Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático

Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático
Por un mundo habitable, con justicia climática

Lima, del 9 al 12 de diciembre de 2014

Solidariamente, convocamos a organizaciones de la sociedad civil, redes, movimientos sociales, centros de investigación y los ciudadanos y ciudadanas en general, a participar en la “Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático.”, a desarrollarse del 9 al 12 de diciembre de 2014, como magno evento alternativo a la 20ª. Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP 20, por sus siglas en inglés) a realizarse durante la primera quincena de diciembre en la ciudad de Lima, en la república del Perú.

Los acuerdos que adoptemos en ambos eventos serán de suma importancia para el futuro del planeta y la humanidad. Nos encontramos ante una situación de emergencia planetaria, con cada vez mayores efectos negativos sobre la vida de las personas y los ecosistemas, con eventos climáticos extremos que ocasionan cuantiosas pérdidas y daños, muchas veces irreversibles, que profundizan la vulnerabilidad y la pobreza.

Es urgente promover, ejecutar y garantizar acciones ante la crisis climática. Sumemos nuestras voces, nuestras manos, nuestros corazones, nuestro talento y nuestra capacidad creadora para evitar que la irresponsabilidad de quienes colocan en primer lugar sus intereses particulares e inmediatos por sobre los de la humanidad entera, nos conduzca a la destrucción de la biodiversidad y posibilidades de vida en el Planeta.

Demandamos un mundo habitable para nuestros hijos y nietos y para todo el conjunto de seres vivos que poblamos la Tierra. Los científicos advierten que si no se detiene drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero, causantes del Calentamiento Global y todos sus efectos adversos, llegaremos a un escenario más crítico todavía, la temperatura atmosférica promedio se elevará en más de 2º Celsius, con consecuencias catastróficas que afectarían de manera irreversible las formas de vida en el Planeta.

El actual modelo de desarrollo ha mercantilizado la vida humana, poniendo en peligro a millones de personas. Prioriza la acumulación desmedida y el consumismo; se basa en una extracción acelerada e irracional de los bienes naturales, sin tomar en cuenta los límites planetarios; ha generado una crisis civilizatoria con diversas dimensiones (climática, ambiental, financiera, energética, alimentaria) que corresponde enfrentar.

En la COP 21, a desarrollarse el 2015 en París, se suscribirá un nuevo acuerdo global sobre el cambio climático; que deberá ser ambicioso, justo, equitativo y vinculante, para lograr reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero en no menos del 50%, en base a los principios de equidad y responsabilidades comunes pero diferenciadas, con justicia climática para los más vulnerables. De no suscribirse el mismo, la vida de las futuras generaciones está en riesgo.

La COP 20 (a realizarse en Lima) debe avanzar en la construcción del borrador de dicho nuevo acuerdo a suscribirse en París. Además, es una gran oportunidad para hacer visible ante el mundo la urgencia de proteger la Madre Tierra, sus bosques, glaciares y sistemas de alta montaña, acuíferos, diversidad biológica, zonas marino costeras y poblaciones altamente vulnerables ante los actuales y futuros efectos devastadores del Cambio Climático, como condición fundamental para el mantenimiento de la vida.

Quizás este proceso sea nuestra última oportunidad gestar una vía alternativa de desarrollo que respete los límites y capacidades regenerativas de la Madre Tierra y que enfrente las causas estructurales del Cambio Climático. No es posible postergar más la aprobación e implementación global de un programa de transición justa -social, energética, productiva y de estilo de consumo- necesario para evitar el trastorno total e irreversible del sistema climático.

El diálogo en la “Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático” nos permitirá compartir iniciativas, propuestas y experiencias, asimismo articularnos para definir agendas y ejercer presión ante los tomadores de decisión en la COP 20, exigiendo que negociadores oficiales tomen en cuenta el clamor de los ciudadanos/as y los pueblos del mundo

Lima, 10 Marzo de 2014

La Comisión Organizadora

Contacto: cumbredelospuebloscop20@gmail.com
http://grupoperucop20.org.pe/

COP19: El petróleo gana al clima en Varsovia

El petróleo gana al clima en Varsovia

La cumbre climática demora hasta el 2015 las propuestas sobre limitación de gases invernadero que entrarían en vigor en el 2020

Antonio Cerrillo, La Vanguardia

La nueva conferencia de cambio climático de la ONU, celebrada durante dos semanas en Varsovia, ha frenado en seco las expectativas para alcanzar un acuerdo ambicioso en la negociación del pacto mundial sobre el clima que se debe cerrar en París el 2015. La presentación de las nuevas metas (que entrarán en vigor en el 2020!) se podrá demorar hasta el primer trimestre del 2015. Los negociadores ganan más tiempo. Pero ¿saldrá perdiendo otra vez el clima?

La cumbre de Varsovia ha hecho más visible que nunca el pulso entre la comunidad científica, que pide medidas urgentes para mitigar el calentamiento del planeta, y la industria del carbón, el petróleo y el gas, reacia a ceder el testigo al nuevo modelo energético clave para reducir las emisiones de gases invernadero y estabilizar al clima. Hace ya tiempo que estas cumbres de la ONU se han convertido en el teatro político de esta pugna.

Eso explica que la conferencia registrara el mayor desembarco conocido de la industria de los combustibles fósiles, y por eso, el gobierno polaco organizó una conferencia paralela junto con la Asociación Mundial del Carbón (la Cumbre Internacional del Carbón y el Clima), para prestigiar este modo de generación que aporta el 90% de la electricidad en Polonia.

Dos grados más, peligro

Tan aparatosa escenografía, en contraste con la falta de acuerdos para mitigar el calentamiento, condujeron a que por primera vez las organizaciones conservacionistas dieron un portazo a una cumbre. En el Ministerio de Economía de Polonia aparecieron unas pancartas muy gráficas: “¿Quién manda en Polonia: la industria del carbón o la gente?”. “¿Quién manda en el mundo: la industria de los combustibles fósiles o la gente?”. En Varsovia, el tradicional esquema o conflicto de intereses entre países industrializados y naciones en vías de desarrollo (en torno a quién tiene más responsabilidad a la hora de reducir las emisiones de gases) ha dado paso a trincheras más sutiles e indefinibles: la influencia de las multinacionales de los combustibles fósiles incide también sobre las potencias emergentes o los países en vías de desarrollo (China, India, Venezuela o Arabia Saudí).

Y por eso, muchas naciones en vías de desarrollo se han resistido con uñas y dientes a detallar cómo y cuándo empezarán a poner coto también a sus emisiones de gases, en sintonía con los intereses de un modelo energético basado en el carbón o el petróleo.

El problema es que si se quiere limitar un aumento de temperaturas mundiales a dos grados (un umbral del cual se desencadenaría un clima extremo peligroso), la humanidad solo podría consumir un tercio de las reservas probadas de combustibles fósiles, según la Agencia Internacional de la Energía. Dicho de otra manera, el potencial emisor de CO 2 de las reservas mundiales de los combustibles fósiles es tres veces superior a lo que pueda asumir una atmósfera estable, dice Carbon Tracker, un centro de estudios inglés. Las temperaturas apuntan ahora subidas de hasta 4 grados a final de siglo.

Más demoras y escapatorias

La cumbre ha mostrado escasísimos avances en el plan para tener un acuerdo mundial sobre el clima (París, 2015) que debe implicar, por primera vez, a todos los países, ricos o pobres, a la hora de limitar la emisión de los gases a partir del 2020 (pues las metas actuales sólo afectan a una treintena de naciones industrializadas; y no están EE.UU, China, India y demás). La modesta intención para Varsovia era que las naciones hicieran público la fecha en que van a presentar sus propuestas sobre planes naciones para limitar esos gases. Pero China, India y otros se resistieron a enseñar sus cartas, hasta poner la negociación al borde del colapso. Al final, el pacto de mínimos (marcado por China, India y EE.UU., sobre todo) llegó porque las propuestas (sobre limitación de gases) no se llamarán “compromisos”, sino “contribuciones”, una fórmula con menos valor legal. Además, se presentarán… en el primer trimestre del 2015, “en el caso de las partes en condiciones de hacerlo”: una precisión con la que los países reticentes podrán encontrar otra escapatoria. China, India, Venezuela o Arabia se llevaron el gato al agua.

Ha sido otra derrota para la UE, que proponía una verdadera hoja de ruta hasta París, incluida la idea de que esos “deberes” se entregaran en el 2014, para evaluar con tiempo las propuestas y comprobar si éstas encajan con un esfuerzo colectivo comparable de reducir de gases (para evitar la subida de dos grados).
Para más inri, Japón anunció que aumentará sus emisiones un 3% para el 2020 (respecto a 1990), mientras Australia y Canadá refrendaron su apuesta por los combustibles fósiles.

Síndrome Haiyan: Daños por el clima extremo

La cumbre superó el síndrome del tifón Haiyan, que segó la vida a más de 4.000 personas en Filipinas. Pero en los debates se puso sobre la mesa la reclamación de las naciones menos adelantadas en favor de un fondo para “pérdidas y daños”: una indemnización por el clima extremo que sufren algunos de esos países. Las naciones industrializadas se resistieron a pagar la nueva factura, porque sería tanto como asumir que son responsables directos de las de calor o los ciclones más intensos.

Al final, se acordó crear un sistema de coordinación e intercambio de experiencias en esta materia, el mecanismo de Varsovia, desprovisto de recursos, y “urgir” a los países desarrollados a “continuar movilizando dinero público en niveles superiores” a los acordados los tres últimos años dentro del actual fondo verde de ayuda para que las naciones vulnerables se adapten al cambio climático. Pero tampoco hay etapas claras para dotarlo de los 100.000 dólares anuales para el 2020 prometidos en Copenhague.

——————-

Y si por algo se recordará seguro a esta COP19 es por el abandono masivo, a un día del fin oficial de la cumbre, por parte de ONGs y sindicatos, hecho que no había ocurrido antes en ninguna Cumbre sobre el Clima

Cambio climático y desplazados ambientales

Cambio climático y desplazados ambientales

Michael Renner, FUHEM Ecosocial

A finales de 2010 informaba el New York Times que, tras cuatro años consecutivos de sequía, la más grave de los últimos 40 años, el corazón agrícola de Siria y las zonas vecinas de Irak se enfrentaban a una situación muy grave: «[l]os antiguos sistemas de riego se han desmoronado, las fuentes de aguas subterráneas se han secado y cientos de aldeas han sido abandonadas a medida que las tierras de labor se convertían en superficies desérticas cuarteadas y morían los animales. Las tormentas de arena son cada vez más habituales y alrededor de los pueblos y ciudades más grandes de Siria e Irak se han levantado inmensas ciudades de tiendas, en las que viven los agricultores arruinados y sus familias». [2]

La principal zona afectada por la falta de lluvias es el nordeste de Siria, que produce el 75% de la cosecha total de trigo. El Informe de evaluación global sobre la reducción del riesgo de desastres del año 2011, publicado por las Naciones Unidas, señala que cerca del 75% de los hogares que dependen de la agricultura en el nordeste del país ha sufrido pérdidas totales de sus cosechas desde que comenzó la sequía. El sector agrícola de Siria representaba el 40% del empleo total y el 25% del producto interior bruto del país antes de la sequía. Entre dos y tres millones de personas se han visto condenadas a una pobreza extrema ante la falta de ingresos de sus cultivos y han tenido que vender su ganado a un precio un 60 ó 70% inferior a su coste. La cabaña ganadera de Siria ha quedado diezmada, pasando de 21 millones a entre 14 y 16 millones de cabezas de ganado. Esta calamidad ha sido provocada por una serie de factores, que incluyen el cambio climático, la sobreexplotación de las aguas subterráneas debida a las subvenciones para cultivos que consumen grandes cantidades de agua (algodón y trigo), unos sistemas de riego ineficientes y el sobrepastoreo. [3]

La sequía ha provocado el éxodo de cientos de miles de personas de las zonas rurales hacia núcleos urbanos. Las ciudades de Siria padecían ya tensiones económicas, debidas en parte a la llegada de refugiados de Irak tras la invasión de 2003. Un creciente número de personas indigentes se encuentra ahora en situación de intensa competencia por unos recursos y unos puestos de trabajo escasos. Francesco Femia y Caitlin Werrell, del Center for Climate and Security, escriben que «las comunidades rurales desafectas han desempeñado un destacado papel en el movimiento sirio de oposición, en comparación con otros países de la primavera árabe. El pueblo agrícola rural de Dara’a, afectado con especial dureza por cinco años de sequía y de escasez hídrica, sin apenas apoyo del régimen de al-Assad, fue efectivamente el germen de las protestas del movimiento de oposición en sus primeros tiempos [en 2011]». [4]

La experiencia de Siria sugiere que las tensiones ambientales y de recursos, incluido el cambio climático, podrían convertirse en una importante causa de desplazamientos. Aunque el profundo descontento popular tras décadas de gobierno represivo constituye indudablemente uno de los motivos de la guerra civil de Siria, las tensiones generadas por las alteraciones climáticas han añadido leña al fuego. Y esta es precisamente la cuestión importante: las repercusiones de la degradación ambiental no suceden en el vacío, sino que interactúan con toda una serie de tensiones y problemas sociales preexistentes en un auténtico hervidero.

