteramos de que el TPP obliga a sus integrantes firmar el convenio de la UPOV 91, como parte de su arsenal para proteger el derecho a la “propiedad intelectual” de las empresas.

Por ahora, México es adherente del convenio de la UPOV 78. En esa versión “light”, una empresa o una persona ya puede volverse el “obtentor” de una “obtención vegetal” durante 15 a 18 años años, al comprar la concesión “de protección” o “de patente” de un objeto vegetal. Puede tratarse de una semilla, una planta, el gene de una planta, o cualquier parte de ésta, un árbol, o una vid, que el “obtentor” haya creado y que sea “nueva”, es decir que tenga características que la diferencien de otras variedades de su especie. Con dicha concesión, el “obtentor” puede controlar la producción, la puesta a la venta y la comercialización de su objeto vegetal.

Lo que cambia con el convenio 91, es que el “obtentor” tiene el control de su objeto vegetal durante mínimo 20 años y se requiere su autorización no sólo para la producción, venta y comercialización sino también para “la preparación a los fines de la reproducción o de la multiplicación” del objeto. Significa por ejemplo que un campesino que usa semillas concesionadas por un “obtentor” ya no podría recuperarlas de su cosecha para volver a sembrarlas. Ni podría dárselas a un vecino o intercambiarlas con otras, como se suele hacer en los pueblos rurales de México.

Hacia un control policial de las semillas campesinas

“Podríamos pensar que las semillas campesinas no corren peligro porque son semillas que han estado circulando durante mucho tiempo, entonces que no son nuevas y no pueden ser concesionadas», comenta la antropóloga mexicana Elizabeth Sotelo. Efectivamente, la mayoría de las semillas poseídas por los campesinos son semillas nativas, que provienen de sus propias cosechas y han sido heredadas por sus ancestros. Pero también les toca comprar semillas a otros productores, semillas mejoradas promovidas por el gobierno, o semillas híbridas vendidas por grandes empresas biotecnológicas presentes en México, como Monsanto, Dupont Pioneer o Syngenta Crop. Con el convenio 91, ya no podrán guardarlas ni intercambiarlas, ya que tienen dueños.

Además, el convenio 91 prevé que el control del “obtentor” se extienda a “las variedades que no se distingan claramente de la variedad protegida”: una disposición terrible para los campesinos detentores de semillas nativas a partir de las cuales las empresas crean sus propios modelos. “Una empresa puede agarrar una semilla campesina, hacerle algún pequeño cambio para que sea nueva, luego registrarla y entonces apropiársela, advierte Elizabeth. Dado que los campesinos no suelen registrar sus propias semillas [el UPOV no se los impide, pero el proceso es muy complejo y costoso, además de no ser un hábito ancestral], no podrán comprobar que la suya les pertenece y es realmente distinta a la de la empresa. Podrán enfrentar sanciones por el simple hecho de regalar su semilla a un vecino.”

“Habría muchos campesinos criminalizados, pagando multas, y en situación de carcel”, alerta la antropóloga. “Se implementaría un sistema de control policial, porque los campesinos tendrán que aceptar que cualquier inspector pueda checar sus cultivos para asegurarse de que no están pirateando una semilla registrada”.

La diversidad de las semillas, fundamental para resistir al cambio climático

Este sistema impuesto en nombre de la seguridad alimentaria, con el argumento de que las semillas concesionadas son mejores, más resistentes y más rentables, genera dependencia de los campesinos hacia las empresas. “El riesgo es que con el tiempo, los campesinos empiecen a descuidar sus semillas nativas y pierdan el conocimiento que tenían al conservar sus semillas y transmitirlas a las nuevas generaciones.”

Además, se pueden perder “los lazos comunitarios, la reciprocidad, que existen entre los campesinos, quienes hoy tienen asegurado que si carecen de una semilla, la pueden pedir a un vecino”, dice Elizabeth Sotelo. Tal vez no valga la pena tomar tal riesgo ya que en muchas comunidades de México, empezando por aquí, en los Altos de Chiapas, la semillas nativas han demostrado más resistencia a los cambios climáticos que cualquier otra semilla híbrida comercializada.

En medio de la actual crisis climática, preservar la diversidad biológica de los cultivos es fundamental. “En caso de sequía o de mucha lluvia, el poder tener muchas variedades de maíz es importante porque si una no aguanta, siempre habrá otra que sí” , dice la antropóloga. Será necesario también conservar los conocimientos ancestrales de los campesinos. “Saber seleccionar las semillas para que se vayan transformando y adaptando a las nuevas condiciones ambientales es lo que siempre se ha hecho, durante miles de años. Ahora los cambios climáticos son tan rápidos que hay que generar esa adaptación en un tiempo más breve. Y yo creo que hay conocimiento para hacerlo.”

