Informe de Amigos de la Tierra Internacional ATI sobre el cambio climático – A 9 de junio del 2021
Nuestro informe con Corporate Accountability y Global Forest Coalition pone al descubierto la dudosa aritmética, los vagos objetivos y las inviables aspiraciones tecnológicas que se despliegan en los planes “cero neto”. El informe está construido a partir del análisis de los planes de una serie de industrias contaminantes clave, como las de los combustibles fósiles y de energía, la industria de la aviación y tecnológica, la de venta y distribución de bienes de consumo, la financiera y la agroindustria. En el informe también hace una profunda revisión de algunas de las estrategias utilizadas por esas industrias para asegurar que su agenda “cero neto” se convierta en el punto más importante de la respuesta global a la crisis climática.
El presente informe encuentra evidencias claras de que los planes climáticos “cero neto” son sencillamente los nuevos intentos de las industrias contaminantes…de eludir su responsabilidad de actuar para abordar el cambio climático.
Introducción
En 2020 los desastres naturales se dieron con una frecuencia tres veces superior a la de hace medio siglo.12 Ya el año 2021 promete tener algunos de los desastres climáticos más extremos de nuestra historia.3Solo en los primeros cuatro meses el planeta ha sido asolado por tifones y huracanes de potencia inusitada,45 temperaturas letalmente bajas,6 plagas de langostas devastadoras7 e inundaciones sin precedente.8 El denominador común de todos estos eventos extremos es el cambio climático.
La velocidad a la que cambia el clima actualmente está alimentando una crisis que amenaza a miles de millones de vidas. Los impactos de esta crisis no son nada nuevo para los pueblos indígenas, las comunidades en resistencia a la crisis climática. Estas comunidades y países son quienes menos han contribuido a la crisis, pero están sufriendo más sus consecuencias y antes que nadie; esto sumado a siglos de un sistema racista y colonial. Pero a medida que los impactos sobre las vidas y el planeta se exacerban en todo el mundo, la población del Norte global está tomando conciencia de las realidades de la crisis climática, además de las otras crisis que ésta agrava, como la del hambre, la pobreza y la crisis sanitaria. En los últimos años, cada vez más personas se suman a los jóvenes, los pueblos indígenas, las comunidades en resistencia, las mujeres, las y los jóvenes y las personas de color que han abanderado la reivindicación de la justicia climática.
Esta ola de activismo mundial, desde huelgas escolares9 asentadas en las conversaciones climáticas de la ONU,10 ha colocado las múltiples crisis existenciales a las que nos enfrentamos a la cabeza de la lista de prioridades de los gobiernos, y las empresas y financiadores que también anuncian acciones climáticas. Estos actores se apresuran ahora a dar respuestas, antes de que los llamados a la acción se hagan más fuertes. Pero los Grandes Contaminadores están respondiendo con los mismos trucos que durante décadas vienen utilizando en su campaña; maquillar de verde sus prácticas corporativas y presentarse como la solución, por una parte, y mentir al público mientras retrasan las acciones reales, por la otra.
En vez de ofrecer soluciones reales y significativas para abordar de manera justa la crisis que crearon de manera deliberada, y asumir la responsabilidad de actuar empezando por reducir drásticamente las emisiones en su origen, los gobiernos y las grandes empresas contaminantes desarrollan planes “cero neto” que requieren poco o nada en materia de soluciones reales o reducciones de emisiones efectivas y reales. Lo que es más, tal como queda recogido en el informe, ven el potencial que tendría mundialmente el “cero neto” para ofrecerles nuevas oportunidades de negocios, en vez de limitar la producción y el consumo de sus productos contaminantes.
Tras décadas de inactividad, de pronto, las empresas se desviven por comprometerse al “cero neto” en emisiones. Entre otras, hablamos de gigantes de los combustibles fósiles como BP, Shell y Total; las grandes tecnológicas, Microsoft y Apple; minoristas como Amazon y Walmart; financieras como HBSC, Bank of America y Blackrock; líneas aéreas como United y Delta; y agroindustrias productoras de alimentos, ganado y carne como JBS, Nestlé y Cargill. Las compañías contaminantes compiten por colgarse la medalla de alcanzar unas emisiones “cero neto” para 2050, o alguna otra fecha del futuro lejano. En los últimos años, más de 1500 empresas han anunciado sus compromisos “cero neto”, ante el aplauso de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)11 y el Secretariado General de Naciones Unidas.12
¿Pero hay algo que aplaudir en el “cero neto”? ¿Podemos confiar en estas compañías, con sus penosos antecedentes de bloquear avances y no tomar medidas significativas? ¿Sus promesas están respaldadas por planes de acción de verdad, y sus planes refuerzan la democracia y apoyan las prioridades de las comunidades indígenas y más impactadas?
Al tratar de dar respuesta a estas preguntas, el presente informe encuentra evidencias claras de que los planes climáticos “cero neto” son sencillamente los nuevos intentos de las industrias contaminantes, y los gobiernos neoliberales que las obedecen, de eludir su responsabilidad de actuar para abordar el cambio climático o reparar los daños que han infligido a los ecosistemas y las comunidades más impactadas y en resistencia a la crisis climática. Los planes que están preparando podrían incluso agravar la crisis climática.