Impactos climáticos

A pesar de la intención declarada por los gobiernos de limitar el incremento del calentamiento global a 2ºcentígrados, siguen sin adoptar políticas para lograr este objetivo. Un nuevo informe del Potsdam Institute for Climate Impact Research and Climate Analytics advierte que en muchas regiones las consecuencias serán de dimensiones cataclísmicas, con olas de calor, inundaciones en ciudades costeras, agravamiento de la escasez de agua, crecientes riesgos para la producción de alimentos, mayor intensidad de los huracanes tropicales y una pérdida irreversible de biodiversidad sin precedentes. [5]

A medida que las repercusiones de la desestabilización climática empiecen a dejarse sentir en todo el mundo, un interrogante clave es cómo se traducirán los cambios físicos en cambios sociales y económicos, que a su vez pueden obligar a la gente a abandonar sus hogares, bien sea temporalmente o para siempre. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático advertía ya en 1990 que «el mayor impacto individual del cambio climático podrían ser las migraciones humanas», lo que significa millones de personas desplazadas por la erosión litoral, la inundación costera y las graves sequías. Pero las dinámicas e interacciones concretas variarán, sin duda, de unas regiones a otras, con consecuencias más graves en unas zonas y mayor resiliencia y adaptabilidad en otras, además de respuestas políticas divergentes. [6]

Un clima y un estrés hídrico más extremos y la pérdida de tierras pueden minar la habitabilidad, seguridad alimentaria y viabilidad económica de un territorio. Es posible que algunas comunidades, regiones o países afectados sean capaces de hacer frente a las tensiones mediante cultivos resistentes a la sequía, una diversificación económica y otras medidas de adaptación. Pero también es posible que la gente sienta la necesidad de emigrar, como estrategia para hacer frente al problema o como fruto de la desesperación.

Clima extremo y habitabilidad. El ritmo al que acontecen los desastres se acelerará probablemente en un mundo más cálido, aunque se desconoce todavía su frecuencia e intensidad exacta. La revista Scientific American publicaba en un artículo de 2011 que la frecuencia de los desastres naturales ha aumentado ya un 42% desde la década de los años ochenta, y que la proporción de estos episodios relacionados con el clima ha aumentado del 50 al 82%. [7]

Los fenómenos que se desatan con rapidez, como las inundaciones y los huracanes, afectan a la población de forma distinta que los procesos más graduales como la sequía, la desertificación y la subida del nivel del mar. La intensidad y la frecuencia de los desastres pueden tener también repercusiones diferentes. Los movimientos poblacionales en respuesta a los desastres pueden variar enormemente en su duración, características y destino.

Se considera que los desastres meteorológicos extremos provocan normalmente desplazamientos temporales y a corta distancia, tras los cuales las comunidades afectadas regresan para reconstruir sus hogares una vez que ha remitido el huracán o las inundaciones. [8] Sin embargo, experiencias como las ocurridas tras el huracán Katrina en Estados Unidos sugieren que en algunos casos los desplazamientos pueden ser permanentes. La población de Nueva Orleáns descendió entre 2005 y 2010 un 24,5%, más de 120.000 personas. [9]

Estrés hídrico y seguridad alimentaria.   Unos patrones de precipitaciones cambiantes, unas lluvias más irregulares y unas sequías más graves debidas al calentamiento global se traducen en fluctuaciones de la disponibilidad de agua, con impactos potencialmente muy graves para la agricultura.

Hace más de una década los científicos advirtieron que los procesos de desertificación están poniendo en riesgo de expulsión de las tierras que habitan a una población estimada en 135 millones de personas en todo el mundo. [10] El creciente estrés hídrico en algunas zonas se agravará también por los efectos de la intrusión salina en zonas costeras debido a la subida del nivel del mar, la fusión de los glaciares en regiones como el Himalaya y los Andes y la alteración de los ciclos monzónicos. La escasez de agua podría afectar para 2020 a una población de entre 75 a 250 millones de personas en África y para 2050 a más de 1.000 millones de personas en Asia. [11]

En 2012, la sequía devastó los cultivos en todo el mundo, incluyendo a productores importantes como Estados Unidos, Argentina, Brasil, Australia, la India y Rusia. [12] La Organización Meteorológica Mundial afirmaba en agosto 2012 que «se prevé que el cambio climático aumente la frecuencia, la intensidad y la duración de las sequías, con impactos en muchos sectores, en particular la alimentación, el agua y la energía». [13] En un mundo donde la temperatura media haya subido 4º centígrados, se estima que los rendimientos de los alimentos básicos caerán masivamente en gran parte del África subsahariana, y que más de la tercera parte de las tierras de cultivo actuales del este y del sur africano se volverán probablemente inadecuadas para el cultivo. [14]

Unos rendimientos más bajos, una temporada de cultivo más corta o la pérdida total de las cosechas amenazan la seguridad alimentaria de muchos millones de personas y ponen en peligro los ingresos agrícolas de los hogares en las zonas rurales.

Las repercusiones del cambio climático se reflejarán en unos precios alimentarios al alza, tanto con subidas repentinas como con incrementos más graduales y a largo plazo. Durante la pasada década los precios han subido ya de forma constante, registrando dos subidas súbitas muy acusadas (véase gráfico 1). Un estudio reciente del New England Complex Systems Institute sostiene que los precios de los alimentos constituyen un factor clave detonante de agitación social. La vulnerabilidad de las poblaciones a las tendencias mundiales de los precios de los alimentos ha aumentado debido a la dependencia de muchos países pobres del sistema alimentario mundial y a la capacidad limitada de la oferta local para amortiguar sus impactos. En la medida en que los gobiernos son incapaces de garantizar la seguridad alimentaria de la población, se resiente su legitimidad y las protestas subsiguientes podrían convertirse en vehículo para expresar el descontento de toda una serie de otros problemas. Cuando en 2008 se dispararon por primera vez los precios se produjeron más de 60 revueltas alimentarias en 30 países diferentes. El vertiginoso aumento de precios a finales de 2010 y principios de 2011 coincidió nuevamente con el estallido de revueltas alimentarias, incluidas las de los países de la primavera árabe. Independientemente de las subidas repentinas de precios, su constante tendencia al alza durante la pasada década puede ser un indicador de más agitaciones e inestabilidad futuras.

Subida del nivel del mar y pérdida de tierras. Pequeños estados isleños como las Maldivas en el océano Índico y Tuvalu en el Pacífico podrían quedar sumergidos completamente a medida que suben las aguas marinas. Y más de 600 millones de personas en todo el mundo viven en deltas fluviales y otras zonas bajas costeras. [15] El Gobierno de Bangladesh advierte de que más de 20 millones de sus habitantes podrían verse obligados a trasladarse debido a una combinación de la subida del nivel del mar y creciente número de ciclones y de marejadas ciclónicas. [16] Los modelos sugieren que 40 millones de personas podrían verse desplazadas en la India por una subida de 1 metro del nivel del mar. Una subida similar podría desplazar eventualmente a más de 7 millones de habitantes en el delta del Mekong de Vietnam, y un ascenso de las aguas de 2 metros podría duplicar esta cifra y afectar a la mitad de la población de este delta. [17]

La subida del nivel del mar tendrá posiblemente unas repercusiones más graduales que los fenómenos meteorológicos extremos, pero su impacto es irreversible. Las aguas de una inundación se retiran con el tiempo, pero en un mundo que se está calentando el mar no vuelve a niveles más bajos. Los desplazamientos provocados serán, por tanto, permanentes.

Trasladarse o no

Todavía existe un enérgico debate sobre si el cambio climático provocará un enorme aumento de los movimientos de población. La Organización Internacional para las Migraciones señala con razón que «no siempre se producen migraciones, pues la población más vulnerable puede carecer de medios para emigrar». En las regiones donde se producen movimientos poblacionales inducidos por el clima, éstos pueden considerarse como falta de adaptación (es decir, reflejo de la vulnerabilidad y falta de resiliencia de la población, y por tanto una respuesta más parecida a la de los refugiados), o como una estrategia de respuesta (un esfuerzo para diversificar las fuentes de ingresos y aumentar la resiliencia). No obstante, para trasladarse las personas necesitan recursos financieros y pueden necesitar acceder a redes sociales que faciliten su movilidad y que posiblemente les proporcionen asistencia en su lugar de destino. Sin este tipo de medios, la gente puede verse obligada a quedarse donde habita independientemente de las condiciones existentes. Por supuesto, el que la gente no se desplace no significa que no se sufran impactos negativos. [18]

El punto de vista convencional considera que las migraciones seguirán siendo una válvula de escape que permitirá a las personas y a las comunidades hacer frente a situaciones difíciles, incluso en un mundo en proceso de calentamiento. Indudablemente, la resiliencia y la adaptabilidad de las personas no debería subestimarse, pero es improbable que el pasado pueda ser un prólogo de la situación venidera; por tanto, esta afirmación puede ser excesivamente optimista por varias razones que se enumeran a continuación.

Primero, las repercusiones de un sistema climático desestabilizado −con episodios desastrosos más frecuentes y potentes− no tienen ningún precedente significativo en la historia de la humanidad.

Segundo, probablemente las sociedades no estarán expuestas a un sólo impacto, sino que experimentarán simultáneamente distintos tipos de impactos −por ejemplo, inundaciones y sequías−, con la posibilidad de que se produzcan efectos en cascada y de bucles de realimentación imprevistos. Es posible que un número de personas mucho mayor que en la actualidad sienta la necesidad de trasladarse. [19]

Tercero, unas poblaciones más numerosas en movimiento limitarán las posibilidades de adaptación a medida que más personas compitan entre sí y con las comunidades que les acogen por las mismas oportunidades, empleos, recursos y servicios.

Cuarto, en las zonas receptoras también puede reducirse notablemente la voluntad de acoger la llegada de más gente, una respuesta ya evidente en todo el mundo en las circunstancias actuales.

Quinto, los patrones de migración pueden pasar a ser más estables y menos temporales. Por ejemplo, unos impactos graves del cambio climático podrían alterar patrones tradicionales de movilidad estacional. El nomadismo de los pastores para hacer frente a las sequías en el África subsahariana ya está siendo afectado por unas condiciones ambientales cambiantes muy rápidamente. Y en Bangladesh, el movimiento tradicional entre distintos chars (islotes de arena y de limo en el delta del río Padma y en la bahía de Bengala que albergan a más de 5 millones de personas) se está viendo alterado por crecidas súbitas cada vez más frecuentes e intensas. [20]

De la misma manera, los cultivadores vietnamitas de arroz que migraban estacionalmente a las ciudades durante la época de inundaciones para diversificar sus ingresos se han visto obligados recientemente a asentarse allí permanentemente debido a las grandes inundaciones que han destruido su medio de vida rural. Y las comunidades que viven a lo largo del río Zambeze y el Limpopo en Mozambique tradicionalmente se movían periódicamente fuera de la llanura fluvial para evitar las inundaciones. Sin embargo, tras las catastróficas inundaciones del 2000, 2001 y 2007 el gobierno animó a los habitantes de esta región a mudarse de forma permanente. La población reasentada carece, sin embargo, de medios de sustento; con una fuerte dependencia de la ayuda, posiblemente tengan que considerar trasladarse a la nueva capital, Maputo, o a la vecina Sudáfrica. [21]

Nuevas categorías y controversias

Entre los diversos grupos de personas que dejan su hogar por diversas razones hay algunas categorías bien definidas. La legislación internacional otorga reconocimiento a los refugiados internacionales, aunque los gobiernos no siempre cumplen con sus responsabilidades. Por el contrario, las personas que se desplazan en el interior de un país disfrutan de mucha menos protección, o, en ocasiones, de ninguna. Ha habido intentos de dar mayor visibilidad a grupos adicionales de población desplazada −personas desarraigadas por riesgos naturales y por proyectos de desarrollo−, pero éstos suelen seguir a merced de la ayuda humanitaria ad hoc, y eso cuando reciben algún tipo de ayuda. [22]

Algunos investigadores llevan años proponiendo que es preciso que la comunidad mundial establezca nuevas categorías de poblaciones migrantes, pues las antiguas categorías no recogen adecuadamente las razonas complejas por las que se traslada la gente y cómo se mueve. En los años setenta fue propuesto el término refugiado ambiental, pero no rebasó de círculos muy restringidos hasta el informe redactado por Essam El-Hinnawi en 1985 para el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas. [23]

La aparición de esta nueva terminología ha generado un fuerte debate. Algunos analistas afirman que la categoría de refugiados −definidos jurídicamente como personas que huyen de persecuciones y que carecen de protección en su propio país− no debiera ser enturbiada por otros factores como la degradación ambiental. Hasta cierto punto esto refleja el hecho de que los estudios migratorios han ignorado esencialmente los factores ambientales hasta hace poco. [24]

Al margen de la categoría de refugiados, no existe una definición consensuada –ni, lo que tiene más importancia, jurídicamente vinculante− para otros grupos de personas en movimiento. La definición de personas desplazadas en el interior de un país tiene un cierto reconocimiento de facto en las directrices adoptadas por las Naciones Unidas. Pero términos como refugiados ambientales y emigrantes ambientales son totalmente informales y cuestionados. [25]

La distinción entre modalidades forzadas y voluntarias de movimientos de población sigue siendo clave para la legislación internacional y las políticas gubernamentales. El hecho de que no exista un reconocimiento oficial para nuevas categorías de personas desplazadas limita la capacidad mundial para afrontar adecuadamente esta situación.

Es fundamental que los expertos en migraciones, refugiados y medio ambiente dialoguen entre sí con una mentalidad abierta para comprender mejor las dinámicas y para generar un debate más productivo sobre las políticas posibles.