>> La Feria Popular Alternativa convoca a celebrar el día nacional del maíz este jueves 29 de septiembre

 

Programa de la Feria por el Día Nacional del Maíz

Día Nacional del Maíz

Feria Popular Alternativa
en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas

29 de septiembre de 2016

Con la Jornada:
EL MAÍZ, UNA VÍCTIMA DE LOS TRATADOS DE LIBRE COMERCIO

de 9am a 6pm
En Casa Pastoral, ubicada en calle 5 de febrero, esquina con General Utrilla,
atrás de la Curia.

Una Revolución Energética es posible: Paraísos fiscales y financiamiento de la acción climática

Amigos de la Tierra Internacional

Amigos de la Tierra Internacional estima que con los ingresos públicos que los gobiernos pierden en un lapso de 15 años por motivo de los paraísos fiscales, se podría abastecer a África, América Latina y gran parte de Asia al 100% con energías renovables. A nivel mundial se pierden hasta $600 mil millones de dólares anuales de ingresos públicos como consecuencia del fraude fiscal a través de paraísos fiscales, ello sin considerar la evasión fiscal (1). En otras palabras, los ingresos públicos que se pierden a través de los paraísos fiscales alcanzarían para suministrarle en 2030 a la mitad de la población mundial 100% de energías renovables. Se podría suministrar energías renovables a millones de personas, al tiempo que se protegería al medioambiente de los combustibles fósiles sucios y del cambio climático que causan.

 

Este informe pretende ser un llamado de atención a los políticos, ONG y gobiernos. No es una propuesta de políticas sobre el destino que deberían dar los gobiernos a los ingresos perdidos a través de los paraísos fiscales, ni un prototipo técnico para un futuro con energías renovables. Amigos de la Tierra Internacional considera que el proceso de transformación energética necesariamente debe ser y será complejo. No solo implica cambiar las fuentes de energía de combustibles fósiles a renovables, sino que implica una transformación más profunda, que incluye la propiedad democrática de los recursos de energía renovable. Este es un llamado a trabajar colectivamente en nuevas e innovadoras formas de abordar las crisis que amenazan nuestro planeta y su gente.

1. A. Crivelli, R. de Mooij y M. Keen (2015). Base Erosion, Profit Shifting and Developing Countries,
IMF Working Paper 15/118. https://www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2015/wp15118.pdf

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Resumen

Informe completo

Agroecología frente al oligopolio alimentario

Las alternativas de consumo como un compromiso para crear un modelo económico alternativo, viable y necesario.
Mariola Olcina Alvarado, El Salmón Contracorriente
Periódico Diagonal

En muchas ocasiones se dice que estamos hartas de que las alternativas de consumo de alimentos ecológicos sean eso, alternativas, cuando el deseo es convertirse en dignas competidoras del oligopolio alimentario. Estudiar los límites y oportunidades de crecimiento de estas iniciativas es un reto; lo que está claro es que por el estómago se puede conquistar a más gente y hay proyectos que ya se plantean la escalabilidad.

Desde hace un tiempo, el número de grupos de consumo sigue creciendo. Pero ¿es suficiente? Mariano González, de La Ecomarca, se pregunta “cómo lograr dar el salto desde los pequeños consumos dispersos y un tanto marginales hasta constituirse en un modelo que compita y arrebate la hegemonía al modelo de consumo actual”. Una de las respuestas fue crear La Ecomarca, un proyecto que busca la creación de nuevos grupos de consumo, facilitando la logística, asumiendo algunas tareas y creando una red de productoras y consumidoras. “Así ampliamos la alimentación ecológica a otras personas, independientemente de las razones por las que se meten en un grupo de consumo”, dice González en un artículo en El Salmón Contracorriente.

Crecer en red

La cooperativa que está detrás de la iniciativa, Cyclos, junto con otras cinco personas (Lucía, Rubén, Serigne, Vane y Edu) con experiencia en el sector de la restauración, se han embarcado en la apertura de uno de los primeros restaurantes agroecológicos de Madrid. El Fogón Verde es “un restaurante cooperativo y vegetariano, donde la novedad es la práctica de la agroecología bajo el marco de la economía social y solidaria”, dicen.

La Ecomarca ya intentó en su día distribuir alimentos ecológicos a restaurantes, pero a éstos les suponía cambiar su planificación y ajustarse a la temporalidad de los productos frescos y, por tanto, cambiar sus recetas. Como explica Mariano González, “las redes de distribución y transporte, los centros de reparto, los menús y los productos ofertados están diseñados y adaptados a la agricultura industrializada”. Sin embargo, siguieron creyendo que montar un restaurante era un buen paso para aumentar la escala de la alimentación agroecológica. “A veces tienes que arriesgar tu dinero y tu trabajo para crecer”, concluye Luis Rico, de Cyclos.

