Compartimos este articulo de opinión publicado en La Jornada sobre el activismo en México y los riesgos de defender la vida – A 13 de abril de 2020
Asesinados, 147 ecologistas en 24 años, En lo que va del sexenio de AMLO han matado a 18 protectores de la naturaleza
Por Angélica Enciso L.
Entre 1995 y 2019, el periodo de cinco mandatos presidenciales, 147 defensores de la naturaleza han sido asesinados. Los estados que concentran el mayor número son Guerrero con 44, Oaxaca 23 y Michoacán 18. De ellos, 134 han sido hombres y 13 mujeres, indica Lucía Velázquez.
En el reporte La defensa del ambiente en México ¿cuestión de vida o muerte?, divulgado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, indica que se contabilizaron 17 asesinatos de integrantes de la Organización Campesina de la Sierra Sur en 1995, que pese a que no era ambientalista, entre sus demandas incluía el cese a la tala inmoderada, la protección de los recursos y la demanda de mejores condiciones de vida.
Indica que en el sexenio de Ernesto Zedillo 23 defensores ambientales fueron asesinados, cifra que bajó a seis con el panista Vicente Fox, para crecer casi seis veces con Felipe Calderón, cuando ascendieron a 35 los casos, y esta cifra casi se duplicó en la gestión de Enrique Peña Nieto, con 65. En la administración de Andrés Manuel López Obrador sumaban 18 hasta 2019.
El documento refiere que, de acuerdo con el Global Witness 2019, el año en que más defensores ambientales fueron privados de la vida fue en 2017, con 207 homicidios. Brasil presentó la mayor cantidad con 57. En 2018, el número se redujo, aunque aún fue alarmante: 165. Más de 50 por ciento de los crímenes ocurrieron en América Latina, indica.
Agrega que en México hay alrededor de 500 conflictos socioambientales, y en los que se han registrado asesinatos son: en el rubro forestal, 53 casos; despojo del territorio 37; minería, 24; proyectos energéticos relacionados con obras como gasoductos, eólicas e hidroeléctricas, 18; proyectos hidráulicos y políticas públicas de privatización del agua, siete; denuncias, tres; protección ambiental, proyectos turísticos y proyectos minero-forestales, uno en cada rubro.
Precisa que el sexenio de Felipe Calderón se caracterizó por su contradicción entre la política ecológica y los proyectos destructivos de gran escala, además del combate al crimen organizado, lo cual produjo un ambiente de violencia generalizado. Con Peña Nieto siguió la inercia, de gobernar verde, pero mantener megaproyectos y privatización. La actual admi-nistración puede ser el parteaguas entre una línea ambiental seria que erradique las prácticas de los anteriores presidentes y la continuación de proyectos de muerte que sólo benefician a unos cuantos.
Compartimos esta nota publicada en Pie de Página sobre – A 13 de febrero de 2020
Los defensores del medio ambiente sufren la mayor cantidad de agresiones, según Front Line Defender, una organización internacional de Derechos Humanos. En México el impulso a megaproyectos de desarrollo desde el gobierno federal aumenta su vulnerabilidad
Texto: Arturo Contreras Camero
Los guardianes del medio ambiente son los más amenazados del mundo. 40 por ciento de los defensores de derechos humanos asesinados el año pasado estuvieron vinculados con este tipo de temas según el informe Análisis Global 2019 de la organización internacional Front Line Defenders.
En el caso mexicano la situación es peor. El 75 % de los defensores
asesinados trabajaban temas ambientales, defensa de la tierra y pueblos
indígenas. El año pasado 304 personas que defienden derechos humanos
fueron asesinadas en el mundo.
América Latina es la peor región del mundo para ser defensor de
Derechos Humanos, pues concentra el 90 por ciento de los asesinatos, y
de los 5 países con más defensores asesinados, 4 son de este continente.
En primer lugar está Colombia con 106 asesinatos, seguido por
Filipinas, 43; Honduras, 31; México con 24, y Brasil con 23.