Resiliencia y adaptación

La resiliencia es un factor clave para determinar si la vulnerabilidad de una población la apremia a la huida. Los pobres están más expuestos habitualmente a los peligros ambientales. La marginación social les obliga a vivir con frecuencia en lugares de riesgo: laderas con fuerte pendiente con probabilidades de sufrir deslizamientos de tierra, zonas bajas susceptibles de inundación o zonas costeras que han sido despojadas de sus barreras protectoras naturales (humedales, manglares y arrecifes de coral). Y es frecuente que tengan una capacidad limitada para enfrentarse a estos problemas, ya que a menudo carecen de los recursos económicos y de las redes familiares u otras conexiones necesarias para emigrar. [26]

La vulnerabilidad puede mitigarse con las medidas de adaptación: sistemas de alerta temprana sobre desastres y hambrunas, diversificación de los medios de subsistencia, cultivos resistentes a la sequía, restauración de ecosistemas, infraestructuras de defensa contra inundaciones, seguros de cultivos y otras medidas. Pero una ayuda de emergencia y recuperación adecuada puede significar que la gente permanezca o se vea obligada a marcharse incluso tras las inundaciones y los huracanes. El grado de resiliencia está en función también de la capacidad económica general, de la diversificación para reducir la dependencia de un sólo recurso económico o de varios, de las presiones demográficas, de las estructuras de gobernanza, de un buen liderazgo y de la cohesión social y política.

Aunque es importante indudablemente actualizar los convenios y categorías legales mundiales aplicables a los refugiados y cerrar la dilatada brecha de protección existente, sigue siendo fundamental intentar evitar tantos daños como sea posible a los sistemas naturales de la Tierra. Deberá concederse mucha mayor prioridad y urgencia a la mitigación, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y minimizar otras agresiones humanas a la naturaleza. La adaptación tiene unos límites y, para ser eficaz, debe ser ejecutada ahora, antes de que se manifiesten las consecuencias más graves de la inestabilidad climática, y no después.

Los activistas por las cuestiones climáticas llevan mucho tiempo insistiendo en que la adopción de políticas debiera estar guiada por la ciencia. Cada vez se hace más evidente, sin embargo, a medida que pasa el tiempo, que el mayor reto para la humanidad puede que no sea dominar las complejidades de la ciencia del clima, sino responder a los interrogantes mucho más molestos de cómo funcionan los sistemas políticos y por qué se resisten de tal modo a escuchar las señales de alarma de la ciencia.

Si no logramos que nuestros sistemas políticos presten atención a los problemas del cambio climático, tendremos que aprender a hacer frente a desplazamientos masivos de la población durante las próximas décadas.

NOTAS:

[1] Este texto es una síntesis del capítulo 31 de La Situación del Mundo 2013: ¿Es aún posible lograr la sostenibilidad?, publicado por FUHEM Ecosocial e Icaria y disponible en nuestra librería virtual .

[2] Robert F. Worth, «Earth Is Parched Where Syrian Farms Thrived», New York Times, 13 de octubre de 2010.

[3] Ibid. ; Wadid Erian, Bassem Katlan y Ouldbdey Babah, «Drought Vulnerability in the Arab Region: Special Case Study: Syria», colaboración en Global Assessment Report on Disaster Risk Reduction 2011, 2010; Francesco Femia y Caitlin Werrell, «Syria: Climate Change, Drought and Social Unrest» (blog), Center for Climate and Security, 29 de febrero de 2012.

[4] Femia y Werrell, op. cit. En nota 3.

[5] Potsdam Institute for Climate Impact Research and Climate Analytics, Turn Down the Heat: Why a 4°C Warmer World Must Be Avoided, Banco Mundial, Washington D.C., 2012.

[6] Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, First Assessment Report, Cambridge University Press, Cambridge (Reino Unido), 1990, p. 20.

[7] Alex de Sherbinin, Koko Warner y Charles Ehrhart, «Casualties of Climate Change: Sea-level Rises Could Displace Tens of Millions», Scientific American, enero de 2011.

[8] Frank Laczko y Christine Aghazarm, eds., Migration, Environment and Climate Change: Assessing the Evidence, Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Ginebra, 2009, p. 23.

[9] Susan L. Cutter, «CSI: The Katrina Exodus», Foresight Project, Migration and Global Environmental Change, Gobierno del Reino Unido, octubre de 2011, p. 6.

[10] « Declaración de Almería sobre Desertificación y Migraciones», Simposio Internacional sobre Desertificación y Migraciones, 9–11 de febrero de 1994, Almería, España.

[11] Vikram Odedra Kolmannskog, Future Flood of Refugees: A Comment on Climate Change, Conflict and Forced Migration , Norwegian Refugee Council, Oslo, 2008, p. 15.

[12] Vikas Bajaj, «Crops in India Wilt in a Weak Monsoon Season», New York Times, 3 de septiembre de 2012.

[13] Organización Meteorológica Mundial, «With Drought Intensifying Worldwide, UN Calls for Integrated Climate Policies», UN News, 21 de agosto de 2012.

[14] Actionaid et al., Into Unknown Territory: The Limits to Adaptation and Reality of Loss and Damage from Climate Impacts, Bonn, 2012, p. 7.

[15] Kolmannskog, op. cit. nota 11, p. 16.

[16] Actionaid et al., op. cit. nota 14, p. 9

[17] De Sherbinin, Warner y Ehrhart, op.cit. nota 7.

[18] Laczko y Aghazarm, op. cit. nota 8, p. 24; Gemenne, «Climate-Induced Population Displacements in a 4ºC+ World», Philosophical Transactions of the Royal Society, enero de 2011, p. 188.

[19] Chris Bright, «Anticiparse a las “sorpresas” ambientales», en Lester R. Brown et al., La Situación del Mundo 2000, FUHEM/ Icaria, 2000, pp. 53-78.

[20] De Sherbinin, Warner y Ehrhart, op. cit. nota 7.

[21] Ibid.

[22] Veáse Cuadro 31–1 de La Situación del Mundo 2013, basado en los siguientes: Federación International de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC), World Disasters Report 2012, Ginebra, 2012, p. 15; Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCAH) e Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC), «42 Million Displaced by Sudden Natural Disasters in 2010—Report», nota de prensa, Ginebra y Oslo, 6 de junio de 2011; OCAH e IDMC, Monitoring Disaster Displacement in the Context of Climate Change, Ginebra: 2009; Actionaid et al., op. cit. nota 14, p. 9; IFRC, op. cit. en esta nota, p. 14.

[23] James Morrisey, «Rethinking the ‘Debate on Environmental Refugees’: From ‘Maximilists and Minimalists’ to ‘Proponents and Critics», Journal of Political Ecology, vol. 19, 2012, p. 36; Essam El-Hinnawi, Environmental Refugees, UNEP, Nairobi, 1985 .

[24] Gemenne, op. cit. nota 18, p. 186.

[25] Veáse Tabla 31–1 de La Situación del Mundo 2013 basado en los siguientes: Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), «Convención sobre el Estatuto de los Refugiados», en http://www2.ohchr.org/spanish/law/refugiados.htm ; Consejo Económico y Social de Naciones Unidas, Comisión de Derechos Humanos, «Further Promotion and Encouragement of Human Rights and Fundamental Freedoms, Including the Question of the Programme and Methods of Work of the Commission Human Rights, Mass Exoduses and Displaced Persons», 11 de febrero de 1998; OIM, «Identifying International Migrants», en www.iom.int/jahia/Jahia/about-migration/developing-migration-policy/identify-intl-migrants; Essam El-Hinnawi, Environmental Refugees , UNEP, Nairobi, 1985 ; Laczko y Aghazarm, op. cit. nota 8, p. 19.

[26] Kolmannskog, op. cit. nota 11, p. 13; Oli Brown, Climate Change and Forced Migrations: Observations, Projections and Implications, Occasional Paper 2007/17, Oficina del Informe de Desarrollo Humano, Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), Nueva York, 2007, p. 15.

Comunicado de prensa desde México: Día de acción global

Comunicado de prensa

8 de noviembre del 2013

La incineración ponen en riesgo nuestra salud. No sigan quemando nuestro futuro

gaiaLos miembros mexicanos de la Alianza Global para Alternativas de la Incineración (GAIA) en este día de acción global contra el uso de los Residuos Solidos Urbanos (RSU) para la producción de energía, mismo que se enmarca en el contexto histórico de la Alianza con mas de diez años de realizarlo y que en esta ocasión se une a la campaña global contra el uso de energía sucia, los miembros mexicanos de GAIA hacemos un llamado de preocupación ante la proliferación de proyectos de “valorización energética” en el país, insistiendo en buscar una gestión sustentable y sostenible de los RSU, sin la incineración de estos.

“Estos proyectos se están instalando o promoviendo como una alternativa a la crisis en el manejo de los RSU actualmente en varias ciudades del país. Incluso justificando los impactos socio-ambientales de los Rellenos Sanitarios, los cuales la mayoría no cumple con la norma oficial. Sin embargo están siendo presentados como la solución a esta crisis cuando son soluciones de final de tubería, es decir que no van a la causa del problema, sino que se quedan con la consecuencia dándole falsas soluciones al manejo de los RSU que agravan mucho mas de lo que solucionan, generando nuevos riesgos en la salud ambiental, humana, impactos negativos en el medio ambiente, la economía de las comunidades cercanas, creando problemas de justicia socio-ambiental” Explicaron los miembros de la Alianza.

A pesar del fuerte cabildeo de las empresas y de los supuestos beneficios que publicitan los gobiernos hacia estas tecnologías que se presentan como gasificación, pirolisis, coprocesamiento, despolimerización molecular, entre otras, numerosos estudios a nivel mundial hechos por importantes Centros de Investigación y/o Universidades han mostrado la inviabilidad de esta tecnología para el manejo de los RSU, mencionando además de los nuevos riesgos que se generan desde el punto de vista de la salud, ambiental, social, económico. Incluso los comparativos de la incineración con el reciclaje por ejemplo el ahorro de energia al reciclar es mucho mayor que lo que produce la incineración o el nombre que se le de desde las distintas empresas promovente.

Otra solución de final de tubería impulsada en México para la gestión de los RSU en los últimos años es el coprocesamiento en la industria cementera. Otra modalidad para la incineración de RSU que esta impactando a muchas comunidades en su salud y actividades productivas.

Por lo tanto la incineración o la “valorización energética de los RSU representa serios peligros para las comunidades cercanas a estas plantas, compitiendo además de manera muy ventajosa con los pepenadores y los recicladores formales que desde sus trincheras y sin reconocimiento alguno, están llevando a cabo una gestión real de los RSU, recuperando, reusando, reciclando materiales en los rellenos sanitarios, casas o camiones recolectores.

“Nos parece una irresponsabilidad por parte de las autoridades considerar este tipo de proyectos tan a la ligera, sin estudios serios de los impactos negativos de esta tecnología. El ejemplo mas claro es el convenio firmado por el Gobierno de la Cd de México con la empresa cementera CEMEX para el coprocesamiento de mas de 7,000 toneladas de RSU al día en los hornos cementeros de esta empresa transnacional la cual cobra 300 pesos por tonelada incinerada, entrando también a los mercados de carbono por bajar sus emisiones de CO2 a la atmósfera. Esto esta generando un serio caso de injusticia socio-ambiental en las comunidades donde están estas plantas y una fuerte deuda para los ciudadanos y ciudadanas de la Cd de México que están pagando con sus impuestos esta falsa solución del manejo de sus residuos. Mencionar también a los 1500 pepenadores que vieron cerrada su fuente de empleo al llevarse estos residuos a los hornos cementeros” agregaron desde GAIA.

Finalmente las organizaciones, comunidades, grupos, movimientos miembros de la Alianza Global reclamaron a las autoridades invertir en verdaderas soluciones a la crisis de la gestión de los residuos. Soluciones basadas en los principios de Basura Cero donde se pueden recuperar para ser reciclados, reutilizados y/o compostados hasta el 87% de los RSU que ahora llegan a los rellenos sanitarios y que pretenden incinerar. Abogaron además proyectos de inclusión social donde los pepenadores, recicladores y la ciudadanía en general participen, logrando así una verdadera justicia socio-ambiental. Por lo tanto declaramos que:

La incineración de residuos contamina las personas y el medio ambiente. Los residuos se queman en incineradores convencionales, en incineradores de dos etapas, como la gasificación, y mezclados con otros combustibles fósiles que se queman en hornos de cemento y centrales eléctricas. Mercurio, dioxinas, plomo y otras sustancias tóxicas provienen de la quema de residuos. Los incineradores emiten más dióxido de carbono (CO2) por unidad de electricidad que las plantas eléctricas de carbón .

• La Energía de los incineradores es no renovable: papel, plástico y metales provienen de recursos naturales finitos, como los bosques que están siendo ya muy agotados. Plásticos y neumáticos son también combustibles fósiles. La quema de estos recursos genera una demanda de más “residuos” y desalienta las soluciones reales: la conservación, empaque rediseñado y productos, la reutilización, el reciclaje y el compostaje.

• Todas las incineradoras, incluida la gasificación, pirólisis y plasma de arco, son una pérdida enorme de energía. Debido al bajo poder calorífico de los residuos, las incineradoras sólo son capaces de hacer pequeñas cantidades de energía, a costa de la destrucción de grandes cantidades de materiales reutilizables. La incineración de residuos alimenta el círculo vicioso causante del cambio climático: la extracción de nuevos recursos de la tierra, su procesamiento en las fábricas, transportarlos por todo el mundo, para luego perderlos en incineradores y rellenos sanitarios. Por el contrario, las prácticas de basura cero como el reciclaje y el compostaje pueden conservar de tres a cinco veces la cantidad de energía producida por la incineración de residuos.