Las personas que forman el proyecto tienen claro que esta expansión tiene que ser en red porque es la única manera de conseguir un “crecimiento democrático y escalado”. De hecho, reconocen la influencia de otras iniciativas más veteranas, como Madrid Agroecológico o el bar Achuri. Además, también están muy pendientes de otros procesos, como el de Garúa y la Fundación FUHEM, que juntos están consolidando los comedores escolares ecológicos a la vez que crean grupos de consumo para las familias de los colegios y educan a los niños y niñas para alimentar otros modelos.

Llegar a más gente

Otro de los tantos proyectos exitosos por su largo recorrido en esto de extender la agroecología es Landare, una asociación de consumo que surgió en 1991 y que actualmente abastece a unas 2.600 familias en Pamplona y alrededores. Hace tiempo que esta iniciativa atravesó la barrera del crecimiento al alcanzar un tamaño más que considerable: tienen dos locales en los que comercializan más de 2.500 productos ecológicos y facturan unos tres millones de euros.

Aunque en sus locales no hay publicidad porque no quieren llegar a un público más allá del boca a boca, sí apuestan por un “desarrollo tranquilo”, comenta uno de sus socios en una charla en la sexta edición de la Feria del Mercado Social de Aragón.

Después de 25 años de recorrido, siguen cuestionándose dinámicas y planteándose mejoras para integrar a un público menos endogámico. “Nuestras estructuras de toma de decisiones no son atractivas para la gente que no proviene del mundo militante, así que pienso que tenemos que generar cauces más allá de la asamblea o hacerlas diferentes”, dice Valero Casanovas en el último número de la revista Soberanía Alimentaria, dedicado a la distribución alimentaria. “Hay gente que se vincula a la práctica de Landare, pero el discurso no nos lo compraría porque no están en ese momento. ‘Ni una palabra de más, ni una persona de menos’, es lo que yo digo. Hay que pensar más en atraer que en contar historias”, dice Casanovas. Y añade que “la gente más militante critica la profesionalización y la dimensión y sobre esto hay críticas que entendemos, y que están muy fundamentadas, porque es verdad que renunciamos a algunas cosas a costa de atraer a ese cauce central de la sociedad que busca comodidad”.

Al ser un proyecto de gran envergadura, el volumen de demanda que generan les permite tener una buena capacidad de negociación con los 94 productores y elaboradoras que les sirven. “Al ser más personas se abaratan los costes y se pueden conseguir mejores precios en productos de gran calidad”, eso sí, “respetando siempre los márgenes de ganancia de los productores y sin desvalorizar el producto”, decían en Zaragoza. En Landare, además, tienen una huerta comunitaria, un comedor social y organizan muchísimas actividades. Y es que para crecer y convencer sin renunciar a los principios esenciales de la agroecología hay que ser muy creativa.

En definitiva, este debate sobre el crecimiento de las alternativas no es nuevo, y el miedo a perderse en el camino de la escalabilidad sigue ahí. El proceso es largo y se suele decir que “vamos lentas porque vamos lejos”, pero quedándose siempre cerca de los valores que impulsaron en primer lugar la creación de una alternativa digna de librar una buena lucha contra el oligopolio alimentario.

“Nuestro atlas documenta ya 1.750 conflictos ambientales en el planeta”

Los investigadores Joan Martínez Alier y Federico Demaria, y un amplio equipo de especialistas en todo el mundo elaboran el Atlas Global de Justicia Ambiental

Antonio Cerrillo, La Vanguardia

El altiplano peruano de los Andes está siendo casi devorado por la minería a cielo abierto de zinc y cobre que crea cráteres dantescos junto a zonas habitadas en las que se han contaminado las aguas de consumo. En el delta del Níger, las poblaciones indígenas protestan por los continuos derrames de petróleo que han destruido lagos y marismas. Y en Bhopal (India) la población afectada por una explosión de una industria química hace 30 años sigue esperando que se ponga remedio a los daños producidos. El Atlas Global de Justicia Ambiental creado por un equipo internacional de expertos ha reunido 1.750 conflictos en los que se documenta la expansión de los litigios de raíz ecológica en todo el planeta. Es el mapa que demuestra la insostenibilidad del actual modelo económico, según explican en esta entrevista Joan Martínez Alier y Federico Demaria, del equipo de investigación del Institut de Ciència i Tecnologia Ambiental (ICTA) de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Los conflictos ambientales están en crecimiento alrededor de todo el mundo, explican.

 

Pregunta. ¿Qué es el Atlas de la Justicia Ambiental?