Los casos en México podrían aumentar, pues la organización sigue
documentando casos. En el país, en lo que va de este año, han sido
asesinados tres defensores. A este contexto hay que añadir la impunidad,
pues de las 24 muertes de 2019, 11 cuentan con carpetas de
investigación, pero en ninguno hay indicios de justicia.
Así como en el caso de la violencia contra periodistas, las
agresiones en contra de defensores de Derechos Humanos son perpetradas o
facilitados por personas en el poder, ya sean funcionarios del
gobierno, policías o miembros del ejército. Entre ellos destaca el papel
de los poderes municipales, quienes se ven involucrados en lso casos
por omisión, acción o aquiescencia, es decir, que se hayan beneficiado
de alguna manera por las agresiones
Destruir el medio ambiente para combatir la pobreza
Desde la entrada de la nueva administración federal se implementó una
política de combate a la pobreza a través de la creación de
megaproyectos ambientales que buscan desarrollar zonas rurales del país.
Con ello, según dice el informe, aumentó la criminalización en contra
de estos actores, que son los menos visibilizados y quienes mayor acceso
tienen a estas comunidades.
“El continente fue testigo de la creciente privatización de los
servicios públicos básicos, la flexibilización de la legislación
ambiental y laboral, la creación de nuevas leyes para debilitar el
activismo de derechos humanos y el desmantelamiento de las políticas
diseñadas para hacer frente a la desigualdad” señala el informe.
Ángeles Hernández, de la red Todos los Derechos para Todas y Todos
señaló que es importante identificar y reconocer la diversidad de
personas defensoras. “Son los que están allá afuera luchando por
construir un mejor panorama y por cambiar el mundo que vivimos, que
están luchando porque la dignidad de todos sea respetada”.
Al respecto, Jesús Peña, representante del Alto Comisionado de los
Derechos Humanos de la ONU, dijo: “La mitad de las persona defensoras
tenían un vínculo con la defensa del medio ambiente por el contexto en
el que viven. Don escritoras, maestras o comunicadoras que decidieron no
quedarse calladas. Estas personas son los agentes fundamentales para
asegurar un futuro sostenible. Sus asesinatos y desaparición es el
culmen de la agresión, resultado de una criminalización que señala que
quienes protegen el medio ambiente se oponen al desarrollo”.
La deuda con las mujeres
En este esquema de agresiones, hay un subregistro de las mujeres,
aseguró Sandra Patargo, coordinadora de protección para las Américas de
Front Line Defenders.
“Las defensoras jugaron un gran papel importante liderando esfuerzos
por defender a personas defensoras de derechos Humanos, impulsando
estos proyectos a nivel nacional. Son ellas quienes, mientras más
levanta la voz, mientras más ocupan espacios, encuentran imposiciones de
grupos locales. Las señalan, usan contra ellas lenguaje que
estigmatiza, que es misógino, y buscan exponer su vida privada. Lo hemos
visto con mujeres periodistas y defensores de derechos reproductivos.
Esto obliga a que las defensoras muchas veces opten por tener menos
visibilidad en sus casos. Por ello, en este tipo de agresiones es muy
probable que exista un subregistro, pues el número de casos que son
públicos no empatan con los niveles de violencia de género que existen
en el país.
Los defensores migrantes, la otra alerta
A la par de la invisibilización de las mujeres, en el país hubo una
crecida en las agresiones contra defensores de la población migrante.
Desde el cambio en la política migratoria del Gobierno de México, a raíz
de las presiones comerciales de Estados Unidos, hay una mayor
criminalización en contra de la migración, y por tanto una restricción a
los que los defienden.
Desde la primera caravana de migrantes a finales de 2018 a la fecha
hay 64 hechos de agresiones a defensores de migrantes, entres ellas
destacan los ataques a albergues, entre los que hay intentos de
allanamiento de la Guardia Nacional, revisiones migratorias afuera de
los albergues y criminalización de defensores, como el caso de Irineo
Mújica y Cristóbal Sánchez, quienes enfrentaron cargos de trata de
personas y fueron detenidos sin pruebas.