• Basura Cero crea puestos de trabajo, ahorra dinero y es una estrategia esencial para combatir el cambio climático. Según el Cuarto Informe de Evaluación del IPCC sobre el cambio climático “la minimización de residuos, el reciclaje y la reutilización representan un potencial importante y cada vez mayor para la reducción indirecta de las emisiones de gases de efecto invernadero a través de la conservación o de materias primas, la energía y mejorar la eficiencia de los recursos y la reducción de los combustibles fósiles.”

• Basura Cero es una meta alcanzable que se está aplicando con éxito en ciudades de todo el mundo – en contraste con la idea primitiva de la quema de los residuos.

La Alianza Global para Alternativas a la Incineración se formo hace diez años y a la fecha tienen mas de 900 miembros en 80 países. Cuya misión es buscar reducir el enterramiento de los RSU sin llegar a la incineración.

Mas información:

http://reclaimpower.net/

http://no-burn.org/-1-20

Contacto: Jorge Tadeo Vargas

Correo electrónico: jtadeo@lunasexta.org

Lista de naciones que más degradan su ambiente. Brasil, México y Perú, entre los 10 primeros

Lista de naciones que más degradan su ambiente. Brasil, México y Perú, entre los 10 primeros

Un estudio realizado por universidades, evaluó a 171 países, utilizó siete indicadores de degradación ambiental: pérdida de bosques naturales, transformación de los hábitats, capturas pesqueras, uso de fertilizantes, contaminación de las fuentes de agua, emisiones de carbono y especies amenazadas.

Ecoportal.net

paisesPaíses latinoamericanos encabezan lista de naciones que más contribuyen al impacto negativo sobre el medio ambiente.

Brasil, México y Perú se encuentran entre los 10 países del mundo que más contribuyen a la degradación ambiental, de acuerdo con la “Evaluación del Impacto Ambiental Relativo de los Países”, realizada por las universidades de Adelaide (Australia), Princeton (EEUU) y Nacional de Singapur.

El estudio, que evaluó a 171 países, utilizó siete indicadores de degradación ambiental: pérdida de bosques naturales, transformación de los hábitats, capturas pesqueras, uso de fertilizantes, contaminación de las fuentes de agua, emisiones de carbono y especies amenazadas.

Uno de los grandes hallazgos es que a mayor riqueza de un país, es mayor su impacto sobre el ambiente.

“Correlacionamos los rankings frente a tres variables socioeconómicas (tamaño de la población, producto interno bruto y calidad de la gobernanza) y encontramos que la riqueza total era la variable explicativa más importante; cuanto más rico un país mayor es su impacto ambiental promedio”, explicó el profesor Corey Bradshaw, quien dirigió la investigación llevada a cabo en el 2010. “Hay una teoría sobre que a medida que aumenta la riqueza, los países tienen más acceso a tecnología limpia y adquieren más conciencia ambiental, de tal forma que los impactos sobre el ambiente comienzan a declinar. Esto no pudo ser confirmado”.

Sin embargo, la investigación también encontró que en países con mala calidad de gobernanza y elevada corrupción, las políticas de protección ambiental son inexistentes o no se implementan adecuadamente.

El documento alertó que “la continua degradación de la naturaleza a pesar de décadas de advertencias, junto con el crecimiento de la población humana, sugieren que la calidad de vida humana podría disminuir considerablemente en un futuro próximo. La creciente competencia por los recursos podría desencadenar conflictos sociales y guerras con cada vez más frecuencia. La permanente degradación ambiental exige que los países que necesitan soluciones sean identificados con urgencia para que reciban ayuda en la conservación y restauración ambiental”.

Adital

 

Interpol advierte del aumento de criminalidad en el mercado de CO2

Interpol advierte del aumento de criminalidad en el mercado de CO2

La organización internacional policial Interpol advirtió hoy del incremento del número de redes criminales en el mercado internacional de la explotación de derechos de emisión de dióxido de carbono.

Vía Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales

crisis climáticaLa organización señaló, en su guía sobre el Crimen en el Mercado del Carbono, que las áreas industriales tienen mayor riesgo de ser manipuladas a través del fraude fiscal, el tráfico ilegal, la malversación, el blanqueo de dinero y el cibercrimen.

El negocio del dióxido de carbono es el “mercado de materias primas de más rápido crecimiento en el mundo”, actualmente valorado por el Banco Mundial en 176.000 millones de dólares, informó la institución con sede en Lyon.

La Interpol recordó que a diferencia de los mercados tradicionales, en este no existe un producto físico sino créditos para compensar las emisiones contaminantes.

Es precisamente la dificultad de cuantificar el negocio, combinada con las grandes cantidades de dinero invertido en él y la falta de supervisión, lo que lo convierten en un “mercado vulnerable al crimen”.

“Es imprescindible que el mercado del dióxido de carbono sea seguro, no sólo para proteger las inversiones financieras sino también porque el medioambiente de todo el planeta depende de él”, declaró el miembro del Comité del Crimen Medioambiental de la Interpol, Andrew Lauterback.

La guía sobre el Crimen en el Mercado del Carbono incluye estudios sobre casos “alrededor del mundo” de la contabilidad empresarial sobre los gases de efecto invernadero.

También recoge las irregularidades cometidas por las autoridades nacionales sobre las jurisdicciones, así como listas de particulares y compañías que reclaman compensaciones y falsificaciones de información o sobornos a cambio de sus propias emisiones.

Con ocho empresas de comercio de créditos de carbono operando en régimen de comercio de emisiones de la Unión Europea recientemente cerradas por malas prácticas, la guía de la Interpol busca “generar una respuesta policial internacional” a estos crímenes.

“Estamos apoyando a todos los gobiernos que están regularizando sus mercados de carbono para poner fin a este tipo de crímenes”, explicó el secretario general del organismo, Ronald K. Noble.

EFE

La CIA y el control del clima

 

La CIA y el control del clima

Silvia Ribeiro, en ALAI AMLATINA

CIALa CIA estadunidense está financiando un estudio sobre geoingeniería (manipulación climática) que durará 21 meses, con un costo inicial de 630 mil dólares. Lo ejecuta la Academia Nacional de Ciencias, con participación de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de ese país. (revista Mother Jones 17/7/2013).

El interés de la CIA por el clima no es nuevo, pero esta participación es significativa, debido a las implicaciones bélicas que tiene la posibilidad de manipular el clima y a la presión que están ejerciendo los proponentes de la geoingeniería en ese país para avanzar en experimentación de esas técnicas, pese a existir una moratoria en Naciones Unidas contra su aplicación.

El proyecto analizará diferentes propuestas de geoingeniería, como manejo de la radiación solar y remoción de dióxido de carbono de la atmósfera; también estudiarán los efectos de la siembra de nubes y otras formas de manipular el tiempo atmosférico para provocar lluvia, sequías o controlar huracanes. Según descripción oficial harán una evaluación técnica de los impactos de esas tecnologías, desde el punto de vista ambiental, económico y de seguridad nacional.

Estos últimos son los aspectos que preocupan a la CIA, que en documentos anteriores ha calificado el cambio climático y el control del clima como factores de importancia geopolítica estratégica y de seguridad nacional. Pese a ello, los republicanos votaron por desaparecer el departamento de cambio climático de la CIA, lo que según la agencia la motivó a financiar esta iniciativa. Las razones podrían ir mucho más allá, ya que el control del clima es un proyecto militar de larga data en ese país, que realizó experimentos ya durante la guerra de Vietnam, provocando lluvia por meses seguidos para anegar los cultivos y caminos de los vietnamitas. En el mismo sentido, la Fuerza Área estadunidense publicó en 1996 un documento titulado Weather as a Force Multiplier: Owning the Weather in 2025 (El tiempo como multiplicador de la Fuerza: poseyendo el tiempo en 2025), cuyo título refleja claramente sus intenciones.

Estos intereses convergen con los de un grupo pequeño pero influyente, de climatólogos y otros científicos de países del Norte, que alegan que la geoingeniería es necesaria porque no se puede reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero (como si sus países no fueran  quienes tienen que tomar las medidas principales para ello). O, como declaró David Keith, un conocido promotor de la geoingeniería, porque es un plan barato y fácil. (MIT Technology Review, 8/2/2013).

Sí, barato y fácil para los que han causado el cambio climático con su sobreconsumo de recursos e industrialización basada en petróleo, porque en lugar de reducir realmente sus emisiones, podrían seguir calentando el planeta y además hacer un jugoso negocio con nuevas tecnologías que manipulen el clima de todos, para bajar o subir la temperatura según convenga a los intereses económicos y bélicos de quienes las controlen.

Bajo el término manejo de la radiación solar, la meta es disminuir la cantidad de rayos solares que llegan a la Tierra. Por ejemplo, a través de construir enormes nubes volcánica artificiales, inyectándolas con partículas azufradas. Otras propuestas incluyen blanquear las nubes, colocar trillones de espejos en el espacio para reflejar la luz del sol o la más reciente, del mismo David Keith, dispersar ácido sulfúrico desde aviones en la línea ecuatorial para que se mezcle con las nubes.

En remoción de dióxido de carbono se incluyen otras técnicas, como máquinas o árboles artificiales que absorban carbono de la atmósfera (que por cierto no saben dónde depositarán luego para que permanezca por siempre). La más conocida es la fertilización oceánica: verter nanopartículas de hierro o urea en el mar para provocar florecimientos de plancton, que absorban dióxido de carbono y lo lleven al fondo.

Las técnicas de geoingeniería son solamente teóricas salvo alguna, como la fertilización oceánica, de la cual se conocen experimentos legales e ilegales, que mostraron que además de no servir para su propósito –el carbono no permanece en el fondo de mar– los impactos pueden ser enormes, con disrupción de la cadena alimentaria marina, anoxia (falta de oxígeno) en capas marinas, crear algas tóxicas, etcétera.

La geoingeniería, para tener impacto en el clima global, tendría que aplicarse a mega escala, disrumpiendo un ecosistema global poco conocido, altamente dinámico y en interacción con toda la vida en el planeta. No existe por tanto una etapa experimental. Lo que se haga en pequeña escala no mostrará la acción sobre el clima global, aunque podría tener impactos negativos graves en la zona o en la región. Y si se hace a gran escala, no es experimental, es despliegue y es irreversible.

Por ejemplo, las nubes volcánicas artificiales no se pueden retirar, hasta que las partículas caigan a la tierra, lo cual es tóxico. Esta técnica empeoraría además el agujero en la capa de ozono y la acidificación de los mares, dos problemas globales muy graves. Si realmente lograran disminuir la cantidad de luz solar que llega al Norte, producirían sequía extrema en África y disrupción de los monzones en Asia, colocando en peligro las fuentes alimentarias de 2 mil millones de personas.

Imaginen si la CIA pudiera decidir sobre el termostato global. La geoingeniería es tan riesgosa, tanto por sus efectos climáticos como por su potencial uso hostil contra otros países, que lo único sensato es prohibir internacionalmente su uso.

– Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC – www.etcgroup.org

Cambio climático, movimientos sociales y políticas públicas. Una vinculación necesaria

Cambio climático, movimientos sociales y políticas públicas. Una vinculación necesaria

cambio climáticoJulio C. Postigo. [Editor] 

Andrea Lampis. Germán Palacio Castañeda. Gustavo Blanco Well. María Ignacia Fienzalida. Mirta Malvares Miguez. Pablo Chacón Cancino. Julio C. Postigo. Mirta Geary. Fernado Marcelo de la Cuadra. Julio Torres Martínez. Sofía Castro Salvador. [Autores de Capítulo]
……………………………….
Colección Grupos de Trabajo. ISBN 978-956-351-609-8 CLACSO. ICAL. INTE-PUCP. Santiago de Chile. Marzo de 2013 

El cambio climático amenaza los sistemas humanos y biofísicos de nuestro mundo. Durante las dos últimas décadas a través de Naciones Unidas se creo el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), se generó el Protocolo de Kioto y se han realizado casi una veintena de Conferencias de las Partes (COP) con el objetivo de reducir las emisiones de CO2 a niveles seguros sin resultados positivos. Un horizonte sombrío de degradación ambiental y catástrofes se cierne sobre la humanidad. Mitigación, adaptación, riesgo, incertidumbre entre otros son conceptos que dominan la academia, y las consideraciones acerca de qué es mejor para los países subdesarrollados y en vías de desarrollo son parte del debate en las altas esferas de la política internacional. Lo global tiende a imponerse sobre lo local; sin embargo la ciudadanía, los actores y movimientos sociales poseen percepciones, perspectivas y otras lecturas de las agendas oficiales que pueden ser trascendentales en el futuro. Este libro es una contribución a la polémica sobre cambio climático desde la mirada crítica de varios autores latinoamericanos que buscan la discusión interdisciplinaria, la solidaridad intelectual y la esperanza.

 

Es hora de desmantelar el ETS

Es hora de desmantelar el ETS

Firmas: makenoise.org

Organizaciones de la sociedad civil exigen que la Unión Europea desmantele el régimen de comercio de derechos de emisiones. La lucha contra el ETS es la lucha por la justicia social, ecológica y climática.

etsTras siete años de fracaso continuado, las afirmaciones de la Unión Europea (UE) de que puede ‘arreglar’ su Régimen de Comercio de Derechos de Emisiones (ETS por sus siglas en inglés), ya no tienen credibilidad. Creemos que para dejar paso a medidas eficaces contra el cambio climático se debe abolir el ETS a más tardar en 2020.