Joan Martínez Alier: Es un inventario mundial de casos de conflictos socio-ambientales, lo que llamamos también “conflictos ecológico-distributivos”, es decir, litigios entre quienes se aprovechan de los recursos naturales y quienes padecen las consecuencias de ese aprovechamiento, entre quien produce y quien sufre la contaminación y decide protestar… Cada ficha del EJAtlas tiene unas 5 páginas, y estamos llegando ya a unos 1750 casos. Nos falta añadir muchos más de China, el sudeste de Asia, algunos países de África, Brasil, México y de algunos países europeos, Rusia. Lanzamos el Atlas en marzo de 2014 en el local del PNUMA en Bruselas, con unos 920 casos iniciales. Los codirectores del EJAtlas son Leah Temper y yo mismo desde que se inició en 2012. Actualmente lo coordina Daniela Del Bene, y otros expertos se están incorporando o se van a incorporar los próximos 5 años.

Federico Demaria: El Atlas crea un mapa con los conflictos ambientales en todo el mundo relacionados con la extracción, la transformación, el transporte y el vertido de los materiales y la energía que son aspectos fundamentales para sostener la economía. Pensemos en el petróleo. Esta a la base de nuestro estilo de vida, pero suele provocar graves casos de contaminación a la hora de ser extraído, y, una vez quemado, contribuye al cambio climático. La economía es material, y esto provoca conflictos debido a la distribución desigual de beneficios y sus impactos. Difícilmente puede haber una economía verde o circular, si no hay niveles mucho más bajos de producción y consumo. Quien lucha para la justicia ambiental, promueve una economía más sostenible. Esto es lo que enseñamos con el mapa y pueden verlo en la web ejatlas.org.

Pregunta. -¿Qué objetivo persigue?

JMA: Que esos conflictos sean visibles. No son NIMBYs (‘No En Mi Patio Trasero’, por sus siglas en inglés); en todas partes cuecen habas, abundan las injusticias y protestas ecologistas. Y además queremos facilitar la tarea y hacer nosotros mismos los análisis de los conflictos, avanzar en un campo de estudio que se llama Ecología Política.

FD: El atlas es un medio de comunicación, para visibilizar los conflictos, pero en este caso es también una herramienta de estudio destinada al análisis. El Atlas demuestra que, al haber miles de conflictos muy similares, éstas no son luchas derivadas de la cultura del ‘no’, sino reivindicaciones más que legítimas. De la misma manera, que las luchas obreras consiguieron una reducción del horario laboral y una mejora en las condiciones de trabajo y de salario, las organizaciones por la justicia ambiental luchan en favor del medio ambiente porque las personas de dependen de él para vivir. Luchan por el agua o el aire limpio, por la defensa de sus tierras y su territorio, porque de todo esto depende su existencia y su subsistencia, y también luchan por las generaciones futuras.

Pregunta. -¿Cuáles son las principales causas de tantos conflictos?

JMA: Para algunos es el capitalismo neoliberal, pero pensamos que un capitalismo keynesiano socialdemócrata no tendría un metabolismo social muy distinto y por tanto también llegaría a las fronteras de la extracción en busca de petróleo, carbón, gas, metales y palma de aceite… La causa última de esos conflictos ambientales es el aumento del metabolismo social, es decir de los flujos de energía y de la extracción de materiales. La economía industrial no es circular sino entrópica -disipa la energía de los combustibles fósiles y sólo recicla una muy pequeña parte de los materiales-. Por tanto, cada día tiene que ir a por más. Hoy sacamos 90 millones de barriles de petróleo de tierra y mañana otra vez, aunque sea de la Amazonía de Perú y de Ecuador y contaminando mortalmente a personas humanas y a animales, y destruyendo biodiversidad. Allí hay muchas protestas.

FD: El Atlas organiza los casi 2000 casos en diferentes categorías, como minería, residuos, turismo, biodiversidad, agua o infraestructuras. Los biólogos estudian el metabolismo de los organismos, mientras nosotros estudiamos el metabolismo de la economía. Es decir, la economía depende de los flujos de materiales y energía. Si crece, necesita más petróleo, minerales o cemento. Pero, aunque no crezca, siempre necesita nuevos flujos porque los materiales se pueden reciclar solo hasta un cierto punto, mientras que la energía no se puede reciclar. Esto es la termodinámica que nos enseñan los físicos. Las empresas quieren maximizar sus beneficios, y, a menudo, los mercados las obligan a competir o morir. Así que muchas veces los costes ambientales (por ejemplo la contaminación) no entran en su contabilidad, son ‘externalidades’. En otras palabras, las empresas (a veces con la complicidad de los estados) desplazan estos costes a otros actores (con frecuencia más débiles, como inmigrantes o indígenas). Y ellos reaccionan a la injusticia, es decir al intento de las empresas de ahorrarse los costes a costa de la salud de las personas y el medio ambiente (que es lo mismo). Es como si yo fuera a un bar, me tomo un café y salgo diciendo que ya pagara el ‘tío de la barra’ o el que acaba de entrar. O como si paseo mi perro por la calle y no recojo sus excrementos. Estos son costes desplazados. Pero claro, hay diferencia entre un café o los excrementos de un perro, y cianuro en los ríos, el glifosato en los campos o toneladas de petróleo vertido en la Amazona.