“En este panorama encontramos un discurso estigmatizante a partir de
acciones criminales. Se habló de que los albergues podrían estar
inmiscuidos en trata de personas. Incidentes como el incendio al
albergue de La Sagrada Familia en Tlaxcala, o la desaparición del
defensor Aarón Méndez. Incluso, en esta situación hay otras personas que
ni siquiera pueden dar sus nombres, pues pueden ser deportados”,
aseguró Ángeles Hernández, de la red TDT.
El ejemplo de Nahuatzen
Durante la presentación del informe Efraín Avilés, del Consejo
Ciudadano Indígena Nahuatzen compartió su testimonio sobre las
agresiones que enfrentan en su comunidad. Desde hace unos años el
poblado de Nahuatzen, en la meseta purépecha de Michoacán lucha por un
proceso de autonomía y autodeterminación. “En 2015 nuestra comunidad
decide tomar ese camino por la inseguridad y por los problemas de Tala
Clandestina que tenemos. Ese año tuvimos muertes por luchar en contra
del rezago histórico que tenemos en atención a servicios básicos”.
De acuerdo con el último informe de Coneval, este municipio es el más
pobre de Michoacán. Actualmente hay tres personas detenidas ilegalmente
por defender el ambiente.
“Enfrentamos una situación difícil. No recibimos atención por parte
de las instituciones de defensa del medio ambiente, por lo que el
proceso de reforestación que queremos llevar a cabo parece imposible.
Pedimos que nos apoyen en algo, en lo que sea. Esperemos se logre en
este año”, dijo el representante de la comunidad.
“Lo que buscamos es que se tomen las medidas que se tengan que tomar para que se reconozca nuestra autonomía. Estamos convencidos que con hace falta un proceso de reconocimiento por parte del gobierno federal; que reconozca que nuestra cultura ha sido poco menos que forzada a desaparecer”.
Compartimos la siguiente nota publicada en Avispa Midia sobre el hostigamiento y asesinatos de defensoras y defensores de derechos humanos en México – A 8 de enero de 2020
Por Eugenia López
El
año que acabamos de despedir fue particularmente violento para
defensores de derechos humanos y activistas: a lo largo del año 2019 se
registraron más de 30 asesinatos, principalmente en el sureste del país.
Enero sangriento
El
primer asesinato fue registrado el 3 de enero en Arriaga, Chiapas.
Sinar Corzo Esquinca, integrante del Comité Ciudadano de Defensa de los
Derechos Humanos fue atacado cerca de su domicilio después de haber
participado en protestas en demanda de agua potable.
Pocos
días después, el 18 de enero, en la misma entidad fueron asesinados Noé
Jiménez Pablo y José Santiago Gómez en Amatán, Chiapas. Jimenez Pablo
era miembro de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala-Movimiento
Nacional y Gómez era parte del Movimiento por el Bienestar, la Paz y el
Bien Común. En ese entonces, los dos estaban involucrados en un plantón
que exigía la renuncia del regidor morenista Manuel Carpio Mayorga,
quien fue destituido dos semanas después.
El
día 20 de enero, Gustavo Cruz Mendoza, miembro del Consejo Indígena de
los Pueblos de Oaxaca Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM) fue atacado en su
vivienda después de haber manifestado su oposición a la instalación de
una purificadora de agua en su comunidad de Santiago Jocotepec, Oaxaca.
Al
día siguiente, Bernardino García Hernández fue asesinado en Zimatlán,
Oaxaca. Él era el enlace de su comunidad para la resolución del
conflicto por la delimitación de tierras que mantienen con la localidad
de San Sebastián Nopalera.
Defensores del territorio y comunicadores
El
mes de febrero fue marcado por el asesinato de Samir Flores Soberanes,
indígena náhuatl, originario de Amilcingo, Morelos. Él era fundador de
la radio comunitaria Amilzinko 100.7, miembro del Frente Pueblos en
Defensa de la Tierra, el Agua y el Aire de Morelos, Puebla y Tlaxcala y
era conicido por oponerse férreamente al Proyecto Integral Morelos
(PIM).