El ETS, principal política de la UE para luchar contra el cambio climático, se introdujo en 2005 y dio lugar al mayor mercado de carbono mundial.[i] El ETS comprende sistemas de ‘fijación de límite y comercio’ (cap and trade) y de ‘compensaciones’ (offsets), que permiten a los participantes comprar y vender permisos de emisión y créditos de compensación para cumplir sus objetivos de reducción de emisiones o simplemente para obtener un beneficio del mercado. La idea es reducir las emisiones industriales de gases invernadero creando incentivos para innovaciones que sean beneficiosas para el clima y así encaminar a la industria hacia un modelo de bajas emisiones.

Pero el sistema no ha conseguido nada de eso. La fijación de la UE por emplear el ‘precio’ como motor de cambio no sólo ha cimentado un sistema económico dependiente de las industrias extractivas contaminantes – con un aumento pronunciado en las emisiones de combustibles fósiles en 2010 y 2011[ii]. El fracaso es aún mayor, ya que el ETS se usa como modelo a seguir en otros mercados de emisiones que se han propuesto en países como Brasil y Australia y como modelo también para otros mercados de ‘servicios de los ecosistemas’ en áreas como biodiversidad, agua y suelos.

Los gobiernos de la UE y la Comisión Europea están decididos a mantener el ETS como el pilar central de las políticas climáticas de la UE. La fase III ha comenzado en 2013, sin embargo, es evidente que los fallos estructurales del ETS no se pueden arreglar:

El ETS no ha reducido las emisiones de gases invernadero. Al beneficiarse de un exceso de permisos de emisiones gratuitos y de créditos de compensación baratos provenientes de países del Sur, las empresas más contaminantes no han tenido casi ninguna obligación de reducir emisiones donde las producen. En realidad, los proyectos de compensaciones han traído como resultado un aumento global de las emisiones: incluso fuentes conservadoras estiman que entre uno y dos tercios de los créditos de carbono que han sido utilizados en el ETS “no representan reducciones reales de carbono”.[iii] Las reducciones que se declararon en 2008 en la UE se atribuyen sobre todo a la crisis económica – y la mayoría de los estudios están de acuerdo en la falta de relación causal entre las reducciones y el ETS.[iv] La exportación de la producción industrial a países del Sur es otra causa de ‘reducciones’. Un estudio publicado en Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU estima que en algunos países europeos las emisiones ‘importadas’ – que no se contabilizan como emisiones europeas – ascienden a más del 30% de las emisiones totales.[v]

etsEl ETS ha funcionado como un sistema de subsidios para aquellos que más contaminan. Durante las dos primeras fases del ETS (2005-2007, 2008-2012), los permisos se concedieron de modo gratuito y de acuerdo a las emisiones históricas, lo que funcionó de hecho como un subsidio para las empresas más contaminantes. La asignación excesiva de permisos permitió seguir usando las mismas tecnologías y dejó sin efecto cualquier incentivo para efectuar una transición hacia procesos de producción de bajas emisiones. Un estudio de CE Delft ha desvelado que casi todos los costes de cumplir con los objetivos del ETS se han trasladado a los consumidores. El estudio estima que los beneficios así obtenidos ascendieron a €14.000 millones entre 2005 y 2008.[vi] Los productores de electricidad también tienen la libertad de pasar el ‘coste de oportunidad’ de cumplir con el ETS a los consumidores, aumentado las tarifas eléctricas. Esto les reportó unos beneficios de entre €23 y €71.000 millones en la segunda fase.[vii] El lobby empresarial se ha asegurado de que más de un 75% de la industria manufacturera seguirá recibiendo los permisos de emisiones de modo gratuito al menos hasta 2020 (lo que quiere decir que unos €7.000 millones anuales irán a los bolsillos de las industrias contaminantes en lugar de a las arcas del Estado). Todos los intentos de terminar con esto se han dado de frente con el lobby intensivo de las industrias. En la fase III sólo el sector eléctrico tendrá que comprar los permisos en subasta, e incluso ahí se han hecho excepciones para centrales de Europa central y del este, incluyendo aquellas con alta dependencia del carbón para la generación de electricidad. Sin embargo esto no es nada sorprendente, dado que el ETS se diseñó para atraer a la industria. El gigante petrolero BP, con ayuda del gobierno británico, fue una de las empresas que presionaron a la UE para adoptar el ETS.[viii]

El ETS se caracteriza por precios de carbono volátiles y a la baja. Los precios del CO2 han sido siempre inestables, y en continuo declive desde 2008. El mínimo histórico se alcanzó en diciembre de 2012 con los permisos vendiéndose a €5.89 y los créditos de compensación a €0.31.[ix] De acuerdo a los analistas de mercado, no hay previsión de que los precios alcancen los niveles en los que incentivarían cambios en la capacidad de generar energía. Incluso si se pudiese de algún modo conseguir precios altos y predecibles – que es lo contrario de lo que el ETS ha sido diseñado para producir – serían insuficientes para incentivar los cambios estructurales que son necesarios para enfrentarse al cambio climático en ausencia de otras medidas.

El ETS aumenta los conflictos sociales y medio ambientales en los países del Sur. El ETS permite a las empresas usar créditos de compensación generados por proyectos de ‘ahorro de emisiones’ que sobre todo se implementan en países del Sur. La idea es que cada tonelada de CO2 ‘ahorrada’ adicionalmente genera un crédito que permite que en otro sitio se emita otra tonelada. El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), el mayor programa de compensaciones, ha demostrado acarrear graves consecuencias sociales y medioambientales para las comunidades cercanas a los proyectos. Estas incluyen violaciones de derechos humanos y derechos sobre la tierra, desalojos, conflictos y creciente destrucción medioambiental.[x] Aún así, a pesar de la evidencia en aumento de sus consecuencias negativas, el uso de las compensaciones en el ETS creció en un 85% en 2011.[xi] Muchas de las empresas que usan compensaciones han vendido de modo simultáneo sus permisos de emisión (gratuitos), comprando créditos del MDL a un precio mucho más bajo y embolsándose la diferencia.

tradeLos mercados de carbono son especialmente susceptibles al fraude. Para crear unidades de CO2 que se puedan comercializar, la medición de la contaminación que ha ocurrido o no se debe llevar a cabo con medidas indirectas y otros procedimientos de cálculo poco fiables y que a menudo no se pueden verificar, prestándose a todo tipo de abusos. Además, en 2010 se desveló que un gran ‘carrusel del fraude’ le había costado al público más de €5.000 millones en Impuesto sobre al Valor Añadido (IVA) no recaudado.[xii] Un tribunal alemán encarceló a 6 personas involucradas en un fraude de €300 millones por la venta de permisos de emisión a través del Deutsche Bank, y tribunales en Londres encarcelaron a once personas.[xiii]Grandes empresas como los gigantes del acero ThyssenKrupp y Salzgitter fueron señalados como especuladores de carbono fraudulentos en diciembre de 2010, incluso cuando el Fondo Mundial para la Defensa de la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), defensor de los mercados de carbono, reclamó sin éxito que ‘la UE pusiera fin al uso de compensaciones falsas’.[xiv] Unas semanas más tarde, fueron robados créditos de los gobiernos austriaco y checo, lo que llevo a suspender el mercado del ETS.[xv] La ONU también tuvo que descalificar a su principal agencia encargada de la verificación del MDL en 2009, y en 2011 tuvo que suspender a Ucrania por  fraude en emisiones no declaradas.[xvi]

Se derrocha dinero público en establecer mercados de carbono que no benefician al interés general. Se obliga a los contribuyentes a costear la legislación, regulaciones y mucha de la cuantificación de los mercados de carbono, así como los costes de la lucha contra el fraude, robo, corrupción y evasión de impuestos. Las empresas cubiertas por el ETS ganan subsidios por seguir contaminando, mientras que los gobiernos dedican dinero a compensar por las excesivas emisiones y por la generosa concesión de permisos de emisión gratuitos a las empresas. Se estima que por ejemplo España tendrá que comprar más de 150 millones de créditos de compensación para cumplir con los objetivos de Kyoto.[xvii] En un momento en que los ciudadanos se llevan la peor parte de la crisis económica y sufren los paquetes de ‘austeridad’, se desvía frívolamente el escaso dinero público hacia los sectores bancario y empresarial que son los causantes de muchos de los problemas actuales.

El ETS nos encadena a una economía dependiente de los combustibles fósiles. El ETS refuerza la lógica de la sobre producción y consumo basados en los combustibles fósiles. Permite que crezca la contaminación a la vez que implementa proyectos de ‘desarrollo limpio’ que en la práctica perjudican a la población local y al medio ambiente. Centrales de carbón, extracción de gas con fracturación hidraúlica, y proyectos de infraestructura destructivos se multiplican en Europa.[xviii] El ETS no sólo aumenta la deuda climática y ecológica que el Norte industrializado tiene con el Sur Global, sino que también exacerba la crisis climática global – lo que perjudica sobre todo a los grupos más vulnerables. Incluso la Agencia Internacional de Energía ha admitido que al menos dos tercios de los depósitos conocidos de combustibles fósiles deberían permanecer bajo suelo si el mundo quiere tener al menos una oportunidad de limitar el aumento de la temperatura a 2°C[xix] (lo que de por si es un objetivo insuficiente). Si el ETS continúa, ni siquiera esto será posible.

El ETS le cierra la puerta a otras políticas climáticas realmente eficaces a la vez que refuerza falsas soluciones como la energía nuclear, las represas a gran escala, los agrocombustibles y las plantaciones forestales industriales. Por ejemplo, entorpece las normas que se teme puedan interferir con el precio del carbono. Y en lugar de promover una filosofía de ‘residuos cero’, apoya sistemas de captura de metano que requieren de más basura en descomposición y que desplaza a los recicladores informales. Además, la misma lógica de comercializar la contaminación se quiere aplicar ahora para gestionar otras crisis como la de la biodiversidad y el agua[xx], lo que trae como resultado la mercantilización y financialización de cada vez más funciones, capacidades y ciclos de la naturaleza. Lo peligros son grandes; para evitarlos es necesario que se admita abiertamente que el ETS es un precedente desastroso. Si no se desmantela el ETS, más y más empresas se van a beneficiar a costa de la población local, incluyendo a los Pueblos Indígenas y dependendientes de los bosques, los pequeños agricultores y las mujeres de las comunidades donde se desarrollan los proyectos de compensaciones así como las que viven cerca de las fábricas que compran los créditos provenientes de dichos proyectos.

capInsistir en intentar ‘arreglar’ un sistema que está roto desde su comienzo desvía la atención y los recursos necesarios para otras políticas justas y eficaces. Exportar el fracaso del ETS a otros países en nombre de un ‘liderazgo’ de la UE equivale a una nueva oleada de intervencionismo en los países del Sur, aumentando la deuda social y ecológica del Norte. Aunque los legisladores europeos que están preparando la revisión del ETS se inclinan por intentar ‘arreglar’ el sistema para una nueva fase post-2020, las organizaciones abajo firmantes afirman que sólo hay una opción posible que beneficie al clima: terminar de una vez por todas con el ETS.

La lucha contra el ETS es la lucha por la justicia social, ecológica y climática. Es la lucha por la transformación de nuestros sistemas energéticos, de transporte, agrícolas, de producción, consumo, distribución, de residuos y financiero. Convocamos a las organizaciones y movimientos de la sociedad civil a que se adhieran a este llamado y se unan a la lucha para abolir el ETS.

NOTAS:

[i] El ETS funciona en 30 países: los 27 estados miembros de la UE más Islandia, Liechtenstein y Noruega. Cubre las emisiones de unas 11.000 instalaciones, entre las que se encuentran centrales eléctricas, plantas de combustión, refinerías de petróleo,  acerías y fundiciones, así como fábricas de cemento, cristal, ladrillos, cerámica, pulpa, papel y cartón. En total un 40% de las emisiones de la UE.

[ii] PNUMA (2012) The Emissions Gap Report, www.unep.org/pdf/2012gapreport.pdf.

[iii] Wara, M. (2008) A Realistic Policy on International Carbon Offsets, Program on Energy and Sustainable Development Working Paper #74, abril 2008, Stanford University, http://pesd.stanford.edu/publications/a_realistic_policy_on_international_carbon_offsets.

[iv] Agencia Europea de Medio Ambiente (2011) Greenhouse gas emission trends and projections in Europe 2011: Tracking progress towards Kyoto and 2020 targets, Copenhague: EEA, p.37,  www.eea.europa.eu/publications/ghg-trends-and-projections-2011.

[v]    Davis, S. and Caldeira, K. (2010) Consumption-based accounting of CO2 emissions, PNAS, 107(12), pp. 5687-5692, www.pnas.org/content/107/12/5687.full.

[vi] Bruyn, S. et al. (2010) Does the energy intensive industry obtain windfall profits through the EU ETS? CE Delft, www.ce.nl/publicatie/does_the_energy_intensive_industry_obtain_windfall_profits_through_the_eu_ets/1038.

[vii] Point Carbon, WWF (2008) EU ETS Phase II – The potential and scale of windfall profits in the power sector, http://wwf.panda.org/index.cfm?uNewsID=129881

[viii] Corporate Europe Observatory, http://corporateeurope.org/publications/bp-extracting-influence-eu.