Pregunta. -¿Esas protestas vienen de lo que ustedes llaman el movimiento global de Justicia Ambiental?

JMA: Efectivamente, el movimiento ha nacido de las protestas. En las fichas del EJAtlas encontramos lo que llamamos el vocabulario del Movimiento Global de la Justicia Ambiental. Por ejemplo, cuando en Brasil se quejan contra los “desiertos verdes”, eso nos habla de una protesta contra los monocultivos de eucaliptos para pasta de papel, es decir, es una declaración de que “las plantaciones no son verdaderos bosques”. O si en Argentina sacan una pancarta que dice “paren de fumigar”, se expresa la protesta contra el rociado de glifosato por avionetas en el cultivo de soja en zonas pobladas. O si un diario en India anuncia una nueva víctima de la “sand mafia”, sabemos que hay un conflicto mortal más por extracción de arenas y gravas de los ríos. Cada conflicto y cada país, contribuye sus propias palabras y lemas al movimiento global de justicia ambiental. Es lo mismo que hace años en los conflictos laborales con palabras como “boicot”, “esquirol” o “lockout”. O la expresión “la doble jornada” en el movimiento feminista. Somos meramente filólogos de ese movimiento global de la justicia ambiental.

FD: La hipótesis es que existe un movimiento global por la justicia ambiental, y que éste pueda ser un actor político importante para promover la sostenibilidad de la economía. Con la conferencia de París sobre el cambio climático, hemos visto que los estados no son capaces de afrontar con el coraje necesario los desafíos de la crisis ambiental. Por lo tanto, ¿qué actor podría jugar un papel clave? Nosotros creemos que es el movimiento global por la justicia ambiental, que sería una red informal e horizontal de todas las organizaciones involucradas en conflictos ambientales. Los casos específicos son diferentes, pero el Atlas demuestra que existe un potencial de articular sus luchas y reivindicaciones, así como elaborar propuestas de soluciones conjuntas. Desde abajo y con valentía. Lo necesitamos todos.

Pregunta. -¿Qué relación hay entre ese movimiento de Justicia Ambiental y la doctrina del decrecimiento que algunos proponen en el ICTA-UAB?

JMA: En el nuevo proyecto de investigación que se llama “EnvJustice” en el ICTA (con dinero del European Research Council) hemos planteado precisamente estudiar los lazos entre la Justicia Ambiental en todo el planeta con el pequeño movimiento europeo del Decrecimiento o el Postcrecimiento (o la Prosperidad sin Crecimiento, como dice Tim Jackson) que no es algo nacido en el ICTA pero sí crecido en el ICTA. Estudiar esa relación va a estar a cargo de Federico Demaria. Muchos de esos movimientos del Sur quieren frenar la extracción de materias primas; están contra el saqueo o dicho más finamente están contra el “comercio ecológicamente desigual” y también contra la biopiratería. Reclaman también una deuda ecológica por el cambio climático. Hay coincidencias entre ambos movimientos.

FD: Nuestras investigaciones demuestran que los conflictos ambientales están relacionados con el metabolismo social, es decir con los crecientes flujos de materiales y energía en la economía. Tenemos que reconocer que un modelo de desarrollo basado en cada vez más producción y consumo, necesariamente tiene impactos sobre el medio ambiente, y genera injusticias ambientales. Por lo tanto, hay que hay que cuestionar es un modelo socio-económico basado en el crecimiento económico infinito y apostar verdaderamente por la sostenibilidad, que implica un decrecimiento. Decrecimiento no es lo mismo que recesión. Es la hipótesis de que podemos hacer mejor con menos, y que necesitamos hacerlo diferente. La cuestión es como gestionar la economía sin crecimiento para que pueda cumplir con los objetivos de sostenibilidad ecológica, equidad social y bien estar de las personas. Esta es la cuestión que discutimos en nuestro libro: “Decrecimiento: Vocabulario para una Nueva Era” (Icària, 2015).

Pregunta: -¿Cuáles son ahora los conflictos socioambientales más graves?