En la primera sección, el informe resume el análisis existente sobre cómo los planes “cero neto”, más que ofrecer un enfoque creíble de la política climática, son un vehículo para que los Grandes Contaminadores maquillen de verde sus decisiones corporativas. Al analizar los planes “cero neto” de toda una serie de compañías contaminantes de diferentes industrias, el informe detalla en la segunda sección, que estos planes ocultan peligrosamente más contaminación y desvían la atención de la acción real necesaria. En la tercera sección, el informe muestra con varios ejemplos ilustrativos que el centrarse en el “cero neto” es una elección premeditada: es la culminación del ejercicio de cooptación empresarial de la política climática que han realizado los Grandes Contaminadores usando, entre otros recursos, su gigantesca influencia corporativa obtenida mediante campañas de incidencia, contribuciones económicas, relaciones públicas e influencia en el mundo académico.
Por último, el informe es una llamada urgente a la acción para que todas y todos los implicados en la elaboración de políticas a nivel mundial cambien de rumbo ya. Los planes “cero neto” amenazan con suplantar las acciones probadas y significativas, y con afianzar una economía contaminante y destructiva para que se prolongue durante décadas. El planeta y sus habitantes dependen de que los gobiernos del mundo hagan cuanto esté en sus manos, ya, para reducir las emisiones hasta el cero real, no neto. Cualquier otra medida tendrá consecuencias letales para miles de millones de personas y sus medios y sustentos de vida.
“Cero neto”: la gran estafa
¿QUÉ SIGNIFICA «CERO NETO»?
Cada vez más, el concepto de “cero neto” se malinterpreta en los espacios políticos, así como por los actores individuales para evadir la acción y eludir la responsabilidad. La idea del uso de los Grandes Contaminadores del “cero neto” es que una entidad puede seguir contaminando como siempre (o incluso aumentar sus emisiones) y compensar esas emisiones de diferentes maneras. En estos planes, las emisiones se reducen a una ecuación matemática; pueden substraerse de un sitio y sumarse en otro. Es una ecuación sencilla en teoría, pero que falla estrepitosamente en la práctica: estos programas se están utilizando para ocultar la inacción, trasladar la carga procedente de los recortes de emisiones y la evitación de la contaminación a comunidades históricamente explotadas y jugarnos nuestro futuro colectivo apostando por garantizar el impacto destructivo y prolongado sobre la tierra, los océanos y los bosques y por las tecnologías de geoingeniería, como las que aparecen en el recuadro Distracciones Peligrosas. Estas tecnologías son sumamente arriesgadas, no existen a la escala supuestamente necesaria y pueden llegar a causar daños enormes y probablemente irreversibles.1314
COLONIALISMO DE CARBONO (CO2LONIALISMO)
Las comunidades históricamente explotadas han estado advirtiendo acertadamente que muchos de los programas usados por estos contaminadores, como las compensaciones y REDD+, entrañan un nuevo colonialismo de carbono. Poniéndoles la etiqueta de “cero neto”, los Grandes Contaminadores están siguiendo patrones similares de dominio histórico, intentando disfrazar el neocolonialismo con el lenguaje de la sustentabilidad medioambiental. También trasladan la carga de la acción climática de los países y corporaciones responsables de producir y consumir emisiones a las comunidades de primera línea.15 No obstante, los actores contaminantes que pagaron los proyectos se quedan con el crédito de recortar las emisiones. Esto puede crear una dinámica en la que los países que están llevando a cabo los proyectos de eliminación de las compensaciones carguen de forma desproporcionada con el lastre de la acción climática, recibiendo poco o ningún crédito para la consecución de sus propios objetivos según el Acuerdo de París. En el contexto geopolítico, también acorrala a países del Sur forzándoles a recurrir a los mercados de carbono para financiarse, ya que la financiación climática que les deben los países históricamente responsables de las emisiones se les deniega repetidamente. Además, aumentan el riesgo de desplazar a los pueblos de sus tierras, de provocar acaparamiento del territorio, y de que se prive a la gente, en particular a los pueblos indígenas, las comunidades de pequeños agricultores y las mujeres que administran la tierra, de su derecho a la alimentación, de sus culturas y su sustento.16 Para las comunidades que ya están sufriendo las consecuencias múltiples de la pandemia de COVID-19, un aumento repentino de proyectos de compensación de emisiones agravaría sin duda el desastre.
¿QUIENES SON LOS GRANDES CONTAMINADORES?
Los Grandes Contaminadores son los sectores industriales, compuestos por las empresas y negocios o asociaciones que las representan, cuyas operaciones son las principales responsables de las emisiones que han provocado y siguen impulsando la crisis climática.17 Solo 100 corporaciones son responsables del 70 por ciento de las emisiones históricas.18 Aunque la industria de los combustibles fósiles es un miembro destacado del grupo, se incluyen también otros sectores altamente contaminantes y emisores, como los de alimentos industriales y agronegocios (responsables de al menos un tercio de las emisiones mundiales),19 la aviación (entre los 10 principales emisores mundiales),20 la tala,21 el menudeo22 y la tecnología23 y los grupos que las apoyan. Esto también incluye a las instituciones financieras y aseguradoras que invierten billones en modelos empresariales extractivos y contaminadores.
Estas industrias no solo son responsables de la mayoría de las emisiones globales hasta la fecha, sino que también son fundamentales para la máquina de negación, retraso y engaño que ha llevado a una falla global para actuar para abordar de manera equitativa la crisis climática. Los Grandes Contaminadores llevan décadas gastando cantidades insospechadas en negar la ciencia climática, sembrar dudas y bloquear casi todas las políticas climáticas de relieve que se han puesto sobre la mesa.24252627 Tienen un historial contrastado de engaños, retrasos y negaciones, y el interés financiero de seguir contaminando a cualquier coste para las personas o el planeta.
Imagen: Vincent Go / Greenpeace
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