El
2 de mayo, el director de la radio comunitaria Estéreo Cafetal 98.7 FM
“La Voz Zapoteca”, Telésforo Santiago Enríquez fue asesinado en el
municipio de San Agustín Loxicha, en la Sierra Sur de Oaxaca. El también
integrante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE) promovía el rescate de la lengua indígena y de la cultura de su
comunidad.
Durante
el último mes del año, Josué Bernardo Marcial Santos conocido como
“TíoBad” fue asesinado y su cuerpo abandonado en el acceso a San Juan
Evangelista, en el sur de Veracruz. Originario de Sayula de Alemán,
luchaba con rap para preservar la lengua mixe-popoluca, y denunciaba el
despojo en su territorio por el fracking, el narco estado y los
asesinatos a periodistas. También fue delegado de su pueblo en el
Congreso Nacional Indígena (CNI).
En el estado de Guerrero fueron asesinadas al menos 5 personas.
El
5 de mayo, fueron encontrados los cuerpos de José Lucio Bartolo
Faustino, miembro del Concejo Indigena de Gobierno (CIG), y Modesto
Verales Sebastián, delegado del CNI, después de varios días de haber
desaparecido tras asistir a una reunión en la ciudad de Chilpancingo.
Un
mes después, asesinaron a Eugenio Máximo Hilario, en el municipio de
José Joaquín de Herrera. Máximo Hilario fue comandante regional de la
Policía Comunitaria de la Coordinadora Regional de Autoridades
Comunitarias de los Pueblos Fundadores de Guerrero (CRAC-PF) y miembro
del Concejo Indígena y Popular de Guerrero – Emiliano Zapata
(Cipog-EZ).
El
11 de octubre, un grupo armado atacó a Isaías Cantú Carrasco,
comisionado de Bienes Comunales de Paraje Montero, en Malinaltepec e
integrante del Concejo Regional de Autoridades Agrarias en Defensa del
Territorio (Craadt), quien luchó contra la explotación minera y la
imposición de una reserva de la biósfera en la región me´pháá. Ese mismo
día desapareció Arnulfo Cerón, líder del Frente Popular de la montaña,
en Tlapa de Comonfort.
La Sierra Tarahumara de Chihuahua también fue el escenario de varios asesinatos de defensores del territorio a lo largo del año.
El
1 de mayo, un grupo armado mató a Otilia Martínez Cruz y su hijo
Gregorio Chaparro Cruzv en Guadalupe y Calvo, Chihuahua. En 2018, un
familiar de las víctimas, Julián Carrillo Martínez, también había sido
asesinado. Él indígena rarámuri era defensor del bosque de Coloradas de
la Virgen.
El
domingo 13 de octubre, fue secuestrado y asesinado el activista Cruz
Soto Caraveo en la comunidad Los Llanos, Chihuaha. Él había recibido
amenazas previas por parte de civiles armados y desde hace un par de
años se encontraba desplazado, luego que un grupo delictivo lo despojó
de sus tierras y las convirtió en un sembradío de marihuana y amapola.
Represión de la comunidad LGBTQI+ (Lesbiana, Gay, Bisexual, Transgénero, Queer, Intersexual y más)
El sábado 9 de febrero, murió asesinado el activista muxe Óscar Cazorla,
defensor de los derechos LGBT en Juchitán, Oaxaca. El activista fue
fundador de “Las Auténticas intrépidas buscadoras del peligro”, una de
las mayores festividades de la diversidad sexual.
En
Veracruz, el joven activista Miguel Ángel Medina fue asesinado a golpes
de piedras. Localizaron su cuerpo en el cementerio Gregorio Vidal Alor,
en Acayucan, un día después de que su familia lo reportara como
desaparecido.
Buscadores de personas desaparecidas
El activista Abiram Hernández Fernández,
quien era conocido por su acompañamiento a familias de personas
desaparecidas, fue hallado muerto en su vivienda de Veracruz el 30 de
marzo.