JMA: Hay muchos conflictos en el EJAtlas protagonizados por hidroelécticas, mineras, empresas de petróleo y de gas. Tenemos un mapa especial, transversal, sobre el fracking. Vamos a publicar estos días un mapa monográfico de reclamos contra la Chevron en todo el mundo. Pero no sólo hay conflictos en la extracción de minerales y de biomasa, sino también en la exportación de residuos, como el desguace de barcos enormes en playas de Pakistán, India, Bangladesh, pues se recicla acero pero a costa de mucha contaminación local, de restos de amianto y metales pesados. Todos estos casos están en el EJAtlas. Y el principal residuo es tal vez el dióxido de carbono que producimos en exceso y cambia el clima. En el EJAtlas tenemos ya las protestas de los Kuna de Panamá por la ligera subida del nivel del mar, que ellos perciben. También tenemos casos de buenas alternativas, como cuando se propone dejar el carbón, el petróleo o el gas en tierra para evitar daños locales pero también para evitar emisiones globales de CO2; por ejemplo, en Fuleni (KwaZulu Natal, Sudafrica) contra la minería de carbón, un caso que hemos puesto en el atlas hace unas semanas, o también el de Sompeta (Andhra Pradesh en la India) contra la minería de carbón.

FD: Los conflictos más graves se da donde la gente muere. Se muere por la contaminación o asesinados porque son personaje clave de la lucha, como Berta Caceres en Honduras. Según Global Witness, Honduras es “el país más mortal del mundo” para los defensores del medio ambiente, ya que en los últimos 5 años más de 100 defensores de la naturaleza han sido asesinados y la gran mayoría de estos crímenes continúan en la impunidad. Los conflictos también son graves cuando dejan daños permanentes en el medio ambiente, y comprometen las formas de subsistencia de la población local que se ve obligada a migrar a las ciudades y a otros países en búsqueda de oportunidades. Estos también se llaman refugiados ecológicos.

Pregunta: -¿Qué soluciones proponen?

JMA: El ecologismo popular crece en el mundo, aunque sea con una secuela de víctimas mortales, como Berta Cáceres en Honduras y tantos otros. En el EJAtlas aparecen ecologistas muertos en un 12% de los casos. Las protestas del ecologismo popular que a veces tienen éxito (en el EJAtlas nos aparece casi un 20% de casos de éxito de la justicia ambiental) contribuyen a una transición hacia una economía y una sociedad menos insostenibles.

FD: Las soluciones pasan primero por entender las causas y las responsabilidades, es decir la complejidad del conflicto que con frecuencia se quiere simplificar con una estrategia de silencio y opresión. Con frecuencia nos encontramos con el negacionismo por parte de algunas empresas y autoridades publicas, como pasa con el cambio climático. Se resiste quien más se beneficia del estatus quo, de como están las cosas ahora. En cada conflicto, las propias organizaciones por la justicia ambiental proponen alternativas. Piden que el proyecto se haga de forma diferente, o que, al ser intrínsicamente insostenible, no se lleve acabo en su totalidad. Otras piden la reparación de los daños, como la eliminación de los contaminantes. En algunos casos, piden el respeto a las leyes existentes, mientras en otros cuestionan el marco legal y proponen cambios legislativos. Por cada conflicto, existen diferentes ‘soluciones’ y siempre tendríamos que preguntar, ¿’para quien’? Es posible que existan perdedores y ganadores, aunque nos gustaría que hubiera opciones en las que todo el mundo gana (en ingles, ‘win-win’), pero no siempre es posible, por no decir casi nunca. Cada resolución de conflicto pasa por beneficiar a unos y perjudicar a otros, y esto depende de las relaciones de poder. Los conflictos se deben a que los afectados por un proyecto (por ejemplo, una mina o una carretera) que, a menudo son los más débiles, levantan su voz. Es una cuestión de democracia.

Pregunta: -¿Para qué va a servir este atlas?

JMA: Puede servir para que se conozcan mejor esos hechos, para los periodistas, ha habido muy buenos reportajes en Colombia, en la India y otros países que se basan en informaciones del EJAtlas, incluido en el The Guardian. Y también sirve para la enseñanza secundaria y universitaria y para hacer tesis doctorales y artículos y libros académicos. El EJAtlas es un producto universitario en colaboración con organizaciones populares de justicia ambiental de muchos lugares del mundo. Hemos recibido fondos europeos y también del International Social Sciences Council (en dos proyectos distintos, uno de Joan Martinez Alier y otro de Leah Temper que va a estudiar sobre todo las alternativas exitosas). Ambos proyectos nos van a llevar hasta el 2021 a duplicar el número de casos en en EJAtlas y también a actualizarlos si hace falta. El atlas sirve también para animar a los participantes en el gran movimiento global de justicia ambiental. La idea de hacer un mapa de conflictos ambientales fue anticipada por OCMAL en América Latina (observatorio de conflictos mineros) y hubo otras iniciativas parecidas de otros grupos ecologistas, que han sido nuestra fuente de inspiración y de información.

FD: Primero, el atlas sirve para visibilizar los conflictos ambientales y promover un debate democrático e informado sobre las relaciones entre la economía y el medio ambiente. Segundo, el atlas para estudiar y entender los conflictos ambientales. Es decir, investigar causas, responsabilidades, actores y sus estrategias.