[ix]  Point Carbon, 03 diciembre, 2012, EU carbon prices hit record low on vote delay, www.pointcarbon.com/news/reutersnews/1.2080305

[x]  Checker, M. (2009) Double Jeopardy: Pursuing the Path of Carbon Offsets and Human Right Abuses, en Bohm, S. and Dabhi, S. (2009) Upsetting the Offset: The political economy of carbon markets, UK: MayFly / Carbon Trade Watch (2009) El Mercado de Carbono: cómo funciona y por qué fracasa, www.carbontradewatch.org/publications/carbon-trading-how-it-works-and-why-it-fails.html / EJOLT (2012) The CDM Cannot Deliver the Money to Africa. Why the carbon trading gamble won’t save the planet from climate change, and how African civil society is resisting, www.ejolt.org/2012/12/the-cdm-cannot-deliver-the-money-to-africa-why-the-carbon-trading-gamble-won%E2%80%99t-save-the-planet-from-climate-change-and-how-african-civil-society-is-resisting

[xi] Click Green, 19 noviembre 2012, European companies nearly doubled the rate of carbon offsetting last year, www.clickgreen.org.uk/analysis/business-analysis/123760-european-companies-nearly-doubled-the-rate-of-carbon-offsetting-last-year.html.

[xii] Europol (2010) Carbon credit fraud causes more than 5 billion euros damage for European taxpayer, www.europol.europa.eu/content/press/carbon-credit-fraud-causes-more-5-billion-euros-damage-european-taxpayer-1265 / Banco Mundial (2010) State and Trends of the Carbon Market 2010 Washington: p.6.

[xiii] BBC, 12 diciembre, 2012, Deutsche Bank offices raided in carbon tax fraud probe, www.bbc.co.uk/news/business-20695042 / City of London Police, 7 diciembre 2012, www.cityoflondon.police.uk/CityPolice/Media/News/detectivesdismantlesuspectedcarboncreditfraud.htm

[xiv] World Wide Fund for Nature (2010) ETS credibility at stake as industrial polluters profit yet again, 14 diciembre, http://wwf.panda.org/fr/wwf_action_themes/politique_europeenne/?uNewsID=197955
[xv] EULib.com (2011) Update on transitional measure: EU ETS registries of Finland, Romania, Slovenia and Sweden to resume operations on 21 March, 18 marzo, www.eulib.com/18march-2011-update-transitional-measure-registries-13743
[xvi] ICIS Heron (2011) UN suspends Ukraine from carbon trading, 12agosto, www.icis.com/heren/articles/2011/08/26/9488161/un-suspends-ukraine-from-carbon-trading.html

[xvii] Congreso de los Diputados–Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (2012) Legislación X, Sesión 2, febrero 2012, www.congreso.es/public_oficiales/L10/CONG/DS/CO/CO_033.PDF /

El banco suizo UBS, que no es famoso por su conciencia social, declaró en noviembre de 2011 que “en 2025, el ETS habrá costado a los consumidores 210 mil millones de euros. Si esta cifra se hubiera empleado en sustituir las centrales más contaminantes, se habría conseguido reducir las emisiones un 43%, en lugar del impacto casi nulo del comercio de emisiones.” (Point Carbon, ‘EUAs slide towards 9 euros, hit fresh 33-month low’, www.pointcarbon.com/news/1.1683984).

[xviii] Amigos de la Tierra Europa (2012) Shale gas: Unconventional and unwanted, Setiembre, www.foeeurope.org/foee-unconventional-and-unwanted-the-case-against-shale-gas-sept2012

[xix] Agencia Internacional de Energía, noviembre 2012, www.iea.org/newsroomandevents/pressreleases/2012/november/name,33015,en.html.

[xx] Food and Water Europe (2012) Trading away your right to clean water: trading and the financialization of nature, www.foodandwaterwatch.org/factsheet/trading-away-your-right-to-clean-water-trading-and-the-financialization-of-nature-2/

¿Qué es la crisis ecológica?

¿Qué es la crisis ecológica?

Florent Marcellesi
*Coordinador de Ecopolítica y miembro de la Revista Ecología Política.

La ecología política basa su teoría y praxis en la reflexión y acción en la lucha contra la llamada “crisis ecológica” y en la propuesta de nuevos modelos de producción y consumo compatibles con los límites ecológicos del Planeta y la justicia y ética socio-ambiental. Pero ¿qué llamamos exactamente crisis ecológica? ¿En qué fenómenos concretos se manifiesta y qué relaciones guarda con el sistema socio-económico actual?

crisisLa crisis ecológica es principalmente una crisis de escasez: escasez de materias primas, de energía, de tierras y de espacio ambiental para mantener el ritmo de la economía actual, y aún menos extenderlo a todos los países del Sur y dejarlo en herencia a las generaciones futuras. El modo de producción y de consumo impulsado por el Norte no tiene en cuenta los límites físicos del planeta, tal y como lo deja patente la huella ecológica: si todas las personas de este mundo consumieran como la ciudadanía española, necesitaríamos tres planetas. Mientras tanto, la humanidad ya supera en un 50% su capacidad de regenerar los recursos naturales que utilizamos y asimilar los residuos que desechamos (WWF, 2012). Por su parte, el alcance de la dominación humana y de la amplitud de la crisis ambiental que provoca, queda claro por lo menos a través de los seis fenómenos siguientes (Vitousek y sus colaboradores (en Riechmann, 2008)):

-Entre la mitad y una tercera parte de la superficie terrestre ha sido ya transformada por la acción humana.
-La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado más de un 30% desde el comienzo de la revolución industrial.
-La acción humana fija más nitrógeno atmosférico que la combinación de las fuentes terrestres naturales.
-La humanidad utiliza más de la mitad de toda el agua dulce accesible en la superficie del planeta.
-Aproximadamente una cuarta parte de las especies de aves del planeta ha sido extinguida por la acción humana.
-Las dos terceras partes de las principales pesquerías marinas se hallan sobreexplotadas o agotadas.

En este contexto, según Lipietz (2012), incluso podemos hablar hoy de una “segunda” crisis ecológica mundial, después de una primera que sitúa durante la Gran Peste del siglo XIV. Al igual que la Gran Peste, la crisis ecológica actual tiene como origen un conflicto entre la Humanidad y la Naturaleza, a través de la relativa escasez de producción alimentaria y los peligros de su propio sistema energético para la población humana. Además, se transmite por los canales de la globalización económica y golpea civilizaciones muy diferentes aunque lo suficientemente parecidas como para poder producir y padecer efectos semejantes. Sin embargo, según el teórico francés, la crisis ecológica actual se diferencia profundamente de la crisis “exógena” de la Gran Peste (un microbio desconocido y devastador que ataca a sociedades debilitadas por un cambio climático de origen no antropogénico y la baja productividad agrícola) por ser el resultado de la dinámica social e histórica del propio modelo de desarrollo: el propio liberal-productivismo ha generado la tensión actual entre Humanidad y Naturaleza. De tal forma que la “segunda” crisis ecológica, esta vez “endógena”, se podría resumir de la forma siguiente:

[Es] la conjunción de dos nudos de crisis ecológicas, internas a la dinámica del modelo liberal-productivista: el “triángulo de las crisis energéticas” y el “cuadrado de los conflictos para el uso del suelo”, ellos mismos articulados sobre la crisis financiera, económica y social del modelo capitalista neoliberal que triunfa a nivel mundial desde principios de los años 1980. Este modelo liberal pesa mucho sobre la evolución de los dos nudos de las crisis ecológicas: incluso podemos decir que las engendra (Lipietz, 2012).

A continuación, estudiaremos más en profundidad estos dos nudos centrales de la crisis ecológica para entender mejor los retos a los que se enfrenta la Humanidad si quiere elegir la vía de la esperanza.

El triángulo de las crisis energéticas

Los principales riesgos relacionados a la crisis energética se centran en torno a tres vértices: energía fósil (carbón, petróleo, gas), energía nuclear y energía proveniente de la biomasa (leña, agrocombustibles).

Como primer vértice del triángulo, encontramos los riesgos vinculados a las energías fósiles, que a su vez se dividen en dos vertientes: la capacidad de regeneración de estas energías (no renovables a escala humana) y la capacidad de asimilación de los residuos vinculados a su utilización. Asimismo, la humanidad se enfrenta al techo de los combustibles fósiles, que corresponde al punto de inflexión a partir del cual la extracción de una unidad de energía fósil por unidad de tiempo ya no puede incrementarse, por grande que sea la demanda. Coincide con el momento en que la extracción acumulada llega a la mitad de la cantidad total recuperable, y los esfuerzos humanos, técnicos y financieros pueden disminuir la tasa de declive, pero no invertir la tendencia a la baja de la extracción. Al mismo tiempo, la creciente incapacidad de ofertar más energía fósil se topa con una demanda en constante aumento, principalmente en los países llamados emergentes como China o la India, y con la especulación (Bermejo, 2008), lo que dispara el precio de la energía (y de otras materias primas).(2) En concreto, esta tensión entre oferta (que depende de factores ecológicos y económicos) y demanda (que depende del modo de vida) al alza es paradgimática y altamente peligrosa para el modelo social y productivo actual. Esto es especialmente cierto en el caso del petróleo, puesto que la globalización económica se basa en un petróleo barato, abundante y de buena calidad. El despliegue del modelo de producción y consumo de masa y sus instituciones asociadas necesitan energía fósil al igual que el cuerpo humano necesita sangre. Por ejemplo: el complejo agroindustrial, basado en la maquinaria motorizada, la producción y consumo de abonos y fertilizantes, altos niveles de bombeo de agua, la manipulación industrial, la explotación intensiva de los suelos, la comercialización globalizada y el transporte de larga distancia hacia el lugar de consumo, nos da una buena idea de esta dependencia.(3) Sin embargo al haber alcanzado el techo del petróleo (peak oil en inglés), esta era ha terminado: estamos entrando en la era del petróleo caro, escaso y de mala calidad.(4) Esta nueva situación tiene repercusiones directas sobre el conjunto de la economía y sobre nuestros modelos de vida diarios. De hecho, la crisis financiera de 2008, que hoy ha desencadenado una ola de recesiones y planes de ajuste brutales, pone de relieve una relación directa entre crisis ecológicas y económicas. En este sentido, el economista estadounidense Jeremy Rifkin recuerda que la crisis de las subprimes, es decir el impago de las hipotecas en Estados Unidos que luego se propagó a nivel mundial a través de los activos tóxicos, comenzó cuando el barril de petróleo en el verano 2008 alcanzó los 150 dólares y no en octubre cuando estalló la burbuja a la luz pública. Ese aumento de los precios hizo que subiera el precio de la gasolina y que en Estados Unidos mucha gente, principalmente las más empobrecidas e insolventes cuyo presupuesto familiar tiene dos partidas básicas en torno a la vivienda y al transporte, dejara de pagar la hipoteca (las subprimes) para mantener la tenencia de su coche privado (imprescindible en un sistema basado en su uso intensivo, por ejemplo para ir al trabajo y a su vez generar las rentas necesarias para sobrevivir).

Por otro lado, apuntemos que para superar el techo de producción de los combustibles fósiles, existe una nueva frontera extractiva: la extracción del gas de pizarra a través del método llamado fracking o fracturación hidraúlica. Si bien el fracking ha permitido bajar el precio a corto y medio plazo del gas, es un nuevo espejismo altamente peligroso para el medio ambiente, el clima y la salud humana y que no afronta el mayor reto de la civilización industrial: rebajar el consumo energético dentro de los límites ecológicos del Planeta (para un análisis detallado del fracking, véase Marcellesi y Urresti, 2012).

En cuanto a los efectos del modelo energético sobre el cambio climático, hoy principal preocupación ambiental en las agendas políticas, existen claras evidencias de que crisis energética y crisis climática no son más que dos caras de la misma moneda. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (GIECC), “la principal causa del crecimiento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera desde la época preindustrial es el uso de combustibles fósiles” (2007, p2), que hoy se estima en torno a 75% (el resto se debe a la deforestación y al cambio de uso de suelos). A pesar de mejoras tecnológicas por unidad producida,(5) el crecimiento demográfico y el actual modelo socioeconómico (basado en la acumulación material) provocan una presión insostenible sobre los ecosistemas. En este contexto, las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero sobrepasan la capacidad de autorregulación y asimilación por parte de los sumideros naturales (océanos, atmósfera), lo que está conduciendo a una situación peligrosa de no retorno. Para evitar tal caso que llevaría a sufrir cambios irreversibles e impredecibles, el GIECC recomienda que no haya aumento de más de 2 grados centígrados en 2100 en comparación con los niveles preindustriales, mientras que la muy institucional Agencia Internacional de la Energía pone 2017 como fecha límite para acotar el incremento de temperaturas. En caso contrario, ya sea el IPCC (2007) o el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2007) advierten de las mismas consecuencias ambientales y sociales. El cambio climático supondrá —y de hecho, ya supone— efectos en la agricultura y silvicultura (cambio de rendimientos según zonas frías o cálidas, aumento de plagas e insectos, etc.), en los recursos hídricos (extensión de las zonas afectadas por la sequía, empeoramiento de la calidad del agua, etc.), en la salud humana (tales como la mortalidad relacionada con el calor en Europa, aumento de enfermedades infecciosas, etc) o en la industria, asentamientos humanos y sociedad (disminución de la la calidad de vida de las personas en áreas cálidas sin vivienda apropiada) así como una mayor exposición a inundaciones costeras, unas condiciones climáticas extremas y un posible colapso de los ecosistemas.

crisisComo segundo vértice del triángulo, encontramos la energía nuclear que tras la catástrofe de Fukushima —decenas de miles de personas evacuadas fuera del perímetro de seguridad, contaminación radiactiva hasta en Tokio, escándalos políticos y técnicos en torno a la gestión y a la seguridad de las centrales nucleares japonesas y del accidente post-tsunami,(6) etc.— vuelve a apuntar sus altas deficiencias y riesgos para representar cualquier tipo de solución al cambio climático. Resumiendo los principales problemas (Marcellesi, 2011a):

-El riesgo de accidente, en este caso de probabilidad baja pero de magnitud alta, es más que nunca presente y real.
-Seguimos sin tener ninguna solución real a la gestión de los residuos radiactivos.
-La energía nuclear crea una fuerte dependencia con el exterior ya que el uranio, cuyas reservas son finitas, se compra a países fuera de Europa y cuya inestabilidad política no asegura un suministro seguro (el Chad, por ejemplo).
-Existe un riesgo de proliferación de la energía nuclear para fines militares (reforzado por la amenaza de uso terrorista de los residuos o de las centrales nucleares como posibles dianas de ataque).
-No es una alternativa para evitar sustancialmente emisiones de gases de efecto invernadero: si se tiene en cuenta el ciclo de vida global de la energía nuclear (extracción del uranio, suministro a Europa, construcción y desmantelamiento de las centrales, gestión de los residuos…), ésta produce más CO2 que las energías renovables.(7)
-Es una fuente de electricidad, por tanto no sustituye nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
-Los puestos de trabajo por unidades energéticas están por debajo de las creadas por las energías renovables. (8)

El último vértice del triángulo lo ocupa la biomasa, cuyo uso energético es el más antiguo desde que el Homo Erectus domesticara el fuego, el más constante para una gran mayoría de la humanidad (la leña sigue siendo el principal combustible utilizado) y, seguramente, uno de los más prometedores de cara al futuro. Pero la biomasa también tiene riesgos asociados que analizaremos en el siguiente subapartado, puesto que se articula directamente con el uso de las tierras, principalmente con el auge de los agrocombustibles.