El 19 de julio de 2019 Zenaida Pulido Lombera murió asesinada después de un ataque a balazos mientras circulaba en compañía de su esposo en la carretera costera a la altura de Pichilinguillo, Aquila, Michoacán. La activista había denunciado la desaparición de personas en la región y había participado en la caravana de búsqueda en fosas clandestinas en la entidad.
Compartimos este artículo publicado en Pie de Página sobre la represión a defensoras y defensores de derechos humanos durante el 2019 – A 29 de diciembre de 2019
El año que termina destacó por los ataques en México contra defensores de derechos humanos y activistas. Las víctimas fueron ambientalistas, integrantes del Congreso Nacional Indígena, comunicadores y policías comunitarios, entre otros. En tres estados se concentraron las agresiones.
Texto: Redacción Pie de Página
El 2019 quedó marcado por los ataques y asesinatos contra activistas y
defensores del territorio en todo el territorio mexicano. Al menos una
treintena de activistas fueron asesinados, principalmente en el sureste
del país.
En el actual sexenio de López Obrador, particulares y autoridades han
matado a 33 activistas. Y 32 de los casos ocurrieron en 2019. Los
estados con más asesinatos contra defensores son Oaxaca (7), Chiapas (6)
y Guerrero (cinco).
Los ataques han sido hacia defensores del territorio, ambientalistas,
activistas que demandan mejores servicios, defensores de la comunidad
LGBT, integrantes del Congreso Nacional Indígena, comunicadores y
policías comunitarios, entre otros.
Los ataques evidenciaron la poca efectividad de las medidas
cautelares aplicadas por el gobierno mexicano. Algunas de las víctimas
eran beneficiarias del Mecanismo de Protección a Defensores de Derechos
Humanos y Periodistas.
Chiapas: la más peligrosa
El primer asesinato registrado, el 3 de enero, es el de Sinar Corzo
Esquinca, en Arriaga, Chiapas. El integrante del Comité Ciudadano de
Defensa de los Derechos Humanos había acompañado a pescadores la región
en protestas y a vecinos que demandaban agua potable. Lo mataron cerca
de su domicilio, en la cabecera municipal de ese municipio.
El 18 de enero asesinaron a Noé Jiménez Pablo, miembro de la
Coordinadora Nacional Plan de Ayala-Movimiento Nacional, y José Santiago
Gómez, del Movimiento por el Bienestar, la Paz y el Bien Común en
Amatán, Chiapas. Los activistas se mantenían en un plantón frente a la
alcaldía de ese municipio para exigir la renuncia del regidor morenista
Manuel Carpio Mayorga, destituido dos semanas después.
Los homicidios de Noé Jiménez y José Santiago evidenciaron la poca
eficacia de las medidas de cuidado de activistas por parte del gobierno
mexicano, ya que ambos eran beneficiarios del Mecanismo de protección
para personas defensoras de derechos humanos.
En los límites de Tabasco y Chiapas, el 10 de junio, mataron a José Luis Álvarez Flores,
defensor de la preservación del mono Saraguato y del Río Usumacinta. El
ambientalista había recibido amenazas de muerte tras denunciar la
extracción ilegal de arena del río.
El 18 de junio, a Mario Moreno López, de 64 años de edad, lo mataron
en el municipio de Venustiano Carranza, Chiapas. Era miembro del Frente
Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS).
Oaxaca: conflictos territoriales y medio ambiente
Gustavo Cruz Mendoza, miembro del Consejo Indígena de los Pueblos de
Oaxaca Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM) fue atacado en su vivienda el 20
de enero. El activista había manifestado días antes su oposición a la
instalación de una purificadora de agua en su comunidad de Santiago
Jocotepec, Oaxaca, por la escasez del líquido.
Al día siguiente, en la misma entidad, el activista Bernardino García
Hernández fue asesinado. Estaba en un estanque alimentando peces. El
activista era representante de su comunidad en las comisiones para
lograr la paz entre los poblados de Zimatlán y San Sebastián Nopalera,
en conflictos por la delimitación de las tierras.