Pregunta: – ¿Cómo valoraría la situación en China?

JMA: Hay muchísimos conflictos ambientales en China. Hay un famoso documental que se llama en inglés “Under the dome” sobre el mal aire en las ciudades; hay un libro de Anna Lora-Wainright sobre las “cancer villages”. Dentro de un par de años, habremos recogido al menos unos 250 casos en China en el EJAtlas.

FD: Llevamos más de cinco años trabajando en el atlas. Joan Martinez Alier acaba de obtener una financiación de gran prestigio por parte del Consejo Europeo de Investigación. Uno de los objetivos de este proyecto, es mejorar la cobertura geográfica de los conflictos. Tenemos una buena muestra en regiones como Latino America o Europa, pero necesitamos trabajar mas en otras como Africa, Sud est asia y China.

Llegó para quedarse: La remunicipalización del agua como tendencia global

En los últimos 15 años, se han registrado al menos 180 casos de remunicipalización del agua en 35 países, tanto en el Norte como en el Sur, incluidos algunos casos destacados en Europa, las Américas, Asia y África.

Satoko Kishimoto, Emanuele Lobina y Olivier Petitjean (TNI, 2014)

Publicado por Unidad de Investigación de la Internacional de Servicios Públicos (PSIRU), Multinationals Observatory y Transnational Institute (TNI).

Ciudades, regiones y países de todo el mundo están optando cada vez más por pasar página en lo que a la privatización del agua se refiere y “remunicipalizar” servicios, recuperando el control público sobre la gestión del agua y el saneamiento. En muchos casos, es una respuesta a las falsas promesas de los operadores privados y a su fracaso a la hora de priorizar las necesidades de las comunidades por encima de sus propios beneficios.

 

Este informe examina el creciente fenómeno de la remunicipalización de los servicios de suministro de agua y saneamiento como una tendencia mundial emergente y presenta la panorámica más completa de los casos hasta el momento. En los últimos 15 años, se han registrado al menos 180 casos de remunicipalización del agua en 35 países, tanto en el Norte como en el Sur, incluidos algunos casos destacados en Europa, las Américas, Asia y África. Entre las principales ciudades que han remunicipalizado sus servicios se pueden contar Accra (Ghana), Berlín (Alemania), Buenos Aires (Argentina), Budapest (Hungría), Kuala Lumpur (Malasia), La Paz (Bolivia), Maputo (Mozambique) y París (Francia). Por contra, durante ese mismo periodo, se han producido muy pocos casos de privatización en las grandes ciudades del mundo. Por ejemplo, Nagpur (India), que ha sido testigo de una importante oposición y crítica, y Jeddah (Arabia Saudita).

A pesar de las más de tres décadas de implacable promoción de las privatizaciones y de los partenariados público-privados (PPP) por parte de las instituciones financieras internacionales y de los Gobiernos nacionales, ahora parece que la remunicipalización del agua es una opción normativa que ha llegado para quedarse. Las experiencias directas con los problemas habituales de la gestión privada del agua —desde falta de inversión en infraestructuras hasta subidas tarifarias y riesgos medioambientales— han convencido a comunidades y responsables de políticas que el sector público está mejor preparado para prestar servicios de calidad a la ciudadanía y para fomentar el derecho humano al agua.

El término “remunicipalización” se refiere, en términos generales, al retorno del servicio de suministro de agua y de gestión del saneamiento, antes privatizado, a las autoridades locales o al control público. Esto ocurre, normalmente, después de que los gobiernos locales rescindan los contratos privados o no los renueven, aunque el proceso no siempre (o no solo) tiene lugar a escala municipal. Las autoridades regionales y nacionales tienen una influencia considerable sobre la financiación y las políticas de los servicios y, en algunos casos, actúan directamente como operadores de agua, por lo que el proceso se desarrolla dentro de este contexto más amplio.

Cualquiera que sea su forma y su escala, la remunicipalización suele ser una reacción colectiva en contra de una privatización del agua o de unos PPP insostenibles. Debido a la impopularidad de las privatizaciones, las compañías privadas de agua han usado su maquinaria propagandística para hacer creer a la gente que las concesiones, los contratos de arrendamiento y otros modelos de PPP son muy distintos de la privatización; pero no lo son. De hecho, todos estos términos aluden al traspaso del control sobre la gestión de los servicios al sector privado. Las personas que se encargan de formular políticas deben de ser conscientes de los altos costes y riesgos de la privatización del agua y, por lo tanto, tienen mucho que aprender de las experiencias de otras autoridades públicas que han optado por la remunicipalización y que están trabajando para desarrollar de forma democrática intervenciones públicas, responsables y eficaces en materia de agua.