El cuadrado del conflicto del uso de las tierras

Los anglosajones suelen decir que hacemos cuatro usos principales de la tierra, que pueden resultar excluyentes: Food, Feed, Forest, Fuel (las 4 Fs). Dicho en castellano, estamos hablando respectivamente de usos para 1. la alimentación humana, 2. la alimentación del ganado (natural —campos de pasto— o artificial —soja que se combina con maíz para las vacas europeas—), 3. los bosques (como sumidero o reserva de biosfera) y 4. la producción de biomasa (agrocombustibles, leña, etc.).

En este marco de análisis, intervienen dos factores cruciales: la dieta crecientemente carnívora de los países del Norte y emergentes, y la introducción cada vez más sistémica de agrocombustibles. Como lo relata Lipietz (2012), la polarización de los ingresos a nivel mundial provoca una transformación de la dieta humana que pasa de una dieta a base de proteínas vegetales con un poquito de carne (“el menú hindú o el menú chino”), a una dieta a base de carne (el “menú europeo o norte americano”). Sin embargo, las proteínas animales (feed) necesitan para su producción de 7 a 15 veces más hectáreas que las proteínas vegetales (food). Por tanto, esto representa un problema grave dado el aumento contante de la población con dieta carnívora (por ejemplo, en India y China el 10% de la población se alimenta con el mismo tipo de comida que en Europa y en Norte América). Por su parte, los agrocombustibles (fuel), que técnicamente son energías renovables obtenidas a partir de la biomasa, son la respuesta oficial a la crisis de los combustibles fósiles y del techo del petróleo. De hecho, en sociedades no dispuestas a ‘negociar su modo de vida’, los agrocombustibles despiertan un gran interés y cuentan con un fuerte impulso político,(9) lo cual, junto a otros factores, provoca tensiones en los precios de la comida en el mercado mundial.(10) En este contexto, Jean Ziegler, el relator especial de la ONU para el derecho a la alimentación, llegó a postular en 2007 que la producción masiva de biocombustibles «es un crimen contra la humanidad».

Si bien los agrocombustibles juegan un papel central en las crisis alimentarias actuales, hay que añadir también otros factores sociales y ecológicos: la escalada de precios de la energía, las malas cosechas en los países productores de trigo como Australia, Rusia o Ucrania debidas al cambio climático, los modelos productivos globalizados que apuestan por economías de la exportación en detrimento de la soberanía alimentaria y que denigran la producción autóctona para abastecer a los mercados locales provocando dependencia de los mercados exteriores sobre todo para la importación de productos básicos, el mal reparto de la producción agrícola local o importada, así como movimientos especulativos a nivel mundial. Al igual que los fuertes cambios de régimen político en Europa en 1848 tienen como origen revueltas de la hambruna, Lagi et al (2011) muestran que existe una fuerte correlación entre el alza de los precios de los alimentos —debido a la combinación de los factores arriba mencionados— y las revueltas del hambre de estos últimos años en el mundo que, recordemos, han dado fin en pocos meses a gobiernos autoritarios —como los de Túnez y Egipto— que nadie veía posible derrocar.

En conclusión de este apartado, es interesante —y sobre todo preocupante— constatar que, además de lo que teorizaba gran parte del movimiento ecologista en sus inicios, esta crisis ecológica no solo compromete de manera decisiva a las generaciones futuras sino que nos afecta ahora directamente a las generaciones presentes. No solo se trata de una crisis de abundancia de una generación privilegiada (“pan para hoy, hambre para mañana”), sino también de una crisis de escasez que ya se está manifestando en el día a día de gran parte de la población mundial (el hambre ya es para hoy). Asimismo, pone de relieve que las llamadas crisis financieras, especulativas o alimentarias están vinculada a crisis subyacentes e interdependientes: no solo la de la economía real (o economía productiva) sino también la de la “economía real-real”, es decir la de los flujos de materias y energía que depende por una parte de factores económicos y por otra parte de los límites ecológicos del planeta. Ecoportal.net

Notas:
(1) Se basa en una adaptación y actualización de la publicación Marcellesi, F. (2008): Ecología política: génesis, teoría y praxis de la ideología verde, Bilbao, Bakeaz (Cuadernos Bakeaz, 85).
(2) De hecho, no solo estamos llegando al techo de todos los combustibles fósiles sino también al peak all (en referencia en inglés al peak oil), es decir al techo de materias primas como algunos minerales tipo cobre, plata, uranio o zinc. “Peak all” y “peak oil” están fuertemente relacionados puesto que la escasez de materias primas necesitará a su vez una mayor cantidad de energía para su explotación, tratamiento, reciclaje, etc..
(3) Ingeniería sin Fronteras calcula por ejemplo que una manzana procedente de la producción industrial en Chile y comprada en Cataluña consume una cantidad de energía más de cuatro veces superior a la del caso ecológico y local (principalmente debido al transporte desde el lugar de producción hasta el de consumo: en este caso, 14.000 kilómetros en barco y en camión). Por su lado, un tomate industrial consume cinco veces más que un tomate ecológico y local. Mientras la diferencia entre comprar manzanas industriales traídas de Chile y manzanas ecológicas de la región a lo largo de un año equivale al consumo energético anual de 60.812 hogares, “el consumo energético asociado al uso de fertilizantes en una hectárea de tomates de producción industrial puede llegar a ser tan elevado como para representar la cantidad de energía suficiente para dar… ¡12 vueltas al mundo en coche!” (López, 2010 p. 65).
(4) Es complicado predecir la fecha exacta del techo del petróleo puesto que puede confirmarse con exactitud una vez superada (como fue el caso del techo del petróleo en Estados Unidos). Por ejemplo, James Murray de la Universidad de Washington y David King de la Universidad de Oxford, en un artículo reciente de la prestigiosa revista Nature, piensan que el techo de producción de petróleo a nivel mundial tuvo lugar en 2005 con unos 75 millones de barriles al día. De todas maneras, que el techo del petróleo haya pasado, esté por llegar a corto plazo o ocurra dentro de 20 o 30 años, no supone gran diferencia a escala de la civilización humana.
(5) A pesar de mejoras significativas en torno a la intensidad de carbono entre 1990 y 2007 (-12%), la eficiencia tecnológica no ha compensado el crecimiento de la población (+24,5%) y el aumento del nivel de abundancia (+25,5%), y las emisiones de CO2 han aumentado de 38%. Fuente: Tim Jackson (2010).
(6) De hecho, según una comisión de diez expertos creada en diciembre del 2011 a instancias del Parlamento de Japón, “el accidente en la planta nuclear de Fukushima Daiichi no se puede contemplar como un desastre natural. Fue un desastre hecho por el hombre que podría haberse previsto y prevenido”. Fuente.
(7) Más información.
(8) Véase por ejemplo el estudio siguiente: IRENA (2011): Renewable Energy Jobs: Status, Prospects & Policies, IRENA Working Paper
(9) A pesar de una resolución del Parlamento europeo sobre comercio y cambio climático que solicitó «que se subordinara todo acuerdo sobre la compra de biocarburantes a cláusulas relativas al respeto de las superficies devueltas a la biodiversidad y a la alimentación humana», la Comisión Europea sigue vislumbrando el objetivo del 10% de ‘biocombustibles’ en los transportes para el año 2020.
(10) En 2007, mientras la producción de maíz para agrocombustible aumentaba en un 500% en Estados Unidos, el precio del maíz –bajo el efecto conjunto del cambio climático, de la producción de carne y de la producción de agrocombustibles– se encarecía en un 130%, provocando una crisis social profunda para todas las poblaciones cuya alimentación descansa en estos productos básicos.

*Coordinador de Ecopolítica y miembro de la Revista Ecología Política.

Publicado en la revista Cuides, nº9, octubre 2012 (1). Este es el tercer artículo de ocho en la serie “¿Qué es la ecología política? Una vía para la esperanza en el siglo XXI”.

http://florentmarcellesi.wordpress.com/

Cuarto strike en Cambio Climático

Cuarto “strike” en Cambio Climático

Un “Espacio Climático” para repensar análisis y estrategias

Pablo Solon *

co2En el béisbol cuando uno tiene 3 “strikes” está fuera. En las negociaciones sobre  cambio climático ya suman 4 fracasos: Copenhague, Cancún, Durban y ahora Doha. Cuatro Conferencias de las Naciones Unidas y cada una fue peor que la anterior. Su principal objetivo era acordar las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero hasta el año 2020. Estas debieron ser de 40 a 50% tomando el nivel de emisiones del año 1990. Sin embargo, después de cuatro intentos, son de apenas 13 a 18%. Ahora estamos en camino a un aumento mundial de la temperatura de 4 y 8ºC.

“Lo perfecto es enemigo de lo bueno” dicen algunos negociadores de las Naciones Unidas. A lo que podemos replicar: “Cuando nuestra casa se está quemando, lo peor que puede hacer es mentir a la gente”. Es hora de repensar lo que está pasando y tratar de encontrar nuevas estrategias para evitar una catástrofe global.

No es por la falta de evidencias

El cambio climático ya no es una posibilidad teórica. Tiene un impacto real en las vidas de las personas, la naturaleza y la economía.

El cambio climático ya está contribuyendo a la muerte de casi 400.000 personas al año[1]. Este mes, durante las negociaciones de la “COP18” en Doha, Qatar, el tifón Bopha azotó Filipinas, dejando más de 700 muertos. Este tifón, que fue el más fuerte que haya sufrido las Filipinas en las últimas décadas, devastó Mindanao, destrozando más de 70.000 viviendas y obligando a 30.000 a vivir en albergues temporales.

Ahora también los impactos económicos del cambio climático son evidentes. Los costos del Huracán Sandy son más de 60 mil millones de dólares para los EE.UU.[2] Un informe titulado “Monitor de Vulnerabilidad Climática[3]” calcula que el costo del cambio climático en el mundo asciende a más de $ 1,2 billones, lo que representa un 1,6% del PIB mundial cada año. Y para el año 2030, los impactos pueden elevarse a 3,2% del PIB mundial y en algunos países a más del 11% de su PIB.

Los hechos han comenzado a cambiar  la percepción de la gente, incluso en el país de los “negacionistas”. Ahora, 4 de cada 5 estadounidenses reconocen que el calentamiento global está ocurriendo[4]. Pero a pesar de todas las pruebas y el ligero aumento de conciencia, las negociaciones de las Naciones Unidas retroceden. En vez de entregar un ambicioso Protocolo de Kioto, con más países,  mejores mecanismos de cumplimiento y una meta global de reducción de emisiones conforme a lo que establece la ciencia, Doha concluyó con un miserable segundo período de compromiso del Protocolo de Kioto, con menos países signatarios y la promesa de un nuevo acuerdo que sólo entrarán en vigor el 2020.

Nuestros errores
cop18
Aquellos que siguen las negociaciones del clima – y yo fui también un negociador climático – por lo general tienen un enfoque de país. Esto significa que el conflicto es entre las naciones “desarrolladas” y “en desarrollo”. Países emisores históricos frente a países víctimas de las emisiones. Con la complicación ahora de que algunas de las “víctimas” se están convirtiendo en grandes emisores. Esta situación crea un estancamiento de las negociaciones en el que, por un lado, los países ricos no quieren hacer más recortes si las “economías emergentes” no hacen también recortes de emisiones y, por otro lado, las “economías emergentes” no hacen grandes esfuerzos argumentando que primero deben tomar la iniciativa los “históricos”.

Esta explicación del estancamiento de las negociaciones no examina las verdaderas causas. Para entender lo que ocurre tenemos que ver más allá de esta lógica basada en países – desarrollados, en desarrollo, emergentes, menos desarrollados – y adoptar un enfoque de clase que toma en cuenta los intereses de las élites en todas partes del mundo. La parálisis de las negociaciones no se debe al conflicto entre EE.UU. y China, sino a la coincidencia de intereses de las élites de EE.UU y China que obtienen jugosas ganancias de megaproyectos energéticos. Si hay un acuerdo mundial de fuertes reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero: ¿cuanto petróleo tendrán que dejar bajo el suelo? ¿cuántas plantas de carbón tendrán que cerrarse? ¿cuántas mega-represas no se construirán? ¿cuántos productos contaminantes tendrán que dejar de producir y vender? En síntesis: ¿cuánto disminuirán sus utilidades?