La presencia paramilitar
El 23 de enero, en Amatenango, Chiapas, un comando asesinó a la
activista Estelina Gómez López. Se identifica como un ataque
paramilitar. La defensora era integrante de la Organización Popular
Ricardo Flores Magón.
El activista denunció amenazas en varias ocasiones, tanto por
autoridades locales y de la Comisión Federal de Electricidad, en medio
de su oposición a las altas tarifas eléctricas.
Fuentes era integrante de la Comisión en Defensa de la Tierra y del
Territorio de la Zona Oriente del Istmo, del Comité Regional Istmo de
Sol Rojo, y del Corriente del Pueblo Sol Rojo, una organización de
derechos laborales.
El 30 de noviembre, en un ataque armado, murió el defensor indígena
Catalino Barradas Santiago. El Centro de Derechos Humanos y Asesoría a
Pueblos Indígenas denunció que se trató de una ejecución extrajudicial a
manos de la policía municipal de Santos Reyes Nopala, Oaxaca. Eran las
vísperas de las elecciones de esa comunidad. En el ataque resultaron
heridas otras dos personas, observadores de que los comicios ocurrieran
con legalidad.
Activistas y comunicadores
El periodista y defensor de derechos humanos Rafael Manríquez Murúa
fue asesinado en Mulegé, Baja California Sur, el 21 de enero.
Supuestamente, el gobierno mexicano lo protegía por medio del Mecanismo
de protección de defensores de derechos humanos.
El 2 de mayo, Telésforo Santiago Enríquez,
asesinaron al director de la radio comunitaria Estéreo Cafetal 98.7 FM
“La Voz Zapoteca”. El también integrante de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE) cayó en una emboscada, en el
municipio de San Agustín Loxicha, en la Sierra Sur de Oaxaca. Santiago
Enríquez promovía el rescate de la lengua indígena y de la cultura de su
comunidad.
El homicidio de Samir Flores ocurrió el 20 de febrero, tres días
antes de que el gobierno federal realizara una consulta pública para
decidir si opera o no la termoeléctrica de Huexca, parte del Proyecto
Integral Morelos (PIM), y un día después de que se manifestara en un
foro conducido en Jonacatepec por Hugo Eric Flores Cervantes, delegado
federal en en la entidad.
El 7 de noviembre, la historiadora, antropóloga y activista Raquel Padilla fue
asesinada dentro de su vivienda en Ures, Sonora. Las investigaciones de
la Fiscalía estatal apuntan a que Juan Armando Rodríguez Castro, su
pareja sentimental, la atacó con un arma blanca. Las autoridades
investigan el crimen como feminicidio.
El 25 de marzo, un hombre mató a tiros a Eulodia Lilia Díaz Ortiz,
integrante del Consejo Indígena del Trueque, en Santiago Tianguistengo,
Estado de México. El crimen ocurrió en medio de una pugna por monetizar
uno de los pocos tianguis de trueque prehispánicos que perviven. El
agresor es cercano al anterior presidente municipal, Antonio Barrera.
Contra buscadores de personas desaparecidas
El activista Abiram Hernández Fernández
fue hallado muerto en su vivienda de Veracruz el 30 de marzo. Destacó
en la comunidad por su acompañamiento a familias de personas
desaparecidas. De acuerdo con la información de las autoridades locales,
el sociólogo murió a golpes.
Zenaida Pulido Lonbera murió asesinada después de un ataque a balazos
el 19 de julio de 2019. La activista circulaba en compañía de su esposo
en la carretera costera a la altura de Pichilinguillo, Aquila,
Michoacán. La activista había denunciado la despaarición de personas en
la región y había participado en la caravana de búsqueda en fosas
clandestinas en la entidad.