- Leer el informe completo (PDF; 1,31 MB) aquí >>

 

Hacia una economía feminista

Número 21 de la Revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas (Descargar PDF)

Editorial – El diálogo de los pájaros

Es difícil hablar de soberanía alimentaria y no hablar de economía feminista. Aunque no se mencione explícitamente, muchos artículos que hemos publicado han hablado de ella. Sin embargo, hace tiempo que queríamos hacer un número en el que fuera el tema central, poder verlo en la portada y ofrecer estas páginas para que se produjera un diálogo entre ellas en el que se apreciara todo lo que tienen en común; para que, juntas, desmonten los dogmas del actual sistema económico.

Esta revista se considera feminista en tanto que intenta visibilizar y denunciar el patriarcado y construir nuevas formas de relacionarnos entre nosotras y con la naturaleza, que son lo mismo. Lo habremos conseguido o no, pero lo importante es que nos sentimos parte de un proceso de aprendizaje continuo y colectivo, y que estamos para mostrar estos avances y retrocesos, tratando de aportar al cambio; creando y compartiendo lugares donde puedan posarse los pájaros de nuestra cabeza, como dice la viñeta que ilustra estas páginas.

Cuando el actual sistema económico ha puesto la vida al servicio del capital, la economía feminista rompe con este dogma y pone la vida en el centro de las prioridades, revisando las relaciones de poder que se dan cotidianamente en la sociedad capitalista, denunciándolas y construyendo colectivamente nuevas propuestas para una vida digna de ser vivida. La soberanía alimentaria trabaja para crear y recuperar una manera de entender la agricultura y la alimentación como forma esencial de relación con la vida. Los puntos de conexión donde pueden enriquecerse son obvios.

Este cuestionamiento que hace la economía feminista nos ayuda a entender y denunciar el porqué de muchas dinámicas de los sistemas agrarios dominantes. Que se permitan las fumigaciones aéreas con pesticidas como el glifosato para producir más soja, sin importar las consecuencias que tiene sobre la población de esos lugares ni la destrucción de la biodiversidad o de la fertilidad de la tierra, es una muestra. Que algunas fuerzas políticas del Estado español defiendan tratados de libre comercio como el TTIP solo para favorecer los beneficios de grandes empresas haciendo imposible la vida de muchas pequeñas fincas, sería otra muestra. También la expansión en África de la palma aceitera como materia prima barata para la industria agroalimentaria es una lamentable muestra más. Cada nuevo campo de palma es un acaparamiento de tierras que impide a muchas comunidades vivir su día a día. Estas situaciones las encontramos explicadas en otros artículos de la revista.

El número se complementa con otras temáticas que esperamos que os agraden, como nos ha agradado a nosotros conocer la experiencia de vida de Teonila Porro, los sistemas comunales de las zonas de montaña de Marruecos o, desde luego, la constancia de las personas refugiadas palestinas en Siria cuando, ahora que la guerra también los asola en su morada provisional, hacen del cultivo de la tierra un acto de liberación.

Convocatoria a la Feria de Economía Solidaria

FERIA DE ECONOMÍA SOLIDARIA

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México

Este evento trata de reunir productos y servicios generados por entidades (personas u organizaciones) de economía social y solidaria bajo criterios de responsabilidad social, desarrollo sostenible y equidad. Entendiendo por economía social aquella en la que se privilegia a la vida y no al capital.

 

 Convocamos a productores, transformadores, comercializadores, educadores, grupos organizados, organizaciones, monedas alternativas y trueque.

Fecha: 30 de abril de 2016
Horario: 10 am a 6 pm
Lugar: Casa de la Curia ubicada en la calle 5 de Febrero esquina con Gral. Utrilla. (atrás del Templo de San Nicolás, frente al Hotel Posada Diego de Mazariegos, ex oficinas de Hacienda, Centro)

Fecha límite de inscripción: 28 de abril.

Bases para participar:
– Aportar una cuota ssolidaria por espacio de $25 pesos mínimo para agradecer a la Casa Pastoral. La cuota se puede dar el día del evento al asignar su lugar.
– Cada grupo deberá traer su propio mobiliario el que no puede ser mayor a un tablón de 2mts de largo

– Se le asignara el lugar que ocupará

– Cada persona o grupo con un espacio asignado tiene la responsabilidad y compromiso de dejar limpio su lugar, de lo contrario no podrá (n) volver a participar (llevar su propia escoba y recogedor)

Consideraciones:

– El lugar es techado

– No hay baños

– No se permite pegar nada en paredes.

– No se permite colgar nada en columnas o paredes.

– La hora de llegar a instalarse es a las 9 a.m.

– Inscripciones e información en la Tienda Túmin San Cristóbal ubicada en Pangea, Francisco León 9-A, Centro, San Cristóbal de Las Casas.

¡Festejemos la solidaridad!