Estas élites controlan los gobiernos para que proyecten curvas de crecimiento económico que justifiquen mega-proyectos energéticos. A estos sectores de poder económico no les preocupa si mas del 30% de la energía se pierde en su traslado, si un proyecto generará la energía presupuestada después de ser construido, si una represa solo sirve para abastecer un mega-centro comercial, si la producción de agro-combustibles disminuye la producción de alimentos, si los mercados de carbono son buenos para los bosques… lo único que les interesa es hacer negocios.

El “derecho al desarrollo” y la “competitividad” lo utilizan para encubrir sus sed insaciable de ganancias. En nombres de los pobres amasan grandes fortunas. Utilizan el peligro del otro país para promover sus proyectos y hacer negocios con las élites del supuesto país “enemigo”.

Las élites están en todas las partes de la cadena: en la extracción de combustibles fósiles, en mega proyectos de infraestructura, en la promoción de energías peligrosas como la nuclear, en la financiarización de los bosques a través de REDD, en la comercialización de productos no durables que destruyen la naturaleza, en la producción de falsas soluciones como los agro combustibles, los organismos genéticamente modificados y ahora la biología sintética y la geo-ingeniería.

Para hacer frente al cambio climático hay que dejar bajo el suelo mas de 2/3 partes de las reservas de combustibles fósiles. Si no se hace eso, ninguna solución real es posible. Las transnacionales privadas y la burocracia estatal que controlan esas reservas no quiere perder la gallina de oro aunque eso represente una catástrofe para la humanidad y la madre tierra. Al final de cuentas ese es un tema del futuro y ellos cuentan en el presente con los recursos necesarios para ponerse a salvo.

La cuestión de las “emisiones de gases de efecto invernadero” a veces oculta el verdadero problema de la lógica del sistema capitalista que requiere de una creciente sobreexplotación de los seres humanos y la naturaleza para mantener la tasa de ganancia de las grandes empresas.

Quizás el error más grande fue reducir las negociaciones sobre el clima a una lucha por los porcentajes de reducción de las emisiones, cuando en realidad, deberíamos estar discutiendo el panorama completo y real del planeta que ha llegado a sus límites y poner sobre la mesa la cuestión de las reservas de combustibles fósiles, las empresas transnacionales, los patrones de consumo y producción, y toda la lógica de explotación, codicia y obsesión beneficio de este sistema.

Tenemos que mirar más allá de los conceptos de desarrollo, crecimiento y estados-nación y discutir los asuntos del Sistema de la Tierra y la necesidad de un modelo económico que respeta los ciclos vitales de la Naturaleza. La Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra celebrada en Cochabamba, Bolivia 2010, fue un buen paso en esa dirección, pero fue sólo un primer paso.

Repensando nuestras estrategias
sociedad civil
Un nuevo análisis requiere nuevas estrategias. Ha llegado el momento de desafiar las negociaciones ganado victorias fuera de las negociaciones. Los movimientos sociales en los países “desarrollados” como “en desarrollo” están luchando contra el “fracking” (fracturación hidráulica), la construcción de oleoductos, el petróleo bituminoso y otras industrias extractivas destructivas. Necesitamos victorias que catapulten las luchas a escala mundial.

Tenemos que promover nuevos enfoques en la lucha contra el cambio climático vinculando la crisis ambiental, la crisis alimentaria y la crisis financiera. Tenemos que atraer nuevos actores sociales que no han estado involucrados hasta ahora en el tema climático. Para muchos no es evidente que la lucha contra los “planes de austeridad” enfrentan al mismo enemigo que la lucha contra el cambio climático. En el Foro Social Mundial sobre Migración, celebrado en Manila, Filipinas, una asamblea de movimientos sociales asiáticos emitió una declaración firmada por más de 70 organizaciones y movimientos sociales señalando que necesitamos “conectar las demandas urgentes de la población por alimentos, agua, salud, energía, empleo con las luchas contra el cambio climático, la especulación financiera, la apropiación de tierras, los acuerdos neoliberales de inversiones y de libre comercio, la impunidad de las empresas transnacionales (ETN), la criminalización de los migrantes y los refugiados, el patriarcado y la violencia contra las mujeres, las medidas de austeridad y los recortes a la seguridad social “.

Debemos discutir la implementación de nuevas campañas como la propuesta de referéndum climático a nivel nacional, regional o mundial. Tenemos que utilizar todos los espacios para reclamar el derecho democrático de los pueblos a decidir el futuro de todos y de nuestra Madre Tierra.

Necesitamos fortalecer nuestras alternativas como la agroecología, la soberanía alimentaria y la descentralización de la producción y consumo de energías. Tenemos que desmontar la mentira de que necesitamos más y más energía y la única manera de hacerlo es a través de mega proyectos. Tenemos que demostrar, con números y experiencias concretas, que detrás de esos proyectos están los intereses de empresas muy conocidas y que otras alternativas locales y de menor escala son posibles.

Una buena oportunidad para reunir a movimientos sociales y activistas del clima será el “Espacio Climático” dentro del próximo Foro Social Mundial (FSM) en Túnez (26-30 de marzo de 2013). Es tiempo de repensar nuestros análisis, alternativas y estrategias para hacer frente al cambio climático.

* Pablo Solón, director ejecutivo de “Focus on the Global South”, ex embajador del Estado Plurinacional de Bolivia ante las Naciones Unidas y ex jefe negociador boliviano para el cambio climático

NOTAS:
[1] http://www.fourgreensteps.com/infozone/top-stories/general/the-costly-truth-about-climate-change
[2] http://www.outsidethebeltway.com/final-costs-of-hurricane-sandy-could-exceed-60-billion/
[3] http://www.guardian.co.uk/environment/2012/sep/26/climate-change-damaging-global-economy
[4] http://www.cbsnews.com/8301-205_162-57559216/nearly-4-in-5-americans-believe-earth-is-warming/

————-

Manifiesto de un indignado climático

Manifiesto de un indignado climático

Florent Marcellesi . Investigador y activista ecologista.
Periódico Diagonal

contaminación“Hay noches que todavía sueño”. Sueño con una humanidad capaz de vivir bien y feliz dentro de los límites climáticos del Planeta. Sueño con un mundo solidario con los pequeños Estados insulares que serán los primeros en desaparecer del mapa si no rectificamos el rumbo. Sueño con unos dirigentes valientes como la delegación filipina que, tras ver a su país arrasado por el tifón Bopha, suplicó a la comunidad internacional que “abriera los ojos y mirara la realidad de frente”. Sueño con un homo y una femina climaticus racionales ante las alertas constantes de los científicos que ya se está produciendo el calentamiento global en base a las previsiones más pesimistas. Dicho de otro modo, sueño con que Sandy no sea ni más ni menos que el nombre de un niño normal y corriente, no de el devastador huracán.

¡”Nuestros sueños no caben en sus cumbres”! Desde luego, este sueño no es el que los dirigentes han dibujado en la última cumbre sobre cambio climático de Doha, en Catar. El mundo post-Doha, en la línea de las fracasadas cumbres anteriores en Copenhague, Cancún y Durban, es el mundo donde priman los egoísmos cortoplacistas de los grandes contaminadores, empezando por Estados Unidos, Rusia y Japón. Es un mundo donde el protocolo de Kioto, que representa apenas el 15% de las emisiones mundiales, es el lavado de cara verde de unas políticas insostenibles e irresponsables de las grandes potencias (mal)desarrollladas y emergentes. Es un mundo que encamina la humanidad, empezando por las personas y colectivos más empobrecidos y vulnerables, hacia el peor escenario climático posible planteado, es decir un aumento de 4ºC a final del siglo. Es el mundo donde triunfa la arrogancia y el cinismo, encabezada con orgullo no disimulado por España. Un país que, a la vez que afirma que “el cambio climático ni lo negamos, ni lo afirmamos”, se jacta de haber jugado un papel esencial en las negociaciones del acuerdo de Doha hacia una lucha contra el cambio climático “más fuerte y ambiciosa”. Un país que, mientras recorta sus ayudas a las energías renovables, le compra cien millones de toneladas de derecho de emisión de CO2 a Polonia para no tener que cambiar en absoluto su modo de vida.

“No somos anticumbre, la cumbre es antinosotros”. Ante el peor de los mundos posibles, no me resigno: soy un indignado climático. Esta cumbre de Doha en general y la delegación española en particular no me representa. Ni representa a multitud de personas y colectivos que han hecho de la justicia ambiental su bandera de lucha y acción diaria. Hoy el clima, y la vida de millones de personas, son mercancías en manos de políticos y banqueros, de empresas multinacionales que presionan para que sus intereses millonarios no se vean afectados. Así que no nos resignemos ante esta oligarquía que nos lleva directo hacia el colapso o el ecofascismo, donde unos pocos se reparten los pedazos de naturaleza que quedan. Parafraseando a Stéphane Hessel, luchemos contra la indiferencia climática —y ecológica en general— y convoquemos una insurrección pacífica también a favor de la vida y de lo común. Está en juego la supervivencia civilizada de la humanidad, la de nuestras hijas e hijos, la mía, la tuya.

“No nos mires, ¡únete!” Si tú también eres un indignado/a climático/a, pasa a la acción. No esperes a que los que no nos representan actúen por ti. Difunde este manifiesto, hazte portavoz de los sin voz, defiende tu futuro y el de tu familia. En tu casa, tu barrio, tu trabajo, en la plaza pública, pon la justicia climática y ambiental en el centro de las preocupaciones tuyas y de tu entorno. Súmate a redes y colectivos que cerca de ti propugnan otros mundos posibles y ya construyen desde abajo alternativas ecológicas y sociales. Tienes mucho poder, no lo desperdicies, y sobre todo compártelo e hibrídalo: el todo es más que la suma de sus partes. Así que da el paso y grita a los cuatro vientos: ¡yo también soy un indignado climático!

Crónica de una intervención fallida

Fernando Prieto. Ecólogo. Periódico Diagonal

(fragmento)
crisis climaticaEstos últimos meses de 2012 se ha llegado al récord de CO2 en la atmósfera, superando la concentración de 390 partes por millón (ppm). Es muy probable que la temperatura a final de siglo supere los dos grados centígrados y es posible que llegue, incluso, a un aumento de seis grados. Además se están batiendo los límites de temperaturas según la Organi­zación Mundial de Meteo­rología. Naciones Unidas advierte que es necesario reducir en 2020 un 14% la emisión de los gases de efecto invernadero, para mantener el incremento en la temperatura global por debajo de 2 grados centígrados y que por ello se exigirá a los países objetivos más serios para reducir las emisiones.

Los que contaminan cobran

El mercado de CO2 nació en la UE a partir de 2005, inspirado en mercados similares de EE UU, como una herramienta para primar a las empresas que emitan menos gases de efecto invernadero. Se basa en unos permisos de emisión que son asignados por los gobiernos de forma gratuita a las empresas: si éstas emiten menos de lo que les han asignado, pueden vender los permisos sobrantes, y al contrario, si emiten más, los deben comprar. Aunque este mecanismo en teoría pretendía promover tecnologías más limpias, en España se ha revelado como un sustancioso negocio para las empresas, ya que recibieron una asignación muy por encima de sus emisiones. Así, los que más contaminan son los que más han cobrado por la venta de sus derechos, sin que ello haya estimulado políticas de reducción de las emisiones. De esta forma se ha perdido una enorme oportunidad de avanzar hacia la mejora en la eficiencia y en la disminución de emisiones.

El 55% del total del CO2 emitido en España depende de sectores difusos (transporte, sector residencial, ciudadanos…) mientras que el otro 45% procede de tan sólo unas mil instalaciones: energéticas, cementeras, siderurgias, refinerías, etc. Es evidente que es más fácil legislar y cambiar las actuaciones de esas mil instalaciones, que en ocasiones son además de las mismas empresas.

Un análisis del año 2009 permite hacer una valoración aproximada del coste de oportunidad del carbono. Se observa el enorme error de cálculo en la planificación y los beneficios que el cambio climático ha supuesto a estas empresas. Por ejemplo, Arcelor emitió el 50% de lo que tenía asignado, y le sobraron cerca de cinco millones de derechos de emisión. En el sector del cemento, Cemex con 7,5 millones asignados expulsó emisiones por valor de sólo 3,7; Portland Valderribas, con 4,3 asignadas, emitió  2,6; Lafarge, con unos tres millones asignados emitió 1,8; Holcim, con 3,3, tan sólo 1,8. En el sector refinero, por ejemplo, Repsol tenía asignados 10,5 millones y emitió 8,7, es decir le sobraron 1,8 millones de toneladas; Cepsa tenía asignados 3,7, de los cuales emitió tres. Estos derechos que han sobrado se vendieron en el mercado de carbono, lo que les aportó, por supuesto, importantes beneficios.

Es evidente que el mercado de CO2 es un mercado financiero y como tal especulativo, lo que ha favorecido a las industrias que recibieron esas asignaciones. A partir del Registro Nacional de Derechos de Emisión el diario El País ha calculado que la industria pesada, incluyendo refine­rías, cementeras, azulejeras y ladrilleras, ha vendido en cuatro años derechos de emisión por un coste equivalente a 1.279 millones de euros.