Artistas urbanos
El asesinato del muralista Héctor Armando Domínguez ocurrió el 19 de
abril en Ciudad Valles, San Luis Potosí. Con él murieron también su
padre Aureliano y su hermano Juan Manuel. En 2018, Héctor Armando ya
había sufrido un atentado afuera del colegio donde daba clases de artes
plásticas.
Cinco días antes, un grupo armado mató al DJ Héctor Mauricio Rosas
Hernández, alias “Mub Times”, de la Asociación Mundo Ritual, AC.
Mauricio era un Dj que promovía la paz en Guanajuato, y el rescate de
los jóvenes de la colonia Obrera de esa entidad.
Otro músico y activista fue asesinado en el último mes del año. El
jaranero “TíoBad” sufrió un secuestro, y tras, varios días
desaparecido, lo hallaron muerto. El activista luchó por la lengua
mixe-popoluca, propia de su pueblo Sayula de Alemán, Veracruz, y
denunció a través del arte el despojo en su territorio por el fracking, los asesinatos a periodistas y el desplazamiento de su lengua.
Guerrero: contra indígenas y policías comunitarias
El 5 de mayo, activistas y autoridades hallaron los cuerpos de José Lucio Bartolo Faustino, concejal nahual, y Modesto Verales Sebastián,
delegado del Congreso Nacional Indígena. Los activistas desaparecieron
tras una emboscada un día antes, cuando regresaban de una reunión en la
ciudad de Chilpancingo.
Un mes después, también en Guerrero, asesinaron a Eugenio Máximo
Hilario, en el municipio de José Joaquín de Herrera. El crimen ocurrió
en Hueycantenango, cabecera municipal de José Joaquín de Herrera.
Máximo Hilario fue comandante regional de la Policía Comunitaria de
la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de los Pueblos
Fundadores de Guerrero (CRAC-PF) y miembro del Concejo Indígena y
Popular de Guerrero – Emiliano Zapata (Cipog-EZ).
El 11 de octubre, en Guerrero, grupos armados atacaron a dos
activistas en distintos hechos. El primer caso se trata de Isaías Cantú
Carrasco, comisionado de Bienes Comunales de Paraje Montero, en
Malinaltepec e integrante del Concejo Regional de Autoridades Agrarias
en Defensa del Territorio (Craadt). Cantú luchó contra la explotación
minera y la imposición de una reserva de la biósfera en la región
me´pháá.
Ese mismo día desapareció Arnulfo Cerón, líder del Frente Popular de la montaña, en Tlapa de Comonfot.
Compañeros de su organización y autoridades hallaron su cuerpo 40 días
después en una fosa clandestina. Los compañeros del también líder de
vendedores de Tlapa responsabilizaron de la desaparición de Arnulfo al
alcalde de ese municipio, Dionisio Merced Pichardo.
Ataque a activista en CDMX
El asesinato de activistas ocurrió también en la capital del país,
contra una vecina que se oponía al desarrollo inmobiliario irregular. El
1 de julio, en su departamento de la colonia Condesa, sus vecinos
hallaron muerta a María Cristina Vázquez Chavarría. La mujer era
integrante de un movimiento vecinal en contra de construcciones que
violan las leyes de planeación en la capital.
A través de videos, los vecinos constataron que un hombre desconocido ingreso al edificio de la víctima, el día de su asesinato.
Chihuahua: ataques en la sierra Tarahumara
El 1 de mayo, un grupo armado mató a una madre y su hijo ecologistas. Las víctimas fueron Otilia Martínez Cruz y Gregorio Chaparro Cruz.
El crimen ocurrió en Guadalupe y Calvo, Chihuahua. Testigos señalan que
los autores pertenecen al grupo delincuencial “Los Chorohuis”. Madre e
hijo eran defensores del territorio. En 2018, un familiar de las
víctimas, también ecologista, murió asesinado. Se trata de Julián
Carrillo Martínez, indígena rarámuri y defensor del bosque de Coloradas
de la Virgen.
Cruz Soto era integrante de un colectivo de familias que el crimen organizado desplazó de Guazapares, Chihuahua. Tuvo que salir de su comunidad desde 2014.